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EL PALIMPSESTO DE LA CIUDAD: CIUDAD EDUCADORA

Jahir Rodríguez Rodríguez

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2.4.1 Las ciudades en la era de la globalización.

La presente revolución tecnológica en particular los desarrollos de la informática, las telecomunicaciones y los transportes, constituyen la infraestructura y el código del nuevo espacio global y las ciudades.

Las redes telemáticas, públicas o corporativas, se constituyen en el sistema nervioso de todos los sistemas globales sean de tipo científico-tecnológico, económico-financiero, político o cultural. Además de comunicación las nuevas tecnologías permiten la acción a distancia y el control centralizado, en tiempo real, de procesos altamente complejos y geográficamente dispersos.

Las redes telemáticas no solo aportan la base material de los sistemas globalizados: también proveen la versión más neta del nuevo paradigma organizativo basado en la idea de flexibilidad y de centralización integrada. Las empresas y otras organizaciones humanas "copian" la nueva geometría de las redes, en particular cuando se globalizan. En esta nueva geometría organizacional, la autonomía de las partes y la coordinación del conjunto aumentan a la vez, y se refuerzan en la búsqueda de la mayor productividad y flexibilidad.

En este orden de ideas la reestructuración del sistema productivo, la internacionalización del espacio, y de las relaciones, las modificaciones sociopolíticas, la concentración del poder, los nuevos procesos de acumulación capitalista y las modernas tecnologías componen el escenario donde las ciudades de hoy se insertan. La ciudad y la región ambas bajo una concepción integradora, constituyen el espacio receptor común para los profundos cambios que acompañan la evolución del actual sistema de ciudades hacia un nuevo estadio.

La ciudad es, sobretodo, un espacio vital, un lugar habitado y habitable, y el objetivo prioritario debe ser, como siempre ha sido, el que sea un medio donde el hombre encuentre un ambiente favorable para su desarrollo armónico y solidario, en lo personal y en lo social, en lo psicológico y en lo sociológico; éstas deben ser ofertas que desde la actividad económica de la ciudad se garanticen.

En este nuevo marco de competencia entre las ciudades que hoy el proceso de globalización obliga, no hay que centrarse solamente en las ventajas comparativas en orden económico -ahora más cambiantes en el tiempo que en cualquier otro momento anterior-, sino que también deben tenerse en cuenta las externalidades propiamente urbanísticas, que aumentan considerablemente la oferta de calidad de vida, en particular determinadas funciones o actividades urbanas dotadas de un alto significado cultural o ambiental que son día a día más apreciadas, y que al poseer además una carga simbólica mejoran el prestigio de la imagen de marca de la ciudad.(1)

En el mundo contemporáneo dos grandes tendencias de carácter global delimitan el contexto de los desarrollos posibles: de una parte, tenemos la tendencia a la globalización, en la que se destacan dos aspectos sustanciales: en primer lugar, los medios de comunicación, la informática y la inusitada velocidad de las invenciones científicas y tecnológicas que han creado una dimensión mundial nueva del espacio, del tiempo y de la cultura; en segundo lugar, los procesos de apertura económica regidos por la lógica del mercado y del consumo que han llegado a disgregar no sólo las identidades nacionales, sino que han revalorado, en una nueva versión positivista decimonónica, el conocimiento como principal factor del desarrollo.

De otra parte, existe una tendencia global a la concentración de las poblaciones en los centros urbanos y en las áreas metropolitanas buscando mejorar su calidad de vida.

La globalización ha traído mayor competencia entre las ciudades y regiones, las cuales necesitan adaptarse para mantener y mejorar su participación en la producción nacional, competir exitosamente con los productos extranjeros importados y aumentar la producción de bienes y servicios.

La ciudad es, por naturaleza, aglomeración económica y social, individual y colectiva, privada y pública, aunque el carácter predominante de lo económico se potencie en la sociedad capitalista. En términos económicos esto significa que para producir y consumir, la ciudad es el escenario natural del desarrollo del capital.

Por la globalización se afrontan procesos más agudos de competencia y de inestabilidad macroeconómica y social. La internacionalización ha representado una transferencia de responsabilidades a las administraciones locales y una pérdida de poder y gobernabilidad. También ha generado mayor fragmentación social, reducción del Estado central, aumento de lo privado sobre lo público, polarización entre grupos de ingresos altos y bajos, crecimiento de la informalidad productiva y frágiles consensos sociales. Junto con la segregación y la exclusión crecen los fenómenos de violencia y protección armada de territorios y espacios urbanos.

Las ciudades en la economía capitalista se caracterizan porque los grupos sociales tienden a ocupar espacios separados en la ciudad. Esto es particularmente cierto en lo que corresponde a vivienda. De igual manera, se caracterizan por el papel que juegan en el proceso productivo señalado en las siguientes funciones:

- La ciudad, como mercado de trabajo, debe garantizar unas condiciones mínimas para la reproducción de la fuerza de trabajo.

- La ciudad, como territorio de producción, donde la fábrica imprime carácter a la urbe industrial y ésta se convierte en capital fijo al servicio de la empresa.

- La ciudad, como medio de acumulación de capital.

- La ciudad, como control social.

Sobre la ciudad se presentan hoy interesantes debates en torno a cómo ésta debe ser asumida desde la perspectiva económica; y es el sector privado el que ha venido formulando una propuesta en el sentido de que la ciudad debe ser vista y entendida como una empresa.

El siguiente cuadro resume ese debate y presenta un camino para ser contrastado en el marco de Ciudad Educadora.

De acuerdo con este esquema y su perspectiva, para que la ciudad funcione como actor, se requiere un nivel mínimo de organización y una gran capacidad de negociación por parte de los distintos agentes. En ese sentido tenemos que partir de dos consideraciones: primero, donde hay caos y desorden hay oportunidades.

 

En el mundo actual se han roto sistemas tradicionales de regulación y se han superado condicionamientos rígidos ligados a la posición geográfica, a los recursos económicos o energéticos o a la trayectoria industrial. Es decir, hay oportunidades para todos, siempre que partamos de la existencia de aglomeraciones urbanas.

En segundo lugar, en cualquier contexto, no hay área territorial más productiva que una gran ciudad. Esta afirmación podría sustentarse con los datos e indicadores de producción por habitante y de productividad.

Para que una ciudad pueda configurarse como actor eficiente e integrador, tienen que presentarse y generar algunas condiciones, veámoslas:

a. Un gobierno local que se constituya en promotor y no en simple gestionador directo o indirecto de algunos servicios básicos limitado a prohibir o a autorizar a los actores privados para desarrollar su labor. A contrario sensu, deberá ser un gobierno que promueva el desarrollo económico, social, cultural y la inserción internacional, no en forma aislada, sino a través de unas relaciones contractuales establecidas con los distintos agentes económicos y sociales.

b. Una política de reestructuración del espacio físico, de reorientación de la geometría variable, que poseen nuestras regiones metropolitanas. El propósito no es sólo crear nuevas áreas económicas, nuevas áreas de servicios avanzadas para las empresas, zonas de parques tecnológicos, de oferta cultural atractiva internacionalmente y de esparcimiento, sino garantizar el buen funcionamiento de la ciudad.

c. Una política de desarrollo de la infraestructura, especialmente aquella relacionada con las telecomunicaciones, las áreas de servicios para las empresas, infraestructura de carácter cultural y lúdico como factores de integración. Para una ciudad no es indiferente su perfil ni la estética de sus espacios. Es necesario entender que tanto la belleza como La cultura, son inversiones rentables para la ciudad.

d. Una política de dinamización del sistema económico mediante la cual el empleo, la conexión con sistemas internacionales y la promoción permanente de la ciudad, sean el núcleo a partir del cual se desarrolle y potencie la ciudad. Aquí se puede concluir en palabras de Jordi Borja "No hay ciudades impotentes sino liderazgos incapaces".

La nueva dimensión internacional de las ciudades hace parte de la economía global, que hoy circula por el mundo y que sociólogos y economistas llaman “informacional” o de la era de la información, cuya característica fundamental es que la productividad y la competitividad dependen de forma esencial de la generación del valor agregado y de la decisión estratégica de innovar en términos del conocimiento y del procesamiento adecuado de información.

En estricto sentido, competitividad es ganar segmentos de un mercado. Por lo tanto la productividad, es el centro del desarrollo económico. La competitividad sin productividad es competitividad de corto plazo.

En esta dirección destaca Harris que las ciudades son cada vez menos el sitio para formas fijas de producción y más, el punto de confluencia de flujos, que obliga a las autoridades de las ciudades a estar más preocupadas por el manejo del movimiento de agentes, productos, información y finanzas.(2)

En síntesis, la globalización es un cambio sistémico que abarca todas las dimensiones de la sociedad: económica, sociocultural, política. Los efectos directos de la globalización se perciben en la emergencia de un conjunto de sistemas globales, que operan en un sistema mundial de flujos y comunicación bajo la lógica de la desintegración integrada.

La globalización, asociada con el tránsito entre paradigmas tecno-productivos, puede también ser vista como una oportunidad para el desarrollo de las ciudades; oportunidad que se plantea en general sobre dos líneas arguméntales: por un lado, la globalización permite a ciertas ciudades una acceso más abierto a recursos y oportunidades globales en relación con tecnología, capital y mercados; por otro la globalización y la transición en los modos de desarrollo suponen para ciertos territorios una valorización o revalorización de recursos endógenos latentes de fuerte inscripción territorial, y les permite reposicionarse en el espacio global. Una tercera vertiente alude a la apertura de nuevas posibilidades para la formación o acceso a redes ínter territorios (redes de ciudades, regiones virtuales) por parte de las entidades subnacionales.(3)

La ciudad actúa entonces en su doble calidad, activa y pasiva: produciendo, induciendo, generando, reproduciendo y preservando modos de vida. En esta calidad sirve de generadora de hábitos de consumo, de creadora de necesidades, homogeniza modos de vida y hace posible el consumo masivo.(4)


1. PRECEDO LEDO, Andrés. Ciudad y desarrollo urbano. Síntesis. Madrid. 1992. p 30 y ss.
2. Cfr. HARRIS, Nigel. Ciudad y mercado mundial. En: Rev. Cámara de Comercio Bogotá No. 84.Bogotá. 1992.
3. BERVEJILLO, Federico. Territorios en la globalización. Cambio global y estrategias de desarrollo territorial. Ilpes. Santiago de Chile. 1996. p 9 y ss.
4. Cfr. CUERVO, Luis Mauricio. Otras reflexiones desde la economía. Hábitat. Medellín. 1996. p 93 y ss.

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