El periodo entre guerras, Perón su llegada al poder y los cambios económicos
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ISLAS MALVINAS, SU HISTORIA, LA GUERRA Y LA ECONOMÍA, Y LOS ASPECTOS JURÍDICOS SU VINCULACIÓN CON EL DERECHO HUMANITARIO

Bruno Tondini

 

 

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VI.2.3.b.- El periodo entre guerras, Perón su llegada al poder y los cambios económicos.

Luego del crack de Wall Street, da principio un fenómeno social que marcará los tiempos por venir. Se trata de la transformación de pequeños talleres en industrias sustitutivas de importaciones, al calor de la crisis económica mundial -cuyos efectos perduran la mayor parte de la década-, fenómeno que se verá robustecido luego por el proteccionismo natural que opera con el estallido de la Segunda Guerra. Comienza así a desarrollarse una industria nacional -especialmente, en el rubro textil, metalúrgico liviano, electrodomésticos (distinta de la agroindustria de los años ochenta)-, que genera una fuerte migración interna de desocupados y sub-ocupados desde las provincias pobres hacia estas nuevas fuentes de empleo. Significativamente, este fenómeno se inicia en 1935 .

El hundimiento del viejo régimen agropecuario -duramente quebrantado por la crisis económica mundial- permite que pequeños talleres, asfixiados hasta 1935 por la importación, se conviertan en pequeñas y medianas industrias. Este fenómeno se advierte claramente en la evolución de estos índices, tomados con base 100 para 1950, según CEPAL, en su informe de junio de 1958:

Los dueños de estas nuevas empresas industriales son, en general, inmigrantes o hijos de inmigrantes. Basta con revisar sus apellidos (no eran sociedades anónimas, sino empresas personales o pequeñas sociedades) para iluminar correctamente el escenario: Quaretta (Volcán), Di Telia (Siam), Miranda (Talleres Metalúrgico Miranda), Campomar (textil), Pagani (Arcor), Salomón (La Bernalesa), Baldi (Galileo), Levin (Textil Oeste), Rocca-tagliata (Medias Himalaya), Salzman (Medias París), Fortabat (Loma Negra), Bachkellian (Gatic), Salvo (Eslabón de Lujo), Saccol (heladeras), Rocca (Techint), Pescarmona (1MPSA), Vainer (Oro Azul), Heynequen (calefones), Pratti (Algodonera Argentina), Madanes (FATE), Vázquez Gamboa (Suixtil), Makovsky (Jugal), Mainero (maquinaria agrícola), Callegari (material ferroviario), Cao Saravia (Emepa), Minetti (cemento), Lagomarsino (textil), Merlini (metalúrgico), Vasalli (cosechadoras), Podolsky (dentífrico), Roggio (construcciones), Protto (metalúrgico), Maroglio (aceite), Talamoni (Flamex).

En la memoria popular queda, asimismo, una importante cantidad de marcas -asociadas a los años cuarenta- que tampoco pertenecen a familias oligárquicas, tales como Yelmo, Winco, Orbis, Garef, Catita, Carú, Atma, Domec, Norpen, Sudamtex, Longvie, Noblex, Selsa, Plavinil, Fiplas-to y tantas otras.

En esos años la FORJA denuncia no solo los acuerdos petroleros de 1937, con los cuales el gobierno de Justo coloca el broche de oro a su gestión en detrimento de YPF y a favor de Shell y Esso, sino también al candidato probritánico que se acerca ahora al poder.

Con respecto al comercio exterior, la sustitución de importaciones genera balanzas comerciales favorables, según lo prueban los datos que aporta Beveraggi Allende.

Para 1936, exportaciones: 1.900 millones de pesos, importaciones: 1.183 millones de pesos, superávit: 717 millones de pesos. Salidas por servicios de la deuda, dividendos y otros alcanzan a 600 millones.

De modo tal que la balanza de pagos resulta también favorable: 117 millones de pesos.

Para 1937, las exportaciones dan un salto, en razón de una excelente cosecha, alcanzando a 2.529 millones de pesos. Las importaciones son 1.557 millones, por lo cual la balanza comercial es favorable por 972 millones de pesos. Las salidas por servicios de la deuda, dividendos y otros alcanzan a 655 millones de pesos, generando un nuevo saldo favorable de 317 millones de pesos.

Estos saldos, más reservas acumuladas, permiten la repatriación de deuda externa por 594 millones de pesos (71 millones en 1935, 34 millones en 1936 y 489 millones en 1937), que resultan -a una cotización de alrededor de $ 19 cada libra- un monto aproximado a 31.200.000 libras esterlinas .

En esta repatriación participa Raúl Prebisch quien recuerda el hecho de este modo :

“... Aquella fue una reconversión hecha con bastante éxito... (en pequeñas operaciones de 1934,35 y 36), el Banco Central fue encargado por el ministerio de Hacienda de hacer una operación muy confidencial: ir comprando títulos argentinos que estaban entonces en Londres a bajo precio (...) Nunca trascendieron estas operaciones. Fue un monto apreciable. El país aprovechó su crédito para hacer esa reconversión. Y con esas medidas, achicó gastos fiscales y logró mayor independencia financiera...”

Sin embargo, el mismo Prebisch aclara:

“... Pero recuerdo que en un momento dado empeoraron las condiciones en el mercado financiero de Nueva York y el doctor Roberto Ortiz, que entonces era ministro de Hacienda, no estuvo de acuerdo en que se hicieran nuevas operaciones a esas tasas.”

Arturo Jauretche se refiere en estos términos a esa repatriación:

“...Corría el año 1937. Después de sobrellevar difíciles momentos en los años anteriores, la balanza de pagos cerraba con un considerable superávit que fortificaba sanamente nuestra tenencia de divisas (...) Entonces, se practica la repatriación, que consistió en la cancelación de las deudas en dólares.65, Agrega que: “...tratadistas extranjeros que han estudiado objetivamente la política econó¬mica que se inicia en el año 1930 y concluye en 1943, afirman que el control de cambios y el propio Banco Central mixto, fueron instrumentos creados con el único fin de asegurar la hegemonía de los intereses británicos a través de los canales del intercambio exterior. Se justifica así la cancelación de la deuda con Estados Unidos, en 1937, aun a riesgo de nuestra estabilidad financiera, toda vez que tiende a evitar que la Argentina pueda utilizar el amplio saldo de dólares que arroja su balance de cambios, en la adquisición de mercadería competitiva de la industria británica.”

Esto explicaría, asimismo, que en determinado momento, el doctor Ortiz, como ministro de Hacienda -hombre notoriamente ligado al capital inglés- decidiera poner fin a las repatriaciones para no rescatar títulos de deuda con los ingleses, debilitando su influencia en la Argentina.

De este modo, las dificultades de la economía mundial, como así también el resquebrajamiento del corset impuesto por el imperialismo a la Argentina -también producto de la crisis y de la guerra inminente- permiten dar el primer paso para achicar deuda externa. Partiendo de 148 millones para 1935, menos la repatriación (31.200.000) y menos las-amortizaciones estimadas (10.700.000), el resultado es un saldo de deuda externa para 1938 aproximado a 106.100.000 libras.

Así concluye el período presidencial del general Agustín R Justo . Como en el caso de Manuel J. García, Norberto de la Riestra, Manuel Quintana y tantos otros, Justo se ha preocupado, desde el alto sitial de la presidencia, de facilitar la acción del capital extranjero en la Argentina. Efectivamente, en una biografía aparecida últimamente, en el intento quizás de demostrar su hombría, el biógrafo revela que de los archivos del General surge una relación íntima entre él y Leonor Hirsch, la hija del principal ejecutivo y gran accionista de la cerealera Bunge y Born. Ello significa que este consorcio, integrante de los "cuatro grandes" que controlan la exportación de cereales (B.B., Dreyfus, The Ridder y La Plata Cereal) encuentra la protección del sistema semicolonial no solo en los despachos ministeriales sino entre la calidez de las sábanas presidenciales. Sin embar¬go, el biógrafo nos decepciona cuando intenta persuadirnos de que el ge¬neral Justo velaba asimismo por desarrollar la cultura de su amante, pues para ello la suscribe... a la revista Selecciones del Reader Digest.

Faltan ya pocos meses para la finalización del mandato del general Justo, cuando, el 12 de junio de 1937, en un banquete realizado en la Cámara de Comercio Británica, el presidente de dicha institución, William Mac Callum, lanza la candidatura del doctor Roberto Ortiz para la presidencia de la nación:

La Argentina se encuentra en vísperas de elegir a los hombres que han de regir sus destinos en el nuevo período presidencial y el nombre de nuestro huésped de honor, el doctor Roberto Ortiz, ha sido pronunciado repetida y favorablemente con tal motivo.

El candidato agradece con esta definición política claudicante: La Argentina tiene, con vuestra patria, enlaces financieros y obligaciones tan importantes como muchas de las obligaciones que existen entre las metrópolis y diversas partes del Imperio.

Banquete y lanzamiento integran la política británica dirigida a recomponer su predominio sobre la Argentina, en un último esfuerzo por reajustar el modelo semicolonial.

Como antecedente basta acompañar lo señalado por Díaz Araujo , quien sostiene, además, que el ingeniero Herlitzka, alto directivo de la CADE, "declaró haber entregado dinero a tres presidentes de la Argentina: Justo, Alvear y Ortiz".

Estos antecedentes parecen tener relación con el recuerdo de Prebisch en el sentido de que Ortiz, siendo ministro, ordenó que cesasen las repatriaciones de deuda externa. Se observa, por ejemplo, que mientras desempeña su mandato, el Banco Central no vuelve a incurrir en esa práctica y que, en cambio, cuando por razones de enfermedad, abandona el cargo, primero, por licencia (en 1940) y luego definitivamente (renuncia el 24/6/42), su reemplazante -Ramón Castillo- vuelve a la práctica de los rescates.

La circunstancia de que Ortiz, elegido por el fraude, intentase erradicar esa práctica -como ocurre con el desplazamiento de Fresco, en la provincia de Buenos Aires-, como así también la diabetes que lo aqueja y provoca su ceguera, ha permitido, a algunos historiadores, dulcificar su imagen. Sin embargo, no parece correcto ocultar -bajo la figura de un hombre consumido por la enfermedad- su condición de político al servicio del Imperio, desde el más alto sitial de la República.

El 11 de abril de 1939, cuando aún Ortiz ejerce la presidencia, el periódico The Statist, de Londres, se refiere, sin ambages, a nuestra relación económica con el resto del mundo económico mundial:

“La Argentina es un gran país, con una población relativamente pequeña. Tiene productos esenciales y espera vender su excedente al extranjero para pagar los intereses de las deudas contraídas en Europa y comprar productos manufacturados, de los cuales tiene necesidad. Es necesario no perder de vista que la actual economía argentina es la consecuencia de una acción deliberada de nuestro país. En el siglo pasado, nuestros banqueros y comerciantes llegaron a la conclusión de que los productos alimenticios que antes obteníamos en su mayor parte en Estados Unidos resultaban anormalmente caros. Se preocuparon, entonces, con un propósito deliberado, de encontrar un país que pudiese suministramos los productos a precios relativamente más bajos. En las llanuras del Plata encontraron ese país y se suministraron los capitales necesarios para proveer a la Argentina de los medios de transporte que le permitiesen enviarnos los productos alimenticios que necesitamos. Económicamente, la Argentina es, en gran parte, lo que hemos hecho de ella”.

Desde este enfoque, los Quintana, los Pinedo, los Ortiz y tantos otros constituyen eslabones diversos de una misma opresión.

Sin embargo, la Argentina semicolonial ingresa ya en sus momentos agónicos. La década Infame se acerca a su fin.

Durante los años de la Segunda Guerra Mundial y la época de posguerra las condiciones del mercado internacional favorecieron a Argentina .

Estalla la guerra mundial y profundas transformaciones se van a operar en el planeta, entre otras, la declinación del imperialismo británico que pasará indefectiblemente a se¬gundo plano respecto a Estados Unidos.

Cuando se produce la segunda guerra mundial, Estados Unidos necesitaba que nuestro país abandonara su posición neutral . Políticamente era importante que la Argentina asumiera una conducta frontal de enfrentamiento a las potencias del eje. Ese era el aspecto visible formal, pero la realidad era la instalación de bases militares en el Atlántico y en el Río de la Plata, que conservarían después de la contienda, y les servirían como avanzada militar en esta parte del continente a la que nunca habían tenido acceso.

En junio de 1940, el Embajador de los Estados Unidos, presenta una nota confidencial a la cancillería, preguntando cual sería la actitud del gobierno argentino en el caso de una agresión de Alemania a su país, y si se podía contar con colaboración militar. La respuesta no es demasiado clara, pero se preserva la tradicional política argentina de neutralidad en un conflicto en el que no teníamos parte y tampoco podía afectarnos, y ello no porque hubiera una posición pro nazi, sino porque era una vieja postura diplomática que había tenido su más definido expositor al presidente Yrigoyen.

Para los Estados Unidos la posición argentina es cada vez más intolerable, y a medida que la guerra Europea y la intervención norteamericana se hace más presente, las presiones sobre el gobierno son cada vez mayores.

El avance norteamericano, no sólo es político sino económico, y a través de una especie de pacto tácito con Gran Bretaña, con quienes están aliados en la guerra, se reparten diversas áreas del comercio y de las finanzas, aún cuando estas siguen mayoritariamente en manos europeas.

La balanza comercial y la de pagos de esos años continúan arrojando saldos favorables, especialmente por la disminución de importaciones (en millones de pesos):

Como puede apreciarse, Argentina está alimentando a pueblos y ejércitos abocados a la contienda bélica, con notable alza de sus exportaciones, mientras, a su vez, disminuye notoriamente sus importaciones. La crisis económica mundial, así como la Gran Guerra, han provocado este cambio, que es una faceta de las transformaciones operadas en el país.

Al mismo tiempo, como se ha señalado, al calor del proteccionismo natural crecen industrias y se producen importantísimas migraciones de trabajadores -o más bien desocupados y subocupados- desde las provincias pobres. Empresarios nuevos, en general hijos de inmigrantes, titulares de capitales nacionales e interesados en la ampliación del mercado interno, nuclean en sus fábricas a esos argentinos que vienen de apacentar cabras, vender empanadas en las estaciones ferroviarias o mendigar un puesto en la lista de peones de alguna comuna, ahora convertidos en obreros industriales, manejando tornos y motores, lanzados vertiginosamente desde el mayor primitivismo agrario a la civilización industrial, argentinos sorprendidos de obtener luz con solo apretar un botón. Las importaciones extranjeras van siendo reemplazados por productos nacionales.

Estas transformaciones generan situaciones cuya interpretación aún provoca polémicas, como por ejemplo, la caracterización de las diferencias entre el presidente Ortiz y su vice, Ramón Castillo, quien lo reemplaza provisoria¬mente en 1940 y definitivamente a mediados del 42.

En general, los historiadores distinguen a ambos, de la siguiente manera: Ortiz es un hombre honesto, proveniente del radicalismo antipersonalista, que aspira a democratizar nuestras costumbres políticas, con pronunciada simpatía por los "países democráticos" como Inglaterra y Estados Unidos; Castillo, en cambio, es un político conservador, autoritario (partidario de "la unanimidad de uno"), simpatizante del nazismo o poco menos. Castillo quien, mientras practica el fraude, sostiene una altiva política internacional, echa las bases de la flota mercante, crea Fabricaciones Militares y nacionaliza el puerto de Rosario.

Probablemente, rechacen esta interpretación aquellos que analizan la Argentina de esa época desde la óptica de la Guerra mundial y no desde una perspectiva nacional. Así, estiman "progresista" a Ortiz pues, si bien mantiene una posición neutral -en gran medida, de acuerdo con el imperialismo inglés, para mantener su aprovisionamiento de alimentos- es notoria su simpatía hacia los aliados y su posible giro rupturista, mientras Castillo, en la época en que Estados Unidos ya ha entrado en la guerra y presiona a la Argentina hacia el belicismo, mantiene tozudamente el neutralismo, por lo cual es juzgado como admirador de Hitler.

Justo ofrece sus servicios militares al Brasil, para participar en la guerra y marca su momento clave, meses después -el 16/11/1942- cuando Castillo reemplaza, como ministro de Guerra, al general Tognazzi (justista) por el general Pedro R Ramírez, ligado a los nuevos coroneles que están alcanzando predicamento.

Estos cambios en la base del poder político probablemente hayan influido sobre la política relacionada con el endeudamiento externo. La repatriación, obstaculizada mientras gobierna Ortiz -teniendo en cuenta que, en general, los banqueros exigen los intereses pero difícilmente la devolución, salvo cuando peligra la cobranza- se reinicia y acentúa cuando Castillo está en el poder.

Así, mientras no existen repatriaciones en 1938 y 1939, se dan las siguientes entre 1940 y 1943:

1940 ................................................................ 32.000.000pesosm/n

1941 ................................................................ 21.000.000 pesos m/n

1942.............................................................. 135.000.000 pesos m/n

1943 .............................................................. 144.000.000pesos m/n

(aunque, respecto a 1943, en un informe más fino debería indicarse si éstas fueron antes de junio o después, en cuyo último caso deberían adjudicarse al gobierno militar)

El total alcanza a 332 millones de pesos m/n, importe que, convertido a $ 19 cada libra, significa 17.473.684 libras.

Para obtener el nuevo saldo de deuda, debemos partir del valor a 1938: 106.100.000 libras y no existiendo empréstitos entre 1938 y 1943, debe deducirse la repatriación (17.473.684 libras), así como las amortizaciones (que pueden estimarse en 8 millones de libras). El resultado para 1943 es un endeudamiento externo de 80.626.000 libras.En el mismo sentido señala Olmos Gaona, la Deuda Externa no cede, y a pesar de los pagos efectuados al exterior, se mantiene casi a niveles constantes desde 1938 que es 1.003.696.072 pesos hasta el año 1942 donde el monto es de 1.012.735.966 pesos, siempre de acuerdo a las cifras oficiales, que como hemos visto anteriormente a veces no reflejan estrictamente la realidad.

Pero, en este momento, resulta anacrónico mantener el valor de la deuda externa en libras, dada la declinación de los ingleses y la supremacía alcanzada por el imperialismo norteamericano. De ahí que convenga aplicar la conversión, en base a la equivalencia 1 libra = 4,03 dólares, de lo cual resulta una deuda externa de 324.922.000 dólares.

Mientras las clases obreras registran enormes niveles de exclusión social, y la pobreza se acentúa con caracteres cada vez más dramáticos, que llevan a un deterioro físico de la población, que se encuentra subalimentada; la corrupción política y administrativa, las especulaciones fraudulentas de la clase política, y una falta de rumbo definido a cuanto a tener un verdadero proyecto nacional, el ejército conspira para acabar con ese estado de cosas. Además de enfrentar las prácticas corruptas de los dirigentes, tiene en su propio seno la comprobación del estado miserable del pueblo, al ver los problemas físicos que presentan las clases que se incorporan año tras año.

Se produce la revolución del 4 de junio e 1943, donde empieza a sobresalir la figura de Perón a través de su actuación en la Secretaría de Trabajo y Previsión, donde se ocupa de atender los reclamos de los más carenciados. Luego asume la Presidencia de la República, y traza un nuevo proyecto económico mediante el cual se impulsarán grandes transformaciones: La nacionalización del Banco Central, de los ferrocarriles, de las empresas de gas y teléfonos, son instrumentos de una nueva política que va a poner en manos del país el manejo de los resortes fundamentales de su economía. Todo este proceso, producirá escozor en los Estados Unidos, que ya han sustituido a Inglaterra en la influencia continental.

La Argentina no se adhiere al Fondo Monetario Internacional, creado en Breton Woods en 1944, y se aparta de cualquier organismos multilateral de crédito para observar una política independiente. La desclasificación de importantes documentos de los archivos norteamericanos, ha demostrado sin lugar a dudas, como se bloqueó económicamente a la Argentina desde 1945 hasta 1952 por lo menos utilizándose todos los recursos disponibles para tal propósito.

En esos dos años (1944-1945), las exportaciones mantienen altos valores frente a las importaciones debilitadas por el conflicto bélico, lo cual permite consolidar reservas y concretar nuevos rescates de deuda:

Este importe, convertido en dólares, siguiendo equivalencias de Olarra Jiménez, resulta 49.881.796 dólares.

Por tanto, puede estimarse que entre 1943 y 1945, la deuda externa se redujo desde 324.922.000 -a través de repatriaciones por 49.881.796 y amortizaciones estimadas por 10.500.000- a 264.540.000 dólares.

Esta política de rescate de la deuda externa se integra a la política de defensa de la industria expresada en la creación del Banco de Crédito Industrial, como así también en las primeras nacionalizaciones (Compañía primitiva de Gas, estatización de elevadores de granos, intervención a la empresa de subterráneos Chadopyff).

Triunfante el peronismo en las elecciones del 24 de febrero de 1946, Perón asume el 4 de junio. En el interregno entre ambas fechas, se crea el IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio) para controlar el comercio exterior, se nacionaliza el Banco Central y se implanta el régimen de nacionalización de los depósitos bancarios, al tiempo que se prepara el primer plan quinquenal.

Un Frente Nacional de Liberación, de composición policlasista, bajo la dirección bonapartista de Perón, rompe uno a uno los eslabones que sometían nuestra economía al ya declinante Imperio Británico: nacionali¬zación de ferrocarriles y puertos, creación del Instituto Nacional de Rea¬seguros (INDER), desarrollo de flota mercante, nacionalización del servi¬cio telefónico, control del comercio exterior, del crédito y los cambios, tarifas protectoras para la industria, diversificación de cultivos, usinas hi¬droeléctricas, etc.

En 1946 la deuda de Estado Unidos e Inglaterra con la Argentina era de 2.000 y 3.500 millones de dolares respectivamente. Esa suma a valores de hoy exceden los 50.000 millones. Ambos países se negaron apagar no sólo los créditos sino los intereses respectivos. A través de trabajosas negociaciones se consiguió que nuestro país pudiera comprar en Estados Unidos, haciendo uso de las libras bloqueadas en Gran Bretaña. Aprovechando tal situación, se produjeron importantes importaciones en esa nueva política de reactivación.

Cuando se pretendió hacer uso de las libras, Gran Bretaña decretó la inconvertibilidad de su moneda, y entonces la Argentina se convirtió en deudor de Estado Unidos, al no poder hacer uso del dinero bloqueado. Perón celebró nuevos arreglos, poniendo a disposición el gobierno norteamericano parte de las divisas existentes y se pudieron cancelar las obligaciones.

Pero hay más sobre la habilidad de nuestros prestamistas: como en la década del treinta, los pagos por las importaciones, eran depositados en una cuenta que nuestro país tenía en el Banco de Inglaterra, y se convertían en oro cuando nuestro país necesitaba hacer uso de ellos, esas libras que quedaban en Gran Bretaña eran nominalmente nuestras. Ello dio lugar a la emisión de unos bonos de congelación para evitar la emisión de moneda. Dichos bonos que emitía el gobierno devengaban un interés que la Argentina debía pagar.

Debido a ello Miguel Miranda, Ministro de Hacienda durante la primera presidencia de Perón dijo en una reunión del Consejo Económico y Social: "Sobre el dinero bloqueado el país no cobraba un sólo centavo de interés, pero para disimular su emisión se emitían bonos de congelación y se pagaba interés. Yo he sacado como consecuencia que los ingleses con gran habilidad, nos cobraban interés por el dinero que nos debían".

El país aumentó sus acreencias en Londres por alimentos entregados durante el conflicto y, una vez concluido éste, las exportaciones aumentaron. Como es famoso, el Banco Central rebosaba de oro y Juan Domingo Perón aprovechó la coyuntura para pagar la escasa deuda externa existente: en julio de 1946 el gobierno recién asumido anunció un plan para pagar por anticipado la totalidad de la deuda externa, lo cual terminó de cumplirse en 1948. Durante el gobierno peronista, por primera vez en la historia, la Deuda Externa desaparece de los registros porque es cancelada en su totalidad. En 1945 las obligaciones con el exterior importaban la suma de 519.910.262 de pesos, en 1946 baja a 114.196.498, en 1950 es de apenas 41.086.681, y en 1952 es totalmente pagada, no existiendo ninguna obligación hasta la caída del régimen en 1955.

La deuda era reducida: alcanzaba a 265 millones de dólares, un 2 por ciento del PBI. La cancelación se realizó en varias operaciones, utilizando reservas y divisas del superávit comercial. "En términos financieros -opina Luis E. Ceriotto en un artículo publicado en la revista Todo es Historia (agosto de 2004)-todo indica que la Argentina no hizo un buen negocio. La ganancia estuvo del lado de tos bonistas ingleses, suizos y estadounidenses que en los años '30 habían aceptado cobrar a plazos de hasta 30 años bonos que generaban una tasa de interés baja (entre 2 por ciento y 4 por ciento). A mitad de camino, se encontraron con que podían disponer libremente de esos fondos". La cancelación implicó girar en un corto período los intereses que hubieran vencido en 25 años.

Entre 1946, 1947 y 1948 se concretan pagos al exterior por 264.300.000 dólares, en concepto de repatriación de deuda externa, según el detalle fijado por el cuadro que sigue .

Con estas repatriaciones, la deuda queda cancelada totalmente. (En nuestras cifras, cabría un ajuste de 260.000 dólares, originado en una esti¬mación en menos del rubro amortizaciones, diferencia que resulta despre¬ciable en relación a los valores utilizados y que proviene, como se ha preve¬nido desde el principio de esta historia, de las cifras aproximativas a que se ha debido recurrir.)

Según algunos autores, a fin del año 1948, subsistía una deuda de 12 millones de dólares, pero, aún cuando así fuese, no modificaría sustancial-mente la importancia de este momento particular de la historia de nuestra deuda externa, convertida, de gran protagonista, en ausente o práctica¬mente inexistente. Quizás algún día, si se encuentra la documentación necesaria, pueda trabajarse con cifras más rigurosas, pero más allá de estas diferencias -que habitualmente los economistas y contadores resuelven con la palabra "ajuste", "diferencias de cambio" u otras- lo fundamental es es¬tablecer que un largo ciclo de endeudamiento concluye, en 1948, con este saldo cero.

Ese saldo cero no solo permite reafirmar la soberanía, sino que adquie¬re enorme importancia porque libera al país de continuar abonando pesados servicios financieros.

Ciertamente, el camino recorrido desde 1945 por el Frente de Libera¬ción Nacional resulta insólito y audaz en esta historia del endeudamiento argentino al capital extranjero. La deuda externa desaparece y los servicios de la deuda, por tanto, aparecen como "cero" en los años 1948, 49 y 50.

En su Historia de la deuda externa latinoamericana y entretelones del endeudamiento argentino, el ensayista chileno Luis Vítale -si bien manifies¬ta algunas críticas al destino dado a las divisas en la posguerra- reconoce que "una de las medidas más importantes del primer gobierno de Perón fue la cancelación casi total de la deuda externa..." Y agrega: "La importan¬cia de esta medida no ha sido debidamente apreciada por quienes antepo¬nen ideología a análisis científico de la realidad."

Esa negativa al "análisis científico de la realidad" se expresa, durante muchos años, en la argumentación de que cualquier otro gobierno hubie¬ra procedido de igual manera debido a las importantes reservas acumula¬das durante la guerra, sin comprender que esta política respecto a la deuda se halla integrada a un proyecto nacional en desarrollo.

Por eso, es preciso recordar otros aspectos de ese proyecto, dirigidos también a disminuir los drenajes de divisas para favorecer el crecimiento de las fuerzas productivas desde una perspectiva autónoma. Así, por ejem¬plo, las utilidades provenientes de inversiones extranjeras privadas -que oscilaban entre 250 y 350 millones de dólares en años anteriores- des¬cienden a 40 millones para 1948, 43 millones para 1949 y 14 millones de dólares para 1950. Asimismo, varias empresas de servicios públicos son recuperadas, pasando de manos del capital extranjero a poder del Estado y se otorga fuerte impulso a aquellas desprotegidas o ignoradas por el modelo agroexportador (Flota mercante, Gas del Estado, Aerolí¬neas). El porcentaje de capital extranjero sobre el capital fijo total, que en 1913 alcanzaba al 47%, en 1923 al 37% y en 1934 al 27%, alcanza, en 1949, al 5,4%. 31

Desde su cargo en la CEPAL, el propio Raúl Prebisch elogia la política de rescate de la deuda y nacionalización de los ferrocarriles:

“...Estas importaciones y muchas otras en que se manifiesta la demanda insatisfecha de los años de guerra no son óbice para acometer la repatria¬ción de la deuda externa, con el designio de eliminar otro de los elementos de vulnerabilidad que la crisis económica del año treinta había patentizado en la economía argentina (...) al mismo tiempo que las libras bloqueadas en gran cuantía permiten, además, realizar la vieja aspiración nacional de lo¬grar el sistema ferroviario.”

Refiriéndose a estas transformaciones, Abraham Guillen señala: Desde 1823 -en que colocó su primer empréstito en Londres- Argentina fue una colonia financiera de la City hasta que en 1947 rescató la deuda exte¬rior, casi toda ella en manos de banqueros británicos (...) De 1940 a 1947, el gobierno argentino destinó un monto de $ 1.485.000.000 a recuperar la casi totalidad de nuestra deuda externa en dólares, libras y francos suizos. El país vivió, entonces, un período de verdadera prosperidad y -por primera vez en su historia económica- se convirtió, de nación deudora, en país ex¬portador de capitales. Así, de 1946 a 1950, abrió créditos exteriores o prestó capitales por valor de 210 millones de dólares, a España, Italia, Bélgica y Finlandia.

Arturo Jauretche acostumbraba a recordar que Manuel Ortiz Pereyra -su antecedente en "las zonceras argentinas", a las cuales llamaba "aforis¬mos sin sentido"- reflexionaba de este modo: "Dicen que en la Argentina llueve riqueza, pero la mayoría de los argentinos estamos secos. Lo que ocurre es que el país está cubierto por un enorme techo con canaletas que se llevan la lluvia de riqueza a Londres o a Nueva York y por eso no nos mojamos." Y Jauretche agregaba: "El peronismo no logró arrancar ese techo totalmente, pero le hizo un agujero muy grande y entonces nos em¬pezamos a mojar, según lo demuestran las estadísticas de distribución del ingreso."

Estas estadísticas -50% al trabajo y 50% al capital, o en algunos años, 52% al trabajo y 48% al capital (o 56,7% para el trabajo y 43,3% para el capital, si se toman en cuenta los aportes previsionales)- resultan contundentes hoy (2002), cuando el sector trabajo participa con menos del 20% del ingreso nacional.

Con respecto al grado de autonomía alcanzado, Alfredo E. y Eric Calcagno informan:

“…Es bueno recordar un hecho que muchos economistas de salón han olvida¬do. En el caso de la Argentina, en el decenio 1945-54, no hubo entradas de capital a largo plazo y en el privado fue ínfima (solo 78 millones de dólares, a precios de 1950, en los 10 años). Más aún: en todo el decenio, el sector público remesó al exterior intereses y utilidades por 25 millones de dólares (en la práctica, nada). El capital extranjero, que en 1912 totalizaba el 48% del capital fijo total, se redujo... al 5% entre 1949 y 1955. Resulta entonces que "la fiesta populista" -a la que todos podían entrar- que algunos presen¬tan ahora como la madre de todas las calamidades, solo utilizó el ahorro nacional y desendeudó al país.”

Abraham Guillen, por su parte, sostiene: "Con esta política de indepen¬dencia económica se logró, efectivamente la soberanía política, aunque transitoriamente."

Este "transitoriamente" resulta -asimismo- una verdad incontrovertible -como se verá- pero debe notarse que está expresado desde el mismo campo antiimperialista, lamentando las dificultades que sufre el proceso liberador desde 1950, circunstancia que conviene aclarar pues, desde una supuesta izquierda, se ha llegado a decir -con la ironía de sabihondos ale¬jados de la lucha concreta- que ese rescate de la deuda externa duró apenas cuatro meses pues inmediatamente se reprodujo el endeudamiento.

Antes de abordar estas dificultades, conviene señalar que acorde con esta política liberadora, Argentina se negó a ingresar al régimen del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, instituido en 1944. Pocas veces se destaca la importancia que tiene esta no incorporación, por lo cual conviene reproducir algunos párrafos del libro Cambios internacionales, de Marcelo Cañellas:

Una autorizada opinión sobre esta cuestión es la que ha dado el doctor Gómez Morales:".. .La teoría que fundamentó la creación del Fondo Mone¬tario y del Banco Internacional responde más a las conveniencias de los grandes países industriales y en menor escala a la de los países que son tradicionales abastecedores de alimentos y materias primas". Al referirse concretamente al convenio de Bretton Woods, Gómez Morales expresa que la Argentina "siempre consideró que ese tipo de acuerdo va, muchas veces, en detrimento del ejercicio de derechos soberanos por parte de las naciones económicamente más débiles" .

A su vez, Cañellas comenta: La aceptación del convenio y la fijación de una paridad para el peso en sus relaciones internacionales, habría quitado a la Argentina la posibilidad de manejar los tipos de cambio para el abastecimiento de bienes de capital y artículos esenciales y para apoyar sus exportaciones, Y lo que es aún más importante: habría impedido al gobierno la fijación de tipos de cambio selectivos, así como el control del comercio exterior y los aranceles protectores a la industria, que permitieron utilizar gran parte de la renta agraria diferencial para impulsar el crecimiento económico y aumentar el consumo popular, es decir, habría liquidado, en su base, el proyecto nacional desplegado entre 1945 y 1955.

Esta posición de no ingreso al FMI fue, en aquel momento, sustentada también por Raúl Prebisch, desde la revista El Trimestre Económico:

“¿Vamos a enajenar, al fin de cuentas, por un plato de lentejas, nuestra soberanía monetaria, nuestra facultad de mover los tipos de cambio de acuerdo con nuestra apreciación de las condiciones internas y externas del país?.”

Precisamente, esa facultad de aplicar tipos de cambio selectivos, a través de los cuales el Estado se apropia de buena parte de aquella renta agraria diferencial -que la oligarquía, en otros tiempos, dilapidaba- trasladándola ahora al Banco de Crédito Industrial, permite sustentar el desarrollo y tam¬bién, mejorar el ingreso de los trabajadores. A su vez, al concentrar la ex¬portación a través del IAPI y en base a duras negociaciones comerciales con Gran Bretaña -ya libre la Argentina de la subordinación respecto a la deu¬da, los ferrocarriles, el seguro y el transporte marítimo- se recupera tam¬bién parte de esa renta que el imperialismo gozaba merced a los bajos precios. "Ni un solo penique más para Perón", proclamará indignada la prensa británica en medio de esas tratativas que por primera vez se dan de igual a igual.

Así es como genera el ascenso económico de los trabajadores, en los primeros años del gobierno peronista, en tanto crecen las fuerzas productivas en un marco de relaciones capitalis¬tas y sin embargo, los trabajadores alcanzan a participar en más del 50% del ingreso nacional, nivel jamás alcanzado anteriormente, crece asimismo la empresa privada industrial pero, sin embargo, el mercado no funciona según las reglas clásicas, pues no solo se aplican precios máximos, se otorgan subsidios, se congelan alquileres y arrendamientos, sino que una ancha franja de la economía se halla estatizada (empresas de servicios públicos, YPF, Fabricaciones Militares y cuarenta empresas del grupo DINIE, así como el reaseguro, los depósitos bancarios y el comercio exterior).

Perón consiguió desarrollar a Argentina emitiendo el dinero necesario de manera correcta , es decir al mismo ritmo en que aumentaba la producción, elevando a Argentina, en un par de años, al rango de potencia económica mundial.

Mientras los europeos (particularmente los ingleses) pasaban hambre, por falta de dinero, los argentinos almacenaban enormes cantidades de carne, muy sabrosa, y trigo, muy ansiado por Europa.

Europa no podía comprar alimentos a Argentina porque no podía pagar porque no tenía divisa. A los países llegaban muy pocos dólares, y por lo tanto no pudieron emitir moneda local (como alemanes o japoneses, nuevos Estados de la Unión) pero los países europeos sortearon la dificultad, aunque ya en los arios 50, con dinero imaginario, exento de la obligación del respaldo (que vigilaba por el FMI) lo cual no sucedió en el Tercer Mundo, por no contar con una banca nacional propia de tal nombre.

La noche del 6 de julio de 1947 (a los dos arios de terminada la guerra) Perón ofreció créditos a Europa.

Los créditos argentinos ofrecidos por Perón incorporaban una novedad en el mecanismo de pagos internacionales, pues por primera vez en la Historia el país vendedor no exigía oro en pago de sus exportaciones, sino la propia moneda. De este modo Europa habría tenido que conseguir pesos argentinos para pagar su deuda a Argentina, vendiendo mercancías a Argentina, lo que aparentemente es un trueque, pero que es algo más que eso, pues por ejemplo Francia, para obtener pesos argentinos, habría cobrado sus exportaciones a Alemania en pesos argentinos, y lo mismo todos los países deudores de Argentina, con lo cual el peso argentino se habría convertido en la moneda de pagos internacionales.

Tras la oferta de Argentina, EE.UU y el FMI, encargaron al general Marshall un Plan para ayudar a Europa (contrarrestar la oferta argentina) y dicho general sugirió que los EEUU (el Gobierno) regalase dólares a Europa (que dicho Gobierno pediría en calidad de préstamos a la Reserva Federal y a los bancos del Círculo Financiero Internacional).

La discriminación que sufre la Argentina al instrumentarse el Plan Marshall resulta un duro golpe pues, a pesar de que los compromisos previos le aseguraban la colocación de una parte importante de su producción agro¬pecuaria, Estados Unidos sólo le otorga un porcentaje reducidísimo: ape¬nas el 2,77 del total correspondiente a América Latina. A esto se agrega la gran sequía de 1949-50: la exportación, que en 1947 había alcanzado a m$n 6.451.000.000 y en 1948, a m$n 6.446.000.000, cae en 1949 a m$n 4.063.000.000.

De este modo, la balanza comercial favorable: m$n 1.088 millones para 1947 y m$n 144 millones para 1948, se esfuma y ahora el resultado es negativo: -629 millones en 1949.

A esto se suman los efectos de la inconvertibilidad de la libra esterlina, sancionada por Gran Bretaña, con absoluto olvido de todos sus compro¬misos, que provoca aquel conocido artículo de Perón, bajo el seudónimo "Descartes", titulado "Así paga el diablo".

El gobierno planificaba pagar las importaciones de Estados Unidos, con las libras acumuladas en Gran Bretaña durante la guerra -solo parcialmente usadas para la compra de los ferrocarriles- pero ante la declaración de inconvertibilidad se encuentra en gravísima situación pues no puede afron¬tar los compromisos contraídos con el país del Norte. A consecuencia de esta situación, en mayo de 1950, la misión Cereijo refinancia deudas co¬merciales con el Eximport Bank por 125 millones de dólares. Perón se nie¬ga obstinadamente a considerar que se trata de un empréstito, sino que lo juzga un plan de pagos para cubrir deudas comerciales, mientras los oposito¬res se complacen en recordarle que él ha sostenido que se cortaría un brazo antes de firmar un préstamo y se burlan llamándolo Venus de Milo.

La economía argentina mejora en 1950 pues las exportaciones aumen¬tan a m$n 5.838 millones y en 1951 a m$n 7.321 millones, pero en este último año se produce una nueva sequía que provoca otra fuerte baja: en 1952, la exportación alcanza apenas a m$n 3.547 millones, provocando una balanza comercial desfavorable de 2.437 millones.

Las dificultades que habían conducido en 1949 al desplazamiento de Miranda, llevan aho¬ra al Plan económico de 1952, de austeridad y reorientación agropecuaria, al tiempo que se desacelera la inflación y el crecimiento industrial. Sin em¬bargo, las balanzas comerciales de 1953 y 1954 tornan a ser favorables: 330 millones de dólares en 1953 y 47,6 millones de dólares en 1954 , lo cual permite evitar endeudamiento e incluso reducir el saldo con el Exim¬port Bank.

Entre 1952 y 1953 cuando la renta agraria diferencial -que bombeaba el crecimiento y la redistribución de ingresos- se achica notablemente como consecuencia de la baja de los precios agropecuarios en el mercado mun¬dial, la recuperación de la economía europea y el acoso constante del im¬perialismo norteamericano que no desea "malos ejemplos" en América Latina.

Pero, en 1955, al producirse el derrocamiento del gobierno peronista y cuando los hombres de la llamada "revolución libertadora" solicitan un informe a Raúl Prebisch, éste da estos valores (en dólares) en materia de deuda externa, que generalmente son repetidos por la mayor parte de los economistas:

Uso de créditos en convenios bilaterales........................... 233.000.000

Importaciones de pago diferido........................................ 409.000.000

Deuda pendiente con el Eximport Bank ............................. 57.000.000

Varios................................................................................ 58.000.000

TOTAL............................................................................... 757.000.000

Estas cifras, sin embargo, han sido impugnadas. Jauretche sostiene que "el uso de créditos en convenios bilaterales es saldo fluctuante, no exigible, que se va compensando con nuevas ventas" y por tanto no puede tomarse como deuda externa. Asimismo, afirma que también es cuestionable tomar las "importaciones de pago diferido" que constituyen un "endeudamiento comercial coyuntural" .

Abraham Guillen, sostiene, a su vez, que la de¬nuncia de los convenios bilaterales, para entrar al multilateralismo, concre¬tada por el gobierno de Aramburu, "significa convertir una deuda comer¬cial, en deuda externa" , y más adelante insiste: "¿por qué creamos una deuda externa inexistente desde el punto de vista jurídico?", apuntando a que los saldos deudores de los convenios bilaterales no eran exigibles, sino que fluctuaban y se compensaban periódicamente con nuevas operacio¬nes. Cafiero, a su vez, impugna las cifras de Prebisch juzgando que las co¬rrectas son notoriamente inferiores.

De las polémicas producidas respecto a esta cuestión, puede concluirse que la única deuda cierta es la que el gobierno mantiene con el Eximport Bank, cuyo monto asciende, en 1955, a 57 millones de dólares, de los cuales "47 millones corresponden a la negociación realizada por Cereijo en 1950 y 10 millones a un préstamo recibido por SOMISA, para la planta siderúrgica de San Nicolás" .

A pesar de estas rectificaciones, resulta habitual en informes y estadísti¬cas la aparición de una deuda externa, a fines de 1955, que oscila entre 600 y 750 millones de dólares. En un cuadro publicado por la revista Mili-tancia figura una deuda externa de 600 millones para 1955, con una llamada que aclara "El IBRD (Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo = Banco Mundial) establece una deuda de 147 millones de dólares, mien¬tras el gobierno peronista, antes del golpe de setiembre de 1955, reconocía solo 99,4 millones) .

Asimismo, un informe de Julio Notta, del 15 de mar¬zo de 1960, señala que al liquidarse los convenios bilaterales "esta resolu¬ción 'creó' automáticamente una deuda externa de 500 millones de dólares...Todo el débito correspondiente al uso de un crédito a pagar en los años subsiguientes se transformó en una deuda exigible de inmediato" 50. Ambas opiniones refuerzan la idea de que, en setiembre de 1955, la deuda externa se reducía al saldo que restaba pagarle al Eximport Bank.

Respecto a la experiencia de ese período 1946-55, Jauretche sostiene que fue el único intento de política económica nacional registrado en nues¬tra historia. Esa política alcanzó, en sus primeros años, resultados impor¬tantes que hoy son incuestionables -redistribución del ingreso, industrialización, nacionalización de empresas- entre los cuales figura el rescate de la deuda externa.

En la segunda época (1952-55) varios factores, como se ha dicho, se conjugaron obligando a una reorientación.

Perón se expresó, en esa última época, en la adop¬ción simultánea de medidas moderadas y avanzadas: entre las primeras, desaceleración del crecimiento con viraje hacia el agro, no modificación de relaciones de propiedad, negociación con empresas norteamericanas en materia de petróleo, Ley de Radicaciones extranjeras (aunque fija un límite de 8% para girar utilidades); entre las segundas: búsqueda del camino lati¬noamericano en la unión con Chile y Brasil, desplazamiento del nacionalis¬mo clerical, intento de desburocratización.

Ernesto "Che" Guevara escribe, el 24/9/55,

“Te confieso con toda sinceridad que la caída de Perón me amargó profunda¬mente, no por él, por lo que significa para toda América, pues mal que te pese y a pesar de la claudicación forzosa de los últimos tiempos, Argentina era el paladín de todos los que pensamos que el enemigo está en el Norte. Para mí, que viví las amargas horas de Guatemala (en junio de 1954), aquello (el golpe del 16/9/55) fue un calco a distancia.”

Los militares argentinos derrocaron a Perón, al que acusaron de incurrir en un excesivo Gasto Público, pues Perón almacenaba los productos del país (en almacenes del Gobierno) que adquiría con billetes que se imprimían al efecto, que el Banco Central de Argentina entregaba al Gobierno en calidad de préstamo, (acumulado solo una Deuda Pública nominal que, como se sabe, no es necesario pagar).

Como se evidenció más tarde, los militares actuaron obedeciendo órdenes , emanadas de sectores representantes del poder financiero internacional, seguidamente recordamos la afiliación argentina al FMI.

En el nuevo mundo financiero de la post guerra, la esterlina consiguió mantener la paridad (considerada como respaldada por dólares) pero sólo hasta las en circulación en ese momento, que de este modo se podían canjear "libremente" a dólares, a cambio los ingleses se comprometieron a olvidar que la esterlina había sido moneda de pagos internacionales, de modo que si deseaban divisa debían exportar, para lo que no estaban preparados. Un par de siglos antes los "ingleses" habían prohibido a los EEUU utilizar el dólar en sus compras al exterior.

En las décadas subsiguientes el endeudamiento externo de Argentina y de los países periféricos en general fue bajo por la escasez de financiamiento internacional.

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