Topónimos mayores
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

¡GUA!, EL INSOSPECHADO ORIGEN DEL LENGUAJE

Alfonso Klauer

 

 

 

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Topónimos mayores

Por topónimos mayores venimos entendiendo acá a los obtenidos del atlas de la Enciclopedia Encarta 2005. Anecdóticamente podemos decir que, para efectos de esta investigación, resultó providencial esa versión, pues aparecía la base de datos de los nombres. Con la edición 2006, habiéndose suprimido esa ventaja al investigador, nos habría sido prácticamente imposible reunir los miles de nombres que alcanzamos a compilar.

Pero, no obstante que la fuente es de un valor realmente extraordinario, por razones de espacio, e incluso quizá de la inaccesibilidad de muchos nombres, queda sin presentarnos miles de nombres, de topónimos menores, que sin embargo forman parte del mundo cotidiano de cientos de millones de personas en los cinco continentes.

El aludido atlas proporciona una lista de casi 2 040 000 topónimos de ríos, mares, islas, accidentes geográficos mayores, ciudades y pequeños centros poblados. Para el caso de estos últimos, que representan más del 80 % de los nombres, sus poblaciones fluctúan entre 300 y 5 mil habitantes. En la práctica, pues, estamos llamando "mayores" a topónimos que muy probablemente apenas si conocen los propios habitantes de cada lugar y los de la periferia más próxima.

Para el caso de Mesoamérica, además de los ya señalados, quién no ha oído hablar de Guadalajara y Guadalupe (= wada) y Guanajuato (= wana), en México. Pero casi desconocidos son sin embargo, por   ejemplo, Guasnill, en Baja California; Uayamón (= waya), en Campeche; Cahuare (= kawa), en Chiapas; o Narigua, en Coahuila de Zaragoza. En Belice, dada la influencia anglosajona, encontramos Kaway Camp (= kawa) y Wamil (~ wama), aunque también Aguacate (= waka). De Nicaragua extraemos como muestra Ariswatla, Wakaban (= waka) y Yagualica (= yawa). Guatemala aporta con Seguachil, Chiguarabal (= wara) y Xororaguá (= rawa). Costa Rica lo hace con Guaria (= wari), Huacalillo (= waka) y Uatsi. A Honduras corresponden nombres como Gualmaca, Apacilagua (= lawa) y Guajiniquil. A El Salvador topónimos como Guaymango, Los Huatales (= wata) y Chiquihuat. Y en Panamá por último puede encontrarse Washout, Las Guacas (= waka) y Sisiguada (= wada).

Al margen de nuestra fuente principal, como topoguánimos menores, hemos encontrado por ejemplo Tequexquinahuac (= junto al salitre, en náhuatl) y Qulahuac (= charco de lluvia en lo alto, también en náhuatl), ambos, junto con una veintena adicional, en Ciudad de México. Así como Sihuatán (= lugar de mujeres, en náhuatl), en Honduras.

De las Antillas pueden acá ofrecerse como muestra los siguientes nombres, empezando por Cuba: Guanal (= wana) y El Guano (= wano), en Camagüey. ¿Debe pensarse que de raíz lingüística quechua, siendo además que esos nombres están repetidos hasta la saciedad de un extremo a otro de la isla? Jaguar (~ yawa). ¿Diríase, como postula el DRAE, que este nombre fue tomado del guaraní? Guaso. ¿Debe pensarse también que fue adoptado del campesino mundo del extremo meridional de Sudamérica? Y Siguaguaco. ¿Quizá por adopción del "wawa" (= niño de pecho, en quechua), o quizá como homenaje a los reputados huacos peruanos? Jamaica, con impronta anglosajona, nos presenta Cowans y Ewarton, aunque también un menos transformado Agualta Vale. De la lista de Puerto Rico hemos traído acá Caguas y Caguax(= kawa) y Guaypao. En el caso de República Dominicana Guacayo (= waka) y Guaco (= wako). ¿Se dirá también para ambos casos que por influencia del mundo andino? Pero asimismo Los Guaraguaos (= wara) y El Guano (= wano), ¿Acaso también quechua este último, que tiene la particularidad de estar repetido seis veces en esa parte de la que fue la isla La Española? Y de la fracción menor de esa misma isla, con inocultable acento lingüístico francés, nos llegan de Haití Jouanau, Kadroual y Wacacou. Respecto de este último, ¿puede obviarse sospechar en él la presencia del mismo "huaca" sobre el que cada vez tenemos más dudas respecto de su extirpe quechua? Barrouallie nos llega de San Vicente y Las Granadinas. Rouarné, de Santa Lucía. Guarda, de Santo Tomé y Príncipe. Y, desde Trinidad y Tobago, Guayaguayare (= waya) y Guaico (= huayco). Qué duda cabe que este último es fonéticamente idéntico al "huayco" con que en los Andes se nombra las destructivas avenidas de lodo y piedras que caen de la cordillera en temporada de lluvias. ¿Podemos imaginar que fue adoptado llevándolo del mundo andino?   Wattices nos llega de las Antillas Británicas. Wallis de las Antillas Francesas. Y Wanapa, que mal puede suponerse que es una voz quechua o aymara, de las Antillas Holandesas.

En lo que a reguánimos existentes cuenta, además del ya citado Siguaguaco, Cuba aporta con La Guagua y Caguagua, entre otros.

México, además de Chihuahua, lo hace con Huahuaxtla y Ahihuahua, dentro de un conjunto de 15 nombres con esa característica. Nicaragua con Nauawás y Wawasang, como parte de seis reguánimos. Y Honduras con Awawas.

Es decir, hasta aquí, no hay un solo rincón de Mesoamérica ni de Sudamérica que deje de aportar voces al universo del /ua/. Pero hasta aquí, también, hay indicios suficientemente solventes como para que la Real Academia Española reformule la paternidad de muchos de los vocablos que el español ha tenido que adoptar de América.

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