La crisis como concreción conceptual

Mario González Arencibia

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La crisis como expresión de la contradicción

La definición del concepto crisis, exige de su vinculación orgánica con el concepto contradicción y especialmente con las contradicciones internas como fuente de desarrollo y más si se tiene presente que la <<exterioridad está en la propia interioridad>>.[1]

La contradicción en las determinaciones teóricas del objeto, es un hecho que se reproduce de modo constante con el movimiento de la ciencia y que no niega ni el dialéctico, ni el metafísico, ni el idealista. 

Hegel en su obra, Ciencia de la Lógica, al referirse a las contradicciones subraya <<La contradicción desarrolla su contenido en formas aún más expresas>>[2] concibiendo además el progreso como expresión de la contradicción.

Del análisis anterior, se puede deducir que la crisis, es una de las formas de expresión de las contradicciones, al constituir aquella fase del desarrollo del fenómeno que pone al descubierto su esencia.

Vista como un proceso, expresa justamente los momentos del desarrollo de la contradicción, en que se exteriorizan en mayor o menor medida la tendencia de un fenómeno o proceso determinado; es decir, <<En las crisis estalla en explosiones violentas la contradicción>>.[3]  

Refiriéndose a la crisis como expresión de las contradicciones, Marx expresa lo siguiente: <<Cuando cosas que por dentro forman una unidad, puesto que se completan recíprocamente, revisten al exterior una forma de independencia y esta se agudiza hasta llegar a un cierto grado, la unidad se abre paso por medio de una crisis>>.[4]

En otro de sus escritos, Marx aborda la crisis como solución de las contradicciones, señalando que <<Las crisis son siempre soluciones violentas puramente momentáneas de las contradicciones existentes, erupciones violentas que restablecen pasajeramente el equilibrio roto>>.[5]

De esta forma, Marx muestra que en la contradicción de orden exterior, se manifiesta la contradicción interna, la cual se encuentra oculta en cada una de las cosas relacionadas únicamente en forma exterior. Por lo que en la manifestación externa de los fenómenos hay que buscar su trasfondo, su esencia.

Sin embargo, esto no significa tampoco, reducir una contradicción a otra, es decir, el problema no es reducir la contradicción exterior a lo interior, sino en deducir de lo interior, y viceversa, lo exterior y comprender ambos en su necesidad objetiva.

Por consiguiente, la crisis refleja el momento en que tiene lugar un cambio en las relaciones internas y externas de un fenómeno, donde una de sus partes o todas en su conjunto, ya no está en condiciones de conservar intacta la vieja estructura y la naciente no se encuentra aún en condiciones de transformarla. Es la ruptura de la marcha normal de un proceso la que abre paso a una situación de crisis, un momento de decisión en el que la entidad que se encuentra en proceso, debe pasar por un filtro que separa lo que debe quedarse de lo que puede continuar.

La marcha normal que sigue una norma o ley, resulta de una concordancia entre lo que sería la substancia[6] de ese proceso y lo que sería su forma. La crisis se presenta cuando la historia del proceso ha roto esta adecuación: ha convertido a la forma en “demasiado exigente” para la substancia o ha hecho que la substancia se vuelva “demasiado compleja” para la forma.

En el primer caso, la crisis se presenta como una insuficiencia de la substancia; la marcha del proceso se perturba porque no alcanza a cumplir las exigencias de su norma.

En el segundo caso, la crisis aparece como inoperancia de la forma, la marcha del proceso tropieza con la estrechez de sus propias leyes.[7]

Traída a la realidad social la relación entre forma y substancia, se puede plantear que tal vez solo los fundamentos de la comunidad primitiva conocieron un proceso histórico cuyas épocas de normalidad descansaban en armonía entre forma y substancia.

Esta armonía fue sufriendo modificaciones en el modo de producción esclavista, y feudal, sin embargo, la ruptura mayor fue con el advenimiento de las relaciones capitalistas de producción.


 

[1]Hegel, G.F. Ciencia de la Lógica, Tomo I. Editorial Solar, 1968 pp. 102 y 108. Cfr. además la relación entre lo externo y lo interno, Tomo II, pp. 461-70.

[2]Ibidem, Tomo I, pp. 124 y 199.

[3]Engels, F. Anti-Duhring. Editorial Pueblo y Educación, 1979, p. 336.

[4]Marx, Carlos. El Capital, Tomo I. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1980, p. 70.

[5]Ibidem, Tomo III, p. 271.

[6] Substancia es la realidad objetiva en el sentido de la unidad interior de todas las formas de su autodesarrollo, de toda la diversidad de la naturaleza y la historia, comprendidos el hombre y su conciencia, Hegel define la substancia como la integridad de los aspectos mutables y pasajeros de las cosas. La Substancia es condición necesaria para comprender el modo de interacción entre el cuerpo pensante y el mundo en cuyo interior actúa como cuerpo pensante. Diccionario de Filosofía. Editorial Progreso Moscú, 1984 pp. 411-412.

[7] Ver: Bolivar Echavarría. Prólogo al libro de Pedro López Díaz. Capitalismo: Teoría y Crisis. Universidad Nacional Autónoma de México 1993 pp. 13-14.


 

 

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