Topoguanimia en las islas Británicas
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¡GUA!, EL INSOSPECHADO ORIGEN DEL LENGUAJE

Alfonso Klauer

 

 

 

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Topoguanimia en las islas Británicas

Al norte de Francia, Inglaterra presenta 625 topoguánimos, Gales 54, Escocia 153 y la isla de Irlanda 45. Escocia entrega nombres como Gualachulain, Guay, Uachdar y Uags. Gales, otros tales como Gwaenysgor, Gwalchmai y Llangua. Inglaterra por su parte nos brinda topónimos como: Guarlford, Iwade, Ware y Wass. Y de la isla de Irlanda puede mostrarse: Guaire y Mowhan. Sin ninguna duda muchos topónimos anglosajones deben esconder viejas raíces como aquellas que hemos visto reiteradamente. Sin embargo, no nos ha sido posible desentrañarlas.

Península Ibérica

Como se vio en el Gráfico Nº 28, la península Ibérica muestra una densidad de topoguánimos menor que el norte de Francia, Ale- mania e incluso Polonia. ¿Es ésta pues una excepción a la regla, más o menos equivalente a la de Rusia y la mayor parte de los países eslavos, que hemos obviado, porque en ellos la cantidad de guánimos es irrelevante?

Consideraciones sobre antroponimia española y cambio lingüístico

Iniciemos sin embargo la revisión con el caso de los antropónimos españoles. Hemos reunido una significativa relación de 10 146 de ellos. Apenas 78, esto es, el 0,8 % de los mismos, puede considerarse como antropoguánimos puros. El listado, como está dicho, aparece en el Anexo Nº 32. Posteriormente hemos encontrado sin embargo un apellido como Guarner, nada menos que de un especialista en toponimia: Manuel Sanchís Guarner 72. Debe haber pues muchos más.

Gráfico Nº 32 -Lascaux   Hay apellidos con raíces ya familiares como Araguas (= arawa).

Veragua (= rawa). Eguaras, Guara y Guaras (= wara). Guanes (~ wana).

Pangua (= panwa). Yanguas (~ yawa). Y Yeguas (= yewa).

¿Ese insignificante 0,8 % muestra que el grupo constituye una excepción? Sí. Pero también muestra la presencia de aquellas viejas raíces. E insinúa, entonces, que la gran mayoría restante es más reciente, resultante de la creación de nombres, de cambios lingüísticos y fonéticos y de alteración de grafías que, en el caso de España, se han operado fundamentalmente en los últimos cinco siglos.

Pero en la formulación de los nombres más recientes y en la reformulación de los antiguos, particularmente entre las elites de Occidente, han influido también valoraciones ideológicas, entre las que mucho ha contado el generalizado desprecio efectivo por lo antiguo, lo arcaico, lo "aborigen", lo "bárbaro", como una de tantas herencias del imperialismo romano. Una de esas creaciones "bárbaras", que tras pasar por el desprecio, terminó en el olvido, habría sido precisamente el /ua/.

En el proceso de creación de nombres, tanto para el caso de antropónimos como de topónimos, tras aquellos de más remota extirpe, los guánimos puros, habrían aparecido pues los impuros. Y resulta obvio que, en coherencia con el crecimiento poblacional, éstos pasaron a ser más numerosos que aquéllos. Como en efecto se demuestra en el caso de los apellidos españoles, del tipo de Astordua, Barua, Albisua, etc., que dentro del conjunto son 131, esto es, el 1,3 %. Esto es, nada menos que 62 % más numerosos que los antropoguánimos puros.

En algún momento se produjo la aparición del sonido / ue /. A partir de allí empezaron a crearse muchos nombres con esa voz. Más reciente, más "prestigiado", pasó a ser entonces más utilizado que el /ua/. E incluso, en muchos idiomas, a suplantarlo allí donde ya estaba.

Así, en alemán, por ejemplo, "durchbläuen" (= golpear) procede etimológicamente de "bliuwan" (= fustigar) 73.

Pero, en trance de sustitución, muchos nombres todavía nos son presentados en diversas partes del mundo tanto como guánimos y como güéninos. Es el caso de la lengua Cawai, de Nigeria, a la que también se reconoce como Cawe; o de su variante Chawai a la que a su vez de reconoce como Chawe. Es asimismo el caso de la lengua de India Hualngo, a la que también se llama Whelngo; de la lengua Akewara de Brasil, también denominada Akewere; de la lengua Wayto de Etiopía, también llamada Weyto; o el caso de Mentawai, lengua de Indonesia que también se nombra Mentawei.74.

Pero también es el caso de la ciudad de Marruecos llamada Tetuán, a la que igualmente se le reconoce como Xauen 75. En el caso de la lengua Kakauhua, de Chile, el proceso aparentemente ha sido inverso.

Porque en efecto se nos dice que antes era nombrada Kaukaue y Cacahue. Pero es posible sin embargo que con Kakauhua no se haya hecho sino volver a la forma originaria. Lo que también habría ocurrido con Huaiquilaf (= buena lanza 76), presentada hoy como Weikilaf.

Los cambios fonéticos permitieron al /ue/ hacerse de un mayor espacio. Josep María Albaigès sostiene por ejemplo que, en España, la pronunciación de la /o/ larga del latín fue deformándose hasta quedar convertida en / ue / 77. Así, parece claro que Osca fue sustituido por Uesca que finalmente aparece como Huesca. Del mismo modo que "hórtos" fue sustituido por "huertos".

Pero los cambios fonéticos no sólo sacrificaron a otras voces en beneficio de /ue/. Sacrificaron también a los "güénimos" puros en beneficio de los impuros. En el caso de Uessetania o Suessetania, un topónimo desaparecido, citado por Plinio el Viejo para un área de los Pirineos de ocupación íbera prerromana, Rizos Jiménez sostiene que la forma escrita fue castellanizada, aragonesizada, catalanizada y latinizada 78. Mal podría extrañar entonces que la segunda de las voces haya sustituido a la primera. En cuyo caso, específicamente: "Ue" J "Sue".

Y, genéricamente "ue" J "—ue".

Este último parece ser el caso de muchos de los antropónimos contenidos en la Biblia. Si bien fue escrita en Medio Oriente, en su mayor parte en hebreo, pero con partes en arameo, entre el 900 aC y el 100 dC, la versión que masivamente se ha difundido en el mundo surgió tras el Concilio de Hipona, en el 393 dC, con clara impronta europea, e históricamente pues reciente. Entre los nombres más antiguos se encuentran güénimos impuros como Jueces, Josué y Samuel.

Pero además se han dado cambios gráficos de enorme significación e impacto. Harto se ha dicho que, con la aparición de la tipografía, inadvertida e involuntariamente, muchísimas "u" de los manuscritos, mal leídas, o ambiguamente escritas, fueron suplantadas con "v" por los tipógrafos. Es posible que ése haya sido el caso de la palabra latina "uallem" que derivó en "valle" 79. Y del topónimo catalán Casas Nouas, que hoy aparece como Casas Novas 80 o, en español, Casas Nuevas.

Mas la transformación gráfica ha sido todavía más radical. No solo los "ua" y "ue" fueron convertidos en "va" y "ve", sino que muchos terminaron en "ba" y "be". Como indica Sergio Zamora, compilador de Origen del español, la sustitución de la "v" por "b" quedó consolidada durante el trascurso del siglo XVI 81.

Se sostiene por ejemplo que el apellido francés "Couard" (= miedoso) habría dado origen a la voz española "cobarde" 82. Y de hecho, pero sin explicitar que se trata de un apellido, el DRAE 83 reconoce el mismo origen. La evolución habría sido pues: couard J couarde J covarde J cobarde Pero los siguientes ejemplos son sin duda emblemáticos. En el Poema de Mío Cid (del año 1140 aprox.), aparecen "llegaua" y "caualgó" para las voces que hoy presentamos y pronunciamos como "llegaba" y "cabalgó" 84. Y en una transacción registrada en 1252, entre caballeros de la Orden del Temple y el municipio de Cáceres, en España, intervino entre otros don Ximen Sancho Caualleros 85. ¿Ese "caualleros", de hace casi 800 años, es el mismo "caballero" de hoy?   Gráfico Nº 33 Carátula de Don Quijote Sí. Juan Manuel en 1326 escribió una novela titulada Libro del cauallero et del escudero, título que despeja cualquier duda.

Tres siglos más tarde, para cuando se publicó la primera edición del Quijote, "Ceruantes", que devino "Cervantes", habla todavía del ingenioso "cauallero" Don Quixote de la Mancha.

¿Cabe ahora alguna duda de que el más moderno y opaco "caballero", ha desplazado a un más antiguo y transparente "cauallero"? Obviamente "cauallero" derivaba de "cauallo". Así resulta revelador desentrañar que, en español, hasta hace poco tiempo, tanto el nombre del macho como el de la hembra de los equinos formaban parte del mundo del /ua/: "cauallo" y "yegua". Yfundadamente sospechamos ahora que, en su primera versión, antes de la aparición de la escritura, eran pues /cawayo/y /yewa/.

Es decir, para el actor principal, se dio la transformación: "cawayero" J "cauallero" J "cavallero" J "caballero". Para el actor secundario: "cawayo" J "cauallo" J "cavallo" J "caballo". Y para el testimonio: "nowela" J "nouela" J "novela". Quizá ningún capítulo estelar de la historia de la evolución lingüística haya sido pues tan agitado como ése.

Otro ejemplo de la transformación "ue" J "ve" nos lo ofrece la Crónica General de Alfonso X, el sabio (siglo XIII). En ella aparecen "uenciera" y "uez" que hoy presentamos como "venciera" y "vez" 86.

Por su parte, Juan de la Cuesta, el famoso editor de Miguel de Cervantes, en el siglo XVII, hablando de Don Quijote y otras obras monumentales de la lengua española, escribía "nouelas exemplares" 87.

Bien se sabe que hoy decimos "novelas ejemplares".

Por sorprendente que pueda parecer, sospechamos que "bárbaro", una voz tan manida en los últimos dos mil años de historia, eventualmente escondería también un viejo guánimo: "warwaro". Será sin embargo en otro contexto del desarrollo de este texto que aparecerá como más verosímil esta hipótesis.

Sobre la transformación "ue" J "ve" J "be" no hemos encontrado ejemplos. Sin embargo, con los antecedentes mostrados, bien se puede plantear que ése pudo ser el caso de una voz tan conocida en el español de hoy: bebe. La Real Academia la reputa derivada el francés "bébé", pero eventualmente pasó pues por el siguiente proceso: wawa J wewe J ueue J veve J bébé J bebe En los apellidos españoles también habrían quedado plasmados saltos lingüísticos similares. No solo en mérito a los cambios fonéticos y gráficos. Sino, en adición, a la práctica de usar el nombre del padre, el patronímico, para dar forma al apellido del hijo. Véase el siguiente ejemplo que en sus dos primeros tramos es hipotético: Ywa J Ywán J Iuán J Iván J Ibán J Ibán (patron.) + ez (= hijo de) J Ibáñez En síntesis, hay abundantes y solventes razones para sostener que gran parte del mundo del /ua/ ha sido desplazado y sustituido por otras voces, incluido el /ue/. De allí que, entre los apellidos españoles por ejemplo, mientras un total de 209 pertenecen al mundo del / ua /, tanto puro como impuro, 597 son parte del mundo del /ue/.

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