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VENEZUELA, CAPITALISMO DE ESTADO, REFORMA Y REVOLUCIÓN

Edgardo González Medina

 

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El limite de la desposesión de la masa trabajadora

La llamada economía clásica y su crítica marxista aluden al concepto comùn del “salario de subsistencia”. Conforme este concepto, es el límite por debajo del cual el sistema es incapaz de funcionar. Para los clásicos, además, es un salario necesario al grado que por encima de él, tampoco funcionaria el sistema; un salario de equilibrio, justificado como salario “natural”. En Keynes este concepto variará profundamente.

Para la teoría clásica el principio básico definido por Adam Smith en la introduccion de su libro “La riqueza de las naciones” es el siguiente: La proporciòn entre lo que se produce y lo que se consume, depende por una parte de la pericia, destreza o juicio con que se aplique el trabajo; y de la proporción que se guarde entre el número de los que se emplean en el trabajo útil y de los que no están útilmente empleados. Para Smith la primera circunstancia era más importante que la segunda.153 Smith parte de premisas morales o sicológicas. La divisiòn del trabajo y el cambio son producto de una “propensión genial” del hombre(teoría de intereses económicos subjetivos). La forma en que los hombres se relacionan en el hecho productivo es la “cooperación”. La predisposiciòn permutativa es la causa original de la distribución del trabajo (“Dame lo que yo necesito a cambio de lo que tu necesitas”). La remuneración es un acto permutativo, y ya bajo el régimen capitalista el intercambio entre el empresario y el trabajador consiste en que el primero entrega valores monetarios al segundo a cambio de que éste entregue su trabajo. El trabajo es la medida real de todas las cosas, pero siendo difícil establecer la proporción entre dos cantidades de trabajo, es preferible estimar el valor permutable según la cantidad de otra mercaderías (esto es válido principalmente en el intercambio de dos mercancías o productos del trabajo, mas que en la remuneración misma del trabajo). El trabajo –dice Smith- tiene también precio real y nominal. Para el trabajador la cantidad de trabajo es la misma siempre, pero para quien lo adquiere unas veces por mas y otras por menos, el precio del trabajo varía. De esta suerte, quien vende y quien lo adquiere, están en oposición, lo que uno gana el otro lo pierde, en términos reales. Por lo cual, deben equilibrarse en términos nominales, es decir por el precio monetario general de los bienes producidos en una sociedad, y esta ley es válida teóricamente porque parte de la premisa de que quien recibe el precio de los bienes y servicios es a la vez quien adquiere el trabajo, no quien lo vende.

Por el anterior concepto clásico, la desposesión no tiene límites excepto morales, depende de la función general de precios según la cual puede obtenerse un punto de equilibrio tal, que aún sin salario alguno, el trabajador entregue sin embargo determinada cantidad de trabajo. Basta concebir el salario como un salario real de subsistencia, es decir el valor equivalente del grupo de mercaderías necesarias al trabajador para sobrevivir.

Ahora, en la teoría neoclásica este problema se reduce, ya que los autores de esta corriente consideran posible una combinación técnica capaz de explicar el nivel general de precios a partir de los precios dados de las múltiples mercancías consideradas. No es un problema de valor sino de costos y realización de mercado. Sin embargo, cuando entran a explicar el precio de los factores productivos (capital, trabajo), la solución aparece distinta: Su precio equivale a la productividad que aportan al proceso productivo. El salario es igual a la productividad marginal del trabajo. El volumen de trabajo empleado es aquel que puede operar en las condiciones dadas de remuneración, y un volumen que demande mayor precio no es empleado, y un elenco de leyes menores se derivan, tales como el rendimiento decreciente, las economìas de escala, etc. El límite de la desposesiòn parece aclararse: El ingreso tiende a infinito en la medida de que la remuneración al trabajo tiende a cero, pero en la práctica ni uno ni otro punto es posible ni racional. Para los neoclásicos hay un nivel de desutilidad del trabajo, es decir el punto en que un hombre se abstendría de trabajar a cambio del salario real obtenido, lo cual también se explica como el punto en que los dueños de los medios de productivos no contrarían trabajadores.

A estas alturas de la teoría, las escuelas económicas coinciden en un postulado esencial: La ocupación es una función del salario real, y por debajo de un nivel determinado los trabajadores se abstienen de trabajar. La conclusión ulterior de este postulado es que los trabajadores estarían en posición de controlar (mediante acuerdos, leyes, etc) el nivel de salario real, pero esto no solo se demostrará improbable sino aparentemente incompatible con otras partes de la misma teoría económica, que enseña a determinar el precio de las mercancías sobre la base de sus costos de producción.

Las teorías clásica y neoclásica suponen que el salario real determina la ocupación y ésta determina la demanda. Keynes revelará sin embargo, que el proceso es inverso: La demanda determina la ocupación por la existencia de funciones que reflejan las grandes corrientes, tales como el consumo y la inversión; y es la ocupación la que determina el salario real. El salario pasa a ser una masa global, determinada técnicamente, desprendida de la masa del capital luego de cumplirse las expectativas de los empresarios; una asignación que deberá ser distribuida entre los trabajadores empleados.

…”La demanda efectiva –dice Keynes- es el punto en que la función de demanda global llega a hacerse efectiva porque, considerando en conjunción con las condiciones de la oferta, corresponde al nivel de ocupación que lleve al máximo la expectativa de ganancias del empresario”… Siendo éste el nivel, así mismo, en que los salarios satisfacen el nivel de ocupación, es fácil entender que aún prescindiendo de la forma de la distribuciòn del ingreso entre trabajadores y empresarios, y si el nivel de pleno empleo es aquel donde el sistema productivo despliega todas sus potencialidades, en consecuencia, y en contrario, un proceso de deposesión total del trabajador no tiene otro desenlace que el colapso del sistema, ya que a partir de cierto punto, la desposesión del trabajador implica cada vez menores ganancias de los empresarios.

Esto último lo había descubierto Carlos Marx, en otros términos, al formular la tesis de la caída general de la tasa de ganancia, que es a nuestro juicio, la forma que mejor explica el límite de la desposesión del trabajador.

Si se examina la trayectoria de la tasa de ganancia en Venezuela (tabla c.31), podremos observar que a partir de 1990, cuando comienza la aplicaciòn del modelo llamado neoliberal, que entre tras cosas proscribe la posibilidad de levantar las políticas keynesianas de estímulo a la demanda efectiva, la tasa de plusvalìa cruza la lìnea del 200%, pero comienza a experimentarse un fenómeno de caída de la tasa de ganancia, que en el 2.002 llega al 31%, multiplicando las expectativas negativas de los empresarios, pero no tanto por los miedos polìticos del sector capitalista al régimen de Hugo Chavez sino por una desposesiòn acumulada estrema de los trabajadores, cuyo modo de existencia ha tocado fondo, y prácticamente pasó a subsistir en la mayor miseria.


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