Tendencia decreciente de la tasa de ganancia en el sector pecuario
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EL MODELO DE LA GANADERÍA EXTENSIVA Y LA DESTRUCCIÓN DE LOS BOSQUES EN LA REPÚBLICA DE PANAMÁ: 1950-2000 

Ariel José García Aguilar  

 

 

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3.2.4. Tendencia decreciente de la tasa de ganancia en el sector pecuario

La ganadería como toda actividad productiva está inserta directa e indirectamente en la lógica del sistema capitalista mundial, la racionalidad sistémica del capital pretende dominar las relaciones sociales de producción en forma directa (a través del control de la fuerza de trabajo asalariada y los medios de producción) o indirectamente (la usura, el comercio, el crédito, precios del mercado, impuestos y políticas del Estado capitalista). La actual crisis en el agro no es una crisis de producción, sino una crisis que manifiesta las incongruencias de las relaciones sociales de producción, donde el modo de producción capitalista trata de apropiarse de los recursos naturales y de la fuerza de trabajo para su crecimiento. El productor ganadero y médico veterinario Carlos Pedreschí nos dice al respecto “Los tiempos han cambiado y nosotros los ganaderos tenemos que cambiar porque existen fuerzas económicas muy poderosas que han obligado a integrar nuestra economía a la economía mundial y nuestra ganadería al mercado internacional de la carne.” (Pedreschí, 2003: 9)

Las leyes del mercado privilegian los procesos rápidos y cortos de acumulación. Menciona el profesor Marco Gandásegui al respecto de la crisis que atraviesa la actividad ganadera:

“… las estructuras existentes que sirven de marco para definir las formas en que se relacionan entre sí los diferentes sectores sociales que participan en el proceso productivo del agro, se están modificando para acomodar nuevas relaciones sociales de producción (...) Las nuevas (relaciones sociales) pugnan por dominar la producción en el agro tienen que transformar el medio acomodándolo a sus intereses.” (Gandásegui, 1985: 48)

Esta apropiación no excluye a la naturaleza, que el capital trata de adecuarla a sus necesidades, en pocas palabras artificializarla, absorbiendo la naturaleza los costos. Las luchas íntercapitalistas expresan el deseo de dominar el mercado, apropiarse de los recursos naturales, abaratar los costos (bajar los costos del capital variable) y no internalizan los costos, sobre todo los ambientales. El crecimiento de las explotaciones ganaderas reflejan la consistencia del modelo de desarrollo en las áreas rurales, que privilegia la extracción de ganancias con costos de producción muy bajos; debido a la sobreexplotación de la propia familia campesina y los obreros agropecuarios y la explotación no cuantificada de la naturaleza. El sector pecuario ha trasladado valor a otros sectores económicos, principalmente, al sector comercial y a las empresas financieras.

El Estado capitalista tiende a destruir los modelos y formas de producción previos. Estamos hablando de dos corrientes no antitéticas: la marginación del campesinado y el desarrollo del modelo capitalista en el agro. Donde la forma no valor va cediendo a la forma valor; con sus propias contradicciones: como el despoblamiento de las áreas rurales y la destrucción de las formas precapitalistas de producción.

La relación desigual en la producción campesina y la producción capitalista conducen a largo plazo a la desaparición de la primera, subsumida en la lógica del capital. Así lo manifiesta el maestro Roger Bartra:

“Estas relaciones de explotación le imprimen una dinámica peculiar al campesinado: lo conducen hacia su extinción. La esencia de la estas relaciones está constituida por el intercambio desigual (o cambio de no equivalentes). El intercambio desigual produce una diferencia entre la magnitud del valor y el precio de las mercancías: cuando el campesino vende sus mercancías a un precio inferior al de su valor, está realizando una operación de cambio de no equivalentes. Este mecanismo de transferencia de valor es una de las raíces más profundas de la imposibilidad estructural para la economía campesina de coexistir con el sistema capitalista sin tender a desaparecer, ya a unirse (o tender a convertirse en el menor de los casos, en empresas capitalista) (…) las condiciones que le impone el mercado capitalista obligan al campesino a “auto-explotarse” a tal grado que llega al “límite estrictamente físico.” (Bartra, 1977: 96 – 98)

Estamos hablando de transferencia de valor de las áreas rurales a los demás sectores, no es de extrañar que los mayores índices de pobreza se encuentren en las mismas, donde el campesinado no cubre sus necesidades básicas y mucho menos el consumo promovido por el sector capitalista. Debido al intercambio desigual de valores.

Siguiendo con nuestro análisis, en la Tabla No. 6 se observa que los pastos sembrados crecieron en forma absoluta en 966,693.09 hectáreas y en forma relativa en un 104.93%; lo que indica su constante crecimiento absoluto en las últimas cinco décadas. En el transcurso del período 1950 - 2000 las tierras sembradas con pastos naturales, tradicionales y artificiales, crecieron a una tasa promedio del orden del 178.0% y la existencia del hato ganadero en un 169%. Siendo los pastos sembrados los que crecieron en mayor grado, en una total de 125% con respecto al año 1950. Igualmente, hay una disminución relativa, de superficie con pastos, a mediados de la década de los noventa, debida a la carencia de nuevas tierras para explotarlos dentro del modelo de la ganadería extensiva.

Igualmente, las pasturas se deterioraron después de treinta años y más de uso, unido a la crisis económica y política de los años ochenta. Los costos en los insumos pecuarios y mano de obra han aumentado, unido a las políticas ambientales del Estado, la creación de parques nacionales, áreas protegidas y Comarcas, lo cual ha limitado el recurso tierra para usos pecuarios. La misma Autoridad Nacional del Ambiente manifiesta la contracción o crisis por la que atraviesa el modelo de la ganadería extensiva en el país:

“…un aspecto que se destaca notablemente es el estado de estancamiento que registra la ganadería en la década del 80, donde incluso manifiesta mas bien un decrecimiento en cuanto al número total de cabezas de ganado. Esta situación pareciera indicar que la producción pecuaria bovina experimenta un proceso de descapitalización.” (ANAM, 1999: 18)

Todo lo cual manifiesta la dinámica de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancias, que indica que el promedio de la tasa de las ganancias tiende a decrecer por unidad de mercancía producida. Para lo cual, se necesita más tecnología, lo que promueve un aumento en la tasa de desempleo e incide, posteriormente, en la disminución de la demanda efectiva de bienes y servicios en las áreas rurales.

Habermas plantea sobre la baja tendencial de la tasa de ganancia:

“El funcionamiento de la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia. En este sentido, Marx plantea en El CAPITAL que la elevación creciente en la composición orgánica del capital, al implicar la sustitución creciente del capital variable (lo que invierte el capitalista en el pago de la fuerza de trabajo) por el capital constante (la inversión en maquinaria y equipos productivos) y, dado que la fuerza de trabajo es la única mercancía que crea valor, se produce, como resultado de tal sustitución la tendencia decreciente a la baja de la tasa de ganancia.” (Solano, 1989: 280)

De la década de los cincuenta hasta mediados de la década de los ochenta, creció la demanda de los productos lácteos y cárnicos, en parte por el crecimiento de las ciudades, en parte por el aumento de las actividades en las zonas de tránsito, por lo tanto primero se colonizaron nuevas tierras para la agricultura itinerante, luego estos terrenos se sembraron con pastos. Aun cuando la tasa de crecimiento de las explotaciones dedicadas a la ganadería fue del orden del 104.93%; lo que indica indirectamente una concentración de tierras en las fincas medianas y grandes que son las que tenían capacidad de expansión. Durante las décadas de sesenta, setenta, ochenta se dio un crecimiento del hato ganadero. A mediados de la década del noventa se frena este crecimiento y se le suma el hecho que la población panameña consume otras carnes, por lo que se buscan nuevas formas de aprovechamiento de la tierra dedicadas a las actividades ganaderas, como el desarrollo de los pastos mejorados, los cuales se les comienzan a contabilizar en el Censo Agropecuario de la década del noventa.

El Estado panameño, actualmente, está facilitando créditos blandos para la modernización del agro; considero que el conflicto no está solamente en la falta financiamiento, asesoría técnica o los altos costos de producción. En la comercialización de la carne, la leche y los cueros, los intermediarios y las cadenas de comercialización se llevan la mayor parte de las ganancias. Para ello citamos, igualmente, las declaraciones de Euclides Díaz, Secretario Ejecutivo de la Asociación Nacional de Ganaderos:

“Hace ocho años, las empresas decidieron bajar de 38 a 30 centésimos los precios que pagaban por cada litro de leche fluida grado “A”, mientras que en ese mismo período han incrementado en más de seis veces los precios a los consumidores (...) Ellos se están quedando con altos márgenes de ganancia (…) Han hecho mucho dinero a costilla de los lecheros y ahora piden eficiencia y hablan de competitividad.” (La Prensa, 1996: 41A)

Es la lógica de la acumulación de capital, que trata de bajar los costos de producción de las unidades productivas en perjuicio de la naturaleza y de la fuerza de trabajo contratada y/o familiar.

La destrucción de la forma no-valor se está realizando en el mundo entero, concentrando la producción, mercantilizando la naturaleza, rompiendo los modelos socio-culturales de siglos en las áreas rurales, para dar paso a una forma valor centralizado y aun más dependiente . Bien lo manifiesta el líder de la Vía Campesina Paul Nicholson:

“¿Qué está pasando con el mundo rural?

La crisis rural es universal, se da en todos los continentes. Es el modelo económico neoliberal de producción intensiva que la ha acelerado. La producción agraria se esta concentrando en unas pocas regiones del planeta. Se destruye la economía local y el mundo rural se empobrece.

(…) Otro dato importante es la caída de los precios para los pequeños agricultores y ganaderos. Se puede decir que los precios de todos los bienes que está produciendo el sector agrario en todo el mundo están por debajo de sus costes de producción. Esa es una dinámica antisocial, antieconómica y anticultura que no se puede mantener.” (Nicholson, 2003)

En Panamá los precios pagados al productor agropecuario están por debajo de los costos de producción, no sólo por lo que se paga al productor, sino por el valor que no se paga por el usufructo de la naturaleza; un costo no internalizado por el conjunto de la economía. Cuando se tomen en cuenta estos costos, las mercancías producidas en el agro tenderán a subir de precio.

Sabemos que el retorno de la inversión en ganadería es baja, especialmente, cuando se utiliza el modelo de la ganadería extensiva, si se compara con otras actividades agrícolas, comerciales y financieras.

“Jarvis (1986) encontró un retorno real (por encima de la tasa de inflación) de 3%-4%, en 1968. Para Belice, Leonard (1987) señala un retorno anual sobre la inversión de entre 3% y 4% antes de ajustarlos por inflación, durante las décadas del 70 y del 80. En general se puede concluir que el manejo de ganadería extensiva es de baja productividad en la región.” (French, 1994: 18)

La posición de French es tecnocrática y no toma en cuenta otros factores. Los mercados están controlados por unas pocas empresas que procesan la leche, la carne y los cueros, lo cual hace que el sector rural subsidie la producción de alimentos en nuestros países; mientras los insumos son cada vez de mayor costo y de menor calidad. A medida que el capitalismo se desarrolla, toda forma no valor tiende a ser sustituida por la forma valor. Esta ley es válida para la producción en general y, por lo tanto, también para la producción y reproducción de la fuerza de trabajo. (Dierckxsens, 1979: 69)

Es aquí cuando se entrelazan lo social y lo natural. Donde las relaciones de producción y la fuerza de trabajo determinan la interdependencia entre los seres humanos y la naturaleza. Donde los sectores altamente tecnificados imponen su dinámica sobre los no tecnificados. Los globalizados sobre los marginados, el capital sobre la fuerza de trabajo y la naturaleza.

Todo proceso productivo supone una reorganización de la naturaleza. Los ganaderos panameños han creado potreros para suplir las necesidades de la carne, leche y cueros para una población en aumento; para lo cual han aumentado la cantidad de tierra sembrada en pastos. El modelo de la ganadería extensiva ha entrado en tensión con otros usos de la tierra (urbanizaciones, carreteras, tierras agrícolas y/o bosques protegidos).

A tal punto se da la utilización de nuevas tecnologías que Panamá es uno de los mayores consumidores de agroquímicos en Centroamérica aproximadamente 594.2 lt/km2 con un total de 1, 645,651 litros de pesticidas utilizados en el año 2000 y 901,107 litros de herbicidas, un 54.76% del total de pesticidas utilizados. (Contraloría General de la Republica, 2003: 93) Esto indica que la población productora puede estar padeciendo de enfermedades subclínicas debido a la exposición continua a estos agroquímicos.

Actualmente, algunos ganaderos están estabulando y semi-estabulando el ganado vacuno, para disminuir el tiempo de rotación de capital y concentrar la producción; aun así los costos de producción se mantienen altos, por las mismas características genéticas de los bovinos, los forrajes y los precios de los insumos.

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