BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

TEORÍA AUSTRIACA Y EL PROBLEMA DEL CICLO ECONÓMICO

Nicolas Cachanosky

 

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Moneda Legal de Curso Forzoso y Ley de Gresham

“[...] porque no es moneda legal y porque el Estado nada tiene que ver con ella, se la acepta en general como moneda”

Willem Vissering

El concepto de “moneda legal” suele traer consigo ciertos errores que debemos aclarar. Esta idea, que es arbitraria, ya que depende de quien tiene el poder de decir cual es la moneda legal y cual no, suele ser aceptado sin el más mínimo interrogante al respecto. Después de todo, “debe haber una moneda legal con la cual realizar las transacciones”, como si la misma idea fuese justificación más que suficiente para probar que el gobierno debe tener el monopolio de la emisión monetaria o de lo contrario el mercado se vería envuelto en un caos económico y financiero.

Legalmente hablando, “moneda legal” es aquella que un acreedor no puede rehusar como forma de pago, es decir, que está obligado a aceptarla. Ya que si el gobierno tiene el poder de emitir dinero legal, también tiene el poder de decir con que se puede y no se pueden saldar las deudas pendientes. Si bien un deudor puede pagar a su acreedor con cualquier moneda que este acepte, el acreedor no puede rechazar el pago de la deuda si el deudor decide hacerlo con la moneda de “curso legal”.

Este término, “moneda legal”, viene rodeado de connotaciones que llevan a creer que es el gobierno el que debe hacerse cargo de la moneda, después de todo es el gobierno el que mediante las leyes decide qué es legal y qué es ilegal. Seguimos con la noción según la cual es el gobierno el que le confiere valor al dinero. Si la moneda no fue acuñada por el gobierno, entonces no debería tener valor, porque al no ser una moneda legal no seria una verdadera moneda y el pago de una deuda con otro bien no serían justo. La idea que el valor del dinero proviene de su arquitecto, también nos sugiere que la moneda nos fue entregada por algún genio inventor, en vez de haberse originado libremente en el mercado. Pero así como el lenguaje, la moral y el derecho surgen espontáneamente en la sociedad, la moneda surge naturalmente del libre actuar de los individuos. Si el valor de la moneda proviene del gobierno, ¿cómo es posible que en 1923 el marco alemán haya llegado al 1/1.000.000.000.000 de su valor si fue emitido por el gobierno? ¿Cómo es posible que una moneda como la de argentina haya agregado trece ceros a su unidad monetaria en menos de un siglo si su valor y poder adquisitivo puede ser controlado por el Banco Central y las autoridades monetarias?

El concepto que rodea a la idea de “moneda legal” es que sino existiese este tipo de dinero, las transacciones no podrían llevarse a cabo, ya que no existiría ninguna moneda lo suficientemente buena y confiable, cómo si los individuos fuesen incapaces por ellos mismos de decidir con que van a saldar sus deudas o que piensan utilizar como medio de intercambio. Surge la sensación, entonces, que el Gobierno debe solucionarle el problema a estos individuos, pero ocurre que el gobierno se ha dedicado a crear monedas lo suficientemente malas e inseguras como para llevar a cabo éstas transacciones.

Por otro lado es una reglamentación de carácter forzoso, es decir que el acreedor no puede rehusar el pago si el deudor desea realizarlo con esa moneda. Si es forzoso implica que al menos el acreedor no estaba dispuesto a aceptar ese medio de pago, de lo contrario no tendría sentido reglamentar a esa moneda de “curso forzoso”. Esto nos dice dos cosas. Primero, que no sólo se esta imponiendo un medio de pago no acordado por las partes alterando así el libre contrato entre ellas, sino que también se está eligiendo como medio de pago aquella moneda que no es tan aceptada en el mercado, ya que los acreedores preferirían otros medios de pago antes que la “legal”, pero se ven forzados a aceptarla. En segundo lugar, se está perjudicando a los acreedores en favor de los deudores. Ante una historia de inflaciones y crisis monetarias recurrentes como monedas de curso legal, los acreedores se verán menos interesados en prestar dinero si luego el deudor puede pagarle con una moneda que se devalúa. Algunos pueden argumentar que esto es para proteger a los deudores de los acreedores, sin embargo, si los acreedores quisiesen dar préstamos en monedas demasiado caras para sus deudores, se encontrarán con que nadie querrá tomar sus préstamos. De este modo, el libre actuar entre prestamistas y buscadores de créditos llevará a que ambas partes acuerden llevar a cabo las transacciones con una moneda aceptada por ambos, ni demasiado cara ni demasiado barata. También debemos recordar que si el intercambio es libre, ambas partes se ven beneficiadas con la transacción, ya que sus utilidades marginales no son iguales, por lo tanto, no hay ningún motivo para creer que en un libre acuerdo entre deudores y acreedores unos se ven explotados o avasallados por la otra parte. Sólo la intervención de un ente como el gobierno puede permitir que una de las partes se vea beneficiada a costas de la otra, volviendo ilegal ciertos actos, como rehusar el pago de una deuda con la “moneda de curso legal”.

Gracias a los gobiernos, hoy día existe una única moneda de “curso legal” en cada país. Pero ¿cómo sabemos si esto es conveniente a un sistema libre de monedas si nunca hemos tenido uno? ¿Cómo sabemos que la gente no dispondría de una moneda mejor si existiesen simplemente monedas en vez de monedas de curso legal y de no curso legal? Además, ya sabemos que no es necesario que se establezca un medio de pago legal para que pueda haber intercambio entre los individuos, el Teorema de la Regresión nos explica cómo es que nacen las monedas espontáneamente en el mercado sin ninguna ayuda legal.

El segundo concepto que vamos a revisar es la llamada Ley de Gresham, ya que también suele ser mal interpretada, en parte por que su enunciado no es lo suficientemente claro. La confusión esta en creer que porque la “mala moneda” desplaza a la buena es necesario el monopolio del gobierno en el suministro de la misma.

Sin embargo, la Ley de Gresham se cumple sí y sólo sí existen distintas monedas entre las cuales reina un tipo de cambio fijo establecido por el gobierno. Si éste se encuentra artificialmente fijado, y los deudores tienen que elegir entre una moneda de mayor valor y otra de menor para realizar sus transacciones, es evidente que elegirán la de menor y se quedarán con la de mayor valor, sobre todo si el acreedor no tiene más opción que aceptar la elección del deudor.

Si en cambio, el tipo de cambio se determinase libremente en el mercado, entonces el deudor ya no tendrá el beneficio de usar la moneda devaluada, ya que necesitará más de la misma porque no recibe el subsidio del gobierno por usar su moneda. En cuanto al acreedor, si bien puede recibir una moneda de peor calidad, recibirá más cantidad de la misma pudiendo luego usarla para comprar la cantidad correspondiente de la moneda sana. Si el tipo de cambio fuese libre, entonces la moneda que se devalúa vería su tipo de cambio afectado, por lo tanto perdería valor, porque su poder adquisitivo iría disminuyendo. Si además existe la expectativa de que ésta pérdida de valor seguirá ocurriendo en el futuro, los individuos harán todo lo posible por deshacerse de la misma lo antes posible. La individuos atesorarán la moneda de mayor valor y la moneda devaluada irá progresivamente desapareciendo del mercado, llegará un momento en que su poder adquisitivo será tan bajo que ya no podrá cumplir su función de medio de intercambio.


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