Esta
medida permite visualizar concretamente la dimensión del esfuerzo realizado por
los estados, mediante contingentes específicamente dedicados a la investigación
y desarrollo en ciencias y tecnologías. Es habitual observar un grado de
concentración de la investigación científica pura en organizaciones como
universidades, institutos tecnológicos y, en ocasiones, reparticiones del
estado. Contrario sensu, el ámbito de la tecnología, sus frutos y desarrollos
prácticos se observan con alta frecuencia en el sector privado, particularmente
en grandes compañías que, constantemente, están buscando nuevos productos,
soluciones y procesos, conforme al estado de las ciencias involucradas, para
incorporar a sus propios procesos productivos o comercializarlos a otras
empresas.
Se
acostumbra expresarlo en Nº de investigadores en I+D por cada millón de
habitantes. Quizás el hecho de tratarse de una medida absoluta y no en relación
a una medida global (como el caso del PIB respecto de otros indicadores) lo hace
un indicador estimado duro, pues independientemente del costo que significa
una dotación investigando en I+D, que para muchas naciones puede ser
prohibitivo, refleja con claridad el peso específico de los estados en este
campo.