Los
datos presentados dejan en evidencia el tremendo trabajo que demandará a los
políticos y estadistas de mañana el mejorar los ingresos de sus países.
Claramente el incremento del PIB per cápita será una meta constante en las
políticas económicas de cada uno de ellos. Pero aún hay un aspecto más
gravitante, que incluye al ingreso en su construcción, y que contempla dos
aspectos adicionales que, como hemos expresado, son considerados factores
inexcusables a nivel mundial, como son el acceso a una educación adecuada y a
una vida saludable.
De
modo que el índice de desarrollo humano (IDH) debe ser por antonomasia un
objetivo superior en todas las administraciones. La situación actual, sigue
siendo deficitaria en forma sustantiva. Como cifra global América Latina se
acerca desde abajo al 0,8 de IDH, en tanto la referencia de los países más
avanzados supera el 0,92, llegando incluso algunos a superar el valor de 0,95.
Cada
décima de índice de incremento significa que miles de niños ingresan al circuito
escolar, que muchos adultos retrasados terminan su educación secundaria, que la
esperanza de vidas al nacer aumenta, fruto de las condiciones de vida mejoradas
y que muchos cientos de miles superan la barrera de la pobreza y otros tantos
pobres ingresan al nivel medio. Chile, Argentina y México han logrado
importantes avances en esta materia, lo cual no significa que estos estados se
asemejen a los grandes lideres del planeta, sin embargo, es importante
considerar que ellos han logrado dotar de agua potable a casi el 100% de su
población, lograr cobertura escolar que se acerca rápidamente al 100% y que la
esperanza de una vida más longeva aumenta con más celeridad que en el resto de
los países de América Latina.
Cuadro Nº1
A pesar de la brecha de IDH con los líderes mundiales, la situación puede leerse de al menos dos ángulos: el primero, que la diferencia exorbitante nos mantendrá alejados de disfrutar de niveles de vida sustancialmente mejores por muchas décadas más y, segundo, que si se observa la evolución de los últimos 30 años de IDH éste va en ascenso. El foco de los esfuerzos, entonces, radica en cómo hacer para que la pendiente de la línea de tendencia aumente gradual y sostenidamente.
Probablemente todas las políticas, en los más variados ámbitos de la administración de los estados latinoamericanos, deben concentrarse en el aumento de la inclinación del trazo tendencial. Y también es posible que si se comprende en todo su alcance el aporte de la ciencia y la tecnología, en términos de sus resultados y beneficios para todos los ciudadanos, ésta pueda incidir protagónicamente en alcanzar la meta en un tiempo menor que si no logra ser entendida.
Gráfico Nº 9