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LOS CONDICIONANTES EXTERNOS EN LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN
El rol de Estados Unidos de América ante los casos europeo y latinoamericano


Eduardo Rivas

 

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Conclusión

Como hemos analizado a lo largo de estas páginas, a partir de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos emergió como potencia mundial, posición que durante una época compartió con la Unión Soviética, pero que a partir de la desaparición de ésta, se tornó hegemónica.

Con este trasfondo, el objetivo estadounidense fue el perpetuar el status quo vigente a fin de evitar el surgimiento de posibles cuestionantes de su rol, sin embargo tuvo políticas económicas y militares de resurgimiento de algunas zonas del planeta puesto que esto le aseguraba cuantiosos dividendos para sus empresas.

Sin embargo a partir de la década del 90, cuando se hace más palpable la posibilidad de que ciertos procesos de integración cuestionen el liderazgo estadounidense en ciertos lugares, Estados Unidos recompone su política hacia ellos a fin de asegurar su posición dominante. Así, propone para América el ALCA, que a lo largo del trabajo analizamos las consecuencias que podría acarrear para el continente americano su implementación, y en el caso europeo busca que la Unión Europea se expanda, puesto que una Europa más extensa hará que surjan mayor diferencias en su seno y una Europa compacta políticamente podría plantear problemas de carácter geoestratégico a Estados Unidos.

Es claro que el objetivo estadounidense es plantarse, como mínimo, de árbitro mundial, y esto se pone de manifiesto cuando tanto la UE como el MERCOSUR se encuentran en etapas cruciales, puesto que el accionar que tomen en los años venideros marcará claramente su futuro. Por un lado la UE de cara a la   ampliación y a la posible redacción de una Constitución Europea, como el MERCOSUR en relación con la negociación del ALCA, y las posibles incorporaciones de nuevos socios o la asociación con la Comunidad Andina, tienen en sus manos la posibilidad de empezar a escribir una historia distinta al discurso oficial estadounidense, que tras los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, ha regresado a las ideas de los primeros años de la Tercera Guerra Mundial, en los cuales una amenaza bélica a su predominio justificaba su política exterior de involucrarse en cuestiones de terceros Estados o de Organizaciones internacionales (1).

En este contexto, como bien señalan Alfredo Calcagno y Eric Calcagno, en el siglo XXI podrían existir dos formas de distribución del poder mundial. La primera, la hegemonía de EUA con todos los demás países subordinados en diferente grado, según su importancia relativa. La segunda, la multipolaridad. En este caso, es probable que EUA continúe siendo la mayor potencia, pero habrá otras que participarán de un sistema mundial más complejo: la UE, China, Rusia, India, Japón, países musulmanes, cada uno enraizado en su estilo de civilización.

Que esto se realice depende de la actitud que tomen la UE y el MERCOSUR, puesto que si ambos procesos de integración privilegian dichos instrumentos a fin de poder operar con mayor fuerza en el nuevo escenario internacional delimitado por la globalización (2), otro mundo es posible. Porque como señala el Consenso de Buenos Aires promovido por políticos latinoamericanos procedentes del centro y la izquierda del espectro político tales como Leonel Brizola, Dante Caputo, Ricardo Lagos, Luis Inácio “Lula” da Silva, Rodolfo Terragno, entre otros, “los procesos de integración económica regional que debemos fortalecer, profundizar y politizar, ofrecen posibilidades adicionales de regulación y ordenamiento de la relación con las redes mundiales de circulación de capitales. Es evidente que la capacidad y la eficacia de medidas regulatorias será superior a nivel regional que para cada país en lo individual al ser más grandes y atractivos los mercados en cuestión y al aumentar el costo o el castigo de no ingresar a ellos por rechazar las limitaciones impuestas por los países integrados”, y, sin desmerecer la integración económica, sostienen que es necesario para ésta “ir más lejos, abarcar más ámbitos y ser más ambiciosa de lo que actualmente pretende. El error de la integración tal y como se lleva a cabo ahora, reside en restringirse exclusivamente al dominio comercial: debemos ir construyendo, de manera paralela y simultánea a la reducción de aranceles entre nuestros países, las instituciones regulatorias, las convergencias sociales y las políticas comunes que en otras latitudes se fueron edificando a ritmos distintos” (3).

En este sentido es sumamente importante la constitución, en el ámbito del MERCOSUR, de instancias supranacionales permanentes que den mayor consistencia al proceso de integración. Un paso adelante ha sido el Protocolo de Olivos que fuera firmado el 18 de febrero por los cuatro jefes de Estado que generó el perfeccionamiento del sistema de solución de controversias en el ámbito del MERCOSUR, como así también el unánime rechazo que realizaron los jefes de Estado latinoamericanos ante el intento de golpe de Estado en la República Bolivariana de Venezuela. Este hecho es trascendente puesto que América Latina fue una sola voz en la crítica del movimiento insurreccional mientras que la UE no fue clara en su accionar, llegando al punto del vergonzante apoyo del jefe de gobierno español, José María Aznar, al gobierno dictatorial venezolano. Pero aún es poco lo que se ha hecho en América Latina, es necesario una mayor vocación de los Estados que conforman el MERCOSUR para que éste tenga avances significativos que lo planten, ya definitivamente, como un proceso de integración serio, creíble e interesante a los ojos de posibles nuevos integrantes, como así también como un actor de importancia en el nuevo contexto internacional.

La Unión Europea, por su parte, debe trabajar en pos de una mayor cohesión, puesto que el ingreso de los países candidatos generará unos índices mayores de desigualdad dentro de las fronteras de la Unión. Por ello, y para evitar que se generen en su seno tensiones que provoquen problemas a escala comunitaria, es imprescindible que se acentúen las políticas de cohesión europeas, porque una mayor cohesión político económica redundará, necesariamente, en una mayor importancia de la Unión Europea a escala mundial.

Estos son, a mi entender, los ejes centrales de la discusión política a ambos lados del Atlántico durante los próximos tiempos en lo que respecta a la integración en Organizaciones internacionales. Por ello el punto que quizás sea de mayor utilidad para ambos procesos de integración sea las Cumbres de la Unión Europea y los Estados de América Latina y el Caribe, en la cual los participantes aboguen por la creación de un nuevo mundo multipolar (4). Sin embargo, hoy en día, tal como lo señala la conclusión de la “contracumbre” realizada por diversos actores sociales a la par de la Cumbre de la Unión Europea y los Estados de América Latina y el Caribe el pasado 17 de mayo en Madrid, España, “la UE no ha sido capaz de presentar una alternativa justa de relaciones económicas y comerciales con América Latina” y sus gobernantes “desconocen su realidad e ignoran el sufrimiento social”, mientras “ofrecen falsas soluciones” y “compiten con Estados Unidos por la dominación de los mercados de oferta (servicios públicos, agua y energía) y demanda (automóviles y comunicaciones)”. Por ello es que es un campo fértil para trabajar, porque aún es grande la diferencia que separa a ambos procesos, y es mucho lo que se puede trabajar.

Este trabajo es fundamental en esta época, caracterizada por las consecuencias de la aplicación, a pies juntillas, de las recetas emanadas del “Consenso de Washigton”, que trajeron como consecuencias índices inéditos de pobreza, desempleo, desnutrición, insalubridad, etc. En numerosos países de América Latina, situación que provoca, en muchos casos, grandes olas migratorias hacia los países europeos, que son vistos como faros de desarrollo y prosperidad. En consecuencia, se provocan grandes desequilibrios ante los cuales el MERCOSUR y la UE deben hacer frente de manera urgente para poder forjar su propio destino sin que nadie, más allá de sus propios ciudadanos, les indiquen qué es lo que se debe hacer.

Porque más allá de cualquier posible escenario, queda claro que en ambos casos, deben transitar alguno de estos caminos para no convertirse en unos simples invitados de lujo al concierto mundial y poder ser artífices de su propio futuro, y para ello deberán recordar aquel consejo que, bajo la pluma de José Hernández en su célebre libro Martín Fierro, el Viejo Vizcacha le daba al gaucho Martín Fierro cuando decía: “Los hermanos sean unidos, porque ésa es la ley primera; tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean, los devoran los de ajuera" (5).

 


1. Es de destacar que tras estos atentados EUA formuló un pedido de reunión del TIAR, que de hecho se reunió, a diferencia de lo que ocurriera 19 años antes, cuando en medio de la guerra de Malvinas quien realizó el pedido fue Argentina y la reunión nunca prosperó. Esta situación pone de manifiesto, una vez más, que las instituciones americanas actuaban según el interés y la necesidad de EUA.

2. “En términos generales puede decirse que la globalización es un fenómeno pluridimensional, es decir que compromete a una multitud de dimensiones de la vida social, y que tiene por escenario al mundo. En consonancia con ello, su conceptualización se ha abordado desde diversas disciplinas, dando como resultados distintos conceptos o denominaciones: «aldea global», «economía mundo», «nueva Babel»; «fábrica global» o aún «shopping center global». Con buen criterio, Octavio Ianni ha revisado buena parte de estas categorías denominándolas metáforas de la globalización … En su dimensión económica, la globalización puede ser entendida como una nueva fase de expansión del sistema capitalista (que ha venido desenvolviéndose desde su primigenio estadio libreconcurrencista). A los efectos de este trabajo puede sumariamente caracterizarse de la siguiente manera: tendencia a la apertura de los sistemas económicos nacionales (y de sus respectivos mercados) y, por lo tanto, disminución o cese de políticas estatales reguladoras y/o proteccionistas; notorio aumento del comercio internacional; expansión de los mercados financieros; reorganización espacial de la producción e interpenetración de las industrias a través (y no obstante) de las fronteras nacionales; incremento de la movilidad internacional de los factores de producción; búsqueda permanente de la ventaja comparativa y de la competitividad; prioridad de la innovación tecnológica; aparición de elevadas tasas de desempleo; descenso de los niveles históricos de remuneración de la fuerza de trabajo.

Y como resultado de todo lo anterior: aumento de la interdependencia entre países o economías diferentes, y; consolidación de una definida tendencia a la formación de polos económicos regionales”. LÓPEZ, E., Globalización y democracia, Papeles de investigación, Número 2, Buenos Aires, 2000.

3. LÓPEZ, E., Globalización y democracia, Papeles de investigación, Número 2, Buenos Aires, 2000.

4. Al respecto, el Comisario de Comercio de la Unión Europea Pascal Lamy sostiene que la UE persigue “la integración por las vías complementarias multilateral y regional. Eso sí, descartamos el unilateralismo.

Ambas vías son caras necesarias de una misma moneda, que, mezcladas en la dosis adecuada, sirven para responder a los desafíos de un mundo complejo e interdependiente. El sistema multilateral define las normas y principios comunes que constituyen los cimientos de la «casa global». El enfoque regional, a su vez, permite ir más allá en casos donde se comparten visiones comunes basadas en antecedentes históricos, culturales, políticos y económicos, cuyas preferencias colectivas pueden ser integradas en el mercado y en sus políticas de acompañamiento.

La Unión Europea, que es en sí un ejemplo claro de integración regional, tiene todo el interés en que los procesos de integración regional en América Latina y el Caribe tengan éxito. Sustentan la estabilidad política y la seguridad tan esenciales para el bienestar social y económico. MERCOSUR constituye un pilar de un mundo multipolar y su negociación para lograr un acuerdo de asociación con la UE no hace más que reforzar ese sistema internacional. Nuestra asociación consolidará nuestros considerables vínculos económicos, que ya sitúan a Europa como primer socio comercial e inversor de la región. Si bien es cierto que MERCOSUR atraviesa momentos difíciles, sus integrantes, en un formato denominado mini-Maastricht, han dado recientemente un mensaje claro de solidaridad como fórmula para superarlas. En un viaje reciente por Argentina y Brasil, mis interlocutores dejaron claro que ven el MERCOSUR «no como una opción, sino como nuestro destino».

Juntos, Europa y Latinoamérica pueden y deben jugar un papel primordial en el diseño del mundo del futuro, un mundo en que nuestros valores compartidos de democracia, de justicia y de solidaridad se vean reflejados y proyectados a nivel global” .

Agrega Chris Patten, quien se desempeña como Comisario Europeo de Relaciones Exteriores, que “la estrategia política de la UE en sus relaciones con los países latinoamericanos debe desarrollarse sobre tres puntos: el interés de los europeos por invertir en la región gracias a las reformas políticas y económicas, utilizar los foros internacionales para reforzar la cooperación y poder hacer frente a problemas comunes derivados de la parte oscura de la liberalización, como son el narcotráfico, las armas y el terrorismo”.

5. Término del léxico gauchesco para decir afuera.

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