BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

CURSO DE TEORÍA POLÍTICA
 

Eduardo Jorge Arnoletto

 

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Sandinismo nicaragüense

Pasemos a considerar el caso del sandinismo nicaragüense.

Nicaragua es un país pequeño y pobre, que fue ocupado militarmente por los E.E.U.U. muchas veces, la última entre 1912 y 1933. Contra esa ocupación y contra los gobiernos títeres formados por los invasores se alzó Augusto César Sandino (1893-1934) quien logró poner en pie un heterogéneo ejército con el cual mantuvo, desde las selvas de Nueva Segovia, la resistencia armada con estrategias de guerrilla. Esa acción (1926-1933) fue un importante factor decisorio para el retiro de la ocupación militar norteamericana, que al irse dejó organizada una "Guardia Nacional" dirigida por Anastasio Somoza, quien hizo asesinar a Sandino.

Una nueva guerrilla surgió en la década de los '60, que tomó a Sandino como figura simbólica para iniciar la lucha contra los Somoza. Esta guerrilla no tuvo mayormente éxito hasta la década de los '70, pero logró mantenerse. En 1972 se produjo un gran terremoto que destruyó buena parte de la capital, Managua; los Somoza se apropiaron de buena parte de los fondos dados por los EE.UU. para la reconstrucción, lo que determinó una caída de su legitimidad y el paralelo crecimiento del poder de la guerrilla. En 1977 tomaron la iniciativa final y vencieron a la guardia de Somoza, con el apoyo de una espontánea sublevación popular de último momento en 1979, en un contexto de alta permisividad internacional (gobierno de Carter en los E.E.U.U.).

El sandinismo no renunció nunca al empleo de medios simbólicos, como la "alianza de clases" , pero la suya era una típica estrategia militar: -ganar la campaña -cercar la ciudad -ganar la ciudad La experiencia mostró que para alcanzar el éxito de lograr una sublevación general, la guerrilla tiene que contar con el apoyo de parte de la población y cierto territorio ocupado. La guerrilla nicaragüense tuvo, prácticamente desde el principio, y en forma creciente, el apoyo de parte del estudiantado, de los terratenientes, de la burguesía liberal y hasta conservadora, y de muchos arrendatarios rurales. En cuanto a territorio propio siempre tuvo espacios donde replegarse para recuperarse luego de cada oleada ofensiva.

En el proceso de la insurrección sandinista pueden descartarse como importantes los siguientes factores y condiciones: Factores:

-predisposición a la sublevación de las bases.

-decadencia de la legitimidad.

-empleo de contra-utopías convincentes.

-escisión en el bloque hegemónico del poder.

-mayor probabilidad en países pequeños y dependientes.

Condiciones:

-objetivo claro y simple.
-espacios libres en el territorio -frontera con un país que apoya la guerrilla.

En 1979, luego de la huída de Somoza, se forma una Junta de Gobierno sandinista, por coalición con las fuerzas que habían participado: liberales, izquierdistas independientes y marxistas. En 1980 se alejan algunos dirigentes moderados y se acentúa el predominio del sector marxista, con medidas de gobierno clásicas: reforma agraria, alfabetización intensiva, nacionalización de la banca y del comercio exterior, adhesión al movimiento de "no alineados" e incremento de la presencia de asesores cubanos y soviéticos.

Al mismo tiempo, en los EE.UU., el gobierno de Reagan elimina la anterior permisividad internacional y apoya a los "contra" , formados por elementos de la antigua guardia de Somoza, que obtienen cierto apoyo de sectores populares, configurando el extraño fenómeno de una guerrilla de derecha. Otro frente se le abrió al sandinismo con el retiro del legendario "Comandante Cero" y su posterior paso a una guerrilla anti-sandinista aparte de la "contra" . Lo restante ya es historia muy reciente: una (forzada?) llamada a elecciones, un fracaso electoral y un complejo proceso de reinserción de fuerzas militarizadas en los canones de una democracia formal.(8) Es realmente muy pronto para sacar conclusiones de la compleja experiencia sandinista, pero pueden apuntarse algunas notas: - en áreas de hegemonía de una potencia, un proceso revolucionario no conduce a la autonomía sino a otra dependencia.

-las aspiraciones populares actuales no se satisfacen con una buena técnica de racionamiento, si no va acompañada de un incremento sustancial de la riqueza disponible.

-las coaliciones políticas que incluyen elementos reformistas y revolucionarios son inestables y abortan sus objetivos.

No se puede afirmar que la experiencia sandinista este terminada. Si pareciera estarlo el ciclo revolucionario. El sandinismo permanece como una alternativa electoral, cuya vigencia depende de la evolución futura de los acontecimientos y de su propia adaptación.

Tanto el castrismo cubano como el sandinismo nicaragüense accedieron al poder tras años de lucha armada y de una cruenta revolución. El castrismo aun se mantiene, en medio de la crisis del mundo socialista, rechazando la "Perestroika" y toda otra innovación; ha logrado evitar la convocatoria a elecciones pluralistas; cabría preguntarse que pasaría si las realizara y hasta cuando durará la actual situación, que lo convierte en un sobreviviente de sí mismo, algo frágil en un regimen tan apegado a la persona de su fundador. El sandinismo no pudo evitar las fuertes presiones internas y externas que lo indujeron a la convocatoria electoral en la que perdió la conducción del proceso pero no todo su poder político y militar.

Por último, el caso que vamos a ver ahora, la experiencia socialista marxista de Salvador Allende en Chile es diferente y en muchos aspectos algo casi único, porque accedió al poder por medio de elecciones normales, y luego lo perdió del modo habitual en Latinoamérica: por un golpe militar neo-conservador. Este proceso, como ocurre en los ya vistos, está muy vinculado a la personalidad y capacidad de convocatoria política de quien fue su conductor, Salvador Allende. Este político socialista nació en Valparaíso en 1908. Estudió medicina y fue militante y dirigente estudiantil; participó de la fundación del Partido Socialista chileno; fue Ministro de Salud Pública (1939-1942), Senador nacional (1945-1961), candidato a Presidente por cuatro veces, y en la cuarta fue electo, asumiendo la presidencia en 1970. En 1973 fue depuesto y muerto por un golpe militar. Fue la primera vez en la historia de América Latina que obtuvo un triunfo electoral un candidato declaradamente marxista, si bien moderado y más reformista que revolucionario. El triunfo fue de un frente popular formado por socialistas, comunistas, socialdemócratas y otros grupos menores. Se constituyó un gobierno de coalición, que contó al principio con cierto apoyo de la democracia cristiana, que luego pasó a la oposición abierta.

La acción del gobierno en lo inmediato se expresó en un aumento salarial del 35%, una regulación de los salarios en base a la evolución del costo de vida y en la disolución del temido "grupo móvil" de los carabineros. En el mediano y largo plazo se manifestó en la estatización de los bancos, intervención de las empresas monopólicas, nacionalización del cobre (pieza fundamental de su política), reforma constitucional, profundización de la reforma agraria ya legislada por el gobierno demócrata cristiano de Frei, establecimiento de relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba, China Popular, Corea del Norte y Vietnam del Norte.

El gobierno de Allende cayó finalmente por obra de un golpe militar, seguido de un intenso y prolongado "baño de sangre"; cayó en medio de un caos económico y social sin precedentes. Cómo pudo producirse semejante desarticulación de los procesos productivos y distributivos en un país tradicionalmente tan ordenado como Chile?.

Creemos que el tiempo transcurrido y la perspectiva histórica, el conocimiento de muchos episodios de aquellos días, han hecho posible una visión más completa y desapasionada de ese proceso de deterioro. Hubo una fuerte presión internacional, tanto estatal como privada (suspensión de créditos, baja del precio del cobre) y una presión interna, de los sectores sociales altos y medios, lesionados en sus intereses por la nueva política (suspensión de inversiones, huelgas patronales, huelgas de transporte, desafueros ministeriales, campañas antigubernamentales abiertas y embozadas, etc.) Pero también hubo muchas acciones irracionales y predatorias de sectores de la extrema izquierda y de los sindicatos (ocupaciones ilegales de fundos, pérdida de toda disciplina laboral, ambiente permanente"de asamblea" , etc.). Ante nuestros ojos de ocasionales testigos parecía desarrollarse un triste festejo, como cuatro días de carnaval, destinado a no durar, transitoria revancha de muchas privaciones y preludio de un nuevo esfuerzo sacrificado...

Una vez más se evidenció la intrínseca inestabilidad de las coaliciones entre reformistas y revolucionarios; la incapacidad de las potencias extracontinentales para prestar una ayuda no declamatoria; la poderosa fuerza de los intereses grupales.

No quedaría completo este panorama sin dedicar algunas líneas a la Teología de la Liberación y a sus relaciones con el marxismo.

La Teología de la Liberación es un complejo fenómeno eclesial-cultural del cristianismo latinoamericano contemporáneo, si bien afirma hundir sus raíces en la actuación de los misioneros objetores de la Conquista como Bartolomé de las Casas y Bernardino de Sahagun (siglo XVI), y en los libertadores eclesiásticos como Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón (siglos XVIII y XIX).

La Teología de la Liberación nació en el ambiente creativo y renovador que vivió la Iglesia Católica en tiempos del Concilio Vaticano II y de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Tuvo desde sus comienzos un marcado carácter ecuménico cristiano. En su surgimiento se destaca la obra de algunos teólogos católicos como Gustavo Gutiérrez (TEOLOGIA DE LA LIBERACION- 1972), Juan Luis Segundo (DE LA SOCIEDAD A LA TEOLOGIA-1970), Leonardo Boff (JESUCRISTO EL LIBERADOR-1974) y de algunos teólogos protestantes como J. Míguez Bonino (LA FE EN BUSCA DE EFICACIA-1967).

La Teología de la Liberación encontró siempre suspicacia y preocupación de parte del gobierno y de los factores de poder de los EE.UU., que se transformaron en abierta hostilidad desde comienzos de la administración Reagan, cuya política interamericana revigorizó el planteo confrontativo con la U.R.S.S. y señaló el riesgo de infiltración comunista en instituciones como la Iglesia latinoamericana.

Esa oposición igualmente se ha dado en el seno de la Iglesia Católica, como puede verse en la INSTRUCCION DE LA SAGRADA CONGREGACION DE LA DOCTRINA DE LA FE SOBRE ALGUNOS ASPECTOS DE LA TEOLOGIA DE LA LIBERACION, firmada por el cardenal Ratzinger (1984) y el proceso a Leonardo Boff, llevado a cabo por la misma Congregación, en el mismo año.

En ambos casos, la razón de esa preocupación y oposición es la misma: la real o presunta vinculación de la teología de la liberación con el marxismo. Y allí está el punto que la vincula con el tema de este capítulo.

En sí, la teología de la liberación parte de la compasión por la miseria del pueblo, la indignación ante ella y la búsqueda en el mensaje cristiano de una solución para superar la pobreza y liberar al hombre. La teología de la liberación se dirige a quienes ven negada su dignidad humana y sus derechos; no se contenta con el asistencialismo (que es una ayuda a fin de cuentas individual), ni con el reformismo (que puede mejorar la situación pero no modifica la estructura social básica).

La teología de la liberación señala a los pobres que deben ser protagonistas de su propia liberación y trata de exaltar en ellos la conciencia de sus derechos, su capacidad de resistencia, de organización y de transformación de la situación. Y ellos es peligroso e impredecible, sobre todo para los partidarios del statu quo.

Para lograr que los ayudados se basten progresivamente a sí mismos, la teología de la liberación incorporó las ciencias sociales en su discurso, en particular la teoría de la dependencia, que al menos en algunas de sus vertientes usa muchas categorías y orientaciones teóricas de indudable origen marxista, como modo de producción, clase social, formación social, lucha de clases, capital, ideología, etc. Es de hacer notar que hoy muchas de esas expresiones se usan como patrimonio general de la ciencia social, no necesariamente vinculado a todas las implicaciones de la ideología marxista. No obstante, ese es un innegable primer punto de contacto.

Pero como dice Miguel Concha Malo (9) "..es en la praxis donde se encuentra en América Latina la teología de la liberación con los marxistas y el marxismo, y que a partir y en función de la liberación integral de los pobres hace del marxismo un uso puramente instrumental, rechazando críticamente sus aspectos filosóficos incompatibles con una visión cristiana del hombre y de la historia e incorporando algunas de sus "indicaciones metodológicas" que se han manifestado fecundas para la comprensión del mundo de los oprimidos. Entre ellas están la importancia de los factores económicos, la atención a la lucha de clases y el poder mistificador de las ideologías incluídas las religiosas".

De modo que es en la praxis, en la lucha liberadora, donde se da plenamente ese segundo y más importante punto de contacto de la teología de la liberación con el marxismo.

A lo cual nosotros agregamos, para terminar, que si bien esa diferenciación entre los "aspectos filosóficos incompatibles" y las "indicaciones metodológicas" es posible en la serenidad de la reflexión teológica o de la construcción científica empírica, no lo es (o lo es mucho menos) en el fragor de la lucha contra los factores que impiden la liberación de los marginales y el rescate de su dignidad. Ese contexto apasionado y humillado quizás explique la radicalización del pensamiento y la acción de quienes en su lucha por la liberación general, parten de altos ideales pero llegan a justificar la violencia particular o motivan por su confusa estimación de las reales fuerzas en juego, reacciones represivas aun más crueles que las miserables condiciones anteriores.


(8) Resumen de los contenidos de una conferencia del Prof. Peter Waldmann, U.C.C., Córdoba, 1991.

(9) Miguel Concha Malo: TEOLOGIA DE LA LIBERACION en DICCIONARIO DE POLITICA de Bobbio, Matteucci y Pasquino -suplemento- pag. 421.

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