BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

LA RELACIÓN GLOBAL-LOCAL: SUS IMPLICANCIAS PRÁCTICAS PARA EL DISEÑO DE ESTRATEGIAS DE DESARROLLO

Carlos Barrios Napurí
Ulises Castro Álvarez
Lorena G. Coria
Mario González Arencibia
Remedios Martínez Verdú
Leopoldo Taddey Díez
 

 

 

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Conclusión

La globalización, en tanto proceso que busca simultáneamente formar un solo espacio de mercado y múltiples territorios de producción, contiene fuerzas que empujan la diseminación territorial de segmentos de variadas cadenas de valor, al tiempo que hace surgir fuerzas de descentralización, así como de centralización y concentración. Dada esta combinación de efectos, puede afirmarse que la globalización estimula el surgimiento de procesos de crecimiento local, lo que no significa que estimule también procesos de desarrollo local.

Lejos de la creencia generalizada en el sentido de que había que mantenerse al margen para preservar la identidad de una región, Becattini y Rullani (1993,19) plantean que, por el contrario, “los sistemas locales que se han revelado mayormente vitales y capaces de conservar la propia identidad tradicional han sido justamente aquellos que han aceptado el reto de la apertura al exterior y de la valorización de su saber contextual en redes globales”. De acuerdo con el papel que cada lugar juega en el circuito de los conocimientos, podría pensarse en una gran red mundial que ubicaría cómo se ha dado la interconexión entre localidades y regiones, a la vez que nos mostrara en dónde no se ha dado tal proceso.

Participación y Desarrollo constituyen dimensiones estrechamente relacionadas. Las propuestas de desarrollo local crean la posibilidad de fortalecer el contexto de la participación, especialmente si se toma en cuenta la existencia de “voluntades políticas” que privilegian las alianzas y consensos dentro del contexto geográfico de los municipios. El escenario participativo que instala la gestión asociada para el desarrollo define una metodología particular que subsume e integra visiones e intereses contrapuestos en acuerdos, negociaciones o concertaciones; en la que el diseño de estrategias y acciones conjuntas definen modelos de gestión cogestionarios y asociados.

Frente a la creencia más o menos generalizada de que habría un absoluto predominio de las tendencias globales, la reacción de muchas regiones y localidades fue la de reforzar sus valores culturales y sociales propios, a partir de los cuales se ha desarrollado una vigorosa ofensiva económica que no sólo les ha permitido alterar la geografía productiva mundial, sino también establecer una relación con las regiones centrales distinta de la que se dio durante el fordismo.

El discurso de la globalización como amenaza de las identidades grupales, como mecanismo homogeneizador de formas y estilos de vida (que en muchos casos hace referencia únicamente a la dimensión del consumo) queda así en entredicho. Más bien parece que el proceso es inverso, se refuerzan y se crean nuevas referencias identitarias inmediatas. Pero también parece que la emergencia de nuevas formas de identidad se da en muchos espacios al abrigo de los procesos desestructurtadores (sobre todo en la esfera del trabajo) que han transformado la clásica marginación social en un fenómeno mucho más duro: la exclusión. Por primera vez aparecen colectivos, grupos sociales, que no son necesarios para el funcionamiento del sistema, que son “prescindibles”.

Las gestión asociada como componente del desarrollo local para promover estrategias y mecanismos para la satisfacción de las necesidades básicas de la población, no debe ser considerado como el diseño de un simple programa, debe ser concebido como “un espacio de articulación” que promueve la intervención de todos los actores sociales: vecinos, gobernantes, cooperativas, ONG’s, ciudadanos, etc., involucrados en un sólo objetivo, un solo trabajo, desarrollar los recursos y las estrategias necesarias para emprender los cambios que la sociedad requiere.

La realidad de los distintos países, nos indica que la mayor parte de los programas orientados desde los organismos del estado han tendido a actuar de un modo focalizado en ciertos sectores en condiciones de pobreza diseñando estrategias que en la mayoría de las ocasiones constituyen una invitación a integrarse en el modelo social planteado desde el marco dominante. Otras fórmulas, por el contrario han asumido la participación y asociatividad no sólo como instrumentos para lograr ciertos fines de la política social, sino que como recurso que puede posibilitar un cambio social más sustantivo y sostenible.

 

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