BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

LOS CONDICIONANTES EXTERNOS EN LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN
El rol de Estados Unidos de América ante los casos europeo y latinoamericano


Eduardo Rivas

 

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Capítulo 4. Los antecedentes de la integración latinoamericana

La división del mundo que se conformó tras la Segunda Guerra Mundial significó para América Latina algo sumamente importante, puesto que si antes de la contienda EUA entendía que “América era para los americanos” (estadounidenses en realidad), ahora esta frase era mucho más palpable, ya que EUA no permitiría ningún movimiento autónomo de los Estados latinoamericanos bajo la excusa que, con tal proceder, se ponía en peligro la seguridad estadounidense.

Ya en 1945 en la “Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y la Paz” realizada en Chapultepec, México, EUA propició la creación de un acuerdo militar continental para el combate “contra el peligro de agresión después de la firma de la paz” (1), en clara alusión a impedir que cualquiera de los Estados americanos le abriera la puerta al comunismo soviético.

Esta idea se plasmó en el “Plan de Cooperación Militar de las Repúblicas Americanas”, que estipulaba la creación de un ejército americano, y que fuera presentado por el presidente Truman, el 6 de mayo de 1946, al Congreso estadounidense. El Plan Truman fue rechazado por los Estados latinoamericanos, aunque fue el nacimiento de la Doctrina de Seguridad Nacional, por la cual el concepto de seguridad dejaba de ser nacional (sólo para los Estados latinoamericanos, no para EUA), para comenzar a considerarse a escala continental.

Pero ésta era la preocupación estadounidense, no la de los Estados latinoamericanos. Para éstos la cuestión central era económica, fundamentalmente de capacidad productiva, por ello en una nueva conferencia interamericana realizada en junio de 1945 en la ciudad de Río de Janeiro, Ecuador, Bolivia y Paraguay manifestaron que América Latina debía recibir apoyo económico estadounidense, pero EUA se desentendió del tema argumentando que la realidad europea era muy diferente a la de América Latina, pero que sin embargo se analizaría en reuniones futuras.

Efectivamente distaba mucho América Latina de poder acceder a un plan de este tipo, puesto que dada la división internacional del trabajo ideada por las grandes empresas estadounidenses, el rol de América Latina era proveer materias primas, no ser un gran mercado de consumo de manufacturas (2).

Esta realidad es claramente palpable puesto que, en esa época, las grandes empresas estadounidenses llegaron a controlar el 70% de las exportaciones de la región. Fue la época en que la clase superior terrateniente, industrial-militar, financiera y comercial de EUA, redescubrió que las inversiones que podría efectuar en la región eran altamente rentables, ya que cada dólar que ingresaba en América Latina se convertía, al poco tiempo, en hasta ocho o nueve dólares repatriables (3).

Tiempo después George Kennan, en una reunión conjunta con los representantes diplomáticos de América Latina, les explicaba a sus pares que la protección de “nuestras materias primas” (refiriéndose, claro está, a las materias primas latinoamericanas) era un interés esencial de “nuestra política exterior” (refiriéndose, claro está, a la política exterior estadounidense) (4).

Pese a esto, se avanzó en la idea de la alianza militar, aunque ya no sobre la idea de conformar un ejército americano, y el 2 de septiembre de 1947 se firmó en Petrópolis, Brasil, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), que establecía la defensa colectiva tanto contra un ataque armado como contra una agresión que no sea ataque armado, originado tanto dentro como fuera de la región.

Huelga decir que sólo EUA, en su carácter de potencia hegemónica hemisférica, era quien decidía cuándo una cuestión merecía o no su remisión al TIAR. Se puede ver entonces que, al comienzo de la Guerra Fría, los intereses económicos no estaban centrados hacia América Latina, a la que sólo se la observaba como un lugar de exacción y como parte de la “seguridad nacional”.


1. MATOS OCHOA, S., El Panamericanismo a la luz del Derecho Internacional, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1980, página 154.

2. Aunque este no es el único factor que condiciona el rol que ocupa América Latina en los mercados mundiales y se deben considerar también la formación tardía de los mercados y los Estados en la región, tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial al empezar la política adoptada por las grandes empresas estadounidenses para con la región acentúa más esta situación.

3. Según datos de la Universidad de Harvard, que analizó la evolución de 187 grandes empresas estadounidenses, en 1945 menos de la mitad (74) tenían sucursales en América Latina. Y en 1967 prácticamente todas (182) contaban con ellas. Sus empresas subsidiarias en América Latina habían pasado de 452 a 1924.

4. DE LA CUEVA, J., http://www.basque-red.net/

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