BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

LOS CONDICIONANTES EXTERNOS EN LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN
El rol de Estados Unidos de América ante los casos europeo y latinoamericano


Eduardo Rivas

 

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Capítulo 5. Procesos de Integración

La integración latinoamericana Con la Revolución Cubana como trasfondo, se reúnen en Montevideo en septiembre de 1959 y febrero de 1960 Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay, Perú y Uruguay, y crean la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) (1) a través del Tratado de Montevideo suscrito el 18 de febrero de 1960, cuyos principales objetivos eran la eliminación gradual de las barreras al comercio intrarregional; la coordinación para el máximo aprovechamiento de los recursos disponibles en la región; y propender a la creación de un mercado común latinoamericano. Como se ve, sus objetivos estaban claramente influenciados por la experiencia europea de integración (2).

La ALALC (3), si bien tiene un comienzo vigoroso, poco a poco fue perdiendo fuerzas, en gran medida por la desconfianza que algunos Estados tenían en el proyecto, Argentina entre ellos, pero también por la injerencia estadounidense en la región, que tuvo como hitos la separación de Cuba de la OEA y la “Crisis de los Misiles” en 1962, que provocó la primera convocatoria del TIAR, en la que EUA intentó conseguir el apoyo americano para invadir la isla de Cuba, esta vez con la bandera de franjas y estrellas por delante y sin camuflaje, pero la propuesta fue rechazada por iniciativa de México, Brasil y Bolivia.

Este fue el inicio de una serie de intervenciones armadas estadounidenses (4), todas sin la cobertura del TIAR, y que se llevaban adelante con la justificación, una vez más, de impedir el avance del comunismo en la región, aunque la verdadera fundamentación, basada en el corolario Theodore Roosevelt de la Doctrina Monroe, era lograr seguridad para el capital estadounidense allí donde se encuentre.

Pero la intervención armada no era el único modelo de intervención, sino tan sólo una faceta de un proyecto más amplio, que se complementaba con la intervención económica. Este proyecto se sintetizó en la Alianza para el Progreso, propuesta por el presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy en 1961, y aprobada por los Estados del continente, con excepción de Cuba, el 17 de agosto de ese mismo año en Punta del Este, Uruguay. Esta Alianza estableció un programa de desarrollo económico y social para los Estados latinoamericanos basado en reformas en áreas tales como la tributaria y agraria, y financiado por los Estados Unidos de América y organismos multilaterales.

Este nuevo discurso reemplazó las propuestas de la posguerra y de la Guerra Fría, centradas en conceptos de interés nacional y poder de los Estados. La noción de interdependencia apareció como el tema principal del diálogo y cooperación entre los Estados del Norte y del Sur. Como lo mencionaron Keohane y Nye, la nueva retórica de la interdependencia fue utilizada por los líderes de los Estados desarrollados para describir una suerte de necesidad natural hacia la cooperación de la que dependía la supervivencia del planeta. Ante esta realidad e imperativo, la política internacional y los intereses domésticos de los Estados debían moderarse, reduciéndose los conflictos y abriéndose paso a la cooperación.

Pero lo que parecía ser un cambio de posición por parte de EUA, era sólo un cambio de discurso, puesto que el dinero que se otorgó a América Latina, a diferencia del Plan Marshall, era sólo en créditos, y debía utilizarse, siguiendo las directrices de quienes lo otorgaban, para modificar la organización económica de  Los condicionantes externos en los procesos de integración El rol de Estados Unidos de América ante los casos europeo y latinoamericano los Estados latinoamericanos buscando satisfacer las necesidades de las grandes empresas estadounidenses radicadas en la región.


1. A los miembros fundadores se fueron sumando mediante adhesión al Tratado, Colombia y Ecuador en 1961, Venezuela en 1966 y Bolivia en 1967. Para este año, los once Estados miembros representaban más del 90% de la población total de América Latina y más del 93% de su PBI.

2. Del seno de la ALALC surgió, por ejemplo, el acuerdo alcanzado por los Estados de la cuenca andina, que fue firmado el 25 de mayo de 1969 bajo el nombre de Acuerdo de Cartagena, por el que los Estados firmantes toman posición sobre la importancia de la integración para el desarrollo regional, sobre la necesidad de una política exterior coordinada con el principio de no intervención y el apoyo a la democracia como base fundamental y consideraciones principistas sobre la inversión extranjera y el desarrollo industrial. Nacía el Pacto Andino. Otros acuerdos regionales que surgieron de la ALALC fueron la Carta de la Organización de los Estados Centroamericanos (ODECA) de 12 de diciembre de 1962; el Acuerdo que establece la Asociación de Libre Comercio del Caribe (CARIFTA) de 1 de mayo de 1968; el Tratado de la Cuenca del Plata de 23 de abril de 1969; el Convenio Constitutivo del Sistema Económico Latinoamericano (SELA) a través del Convenio de Panamá de 17 de octubre de 1975; el Tratado de Chaguaramas que establece la Comunidad del Caribe (CARICOM por sus siglas en inglés) de 4 de julio de 1973; el Tratado de Cooperación Amazónica de 3 de julio de 1978, etc.

3. Para el año 1979 la crisis de la ALALC se hace insostenible y se decide sustituirla por la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), a través del Tratado de Montevideo, firmado el 12 de agosto de 1980. De la ALADI formarían parte los mismos Estados miembros. Señala Francesc Granell que “El proyecto de negociación abierta, sin listas cerradas y con calendarios bien precisados se mostró como un semillero de conflictos potenciales en la ALAC que, viéndose en la imposibilidad de cerrar la prevista lista común, entró en una etapa de incumplimientos que llevó a [...] la transformación de la organización internacional en ALADI mucho más flexible (Tratado de Montevideo, 12 de agosto de 1980)”. GRANELL, F., ALCA, Estados Unidos, Europa, Revista Política Exterior N° 82, página 81.

4. Esta política de intervenciones armadas, que ya tenían antecedentes en las intervenciones estadounidenses en Cuba en 1901; República Dominicana en 1912 y 1916; Nicaragua en 1926; Haití en 1915 y 1934; y Guatemala 1954 seguiría años más tarde en República Dominicana en 1965, Granada en 1983 y Panamá en 1989, por ejemplo.

 

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