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PROPUESTA DE GERENCIA ESTRATÉGICA PARA EL USO DE TRANSGÉNICOS

Manuel Ricardo Cristopher Figuera

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CAPÍTULO I. EL PROBLEMA

Planteamiento del problema

Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. (Génesis, 2:15 al 2: 17).

El problema que ocupa esta investigación versa sobre los avances de la Biotecnología Agrícola, como elementos para producir alimentos y fortalecer la seguridad alimentaria; ya que el hambre, es una manifestación o suceso activo, articulado generalmente por eventos climáticos, económicos, sociales y políticos; que no surge de modo repentino; puede predecirse y por tal motivo, puede preverse desarrollando y aplicando programas estratégicos.

Las poblaciones humanas en sus inicios vivieron de la caza, la pesca y la recolección de frutos, semillas y raíces. Dependían en gran medida de las concentraciones de animales y de lo que la naturaleza ofrecía. Las bandas de cazadores y recolectores se movían de un sitio a otro buscando los lugares de mayor agrupamiento de animales y plantas. (Cubero, 2000).

Cuando los humanos lograron domesticar las primeras especies vegetales, se estima que hace más de ocho milenios; le dieron origen a lo que luego se conocería como la agricultura. Por primera vez la humanidad tenía la posibilidad de influir en la disponibilidad de los alimentos y, los recolectores nómadas, se transformaron en campesinos sedentarios. (Domínguez, 2004).

Esta forma de subsistencia se iría perfeccionando lentamente, debieron transcurrir varios milenios, en los que el agricultor seleccionaba sus propias semillas. Era al mismo tiempo, mejorador de especies y consumidor; lo malo o lo bueno de lo que influía directamente en él, le permitía utilizar esa vivencia para modificar sus criterios; consciente o no, de la selección que efectuaba, los transmitiría de una generación a otra.

Luego llegaría la división y jerarquización de la sociedad en distintas clases, según el desempeño: sacerdotal, militar, funcionarios, artesanos, comerciantes, y otros, se crearían sectores no productores de alimentos pero si consumidores. Los grandes suburbios que lentamente se iban formando, aumentarían el problema de la alimentación.

Una vez delimitado el ámbito de la actividad agrícola, que fue y sigue siendo factor importante para el sustento humano; se establecerían las bases económicas y las situaciones propicias para el surgimiento de sociedades que aumentarían el control sobre la naturaleza, como también las innovaciones tecnológicas y cambios en la organización social. Estos últimos, darían origen a la comercialización y a la producción en masa, para satisfacer las demandas alimenticias.

Las grandes concentraciones humanas modificarían poco a poco el estilo y formas de vida. Ello requeriría para obtener alimentos, la especialización territorial por productos, para reducir los costos de obtención; nuevas tecnologías en semillas y control de las mismas; fertilizantes, materias primas agrícolas para la transformación de alimentos; distribución y trueques; despoblamiento de zonas; influencia en la desaparición de asentamientos campesinos; y colonización de grandes superficies en áreas rurales.

La invención de la rueda, el arado, el molino y otras herramientas, fueron concebidos para facilitar el trabajo que garantizaría la subsistencia humana. A partir de entonces se iniciaría un periodo histórico donde las nuevas civilizaciones agrícolas buscarían mejorar las técnicas ya conocidas, especialmente las herramientas, y a establecer esfuerzos cooperativistas. Pero el elemento clave del problema alimentario, seguía siendo la trasformación social, que desde el Neolítico hasta los albores de la Revolución Industrial, se había manifestado muy lentamente. Llegando así al siglo XIX, donde de manera vertiginosa, se comienza a producir una explosión demográfica, que definitivamente acentuaría el problema de carencia de alimentos para algunos sectores sociales. (Cañedo y Marí, 2003).

Cabe considerar por otra parte, que el hambre en el mundo, no es solo producto de la influencia de los elementos de la naturaleza; debe observarse como un fenómeno social, que creció lenta y sistemáticamente, pero que en los últimos tiempos, su aumento se aceleró por el incremento de pueblos desplazados a consecuencia de las guerras; programas económicos inapropiados y malas practicas en las administraciones publicas de algunos países, entre otros.

Debido a que el problema alimentario era cada vez mayor, fue necesario instrumentar políticas institucionales que permitieran el control y desarrollo de un modelo mundial. De esta manera se avanzaría al siglo XX con un problema creciente; por esa razón en 1943, representantes de los gobiernos de 44 países se reúnen en Hot Springs, Virginia, en los Estados Unidos, y se comprometen a fundar una Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cuya función era elevar el nivel de vida de la población rural y mejorar la producción agrícola, forestal y pesquera. Mediante precios justos para los agricultores, la no utilización de la alimentación como arma política y el establecimiento de estados soberanos para arbitrar políticas alimentarias.

En la actualidad, el problema del hambre sigue sin resolverse, pese al implemento de novedosas prácticas de producción de alimentos; el número de personas que mueren por desnutrición ha aumentado en los últimos meses. De 1999 al 2003 la cantidad de hambrientos en el mundo subió a 842 millones, 18 millones más que en el periodo 1995-97. La inmensa mayoría de los indigentes viven en los llamados países en desarrollo, 798 millones, y sigue creciendo; otros 34 millones habitan en las naciones en transición y solo 10 millones en los industrializados. Los pocos países que han logrado algún éxito en la lucha contra ese flagelo de la humanidad han reportado crecimientos económicos, en especial en el sector agrícola. Así lo afirmó el enviado de la FAO a la IV cumbre del grupo de Países de África, del Caribe y del Pacífico (ACP), James Cartour. (Contreras, 2004).

En atención a la problemática de la alimentación, algunos investigadores a nivel mundial, se plantearon distintas formas de agricultura; con el propósito de mitigar el hambre; aparentemente el método artesanal tradicional, no satisfacía las demandas; de este modo, nacen y evolucionan nuevas maneras de producción agrícola; entre ellas, la agrobiotecnología, cuyo principal objetivo, es el de producir alimentos transgénicos ó genéticamente modificados. Este tipo de tecnología permite transferir genes de plantas o bacterias, o virus, hacia otros organismos, combinar genes de vegetales con otros vegetales, de vegetales con animales, o animales entre si; con el fin de desarrollar resistencia en contra de plagas o condiciones climáticas, hacer mas productiva una especie, u obtener algunas características particulares con fines medicinales.

En el caso de Venezuela no se requeriría de modo urgente, el empleo de transgénicos para la producción de alimentos con el fin de mitigar el hambre; ya que, el problema de seguridad alimentaria en nuestro país, nada tiene que ver con la infertilidad de los suelos ni condiciones naturales adversas, dicho problema, esta relacionado con la tenencia y distribución de la tierra y el modelo agrícola y pecuario que se estableció en el país desde la segunda mitad del siglo XX.

No obstante, el manejo inadecuado de la biotecnología sin ningún tipo de regulación ni control, pudiera afectar la producción de alimentos; desde el punto de vista de la contaminación genética de plantas y animales, de la dependencia tecnológica, del impacto social que ello implica y, la accesibilidad a dicha tecnología, entre otros aspectos.

Lo expuesto anteriormente lleva a la creación de una propuesta de gerencia estratégica para el uso de transgénicos en Venezuela; que permita al estado venezolano, tomar el control de los ejercicios con organismos genéticamente modificados (OGMs), impedir el manejo ilegal de los mismos y emplearlos para el beneficio de la sociedad.


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