BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

Comunidades Productivas: Asociatividad y Producción en el Territorio
 

Luis Ramón Valdez

 

 

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Aproximación Histórica-

Fuera de la industria azucarera, el proceso de transformación capitalista de la sociedad dominicana fue un fenómeno fundamentalmente urbano, de hecho la lógica del capital es esencialmente urbana, lo que explica entre otras cosas, el crecimiento exponencial de la población dominicana al entrar el siglo XX y subsecuentemente en las décadas posteriores, como puede observarse en el gráfico siguiente:

Es importarte aclarar, que las propuestas sobre la industrialización en República Dominicana se formularon sin contar claramente con las características del tejido productivo que se forjaba en el territorio dominicano. La denominada estructura industrial se condensó en los principales polos poblacionales, con énfasis en la capital de la República, con impactos muy marginales en el resto de la estructura territorial y productiva nacional.

Varios compiladores e investigadores de la historiografía nacional coinciden en señalar que los primeros precedentes de industrialización en República Dominicana llegaron con la incorporación de capitales que fueron estimulados y atraídos para la producción azucarera57, también señalan varias razones, entre las cuales indican: el incremento de los precios internacionales del azúcar y los incentivos fiscales ofrecidos por los gobiernos de la época; por ejemplo, en 1880 se dictó “una nueva ley para regular la creación de las llamadas Juntas de Agricultura, las cuales tenían la obligación de recomendar reducciones de impuestos…”58 en otras palabras los incentivos fiscales y la existencia de abundantes tierras estimuló la entrada de capitales fundamentalmente norteamericanos y cubanos59. De esta manera, en menos de siete años (1875-1882) había 21 ingenios operando en el país, todos funcionaban con máquinas de vapor y algunos contaban con ferrocarriles60. Un elemento relevante es que estos capitales no sólo llegaban por los “estímulos” nacionales, hay que tomar en cuenta, la situación de inestabilidad política existente en Cuba por la guerra de los diez años (1868-1878) contra España, en el contexto de la conquista de su independencia política, que forzó la emigración de capitales de aquel país. Este hecho, inició el proceso de transformación del carácter rural que hasta ese momento tenía la sociedad dominicana y forzó las condiciones para configurar el aparato legal que implicaría una transformación del régimen de propiedad de la tierra, elemento importante en el proceso de asentamiento de la industria de la caña de azúcar.

Previo a la ley promulgada por el gobierno de Ulises Hereaux, ya durante el gobierno de Ulises Francisco Espaillat -1876- se promulgó la “Ley sobre la concesión gratuita de terrenos del Estado” y que en su artículo Uno esta ley declaraba que “los dominicanos tienen el derecho de ocupar el terreno del Estado que no esté habitado por otro, para sembrar principalmente en él caña de azúcar, café , cacao, algodón tabaco y otros frutos mayores” 61 en otras palabras se creaban las condiciones para la entrada de la industria azucarera; y con esta industria se insertó en lo formal el capitalismo industrial en República Dominicana y esta inserción se realizó de manos del capital extranjero.

La más relevante de todas estas leyes fue la promulgada por el gobierno de ocupación estadounidense en Julio de 1920 se trató de la “ley de Registro de Tierra” que implantó el sistema inglés de mensura catastral, para favorecer a los dueños de los ingenios, y facilitar de este modo la expansión del capital, facilitando la acumulación a través de la expoliación de la tierra comunera. Para tener una idea del impacto de la ley: los ingenios poseían en 1915, 452 mil tareas de tierra y en 1921 ocupaban 2.7 millones de tareas62, es decir aceleró el proceso de ocupación de las tierras por parte del capital agroindustrial. Toda la producción estaba destinada al mercado externo, ya previamente ocurría algo similar con los cultivos comerciales de café y tabaco que estaban también destinados al mercado exterior, por lo que según señala Cassá “se creó una larga tradición histórica que abría la formación social hacia el exterior y que contribuía al surgimiento de sector industrial”63.

De todas maneras la irrupción del capital extranjero en la producción agroindustrial del azúcar y la ampliación de la inserción en el mercado mundial en los años 80 del siglo XIX “trajo consigo un aumento del excedente que circulaba al interior de la formación social” 64 este autor señala que esta situación provocó que sugieran manufacturas dispersas en algunos renglones artesanales vinculados a productos primarios abundantes y baratos: “De la acumulación de capitales en torno a la exportación de tabaco se desarrollaron procesos de manufactura dispersa y centralizada para la fabricación de artículos de diversas ramas. La disponibilidad de melaza y la ampliación de los intercambios mercantiles impulsaron el surgimiento de manufacturas de bebidas, lo mismo es aplicable a artículos como el jabón, calzado, muebles hechos con las maderas preciosas del país, etc.” 65 Se trató de una industria de valor agregado limitado, de producción a pequeña escala, con un desarrollo tecnológico muy escaso, con cierta vinculación de algunos servicios y por demás sometida a una fuerte competencia por parte de la manufactura importada. Esta situación se agudizó después de la promulgación de la ley sobre aranceles del 1919 por el régimen de ocupación norteamericano.

La inserción de la economía dominicana en el mercado mundial y el excedente circulante que trajo consigo, posibilitó el desarrollo de las manifestaciones manufactureras señaladas anteriormente, vinculadas al abastecimiento provisto por los insumos primarios que predominaban en el país o a una expansión del consumo, que viabilizaran su producción interna para llenar parte de esa nueva demanda66, el propio Cassá señala más adelante, se trata de una industria simple, de producción en pequeña escala de artículos pocos elaborados, con un desarrollo tecnológico extremadamente exiguo67.

El sector industrial nacional se estructuró a partir del excedente que generaba la producción agro exportadora, es por esto que la crisis económica del 1929 no estimuló el crecimiento industrial, sino que lo contrajo, la poca demanda se paralizó puesto que dependía del excedente generado por el comercio exterior. Y esta crisis empieza a ser superada una década mas tarde; no obstante, se trató de un proceso limitado, aunque persistente, de instalación de unidades de tipo industrial en República Dominicana desde el ultimo cuarto del siglo XIX hasta principios del siglo XX, que implicó incluso cierta adecuación del marco jurídico para facilitarlo. De todas formas, algunos intelectuales locales plantean que es en la década del 40 del siglo XX, ya dentro de la era de Trujillo, cuando realmente se advierte una “ola” de industrialización en la nación dominicana.

Para Cassá la primera “ola” de industrialización ocurre en los años 40 apoyada en la Ley de Franquicias industriales68, y una serie de leyes posteriores que más bien irían adecuando la estructura legal a los fines de acomodarla a los intereses del dictador, acólitos y allegados. Una iniciativa previa fue la Ley 672 de “Franquicias Industriales” promulgada el 19 de Abril de 1934, esta ley ofrecía incentivos especiales a las inversiones industriales, que tenían el propósito de crear nuevos empleos y que procesaran materiales nacionales, sin embargo, no pudo ser ejecutada pues las deducciones de impuestos que contemplaba estaban prohibidas por la Convención Dominico Americana del 192469,

La Ley 830 de Franquicias Industriales y Registro de Industrias del 13 de Febrero del 1935, fue la continuación del esfuerzo anterior, esta ley limitaba la aplicación de exenciones impositivas a cinco años. Malograda también, tuvo como logro importante el hecho de que permitió la institucionalización de las estadísticas industriales, inexistentes hasta ese momento y motivó la creación de la Secretaria de Comercio e Industria, organismo encargado de aplicar esta Ley, la cual fue abolida en Agosto del 1936, por las mismas razones que la anterior70.

La Ley de Registro de Industrias de Agosto de 1936, sustituyó la anterior, quedándose con lo aprovechable de la misma, esta ley separó el registro de industria de la Ley de Franquicias Industriales, y enfatizó la obligación de brindar información al Estado dominicano para preparar las estadísticas industriales.

No obstante, la ley que permitió consolidar el poder que la dictadura asumía en el sector de la siembra e industrialización de la caña de azúcar fue sin lugar a dudas, la Ley 2236 de Franquicias Industriales y Agrícolas del 16 de Enero de 1950 fue promulgada con el propósito de favorecer el establecimiento de nuevas industrias dedicadas al procesamiento de materias primas producidas localmente, particularmente aquellas provenientes de los sectores agrícolas y ganadero. Esa ley favoreció la inversión trujillista en los ingenios de azúcar, y por lo cual la misma dispensó de impuestos la "importación de rias, equipos y materias primas" al igual que otros gravámenes durante 20 años. Esta fue producto de la experiencia dejada por las leyes No. 672 y No. 830 señaladas anteriormente.

Era evidente que la dictadura deseaba empujar un proceso de industrialización que transformara el perfil eminentemente agrícola y rural de República Dominicana, ahora bien, este proceso se hacía alrededor de las inversiones del dictador y los sectores situados en su ámbito cercano. Puede afirmarse que no existían las condiciones políticas como para que la iniciativa capitalista individual creciera y prosperara sin contar con la colaboración o anuencia del régimen. Tan importante como las leyes era el sistema de contratos, exoneraciones y exenciones que de manera administrativa permitían el forjamiento de un débil, pero incipiente sector industrial. Más que evidente era el hecho de que el Estado en ese momento articulaba leyes que impulsaron este desarrollo, en beneficio de la fracción trujillista, alcanzando en algunos renglones carácter cuasi monopolista71.

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