BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

Comunidades Productivas: Asociatividad y Producción en el Territorio
 

Luis Ramón Valdez

 

 

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Cambios en la Noción del Tiempo y el Espacio

La abundancia de terrenos comuneros 180 y toda la estrategia para su eliminación indican la subsistencia de relaciones no capitalistas en estos espacios-territorios dados por el intercambio de mercancía, estas relaciones eran de carácter mercantil simple {mercancía -dinero- mercancía} en muchos casos el trueque y la producción para autoconsumo; mientras por otro lado, la lucha del capital era vigorosa por imprimir su lógica al resto de la economía. Es aquí que con el advenimiento del capital vinculado a la producción agroindustrial azucarera, aparecen categorías desconocidas en la ruralidad dominicana, como zafra / tiempo muerto, horario / jornales, junto a la cantidad de producción material para la valorización de los salarios, y de esta manera es cuando la noción espacio-tiempo se va transformando.

La noción espacio-tiempo adquiere sentidos diferentes en función de la cultura de los sujetos y el desarrollo socioeconómico del territorio. En ocasiones el espacio actúa sólo como soporte material de las actividades y el tiempo se percibe como una noción abstracta con un impacto limitado, pero específico sobre la realidad concreta, para el caso de los espacios rurales no capitalistas a que hacemos referencia. Esta noción va mutando con el impacto del capital sobre el territorio y los medios de producción, esta noción del tiempo en el Capital presenta diferencias claras con la noción del tiempo de las economías de auto consumo, donde el tiempo se fija en función de los ciclos de cosecha, pues sólo una ínfima proporción de los productos es comercializada a cambio de dinero. El dinero coexiste con las demás mercancías como medio de intercambio, pero sin servir de forma de atesoramiento.

El tiempo cae aquí en una concepción que no representa un fenómeno de valoración del trabajo, puesto que ni la fuerza de trabajo ni el tiempo son considerados mercancías; entonces desde la perspectiva del capital existe una infravaloración del tiempo, esta concepción señala una contradicción entre la percepción del tiempo en el capital y la de los pobladores de los espacios-territorios con lógicas de producción no capitalistas181.

En el último cuarto del siglo XIX el tabaco experimentó un alza en su exportación dado su alto nivel de productividad, la estabilidad de su comercio determinó un ritmo ascendente. La circulación de capital favoreció la articulación del Cibao con las ciudades de Europa. El proceso de transición se da en un contexto donde la reproducción de las relaciones sociales se realiza en el marco de una inserción parcial en el mercado mundial capitalista, a través del proceso de valorización (exportaciones de productos, importación de maquinarias e insumos) de la agroindustria, fundamentalmente azucarera, altamente dependiente del capital foráneo y del mercado norteamericano para la realización de gran parte de su producción. Este proceso se lleva a cabo en el contexto de un sector no capitalista importante, encabezado por pequeños productores agrícolas, que desempeña un papel relevante en la producción de productos de necesidad básica para las mayorías, pero desarticulado del resto de la dinámica económica.

La actividad productiva de explotación mercantil configuró un nuevo carácter de apropiación de la tierra en el territorio, producto del nuevo tipo de relaciones de producción que se tejieron junto a las nuevas formas de la propiedad, lo que tendió a modificar las relaciones ínter sujetivas. El territorio entonces, configura sujetos junto a la actividad productiva conformando patrones culturales específicos que van dando forma al tejido social.

La actividad productiva de explotación mercantil del tabaco, el cacao y del café va configurando el nuevo carácter de la apropiación de la tierra en el territorio, en las llanuras de las provincias del Cibao, mientras que la producción mercantil del azúcar provocó un influjo similar aunque mucho más acelerado y con formas más violentas en algunas provincias del sur y del este del país.

Serulle y Boin refiriéndose a este fenómeno señalan que “la fisonomía de desarrollo de cada región varía según el grado de desarrollo de las fuerzas productivas alcanzado en las ramas agrícolas e industriales en que estas regiones se han especializado, según el tipo de explotación que predomina en esas ramas182”. Es importante señalar que la existencia de mano de obra asalariada no definió la concreción en obrero o proletario de la totalidad de los trabajadores de la industria azucarera. Básicamente el trabajador agrícola provenía del campesino que combinaba esta actividad con la producción de autoconsumo183. Aunque el campesino dominicano tenía una vinculación fragmentaria y marginal con la industria azucarera184 lo que provocó una escasa proletarización de la masa campesina dominicana185. Este impacto fue desigual en función de la menor o mayor presencia de este tipo de actividad agroindustrial. Este impacto limitado del modelo agro exportador no contribuyó al desarrollo de un mercado interno ni a dinamizar otros sectores industriales, de hecho este modelo se nutría precisamente de las relaciones no-capitalistas existentes186 .

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