BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

CURSO DE TEORÍA POLÍTICA
 

Eduardo Jorge Arnoletto

 

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El Freudismo ortodoxo (Psicoanálisis freudiano).

En las ciencias sociales y en los juicios normativos sobre hechos sociales es muy frecuente encontrar explicaciones basadas en la Teoría Psicoanalítica, o mejor, en la obra de Sigmund Freud (1856-1939) psiquíatra austríaco nacido en Freiberg y muerto en Londres, fundador del Psicoanálisis. Tanto este autor como su obra son universalmente conocidos aunque con frecuencia mal comprendidos. El freudismo es, con el marxismo, uno de las dos corrientes intelectuales surgidas en los siglos XIX y XX que han alcanzado máxima difusión e influencia, y motivado también las más grandes controversias.

El impacto del freudismo sobre el pensamiento contemporáneo es muy grande. En su momento, Freud revolucionó la Psicología, pero hoy pareciera incluso tener más influencia en las ciencias sociales y en las humanidades que en el propio campo psicológico.

La Teoría Psicoanalítica es el componente principal y hasta cierto punto fundacional de ese conjunto de teorías denominado por Bleuer "psicología de las profundidades" o "psicología profunda". Su objetivo, inspirado en razones teóricas, curativas y existenciales, es traer a la conciencia aquellas partes de la psiquis del ser que le son habitualmente desconocidas. Esa toma de conciencia del inconsciente es esencial en el enfermo para su curación, y en el sano para acceder a la totalidad de su ser. En realidad, INCONSCIENTE es sólo una palabra; no es una entidad, ni una sustancia ni un lugar: es una hipótesis de trabajo (que no tiene las resonancias ideológico-filosófico-religiosas de palabras tales como espíritu o alma) que permite nombrar lo que en la psicología humana no puede ser captado directamente por la conciencia.

En general, el pensamiento de los grandes creadores suele ser presentado en forma desvinculada de sus fuentes, como si fueran grandes torres aisladas. Pero así como no puede entenderse a Marx sin pasar (como mínimo) por Hegel, Feuerbach y David Ricardo, tampoco puede entenderse bien a Freud sin tener alguna idea del trabajo preparatorio que hizo el pensamiento occidental para acceder a esa "psicología de las profundidades", desde las "representaciones inconscientes" de Leibnitz, el "inconsciente" de Herbart, los "sueños" de Carus, hasta la "filosofía del inconsciente" de von Hartmann; y desde los remotos atisbos de Paracelso, pasando por los trabajos de Mesmer sobre "magnetismo animal" (con todas sus tergiversaciones) y P. Janet, hasta la Escuela de la Salpêtrière, con Charcot y la Escuela de Nancy, con Liébault y Bernheim, y sus trabajos sobre hipnotismo y sugestión.

De los tres últimos mencionados, Freud fue discípulo directo. "Allí fue -escribirá más tarde- donde recibí las más fuertes impresiones relativas a la posibilidad de fuertes procesos que, sin embargo, permanecen ocultos a la conciencia de los hombres".

El término PSICOANALISIS fue acuñado por Freud en base a ciertas analogías entre el trabajo del terapeuta y el del químico. Apareció por primera vez en publicaciones del año 1896 y fue definido por Freud desde tres puntos de vista, diferentes pero concatenados: - como procedimiento de investigación de procesos mentales que serían prácticamente inaccesibles de otro modo; - como método para el tratamiento de trastornos neuróticos; - como conjunto de concepciones psicológicas que van formando una nueva disciplina científica.

Saldría completamente fuera de los límites y de la intención de este trabajo una descripción completa del vastísimo campo psicoanalítico. Aquí no va a interesar especialmente una parte del tercer punto de vista: los lineamientos generales del Psicoanálisis como teoría científica de la psicología individual profunda; y sobre todo sus repercusiones en el modo de entender lo social.

Como características generales del Psicoanálisis freudiano podemos mencionar las siguientes: - se basa en una visión del hombre predominantemente biológica (organicista, materialista); - piensa los procesos en términos evolucionistas darwinianos, o más exactamente lamarckianos, ya que Freud creía que los caracteres adquiridos pueden trasmitirse por vía genética; - su enfoque básico es instintual e individualista; - es determinista y considera que en la investigación toda acción humana tiene relevancia y significación: que se debe deducir a partir de lo que se manifiesta en la conciencia lo que hay debajo de su superficie. Afirma, pues, la existencia de una relación determinista entre la acción manifiesta y la motivación inconsciente; - en su teoría, Freud generalizó los resultados de una prolongada introspección, conjuntamente con las observaciones provenientes de una larga tarea clínica, propia y de otros.

Su esquema o modelo básico de la psicología humana se basa en la afirmación de la existencia de una energía impulsora, innata en el hombre, muy semejante al "élan vital" de Bergson, a la que llamó LIBIDO (deseo, apetito, aspiración). Luego de 1923, también la denominó ID, y también EROS (1).

Todos los procesos mentales (excepto la recepción de estímulos externos) derivan de la interacción de esas fuerzas instintivas, que son de orígen orgánico. Son características de la libido: - está gobernada por el "principio del placer"; -es indiferente a la moralidad; - es indiferente s su propia seguridad; - recibe su placer del acto de la descarga, sin intermediación del ego.

Los INSTINTOS BASICOS (conservación, preservación, etc.) son sistemas de dirección de los impulsos libidinales. Su estructura está superpuesta al id y su función es imprimir direccionalidad y sentido a las energías libidinales,que originariamente no lo tienen.

El EGO se desarrolla en el ser humano aproximadamente a partir de los seis meses de edad. Es una estructura mediadora entre el puro impulso del id y la realidad del entorno externo. Está gobernado por el "principio de realidad".

El SUPEREGO es una instancia de la personalidad, cuya función es equiparable a la de un juez o censor del ego. La conciencia moral, la auto-observación, la formación de ideales, son algunas de sus manifestaciones. Según la ortodoxia freudiana, el superego es heredero del complejo de Edipo, producido por interiorización de las exigencias y prohibiciones familiares.

El CUERPO, en este esquema, puede ser visto como un receptáculo dividido en áreas de diferente valor erógeno, y conectado con el entorno de forma poco precisa. Las "zonas erógenas" (oral, anal y genital) son utilizadas por Freud en su teoría de la personalidad y del desarrollo del carácter.

Esta "visión topográfica" o esquema básico del aparato psíquico puede representarse gráficamente del siguiente modo: ENTORNO ----------------------------------------------------------------- CUERPO ^ GENITAL ANAL ORAL | EGO <---> SUPEREGO placer | ------ v dolor CONSCIENTE ----------------------------------------------------------------- SUBCONSCIENTE ^ ^ ^ INSTINTOS | | | (energía libidinal INCONSCIENTE LIBIDO o ID dirigida) Cómo "funciona" este modelo? Una síntesis de la dinámica freudiana puede presentarse del siguiente modo: Los impulsos del id o libido proporcionan la energía propulsora de todo el sistema. La estructura de los instintos transforma esa energía pura en energía libidinal dirigida. En la ortodoxia freudiana, las cuestiones más importantes surgen de la relación entre el id, el ego y el superego. Los neofreudianos, en cambio, enfatizan más la importancia de las relaciones entre el ego y el entorno.

El id está totalmente inmerso en el inconsciente. Allí se originan todas las tendencias e impulsos. Sólo la interpretación psicoanalítica puede determinar el sentido profundo de la conducta humana, que se origina en este plano. Afirma, por ejemplo, que los sueños siempre tienen un significado: siempre son la satisfacción de un deseo reprimido en la vigilia, pero su contenido real aparece siempre disfrazado y oculto y debe ser interpretado.

Los impulsos o deseos que brotan del id son vitalmente suficientes para el recién nacido, pero el hombre necesita vivir en sociedad, y para ello ha de acomodar su conducta a los deseos ajenos, so pena de ser destruído. Freud reedita así la vieja tesis de Hobbes.

El ego, que funciona de acuerdo con el principio de realidad, es el encargado de reprimir los impulsos. Aunque Freud escribió como si el ego fuera un elemento concreto, es más lógico considerarlo como una función del aparato psíquico. Quizás la más importante contribución de Freud a la psicología fue la identificación de muchas funciones del ego, a las que designó con expresiones que frecuentemente utiliza hoy el pensamiento ilustrado y hasta la conversación corriente: - Represión: es impedir que un impulso entre en la conciencia; - Racionalización: es un intento de explicación coherente, lógica, moral, de un acto o hecho cuyos motivos verdaderos no se perciben; - Proyección: es expulsar de sí y localizar en otro (persona o cosa) algo que no se reconoce o que se rechaza de sí mismo; - Introyección: es hacer pasar, en forma fantasmática, de "afuera" a "adentro" objetos o cualidades propias de los mismos. Se relaciona también con la identificación del yo con otra persona o con alguna de sus cualidades; - Regresión: Dentro de un proceso psíquico, es ir hacia atrás en la secuencia de los estadios del desarrollo psíquico; - Formación reactiva: Es una actitud o hábito de sentido opuesto a un deseo reprimido, constituído como reacción contra éste; - Desplazamiento: Es el traspaso de la actitud de interés, de un objeto a otro.

Otros conceptos también usuales en el lenguaje freudiano y difundidos luego con mayor o menor exactitud en el lenguaje corriente son: sentimiento de culpabilidad, frustración, angustia, mecanismos de defensa, etc.

La teoría freudiana sobre el desarrollo de la personalidad se concentra en el estudio de los primeros cinco años de la vida. En ese período se atraviesan tres estadios, marcados por la principal fuente de placer para el individuo en cada uno de ellos: oral, anal y genital. En el estadio oral, el placer viene principalmente de comer, de "incorporar" cosas al cuerpo, y ese esquema se aplica a toda la relación con el mundo. El dolor y el temor son originados por la ausencia del factor protector primordial y fuente nutricia: la madre. El bebé se comporta enteramente según el "principio del placer", buscando un estado cenestésico. El estadio anal comienza con la educación del control de esfínteres (hacia los dos años de edad) que es también la primera confrontación con el "principio de realidad". Según la forma de educarlo, el niño puede hacerse "expulsivo" (cruel y destructivo); "retentivo" (mezquino y miserable) o productivo y creador (si la madre estimula positivamente sus esfuerzos). El estadio fálico es la fase siguiente de la organización infantil de la libido, caracterizada por la unificación de las pulsiones bajo la primacía de los órganos genitales. Corresponde a la culminación y declinación del complejo de Edipo (atracción sexual hacia el padre de sexo opuesto y odio por el del mismo sexo).

En el varón, el temor a la autoridad paterna y a ser castigado con la castración producen una represión del deseo sexual de la madre y una identificación con el padre. El desarrollo de la niña no es simétrico: ella ama a su padre (complejo de Electra) pero cuando descubre que ella no tiene pene comienza a envidiar a los varones y evoluciona en dirección a una actitud ambivalente hacia su padre, objeto de amor-envidia al mismo tiempo.

Ha sido necesaria esta resumida y seguramente incompleta exposición de las ideas básicas de Freud sobre la psicología individual para entender su pensamiento social. Hemos visto que el hombre, en la concepción de Freud, aparece como un ser aislado y solitario, llevado por pulsiones y deseos heredados hacia actividades muy difícilmente compatibles con una convivencia social estable y organizada. De allí el espíritu "hobbesiano" de sus ideas sobre la vida social y el rol central asignado por él a la represión en la génesis de cualquier orden social productor de cultura.

A partir de 1913, Freud escribió obras importantes sobre temas sociales. En ellas emplea la misma orientación y los mismos conceptos básicos desarrollados en sus obras sobre psicología individual. Presta preferente atención a la génesis de lo social (tabúes, totems, mitos, creencias religiosas). Con frecuencia emplea datos antropológicos que ya eran anticuados en su época, y principios genéticos que hoy resultan francamente insostenibles. La concepción freudiana de la sociedad es aristocrática, autoritaria, pesimista respecto de la naturaleza humana, y sus implicaciones políticas prácticas son radicalmente conservadoras. Como ya dijimos, su pensamiento es de neto corte hobbesiano.

Freud reconoce, por supuesto, que el hombre necesita de la sociedad para sobrevivir, y que esa necesidad lo obliga a aceptar limitaciones a sus deseos, pero destaca que se somete de mala gana, bajo constantes amenazas y presiones. Para Freud, todo individuo es, en el fondo, un enemigo de la civilización. La civilización se construye sobre la represión del hombre: una civilización no represiva es considerada por él como totalmente imposible.

Freud es individualista; manifiesta un gran rechazo por el hombre-masa. Puede encontrarse en él un anticipo de la idea del inconsciente colectivo, que luego desarrolló K.Jung y que es, indudablemente, un elemento importante en la descripción psicoanalítica de la génesis de la conducta de las masas.

En cuestiones internacionales, Freud emplea los mismos enfoques. El hombre está naturalmente impulsado desde sus instintos a agredir y dominar a los demás, y lo mismo ocurre con las naciones. La base de la sociedad y de la vigencia del derecho es la unión de los débiles en contra de los fuertes; en definitiva, la imposición de un poder colectivo sobre todos.

En su idea de la naturaleza o condición humana, Freud difiere completamente de Marx. Por ello siempre nos ha llamado la atención la combinación que importantes corrientes del pensamiento contemporáneo, desde la Escuela de Frankfurt hasta algunos representantes de la Crítica Social, han hecho de la obra de ambos pensadores. Para Freud, por ejemplo, la agresividad humana es anterior al surgimiento de la propiedad privada, de modo que la abolición de ésta no modificará sustancialmente la conducta humana. Los hombres, para Freud, no luchan por un motivo en especial, sino porque tienen que hacerlo; porque está en su naturaleza, como consecuencia de un impulso instintivo. Los actuales grupos y sociedades humanos son manifestaciones contemporáneas del comportamiento de horda. En ellos se ha desarrollado, como en los individuos, un super-ego, que obliga a respetar ciertos límites y mantener una conducta considerada socialmente adecuada.

Según nuestro criterio, son cuatro las principales obras de Freud referentes a lo social: - TOTEM Y TABU ("Totem und Tabu"-1913); (2) - PSICOLOGIA DE LAS MASAS Y ANALISIS DEL YO ("Massenpsychologie und ich-analyse"-1921); (3) - EL PORVENIR DE UNA ILUSION ("Die Zurunft einer Illusion"-1927); (4) - EL MALESTAR EN LA CULTURA ("Das Unbehagen in der Kultur"-1930); (5).

"Totem y Tabu" es la primera tentativa que hizo Freud para aplicar el punto de vista psicoanalítico a problemas de psicología social. Como él mismo dice, el tema de los tabúes está exhaustivamente tratado en esta obra, mientras que la investigación del totemismo está apenas esbozada. "Se trata de un libro que estudia el orígen de la religión y la moral..." dice Freud en el Prólogo de la edición hebrea. La obra reúne cuatro ensayos que fueron originalmente publicados en forma separada: I - EL HORROR AL INCESTO, II - EL TABU Y LA AMBIVALENCIA DE LOS SENTIMIENTOS, III - ANIMISMO, MAGIA Y OMNIPOTENCIA DE LAS IDEAS, IV - EL RETORNO INFANTIL AL TOTEMISMO.

En "El horror al incesto" describe, en base a un abundante material etnográfico aportado sobre todo por Frazer (6), las particularidades del totemismo como modo primitivo de organización de los grupos humanos. Un totem "...es un animal comestible...más raramente una planta o una fuerza natural.." vinculado con el grupo humano de un modo especial: es considerado como el antepasado del clan y también como su espíritu bienhechor y protector. Los integrantes del grupo totémico no pueden matar a dicho animal, ni comerlo, ni aprovecharlo de ninguna otra forma, bajo pena de muerte.

Otra consecuencia es la "consanguinidad totémica" de los integrantes del grupo, de donde deriva una exigencia de exogamia: los miembros del mismo clan totémico no deben casarse entre sí. Ese "horror al incesto", que se presenta como el primer valor de una naciente moral social, va aún más allá: las tribus se dividen en dos "fratrias" (clases matrimoniales) y éstas a su vez en dos o más subclases, todas exogámicas entre sí, de modo que se restringen mucho las posibilidades de elección matrimonial. Esas restricciones van también acompañadas por reglas de trato social que refuerzan el "horror al incesto": prohibición de trato familiar y hasta de dirigir la palabra, a parientes cercanos del otro sexo: madre, hermanas, cuñadas, suegra, etc.

En "El Tabú y la ambivalencia de los sentimientos", Freud sostiene que si se estudia el tabú con óptica psicoanalítica se encuentran muchas similitudes con las "neurosis obsesivas" de los hombres "civilizados", con su característica ambivalencia de deseos y contradeseos. En este ensayo, quizás la parte más interesante para la Teoría Política sean las reflexiones sobre temas tales como: - La conducta para con los enemigos: reconciliación con el enemigo muerto; restricciones a observar; actos de expiación o purificación del matador; prácticas ceremoniales.

- El tabú de los soberanos: el súbdito debe protegerse de ellos porque son portadores de una energía ("maná") que puede ser peligrosa, y a la vez debe amarlos y protegerlos: aquí aparece nuevamente el tema de la ambivalencia, que es clásico en los estudios politológicos sobre el poder.

- El tabú de los muertos: es debido a la contaminación o impureza derivada del contacto con los muertos, de donde deriva, por ejemplo, la prohibición de pronunciar su nombre y la necesidad de celebrar ritos propiciatorios, etc.

El ensayo titulado "Animismo, magia y omnipotencia de las ideas" comienza con una interesante reflexión de Freud sobre cómo veía él sus propios aportes a las ciencias del hombre: "...no aspiran sino a estimular a los especialistas y a sugerirles ideas que puedan utilizar en sus investigaciones...", amplitud de criterio que no siempre es tenida en cuenta por los actuales seguidores del freudismo...

La idea básica de este ensayo es que, en la construcción de sistemas cosmovisionales (animismo, magia, religión) los hombres no se vieron impulsados sólo por "...una pura curiosidad intelectual, por la sóla ansia de saber. La necesidad práctica de someter al mundo debió de participar, indudablemente, en esos esfuerzos".

Las concepciones del mundo, según Freud, evolucionaron a través de fases: animista (la omnipotencia está en el hombre); religiosa (la omnipotencia es transferida a los dioses) y científica (que pretende abandonar la "omnipotencia de las ideas" pero dejando rastros de ella "en nuestra confianza en el poder de la inteligencia humana"); algo comparable (aunque no igual) a la "ley de los tres estados" que según Comte habían atravesado las sociedades occidentales en su evolución histórica: teológico, metafísico y positivo; y que es retomado luego por Erik Kahler en su "Historia Universal del Hombre", cuando plantea las diversas actitudes que puede asumir el ser humano cuando cobra conciencia de su humanidad y se visualiza a sí mismo como un ente "separado" de la Naturaleza: la magia, la religión y la ciencia serían en este caso, las grandes fases de la re-vinculación del ser individual-social con el Todo.(7) El cuarto ensayo, titulado "El Retorno Infantil al Totemismo, es un intento de explicar el orígen de la religión como fundamento de la vida social, en base al concepto de totem, aunque Freud aclara que "no puede retraerse a una sola fuente un fenómeno tán complicado como la religión".

Los dos tabúes (o sea, prohibiciones) fundamentales del totemismo "con los cuales se inicia la moral humana" son la muerte del totem y el incesto. Freud esboza aquí su famosa explicación mítico-histórica (basada en algunas observaciones de Darwin) sobre esos orígenes: los hijos, que aman y odian al padre, que los protege pero los excluye del comercio con las mujeres, finalmente se dejan llevar por su odio, lo matan y lo comen, para asimilar mágicamente su fuerza; luego prima nuevamente el amor, experimentan culpa y "lo que el padre había impedido anteriormente...se lo prohibieron luego los hijos a sí mismos...".

"Totem y Tabú" es, tal vez, la obra de Freud donde más claramente se manifiesta su reduccionismo psíquico individual de la vida social, reduccionismo que potencia el rol del psiquismo inconsciente. En esta obra, Freud intenta explicar todas las costumbres primitivas en función de represiones de la libido o de neurosis obsesivas. Desconoce, en este sentido, el rol de la acción social propiamente dicha. Por otra parte, adoptando una clásica postura "eurocéntrica", Freud considera a las sociedades primitivas como "embrionarias", sin reconocerles una estructura autónoma, con funciones y objetivos propios.

En "Psicología de las Masas y Análisis del Yo" (1921) Freud comienza su desarrollo cuestionando la oposición entre psicología individual y psicología social o colectiva, porque "...en la vida anímica individual aparece siempre integrado...el otro", pero reconoce claramente las diferencias que se dan entre los fenómenos "narcisistas" o "autísticos", los fenómenos de interacción social entre dos o pocas personas, y los fenómenos de influencia simultánea de gran número de personas, o sea la psicología de las masas.

Freud parte de las observaciones de Gustave Le Bon (8) sobre la aparición en la multitud de un "alma colectiva" que obra de manera completamente distinta a los individuos que la componen. Se trata de un "ser provisional" en el que emerge "lo inconsciente social" y se borran "las adquisiciones individuales".

Aparece allí "un sentimiento de potencia invencible", que hace más fácil "ceder a los instintos", lo que se ve favorecido por el carácter "anónimo e irresponsable" de la multitud. La supresión de las represiones permite la manifestación, no de caracteres nuevos -sostiene Freud- sino de elementos ya existentes en el inconsciente individual.

En la multitud aparecen fenómenos de gran interés, como el "contagio mental" efecto de la "sugestionabilidad", a veces semejante a la "fascinación del hipnotizado". En la multitud hay una tendencia a pasar inmediatamente a la acción. "La multitud es impulsiva, versátil e irritable"; es omnipotente, influenciable, crédula, extremista. Es autoritaria e intolerante, conservadora y reacia a las novedades, y altamente sensible al poder mágico de las palabras.

Freud recuerda palabras de MacDougall, para quien el fenómeno más importante de la formación de la masa es la exaltación de la emotividad, y considera que "el nivel de la vida psíquica de la multitud" puede ser elevado por medio de una organización adecuada. Freud dice que ésto "...equivale a crear en la masa las facultades características del individuo..." La explicación psicológica de la modificación psíquica ocasionada al individuo por la masa se encuentra para Freud en "la influencia sugestiva de la masa" que es condición necesaria para que se manifieste "el prestigio del caudillo". Detrás de esa sugestión, Freud postula la existencia en la masa de "lazos afectivos", manifestación del Eros "...que mantiene la cohesión de todo lo existente..." No resulta entonces extraño que los regímenes políticos totalitarios, basados en la movilización incesante de las masas, siempre se hayan visualizado a sí mismos como "orgánicos".

La multitud, dice Freud, necesita de un jefe, pero para que éste pueda dominarla "es preciso que el mismo posea ciertas cualidades: una gran convicción, una voluntad potente e imperiosa, prestigio"; cualidades que produzcan "una especie de fascinación".

Este notable trabajo de Freud impresiona como una descripción hecha por anticipado de los fenómenos políticos de movilización de multitudes y emergencia de conductores carismáticos que años después surgirían en Alemania e Italia e implantarían regímenes totalitarios, una de cuyas víctimas ideológicas sería precisamente el movimiento psicoanalítico orientado por Freud... Aún hoy son pertinentes sus aportes para la explicación de los fenómenos políticos movimientistas y de ciertos procesos de sugestión y de construcción de liderazgos cuasi-artificiales, producidos por los modernos medios de comunicación de masas.

En el resto del ensayo, Freud analiza algunos temas especiales. En primer lugar, el caso de la Iglesia y del Ejército, a los que considera "...masas artificiales, esto es, masas sobre las que actúa una coerción exterior encaminada a preservarlas de la disolución y a evitar modificaciones de su estructura". En esas masas artificiales "...el individuo se halla doblemente ligado...al jefe (Cristo o el General) y...a los restantes individuos de la colectividad". También analiza la actuación de las masas con y sin conductor (que en algunos casos puede ser sustituído por una idea o una abstracción); la ausencia en las masas de esa "normal hostilidad que aparece en todo vínculo estrecho, aún amoroso"; el fenómeno de la identificación como vínculo de enlace recíproco entre los integrantes de la masa; el "efecto hipnótico del enamoramiento colectivo" que hace de la masa una experiencia "de carácter místico"; la masa vista como una resurrección moderna de la horda primitiva, etc.

Finalmente, analiza la neurosis como patología que "hace asocial al individuo,extrayéndolo de las formaciones colectivas habituales". La neurosis es para Freud "un factor disgregador de multitudes", e inversamente, sostiene que en una "...enérgica tendencia a la formación colectiva se atenúan las neurosis..." En este libro, pues, Freud parece anticipar, como ya dijimos, las intensas experiencias políticas de masas que sacudirían Europa pocos años después.

"El Porvenir de una Ilusión" (1927) es un libro en el que Freud desarrolla a fondo sus ideas sobre aspectos básicos de la sociedad humana. Considera que cultura y civilización son sinónimos y que muestran dos aspectos básicos de la problemática huamana: el dominio de la naturaleza y la regulación de las relaciones humanas.

La cultura ha de ser defendida contra los individuos, que se rebelan contra ella a causa de los sacrificios que les impone la vida en común, pese a ser conscientes de que la necesitan para sobrevivir. Toda civilización -sostiene Freud- se basa en la coerción y en la renuncia a los instintos. La civilización es algo "impuesto a una mayoría contraria a ella por una minoría que supo apoderarse de los medios de poder y coerción".

Las prohibiciones culturales más antiguas se refieren a deseos instintivos como el incesto, el canibalismo y el homicidio. Sólo el canibalismo está completamente dominado. Los otros deseos aún se hacen sentir "detrás de la prohibición" y el homicidio se practica e incluso se ordena en nombre de altos valores, en determinadas circunstancias.

Freud reconoce, sin embargo, que existe cierto "progreso anímico" de la humanidad, que consiste en "la transformación paulatina de la coerción externa en coerción interna...por la acción del superego", pero también anota que "...una multitud de individuos no obedecen a las prohibiciones...más que bajo la presión de la coerción externa".

Freud considera "comprensible" que cuando la satisfacción de algunas pocas personas tiene por base la opresión de muchas otras (lo cual "sucede en todas las civilizaciones actuales") los oprimidos sean hostiles a la civilización que sostienen con su trabajo pero de la cual no disfrutan.

Cuáles son las compensaciones que pueden obtenerse ante tánta opresión? Una es la participación en los ideales de la propia civilización -ideales forjados como secuela de los primeros logros de ésta- los cuales procuran satisfacciones "de naturaleza narcisista" y generalmente se convierten en "motivos de discordia" entre las naciones. De ese orgullo y satisfacción participan también "las clases ...oprimidas...en cuanto al derecho de despreciar a los que no pertenecen a su civilización", lo cual "les compensa de las limitaciones que la misma les impone a ellos".

Otra compensación es el Arte, de impacto socialmente menos extenso, porque es "inasequible a las masas, absorbidas por el trabajo agotador y poco preparadas por la educación". El Arte ofrece "satisfacciones sustitutivas compensadoras" e "intensifica los sentimientos de identificación" contribuyendo también "a la satisfacción narcisista".

Freud analiza a continuación el orígen y función de lo que llama "el elemento más importante del inventario psíquico de una civilización...sus representaciones religiosas...o, con otras palabras...sus ilusiones". "Ilusión" es, en el lenguaje freudiano, "una creencia cuando aparece engendrada por el impulso a la satisfacción de un deseo" sin prejuzgar si es o no verdad en sí misma. Las creencias religiosas son, según Freud, "realizaciones de los deseos más antiguos, intensos y apremiantes de la Humanidad".

Freud dice que "la función capital de la cultura es defendernos contra la naturaleza", pero todos sabemos que la naturaleza no está totalmente dominada: la tierra que tiembla, el agua que inunda, la tempestad que destruye, las enfermedades, el doloroso enigma de la muerte, provocan angustia y temor. Por otra parte, la imperfecta civilización en la que vivimos nos acarrea también sufrimientos.

La cultura nos defiende, en un primer paso, humanizando a la naturaleza. No convierte a las fuerzas naturales en simples seres humanos sino en dioses paternales, "conforme a un prototipo infantil y filogénico". Esos "dioses" tienen una triple función: - conjurar los terrores que inspira la naturaleza; - conciliar al hombre con el destino y la muerte; - compensar al hombre por las privaciones que la civilización le impone.

Con el tiempo, se acentúa la importancia de esta tercera función: - compensar los daños ocasionados por la civilización; - precaver los sufrimientos que los hombres se causan entre sí; - velar por el cumplimiento de los preceptos culturales.

Surge entonces un acervo de representaciones que protege a los hombres contra la naturaleza, el destino y los daños sociales. La vida en este mundo sirve a un fin más alto; el objetivo de esa superación es la parte espiritual del hombre; lo que sucede en el mundo es conducido (aunque sea difícil de comprender) por una inteligencia superior hacia el bien; la muerte no es un fin sino un tránsito hacia una evolución superior. La Sabiduría, la Bondad y la Justicia son los atributos del "Unico Ser Divino" en el cual "nuestras civilizaciones han condensado el politeísmo de épocas anteriores". Freud hace, evidentemente, un alegato en favor de un fundamento puramente racional de los preceptos culturales, pero se interrumpe por un repentino escrúpulo: "...los motivos puramente racionales pueden aún muy poco contra las pasiones del hombre...", dice.

Finalmente, al analizar si conviene o no al hombre y a la sociedad perder esas "ilusiones", Freud se pronuncia decididamente en favor de su conservación" "No extrañará -dice-...que me declare partidario de la conservación del sistema religioso como base de la educación y de la vida colectiva. Se trata de una cuestión práctica y no del valor de realidad del sistema".

En "El Malestar en la Cultura" (1930) Freud prosigue la línea de pensamiento sobre la vida social iniciada en sus obras anteriores, abordando en este caso problemas morales y religiosos vinculados con el individuo y la sociedad. Su punto de partida es una observación de su amigo Romain Rolland sobre la "sensación de eternidad" o "sentimiento oceánico" que sería la fuente última de la religiosidad. Freud se confiesa ajeno a tales sentimientos, pero aclara que en "El Porvenir de una Ilusión" no pretendió ocuparse de "las fuentes más profundas del sentido religioso" sino de "lo que el hombre común concibe como su religión", con sus explicaciones integrales y su solícita Providencia; en definitiva se ocupó de la vigencia y rol social de la religión.

Se plantea luego la cuestión del objeto que tendría la vida humana ("sólo la religión puede responder al interrogante sobre la finalidad de la vida", dice) y la abandona luego para encarar otra más modesta: Qué esperan los hombres de la vida? Se responde que aspiran a la felicidad, a ser felices: en primer término a experimentar fuertes placeres, pro luego con frecuencia se conforman con no sufrir, con escapar a la desgracia.

Al hombre le resulta muy difícil llegar a ser feliz, por varios motivos: la supremacía amenazante de la naturaleza, la caducidad de nuestro cuerpo y la insuficiencia o precariedad de nuestros métodos para regular las relaciones humanas en la familia, en el Estado y en la sociedad. De estos tres motivos, los dos primeros son más soportables porque son ineluctables, pero el tercer motivo es el más difícil de aceptar: porqué las instituciones creadas por nosotros mismos han dado tán malos resultados? Esa frustración desemboca en una "extraña actitud de hostilidad contra la cultura" pese a ser ella obra nuestra y necesaria para nuestra supervivencia. El hombre -dice Freud- "cae en la neurosis porque no logra soportar el grado de frustración que le impone la sociedad en aras de sus ideales de cultura". Esto se expresa, por ejemplo, en una nostalgia de la vida primitiva, erróneamente visualizada como "simple, modesta y feliz".

Intenta luego Freud hacer un análisis de los factores a los que "debe su orígen la evolución de la cultura, cómo surgió y qué determinó su derrotero ulterior" y sus dificultades. La familia primitiva (originada en la permanencia de la pulsión sexual y en la prolongada indefensión de la prole) evolucionó hacia las "alianzas fraternas" de la vida social posterior, como ya había explicado Freud en "Totem y Tabú". Ahora bien: la vida social es frustrante porque el hombre no es "una criatura tierna y necesitada de amor" sino un ser bastante agresivo, violento y cruel. Esas tendencias agresivas "son el factor que perturba nuestra relación con los semejantes", dice Freud.

"Los comunistas -añade a continuación- creen haber descubierto el camino hacia la redención del mal..": la abolición de la propiedad privada. "No me concierne la crítica económica del sistema comunista...pero...puedo reconocer como vana ilusión su hipótesis psicológica"..."el instinto agresivo no es una consecuencia de la propiedad sino que regía...en épocas primitivas..." cuando la propiedad privada no existía. Señalamos nuevamente la clara disyunción planteada entre freudismo y marxismo, a través de esta crítica a un aspecto básico de la concepción antropológica marxista.

Como ya dijimos, nos llaman mucho la atención las frecuentes combinaciones posteriores entre estas dos concepciones, que si bien tienen algunos elementos en común (materialismo y determinismo, por ejemplo) tienen también muy marcadas diferencias, de las cuales quizás la principal sea la orientación general de una y otra línea de pensamiento: mientras el marxismo es un claro exponente del "encantamiento de la modernidad", el freudismo se anticipó a los tiempos por venir, en su "desencanto de la modernidad", propio de nuestros tiempos post-modernos...

En definitiva, concluye Freud, "...si con toda justificación reprochamos al actual estado de nuestra cultura cuán insuficientemente realiza nuestra pretensión de un sistema de vida que nos haga felices...quizás convenga que nos familiaricemos también con la idea de que existen dificultades inherentes a la esencia misma de la cultura, e inaccesibles a cualquier intento de reforma".

La tendencia agresiva "...constituye el mayor obstáculo con que tropieza la cultura". Esta última procura coartar la agresividad del individuo "...haciéndolo vigilar por una instancia alojada en su interior, como una guarnición militar en una ciudad conquistada". Se trata del super-ego, cuya tensión con el ego produce "el sentimiento de culpabilidad" que se manifiesta como "necesidad de castigo", tema al que le dedica un amplio desarrollo.

"A mi juicio -termina diciendo Freud- el destino de la especie humana será decidido por la circunstancia de si -y hasta qué punto- el desarrollo cultural logrará hacer frente a las perturbaciones de la vida colectiva emanadas del instinto de agresión y de autodestrucción". Y nosotros -más de sesenta años después- podemos terminar este resumen con las mismas palabras con que Freud termina su ensayo: "Mas, quién podría augurar el desenlace final?".

El esquema freudiano no es adecuado para formular explicaciones formalmente rigurosas de los fenómenos políticos y sociales, y de hecho se lo ha utilizado poco, aunque es incuestionable la profundidad y agudeza de muchas de sus observaciones y reflexiones. La muy citada "aplicación" que hizo Harold Lasswell (9) es, en realidad, un intento de aplicar el método, no la teoría en su conjunto.

Las críticas a la teoría freudiana ortodoxa son muy conocidas: su carácter de sistema cerrado, su organización de "escuela", con la consiguiente intolerancia teórica, su vaguedad conceptual, su falta de definición empírica, su oscilación incierta entre el uso simbólico y concreto de los vocablos. Pero indudablemente es una poderosa vertiente nutricia del pensamiento contemporáneo, como lo testimonian, por ejemplo, la "Escuela de Frankfurt" y la corriente de "Crítica Social", que veremos luego.

El freudismo tiene valor heurístico, capacidad de sugerencia, de apertura y de ampliación de líneas de investigación. Creemos que al leerlo, todos sentimos la estimulación de un pensamiento poderoso, que se atreve a nombrar a las cosas de modos nuevos, que nos atrae y repele a la vez, que nos presenta al hombre y a la vida bajo aspectos que con frecuencia nos chocan, pero en los que también percibimos duras verdades y ominosos anticipos del drama contemporáneo. Estemos o no de acuerdo con sus teorías, hay en la historia de la ciencia contemporánea un antes y un después de Freud, que a nuestro juicio está marcado por la incorporación sin cuestionamientos de la dimensión psicológica profunda -lo emocional, lo irracional, lo inconsciente- en todos los estudios de lo humano.


(1) A partir de 1923, Freud considera la existencia de dos impulsos instintivos: EROS (instinto de vida) y THANATOS (instinto de muerte).

(2) Sigmund Freud: OBRAS COMPLETAS, Madrid, Ed. Biblioteca Nueva, 1973, tomo II pág. 1745.

(3) Sigmund Freud: op. cit., tomo III, pág. 2563.

(4) Sigmund Freud: op. cit., tomo III, pág. 2961.

(5) Sigmund Freud: op. cit., tomo III, pág. 3017.

(6) Frazer: TOTEMISM AND EXOGAMY - 1910. También: Andrew Lang: THE SECRET OF THE TOTEM, 1905.

(7) Erik Kahler: HISTORIA UNIVERSAL DEL HOMBRE, México, FCE.

(8) Gustave Le Bon: (PSYCHOLOGIE DES FOULES, Paris, Alcan, 1921) PSICOLOGIA DE LAS MULTITUDES, Buenos Aires, Albatros, 1978.

(9) Harold D. Lasswell: PSICHOPATOLOGY AND POLITICS, Viking Press Inc., 1962.

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