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EL PALIMPSESTO DE LA CIUDAD: CIUDAD EDUCADORA

Jahir Rodríguez Rodríguez

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1.3.3 Ciudad y gobierno local.

Una de las características de la modernidad es su capacidad de desencanto, es decir su facilidad para romper con las mejores expectativas de las personas. En tal sentido Victoria Camps ha clarificado ese debate contemporáneo, señalando que la vida pública esta desmoralizada (1). Según lo entendía Arendt, este pensar adopta la forma de un diálogo presente y al mismo tiempo intemporal. En el prefacio a su libro Entre el pasado y el futuro, precisamente sugiere Arendt que "somos contemporáneos sólo en la medida en que nuestra comprensión alcanza a serlo".

Y ese desencanto está asociado al concepto de gobierno y al papel de éste en la conducción de los destinos de la ciudad. Se trata de un gobierno alejado de sus ciudadanos, que no les consulta ni les representa, sus expectativas, que no juega el papel de rector de los intereses colectivos y que, por el contrario, está asociado a los intereses privados de la política de la sociedad.

En la vida moderna la actividad pública entra cada vez más en contradicción con lo colectivo; el gobierno experimenta una creciente deslegitimación cuando los ciudadanos pierden confianza en la capacidad gubernamental para determinar y gestionar las políticas públicas. Un buen gobierno es el que gana legitimidad cada día. Ante la opinión pública, ante el parlamento, ante su propio partido o grupo político, el gobierno tiene que saber mantener la legitimidad y acrecentar la confianza que recibió de los electores.

El gobierno debe garantizar la fidelidad a su programa y proyecto político. Un gobierno democrático está obligado a ser transparente, y una de las formas en que puede lograrlo, es cuando hace públicas todas las actividades de su institución. De ahí que gobierno y ciudadanía constituyan el eje fundamental para la construcción de Ciudad Educadora. Ambos asociados a la educación como el instrumento mediante el cual se construyen la ciudad.

Recientemente Fernando Bárcena se encargó de recordarnos que la democracia es, por encima de cualquier otra consideración, una práctica inspirada en un conjunto de valores que se puede transmitir y propone "...la democracia requiere el apoyo de un sistema educativo y de una idea de enseñanza capaz de formar en los ciudadanos su facultad de juicio..."(2).

En la relación entre gobierno y Ciudad Educadora, en la que uno de los objetivos es la construcción de una cultura política, la cual debe manifestarse en la habilidad del ciudadano para enjuiciar políticamente; la educación debe estar puesta al servicio de la participación y ésta al servicio del gobierno.

La profesora Alicia Cabezudo plantea que la educación es un campo a partir del cual es posible desestructurar las relaciones autoritarias para reestructurarlas como relaciones democráticas. Democracia y autoritarismo no son modelos abstractos ni circunstancias históricas coyunturales, sino complejos procesos que estructuran formas de pensar y comportamiento. Y en esta relación afirma lo siguiente:

"La democratización de los municipios es una condición fundamental para que se dé una real educación para la democracia. Supone necesariamente la superación de las formas autoritarias de conducción y la aceptación de las ideas de autonomía, de responsabilidad y de diálogo. Estas premisas implican, entonces la responsabilidad por parte del Estado de asegurar la educación entendiéndola como el desarrollo integral del individuo para su inclusión en la sociedad a través de la formulación de una conciencia social abierta al cambio y a la participación".(3)

Los proyectos educativos impulsados por los gobiernos municipales, diseñados desde la anterior perspectiva, deben ser realmente experiencias colectivas, teniendo en cuenta que la ciudad es todo un laboratorio sociológico, político y cultural, entre otras diversas dimensiones.

Sin eludir una cierta esencia lúdica, los proyectos educadores, también deben estar orientados a resolver problemas, en los terrenos educativos, culturales, recreativos y democratizantes.

El carácter de estos proyectos está fundamentado en relaciones democráticas, solidarias, equitativas y de ética civil, entre los ciudadanos participantes.

"En el municipio es donde reside la fuerza de los pueblos libres. Las instituciones municipales son a la libertad, lo que las escuelas primarias vienen a ser a la ciencia, la ponen al alcance del pueblo; le hacen paladear su uso pacífico y lo habitúan a servirse de ella".(4)

La municipalidad se sitúa en un lugar privilegiado de encuentro entre la sociedad civil y el Estado. Un sitio de encuentro en donde se combinan necesidades y reivindicaciones poblacionales con la organización de la gestión pública y social.(5)

De otra parte, existe una inestabilidad institucional y una clientelización marcada en la vida municipal. Al ciudadano común y corriente, se le ha ido despojando lentamente de su conciencia ciudadana. Se le ha alejado de manera paulatina del manejo de los asuntos públicos, se ha presionado su despolitización. Por esta razón el ciudadano corriente termina por creer que todo lo que tiene que ver con la política, está asociado con "negociado" y con "clientelismo". Si la mentalidad democrática se moldea en la vida municipal, la mentalidad de nuestra población ha sido moldeada en un municipio alejado del control ciudadano. Un municipio de espaldas a su población.(6)

Es así como el lugar de encuentro entre la sociedad civil y el Estado, que es el municipio, en muchas ciudades, es un lugar de encuentro antidemocrático, profundamente autoritario y excluyente.

Puesta en el escenario la idea de gobierno y ciudad, la reflexión nos obliga a generar espacios cada vez más amplios de construcción de democracia local, en donde el gobierno esté más cerca de sus gobernados y los gobernados tengan mayores posibilidades de acceso al gobierno. Desde Ciudad Educadora hay que democratizar las instancias públicas del gobierno, hay que garantizar que cada vez más ciudadanos puedan ejercer funciones públicas y así generar una escuela que permita mayores niveles del conocimiento para intervenir en la ejecución de la política pública.


1. Crf. CAMPS, Victoria. El malestar de la vida pública. Op. cit.

2. BARCENA, Fernando. Op. cit. p. 80 y ss.

3. CABEZUDO, Alicia. Estrategias educativas en la ciudad. En: Plan de desarrollo de Armenia 1998-2000. FUDESCO. Armenia. l998. p. 92.

4. DE TOCQUEVILLE, Alexis. La democracia en América. Medellín. 1989. p. 15

5. Cfr. SANTANA, Pedro. Crisis municipal, movimientos sociales y reforma política en Colombia. En: Rev. Foro, No. 1. Bogotá, 1986.

6. Ibid.


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