BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

LA RELACIÓN GLOBAL-LOCAL: SUS IMPLICANCIAS PRÁCTICAS PARA EL DISEÑO DE ESTRATEGIAS DE DESARROLLO

Carlos Barrios Napurí
Ulises Castro Álvarez
Lorena G. Coria
Mario González Arencibia
Remedios Martínez Verdú
Leopoldo Taddey Díez
 

 

 

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El Desarrollo Local

El desarrollo local significa una nueva forma de mirar y de actuar desde lo local en este nuevo contexto de globalización. Su impacto diferencial está en función de las capacidades endógenas creadas para insertarse de manera competitiva en el mercado global, capitalizando por medio de estrategias propias, los diferentes actores de un territorio.

Trabaja con la perspectiva de garantizar los derechos de ciudadanía, a través del fortalecimiento del capital humano y capital social. O sea, presupone restablecer la confianza entre los actores locales a través de la reconstrucción de las relaciones entre entes de gobierno, sociedad civil y demás actores da región, permitiendo mayor gobernabilidad democrática, equidad y justicia social.

Las bases del desarrollo local están en plena coherencia con las Naciones Unidas, donde el concepto de desarrollo (social y económico) está basado en un concepto precedente: el de desarrollo humano, que posee una serie de componentes fundamentales: la igualdad de oportunidades para todas las personas de la sociedad; la sostenibilidad de las oportunidades, de una generación a la generación siguiente; y la "potenciación" de las personas, de manera que participen del proceso de desarrollo y se beneficien de él.

Los procesos de desarrollo endógeno se producen gracias a la utilización eficiente del potencial económico local que se ve facilitada por el funcionamiento adecuado de las instituciones y mecanismos de regulación del territorio. La forma de organización productiva, las estructuras familiares y tradiciones locales, la estructura social y cultural y los códigos de conducta de la población condicionan los procesos de desarrollo local, favorecen o limitan la dinámica económica y, en definitiva, determinan la senda específica de desarrollo de las ciudades, comarcas regiones. Este modelo, por tanto, está basado en la utilización de los recursos productivos locales (económicos, humanos, institucionales y culturales entre los que encontramos la estructura productiva, el mercado de trabajo, la capacidad empresarial, los recursos naturales, la estructura social y política, y la tradición y cultura), que constituyen las potencialidades de desarrollo endógeno y la mejora del nivel de vida de un área (Vázquez Barquero, 1986, 105)

El desarrollo local puede ser considerado como la materialización de un comportamiento solidario entre individuos deseosos de poner en valor sus recursos físicos y financieros. Por tanto podemos entender por desarrollo local un proceso, de marcado carácter voluntarista, encaminado al crecimiento y desarrollo no sólo económico sino también social y cultural de un territorio determinado, emprendido y gestionado por entes administrativos y sociales locales o mancomunados.

De aquí surge la importancia del entorno local en la medida en que el proceso de adaptación de conocimientos es realizado en las localidades a partir de la experiencia acumulada por los grupos de trabajo. Es por ello que a diferencia de la política de las empresas multinacionales que en los años cincuenta y sesenta pasaban por alto las diversidades locales, desvalorizando el saber contextual, en la actualidad se tienda a valorar mucho más ese tipo de conocimiento y, por tanto, a utilizar a la economía local como una variable estratégica para la competitividad global.

Las iniciativas de desarrollo local florecen en época de crisis, siendo su origen fundamental la crisis de los años setenta, y la consecuente caída generalizada del empleo en el Reino Unido, Francia, Estados Unidos, mientras que las primeras experiencias en el Sur son las Centroamericanas a partir de principios de los años noventa. No es casual, por tanto, que muchos de los programas ligados al desarrollo local obedezcan a un fuerte sustrato economicista y respondan a nombres como "fomento del empleo", "iniciativas locales de empleo", "promoción económica", etc.

Las propuestas realizadas por CEPAL en los noventa, tendentes a superar dicha situación, no han sido suficientes. Al respecto se afirma: "dicha estrategia padece un desbalance en los énfasis: excesivo en cuanto al progreso técnico y a sus efectos virtuosos sobre el crecimiento, la reinserción internacional y la equidad distributiva; insuficiente en cuanto a la dinámica perversa de la heterogeneidad y el subempleo propios del subdesarrollo, y al conjunto de medidas requerido para superarlos".

También en España a mediados de los años ochenta autores como Vázquez Barquero relacionan Desarrollo Local con una estrategia dirigida a la creación de empleo ya que éste "es sin duda el problema de la economía española a finales de la década de los ochenta. El cambio de la estrategia de desarrollo coincide en España con la creación del Estado de las Autonomías y los Ayuntamientos democráticos como estrategia adecuada para crear empleo y reestructurar las economías locales y regionales" (Vázquez Barquero, 1987).

A partir del estudio de diversos casos empíricos en la geografía española, Vázquez Barquero (1986,1988 y 1993), defiende que todas las comunidades locales disponen de un cierto número de recursos que constituyen las potencialidades de desarrollo endógeno de un determinado territorio. Los casos de existencia de una estructura productiva viva, un mercado de trabajo, una capacidad empresarial, una estructura institucional y política, una tradición, unos rasgos culturales y unos recursos naturales, suponen objetivamente un potencial de crecimiento y de mejora del nivel de vida de la población.

La estrategia de aceleración del proceso puede partir de la administración o de la propia iniciativa empresarial existente, o lo que viene siendo más frecuente, de la conjunción de ambas desde la creación de sociedades de promoción de desarrollo local, de las que existen ya más de 300 en España, y que responde a una necesidad de apoyo sentida localmente para facilitar y acentuar procesos ya iniciados o simplemente en proyectos aun sin definir. El desarrollo endógeno así concebido integra un conjunto de experiencias empresariales con singular interrelación sectorial, que utilizan los recursos propios del área de implantación (principalmente los naturales, humanos y financieros), y que con apoyo de la administración resultaría beneficiado por una mejoría en los servicios derivados de la oferta de infraestructuras, pudiendo planificarse y orientarse en función de unos objetivos y fases de actuación que tratarían de aprovechar las economías de escala de las tasas de crecimiento y acumulación obtenidos en cada fase.

Vázquez Barquero (1986), destaca además dos dimensiones específicas de este proceso. De un lado estaría la dimensión económica, derivada de la capacidad que demostrasen la empresas locales para organizar los factores productivos con niveles de productividad suficiente para ser competitivos en el mercado. Y por el otro lado, aparecería la dimensión sociocultural, manifestada en el hecho de que los valores e instituciones locales sirvan de base al proceso de desarrollo, fortaleciendo su propia estrategia.

Lipietz y Leborgne (1990: 111) señalan que “en primer lugar, la crisis latente del paradigma industrial, caracterizada por una disminución del ritmo de la productividad y un aumento de la relación capital-producto, dio lugar a un descenso de las tasas de rentabilidad hacia fines del decenio de los sesenta. La reacción del empresariado a través de la internacionalización de la producción, y del Estado (mediante la generalización de las políticas de austeridad), derivó en una crisis del empleo y, por lo tanto, del Estado del Bienestar. Tanto la internacionalización productiva como el estancamiento de los ingresos activaron la crisis por el lado de la demanda hacia fines de los años setenta”.

En algunos países de Latinoamérica, cuando se habla de "Desarrollo Local", éste implica una crítica a lo "Central". Hay una desconfianza hacia el "centro", es decir, hacia el Estado; de ahí que se reivindique "lo local", como un reconocimiento de la calidad del sujeto y de su toma de conciencia con valores como la "sociabilidad, la vecindad y el barrio", frente a lo "central" que considera al individuo como un "objeto".

En la presente década la definición del "desarrollo local", en la teoría coincide en esencia con la propugnada por países en vías de desarrollo, a pesar de las diferencias en variables socioeconómicas y espaciales con respecto a los países de la Europa Occidental. Así, la Fundación Interamericana (FIA) entiende el desarrollo local como "un proceso participativo para abordar y resolver diversos problemas y necesidades sociales, económicas y ambientales en un territorio jurídico administrativo (municipio, cantón, comuna, provincia, distrito, región, etc.), determinado por medio de la formación de alianzas entre la sociedad civil, los gobiernos locales y el sector privado que conduzcan al desarrollo sostenible, a la mejora de la calidad de vida de los grupos de bajos ingresos y al fortalecimiento de la democratización en toda la región".

De aquí surge la importancia del entorno local en la medida en que el proceso de adaptación de conocimientos es realizado en las localidades a partir de la experiencia acumulada por los grupos de trabajo. Es por ello que a diferencia de la política de las empresas multinacionales que en los años cincuenta y sesenta pasaban por alto las diversidades locales, desvalorizando el saber contextual, en la actualidad se tienda a valorar mucho más ese tipo de conocimiento y, por tanto, a utilizar a la economía local como una variable estratégica para la competitividad global.

El modelo económico neoliberal que se aplicó en casi toda América Latina (con todos los matices y particularidades históricas de cada una de las sociedades) tiene fundamentos neoclásicos, lo que se expresa en políticas con una clara hegemonía de mercado y en la apertura externa (asumiendo la teoría de las ventajas comparativas por la cual el libre mercado llevaría a la convergencia de las economías), que conduce al predominio del capital financiero. En países en vías de desarrollo se ha materializado durante décadas el crecimiento económico pero sin desarrollo, y ese fenómeno se da "cuando la actividad económica se concentra en tormo a las implicaciones de firmas extranjeras o las grandes obras públicas y no se irradia al conjunto" (Perroux, 1981).

Ni el modelo de sustitución de importaciones impulsado por CEPAL produjo los efectos de homogeneización social y diversificación productiva previstos, ni el modelo neoliberal logró el desarrollo de los países de América del Sur en el sistema globalizado. En ambos casos se conformaron islotes de modernidad y se ampliaron las distancias entre los sectores modernos y no modernos de la economía, con todas las implicancias sociales y políticas de esta situación (en el último período se amplió en forma sustancial el número de excluidos y marginados, parias que, quizá por generaciones, no tendrán trabajo, educación ni salud).
 

 

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