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EL PALIMPSESTO DE LA CIUDAD: CIUDAD EDUCADORA

Jahir Rodríguez Rodríguez

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1.3.1.1 Desarrollo y ciudadanía.

El concepto de desarrollo no es más que otro nombre de la phisis Aristotélica, pues, en efecto, la naturaleza contiene sus propias normas como fines hacia los cuales los seres se desarrollan y alcanzan efectivamente "la naturaleza es fin (telos)", dice Aristóteles.

En reflexiones sobre el desarrollo y la racionalidad, Castoriadis ha propuesto con mucha creatividad que "el desarrollo se define por el hecho de esperar este fin como norma natural del ser considerado. También en este sentido el desarrollo fue una idea central para los griegos, y no solamente por lo que se refiere a las plantas, los animales o los hombres como simples vivientes. La Paidea es desarrollo: consiste en llevar al pequeño mounstro recién nacido al estado propio de un ser humano..."(1)

La idea de desarrollo es una idea de progreso, de flujos e invita a pensar en el futuro, en la dirección, en el destino y sentido del mismo. Así, si el objetivo último del desarrollo es el ciudadano y su calidad de vida, hay que pensar que esos ciudadanos y ciudadanas del mañana son los niños de hoy. En la coyuntura actual es fundamental tener claro el concepto de desarrollo asociado a su connotación de sustentable, que quiere decir disociado de la noción de crecimiento, concepción ésta producto de la ideología del progreso y del paradigma cartesiano.

Desarrollo en el sentido ético, tal como lo ha recomendado Goulet, requiere de contenidos en los cuales se destaque el respeto a la diversidad biológica y a la diversidad cultural; la coexistencia de una pluralidad de racionalidades o, lo que es igual, de la tolerancia; el reconocimiento de la pluralidad de modelos posibles.(2)

Asimismo, el desarrollo debe contener la existencia de un profundo ethos solidario que se exprese en solidaridades internas de los pueblos, solidaridad internacional y solidaridad intergeneracional. Sólo la solidaridad puede extrañar los efectos de las dinámicas excluyentes de las fuerzas del mercado y de los procesos de crecimiento operados sin ningún control o regulación.

Por ello es fundamental asumir el carácter global, holístico, integral de la noción de desarrollo, entendiendo que contiene diversas dimensiones no contradictorias entre sí que se encuentran profundamente interrelacionadas y en mutua interdependencia. De allí la necesidad de superar el enfoque eficientista por una aproximación capaz de reconocer y fomentar la sinergia en los procesos del desarrollo:

"...enfocar el desarrollo en términos sinérgicos implica un profundo cambio de la racionalidad económica dominante. Obliga, entre otras cosas, a un cuestionamiento profundo del concepto de eficiencia; ésta suele asociarse a nociones de maximización de productividad y utilidad, a pesar de que ambos términos son ambiguos.

Sin embargo, al llevar el criterio económico al extremo más alineado de la razón instrumental, la productividad se nos aparece como bastante ineficiente. Sobredimensiona la necesidad de subsistencia y obliga al sacrificio de otras necesidades, acabando por amenazar la propia subsistencia"(3)

Por eso el concepto de desarrollo, en el marco de Ciudad Educadora, se centra en los seres humanos desde el comienzo mismo de sus vidas. De allí la razón para que el desarrollo coincida con el proceso de expansión de la ciudadanía y de mejoramiento de las condiciones de vida de sus ciudadanos.

En este orden de ideas se llega a una concepción de ciudadanía basada en derechos, lo cual implica la constitución de actores-sujetos que se emancipan de las limitaciones materiales, básicas que impone la pobreza y la dependencia de las intervenciones estatales.

El sociólogo inglés Marshall reflexionó sobre el concepto de derechos sociales y el proceso de expansión de la ciudadanía que fueron luego recogidos en su célebre ensayo de ciudadanía y clase social; en él sostiene que la ciudadanía moderna es un status social que atribuye derechos y deberes a los nuevos estratos sociales. Y distingue tres componentes y fases de desarrollo de ciudadanía: en primer lugar, la ciudadanía civil, que atribuye al individuo una serie de derechos asociados a la libertad; en segundo lugar, la ciudadanía política que consiste en el derecho a participar en el ejercicio del poder político y, en tercer lugar, la ciudadanía social que se afirma en el derecho a tener un nivel adecuado de educación, de salud, de seguridad social, según los estándares prevalecientes en la comunidad política referenciada.(4)

Marshall fue claro al afirmar que lo que distingue a la ciudadanía civil, política y principalmente la social -todas asociadas al principio de libertad- es su tensión respecto a su igualdad. La ciudadanía es esencialmente una relación de pertenencia a una comunidad en donde todos tienen un mismo status como miembros. Es, por lo tanto, en la política donde se define el avance o retroceso del proceso de ciudadanía. Y es por la razón de ser "sociales" y no individuales que la construcción de ciudadanía social es fundamentalmente lucha y por lo tanto, conquista política: "...el método normal de establecer los derechos sociales es a través del ejercicio del poder..." afirma Marshall.

Bustelo reflexiona, en otra dirección, y advierte que se han ganado espacios en términos de derechos políticos y civiles y de libertades individuales, la preeminencia de lo individual, lo grupal y lo local. Se han abierto nuevos espacios y oportunidades pero se ha oscurecido la noción de lo social como acción colectiva.(5)

El filósofo y sociólogo Edgar Morín en reciente publicación observa que estamos en un período políticamente regresivo, la política reducida a la economía, y mentalmente regresiva, las ideas fragmentarias y gregarias.(6)

El desarrollo de la noción de ciudadanía otorga un lugar central a la problemática de derechos civiles, políticos y sociales, lo que permite plantear una nueva concepción de las políticas públicas para moverse a la consideración de las necesidades como derechos. Aquí es necesario desarrollar el concepto de inclusión social que está referido a tener la posibilidad real de acceder a los derechos sociales; en este sentido la Comisión Económica Europea ha planteado que la exclusión social se refiere a la imposibilidad o a la no habilitación para acceder a los derechos sociales sin ayuda, sufrimiento de la autoestima, inadecuación de las capacidades para cumplir con las obligaciones, riesgo de estar relegado por tanto tiempo a sobrevivir del existencialismo y la estigmatización.

En esta línea de pensamiento, Bhalla ha insinuado que el concepto de exclusión social va más allá de los aspectos económicos y sociales de la pobreza e incluye los factores políticos tales como derechos políticos y ciudadanía que remarcan la relación entre los individuos y el Estado, así como entre la sociedad y los individuos.

Tanto la inclusión social como su contracara la exclusión, se determinan en diversas esferas de la vida política, económica, social y cultural. De ellas pueden tener prioridad las que significan integración política, económica y social. La inclusión política está directamente ligada con lo que puede considerarse ciudadanía formal y con la participación o no como ciudadanos en la marcha de la sociedad. La política en el entendido de transformación del conflicto, donde el desarrollo político entra como parte del desarrollo social y el desarrollo de la democracia como parte del desarrollo político.

La inclusión económica y la social están relacionadas con la participación de la vida colectiva y pueden distinguirse dos ejes: por un lado, el que se refiere al empleo y protección social y, por el otro, el que toma en cuenta las interrelaciones individuales y colectivas en el contexto que se ha denominado el capital social (7), y que demarca la inclusión social. En este caso se incluye una serie de factores decisivos para el bienestar del ser humano en su vida individual, familiar, comunitaria y social.

Tal como lo afirma Alberto Minujin "...cualquier alternativa que se plantee deberá dar centralidad a la problemática de la inclusión social integrada en el marco de una creciente expansión de la ciudadanía en particular, en el ámbito de los derechos sociales y de la democracia"(8)

En nuevos desarrollos del concepto de ciudadanía Galtung ha planteado la política como una búsqueda del equilibrio y ha destacado que la democracia no está libre de problemas. Cuatro palabras, gobierno, gobernantes, gobernados y normas se pueden combinar para crear una definición sencilla: la democracia es gobierno de acuerdo con normas que hacen los gobernantes responsables ante los gobernados, y ha propuesto dos tipos de democracia: tipo A y tipo B.

En la democracia tipo A las decisiones son producto del consenso, después de discusión, con la participación de todos, gobernantes y gobernados; el instrumento básico es el diálogo, un intercambio de argumentos sin inicio ni fin, parecido a una conversación en la cual No existe ni ganador ni perdedor.(9)

En la democracia tipo B, las decisiones se basan en la voluntad de la mayoría luego de la votación, con la participación de todos, gobernantes y gobernados, en la cual el instrumento básico es el debate. En realidad la democracia madura supone la existencia de ambas cosas: la discusión tendiente al consenso y el debate tendiente a una voluntad mayoritaria en ambientes más amplios.

En este concurso de ideas Bustelo ha propuesto como modelos de ciudadanía una asistida y otra emancipada. El modelo de ciudadanía asistida se ubica en la tradición más conservadora en política económica y social; la ciudadanía es concebida esencialmente como de naturaleza civil. La ciudadanía política no es sólo de derechos formales, principalmente en cuanto al derecho a elegir y ser elegido; los derechos sociales no son demandables en un sentido positivo a menos que tengan una base contributiva.

La ciudadanía expansiva es por definición una propuesta socialmente inclusiva. Todos los ciudadanos forman parte de la conversación a través de la cual se desarrolla una comunidad de argumentos. En ésta las personas no son "pacientes", es decir, objeto de tratamiento o de intervención pública, sino actores en la doble dimensión individual y societaria: la emancipación es individual ya que los individuos son autónomos. Bustelo sugiere que la emancipación no se cuenta de uno a uno, no es una sola, no es única. Implica, como ya se dijo, una comunidad de argumentos y una responsabilidad por el conjunto; por eso se trata de una "emancipación democrática", en los postulados de Habermas. Se ilustra con el siguiente cuadro este debate contemporáneo sobre la ciudadanía.(10)

Cabe mencionar que el ámbito para la expansión de la ciudadanía es la democracia como sistema de igualdad, ya que históricamente la democracia está contrapuesta al sistema de desigualdades. A su vez para luchar con efectividad hay que construir poder democrático y buscar poder es esencialmente buscar política. En otras palabras, es considerar los derechos sociales como parte del proyecto de construcción de una democracia participativa y la política como instrumento de su realización. Bajo estos postulados se inspira la Ciudad Educadora que queremos construir y que defendemos como proyecto colectivo.

Recientemente, Adela Cortina propuso abrir el debate sobre el concepto de ciudadanía política y ciudadanía social, en la que los ciudadanos, como protagonistas, constituyen el eje central.

Dijo, asimismo, que la noción de ciudadanía política, hunde sus raíces en la Grecia clásica y llega hasta nuestros días de la mano de tradiciones republicanas como la proseguida por Hannah Arendt o Benjamín Barber; Desde esta perspectiva, no es sólo ciudadano aquel que tiene una cédula de identidad o un pasaporte, sino el que participa en las deliberaciones y decisiones que se toman en torno a las cuestiones públicas. Autentico ciudadano _diría esta tradición en nuestros días- es aquel que toma parte activa en lo público, en aquello que a todos afecta.

En el concepto de ciudadanía social, tal como lo concibió Marshall, ciudadano es aquel que en una comunidad política ve protegidos sus derechos civiles (libertades individuales), políticos (participación política) y sociales (trabajo, educación, salud y calidad de vida). El concepto de ciudadanía social crítica exige a los ciudadanos asumir su responsabilidad. Por ende, su protagonismo, en la construcción de una sociedad de justicia, es imposible sin la participación activa de la sociedad civil, como imposible sin el fortalecimiento de una sociedad civil capaz de asumir activamente su corresponsabilidad en la creación de una sociedad justa: "Si rehusamos ser los protagonistas de nuestra historia podremos tener la certeza de que nadie la hará por nosotros, por que nadie puede hacerla" (11)

Para reflexionar acerca de la ciudad y sus ciudadanos en la perspectiva de construcción de ciudadanía, es ilustrativo lo que planteó Platón en La República:

"...nosotros no establecemos la ciudad mirando qué clase de gente sea especialmente feliz, sino para que lo sea en el mayor grado posible la ciudad toda..."(12). O como invita a pensar Castoriades: "La sociedad hace los individuos que hacen la sociedad"(13)

Un debate contemporáneo nos plantea la idea que el capital humano puede ser entendido de manera amplia como la apropiación del conocimiento que hacen los individuos a lo largo de sus vidas, y las condiciones del entorno personal que permiten explotar provechosamente ese conocimiento, como la nutrición y la salud. Recientemente ha sido definido de la siguiente manera: "El capital social es una amalgama de ciertas características de la organización social, tales como la confianza, las normas, las redes de contactos y, con mayor generalidad, las relaciones de largo plazo que pueden mejorar la eficiencia colectiva de una comunidad, no sólo facilitando la acción coordinada, sino también permitiéndole a la gente llevar a acabo acciones cooperativas para beneficio mutuo". (14)

La producción de capital social depende de que exista un marco sociopolítico y económico incluyente y participativo, que provea de los incentivos necesarios para que los ciudadanos se sientan motivados para cooperar, así los mecanismos adecuados para la coordinación colectiva. Sin lo anterior, el resultado es la falta de cohesión y el resquebrajamiento del tejido social.(15)

El concepto de capital social se asocia al capital humano cuando se crean condiciones en las personas para producir en ello habilidades y capacidades que los hacen más productivos; el concepto de capital social puede además ser público (capital cívico institucional) o privado, además el público puede ser estatal (institucional), o no estatal (cívico). (16)


1. CASTORIADIS, Conelius. Reflexiones sobre el desarrollo y la racionalidad. Foro. Santa fé de Bogotá. 1994. p.96 ss

2. Cfr. GOULET, Denis. Etica y diversidad biológica. New York. 1992.

3. MANFRED, Max Neef; y otros. Desarrollo a escala humana: una opción para el futuro. Cepaur. Buenos Aires. 1986. p. 15.

4. Cfr. MARSHALL, Alfred. Ciudadanía y clase social. Chicago. 1950.

5. Cfr. BUSTELO, Eduardo. La política social esquiva. En: Rev. Espacios. No. 8, San José, Costa Rica, 1997.

6. Cfr. MORIN, Edgar. Una política de civilización. Arlea. Paris. 1997

7. El concepto de Capital Social abarca más que el de Capital Humano, pues incluye el conjunto de prácticas y redes políticas y sociales prevalecientes así como, su desarrollo histórico.

8. Minujin, Alberto. Vulnerabilidad y exclusión en América Latina. En: Todos entran. Propuesta para sociedades incluyentes. Bustelo, Eduardo; Minujin, Alberto. Editores Santillana. Santa fé de Bogotá. 1998. p 194.

9. Cfr. GALTUNG, Johan. El desarrollo como programa de la democracia. Santillana. Madrid. 1996.

10. Cfr. BUSTELO, Eduardo. Expansión de la Ciudadanía y construcción de democracia. En: Op cit.

11. CORTINA, Adela. Ciudadanos como protagonistas. En: Ética ciudadana y derechos humanos de los niños. Magisterio. Santa fé de Bogotá. 1998. p. 28

12. PLATON. La República. Atalaya, Barcelona. 1993. p. 162.

13. CASTORIADES, Cornelius. Poder, política y autonomía. En: Rev. Ensayo y Error. No. 1 Santa fé de Bogotá. 1991. p. 9.

14. Cfr. DASGUPTA, Martha. Capital social. Chicago. 1997.

15. Cfr. Un desarrollo a profundidad se puede encontrar en CAMBIO PARA CONSTRUIR LA PAZ. Santa fé de Bogotá, 1999. (Las bases para el Plan Nacional de Desarrollo 1998-2002, que presentó el Gobierno al Congreso de la República.)

16. Cfr. SUDARSKY, John. EL capital social en Colombia. Santa fé de Bogotá. 1998. p 6 y ss.


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