BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales
 

 

MANEJO DEL AMBIENTE Y RIESGOS AMBIENTALES EN LA REGIÓN FRESERA DEL ESTADO DE MÉXICO

José Isabel Juan Pérez (CV)

 

 

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4. La ecología cultural y la historia ambiental.

Todos los elementos de un ecosistema tienen un papel en -y, por tanto, una influencia sobre- el funcionamiento del conjunto; a la inversa, todo se ve moldeado por su presencia en el ecosistema. Las culturas, y las sociedades que las crean, ¿deben también ser vistas en esa doble relación, influyente e influida? ¿O se las describe mejor como parte de sus propio "sistemas culturales", que sólo interfieren con los ecosistemas en casos aislados y poco comunes? o, para complicar aún más el acertijo, ¿crean los humanos con sus tecnologías una serie de nuevos ecosistemas artificiales - un arrozal en Indonesia, o un bosque cuidadosamente administrado en Alemania -, que requieren su constante supervisión? Steward (1955) en sus estudios sobre adaptación sociocultural, considera a la tecnología como elemento importante para el manejo del ambiente, pero continúa la cuestión ¿Cómo o quién determina o influye en el tipo de tecnología?

Es evidente, por supuesto, que no existe un conjunto único de respuestas a tales problemas. Sin embargo los antropólogos sociales, que destacan entre los observadores del comportamiento humano por lo amplio de su visión y lo consciente de su interés por la teoría, pueden ofrecer algunos atisbos provocativos. El pensamiento antropológico en torno a estas cuestiones se remonta a lo profundo del siglo XIX. Sin embargo, en las últimas tres o cuatro décadas las que han visto el surgimiento de una escuela ecológica (que carece de un curriculum establecido, y que ostenta etiquetas tan conflictivas como la ecología cultural, ecología humana, antropología ecológica y materialismo cultural).

Algunos antropólogos han sostenido que la cultura es un fenómeno enteramente autónomo y supra-orgánico, que surge al margen de la naturaleza y sólo puede ser comprendido en sus propios términos - o al menos, como lo entendería el propio Bennett, la cultura moderna está intentando convertirse en un fenómeno así. Otros, por el contrario, han planteado que toda cultura expresa a la naturaleza en algún grado importante, y no debe ser planteada rígidamente en su propia esfera de autocontención. Ambas posturas resultan esclarecedoras para el historiador de lo ambiental. Nadie hizo tanto por cimentar el estudio ecológico de la cultura como Julian H. Steward, quien publicó en 1955 su influyente libro Theory of Cultural Change, del que proviene la idea misma de "ecología cultural". Steward empezó por examinar la relación entre el sistema económico de producción de un pueblo y su entorno físico. Se preguntó qué recursos escogían explotar y qué tecnología diseñaban con ese propósito. Las relaciones sociales, a su vez, daban forma a otros aspectos de la cultura.

El liderazgo de J. H. Steward en el nuevo enfoque ecológico inspiró, directa o indirectamente, a una generación más joven de investigadores de campo que se dispersaron por todos los rincones del globo, John Bennett (1969) fue a las praderas de Canadá; Harold Conklin, a las Filipinas; Richard Lee, a los bosquimanos Kung de África; Marshall Sahlins, a Polinesia; Betty Meggers, a la cuenca del Amazonas; Clifford Gertz, a Indonesia, y esto no agota la relación. Actualmente otros estudios relacionados con la ecología cultural se han desarrollado en varios países, entre ellos México y específicamente en el territorio del Estado de México. Investigaciones de Velasco, O. (2002), Juan, P. (2003), Servín, S. (2000) y González, J (1997) muestran la relación entre el ambiente, la sociedad y la cultura, utilizando la teoría de la ecología cultural.

Marvin Harris (1997), ha tomado las ideas de Steward para transformarlas en una teoría totalizadora de amplio alcance - para algunos, reduccionista en exceso -, de la relación entre la cultura y la naturaleza. Al igual que Steward, Harris ha identificado el "tecno-ambiente" (esto es, la aplicación de la tecnología al medio ambiente) como el factor que proporciona el núcleo de toda cultura, la principal influencia en cuanto al modo de convivencia y la visión del mundo de un pueblo. Incluso, ha sido aun más determinista que Steward respecto a ese núcleo, como también se ha interesado más en su dinámica. El sistema tecno-ambiental, insiste Harris, dista mucho de ser estable, y ciertamente no lo es de manera permanente. Existe siempre la tendencia a intensificar la producción, sea debido al crecimiento de la población, por un cambio climático o por la competencia entre los Estados.

Cualquiera que sea la causa, el efecto siempre es el mismo: agotamiento del medio ambiente; eficiencia decreciente; empeoramiento de los niveles de vida; presiones migratorias o, si no existe un nuevo lugar al cual dirigirse, presiones para el desarrollo de nuevas herramientas, técnicas y recursos al nivel local, lo que conduce de hecho a la creación de un nuevo tecno-ambiente.

La degradación del medio ambiente puede ser trágica y desgraciada o, si la población se enfrenta con éxito al desafío, puede significar el nacimiento triunfal de una nueva cultura. Harris (1997) llamó a esta teoría "materialismo cultural". De manera evidente, no se apoya únicamente en Steward, sino en problemas recientes de escasez de recursos energéticos, la decadencia de un tecno-ambiente basado en los combustibles fósiles, y el resurgimiento de las ansiedades maltusianas en torno a una escasez mundial de recursos, aunque Harris plantearía que una época de escasez también puede ser una de oportunidad y revolución.

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