Etnoguanimia norteamericana: casos especiales
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¡GUA!, EL INSOSPECHADO ORIGEN DEL LENGUAJE

Alfonso Klauer

 

 

 

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Etnoguanimia norteamericana: casos especiales

Entre los nombres que acabamos de presentar de las principales lenguas y etnias de Norteamérica, aparecen cuatro en los cuales vamos a detenernos un instante: Siouan, Huaca, Mitmac y Yana.

El pueblo y la lengua Siouan, que también son registrados en la Historia con las voces Sioux y Siux, a principios del proceso colonizador europeo fueron nombrados por los franceses como "nadouessioux".

Con esta influencia, los nativos algondinos empezaron a llamar a aquéllos como "nátowéssiwak". Es decir, a diferencia de los franceses, las dos etnias nativas mostraban proclividad a pronunciar el /ua/. Ello, por lo menos a la luz de los numerosísimos antecedentes de los que se ha dado cuenta, puede ser afirmado con razonable grado de certeza.

En cuanto a Huaca, los consistentes, reiterados y ubicuos antecedentes revisados permiten asumir que es la misma "voz" a la que el DRAE reputa como de origen quechua. Pero el hecho de que se trate de la misma "voz" –igual continente lingüístico–, no implica que el significado, el contenido lingüístico sea, necesariamente, el mismo. Aunque puede serlo. La antropología y la etnolingüística norteamericana tienen la palabra.

Mitmac, por su parte, da lugar a la siguiente reflexión, a pesar de que no forma parte del fonético mundo del /ua/. Es gráficamente idéntica a una de las variantes en que se presenta la voz "mitimae" en el mundo andino –pues también se presenta como mitmat, mithma, mithima y mitmaqkuna 35, es decir, en mayoría con la raíz "mit–". Mitimae es el nombre que daban los inkas a los pueblos que trasplantaban. Tanto a los del propio pueblo inka que eran llevados a neutralizar y espiar a los pueblos dominados. Como a los de éstos cuando eran desterrados a lejanos confines. Recibida la orden imperial, unos y otros, como flechas, salían disparados en diferentes direcciones.

La voz "mit" no es sin embargo muy frecuente en quechua. Está presente en 14, de un conjunto de 3 600 voces 36. Llama pues poderosamente la atención encontrarla a tantos miles de kilómetros de distancia.

Sin embargo, la sorpresa se atenúa revisando el diccionario náhuatl. En efecto, la raíz "mit" –en la forma "mitl", típica de ese idioma que tan profusamente se difundió en México y otras partes de Centroamérica–, la hemos encontrado dentro o como terminación de 81 vocablos. Como sustantivo, "mitl" significa flecha 37 en náhuatl, en curiosa coincidencia con la idea que acabamos de esbozar en el párrafo precedente. En todo caso, queda claro pues que "mit" no es una voz exclusiva de Norteamérica.

Y asimismo, podemos señalar que sigue afianzándose, aunque de modo todavía indiciario, la sospecha de que el común denominador de las lenguas americanas no sería pues solo el sonido /ua/. A esta altura podemos asumir que, siendo más complejos, también lo serían, por lo menos: /uak/ = /wak/ : "guaca/o", "huaca/o", "uaca/o", "uaka/o", "waka/o" y "waqa/o"; /uan/ = /wan/ : "guana/o", "huano/a", "uana/o" y "wana/o"; /uat/ = /wat/ : "guata/o", "huata/o", "uata/o" y "wata/o", y; /uab/ = /wab/ : "guaba/o", "huabo/a", "uaba/o" y "waba/o".

Una investigación lingüística especializada puede demostrar que con "mit" puede haber ocurrido otro tanto, aunque seguramente en un menor nivel de incidencia. Y quizá asimismo con otras voces. Y hasta con muchas.

El caso del nombre de la lengua norteamericana Yana abunda todavía más en esa razonable sospecha. "Yana" (= negro, en quechua), sí es una voz muy frecuente en el vocabulario de los quechuahablantes.

Con ese nombre, pero también con el de yanakuna, se identificó en el mundo andino, en especial durante el Imperio Inka, a los campesinos en general, y en particular a aquellos que estaban al servicio de otro; pero también a los auxiliares de servicio y a quienes prestaban servicio doméstico. Bien entrado el siglo XX, en las zonas agrícolas del Perú seguía utilizándose las voces "yana" y "yanacona". Cómo no habría de sorprendernos pues encontrarla en el mundo ancestral de Norteamérica.

En la mayor parte de América Central y de Sudamérica todas las lenguas nativas sufrieron el fortísimo impacto del español. En cinco siglos cientos de lenguas han sucumbido, algunas sin dejar rastro alguno. Y ninguna de las sobrevivientes ha podido prescindir de incorporar a su léxico voces hispanas o de otra extirpe pero impuestas a través del español. Es incluso posible que en algunas lenguas supérstites más sean las voces foráneas que las nativas.

Pero además no han podido evitar que sus voces nativas, sea en versión españolizada o en versión autóctona, sean representadas con la grafía característica del idioma dominante. De allí que mayoritariamente los / ua / nativos de Meso–Sudamérica aparecen como "gua" y "hua". En los espacios donde hubo dominación francesa nos son presentados con "ua". Y allí donde la hegemonía fue anglosajona, con "wa".

Por paradójico que resulte, puede asumirse adicionalmente que el subdesarrollo material y civilizatorio de esta gran parte del mundo debe haber contribuido a que subsistan muchísimos topónimos ancestrales, sobre todo en las áreas a las que menos atención han prestado los poderes dominantes. Con esa hipótesis en mente, puede a su vez esperarse que, por el contrario entonces, no sea tan intensa la presencia del /ua/ en la híper desarrollada Norteamérica.

Sin embargo, el conjunto de los guánimos primarios encontrados en ese enorme espacio del mundo es el siguiente: Cuadro Nº 4 / Guanimia norteamericana Guánimos EEUU Canadá Alaska Comunes Total Topónimos mayores (en Anexo Nº 1) 4 129 417 52 4 598 Topónimos menores (en Anexo Nº 16) -94 94 Flora, fauna, y otros (en Anexos Nº 3 a 7) 4 -4 Topónimos desaparecidos (en Anexos Nº 8) 1 1 Topónimos sustituidos (en Anexos Nº 9) 1 1 Antropónimos norteamericanos (Anexo Nº 22) 135 135 Antropónimos / Personajes (en Anexo Nº 11) 1 -1 Etnónimos / Etnias y lenguas (en Anexo Nº 12) 42 5 4 51 Total 4 313 516 52 4 4 885 El Gráfico Nº 14 (en la pág. siguiente) que presenta las distintas densidades de topoguánimos en el territorio, llama la atención por el hecho, aparentemente paradójico, de que precisamente en el área de mayor desarrollo, y asiento de las primeras colonias de inmigrantes europeos, la densidad sea la más alta.

4 885 guánimos resulta una cifra muy superior a cuanto habíamos esperado. Diremos así, una vez más de modo anecdótico, que como la progresión en que estamos presentando la evidencia empírica es la misma con que emprendimos la tediosísima búsqueda, este hallazgo constituyó un impulso revitalizador enorme.

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