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EL PALIMPSESTO DE LA CIUDAD: CIUDAD EDUCADORA

Jahir Rodríguez Rodríguez

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1.2.4.3 La civilidad.

La civilidad es quizá el atributo más significativo de la cultura urbana; consiste en el reconocimiento que se da entre los asociados en un territorio y espacio cultural determinado, en el que concurren las diferencias y el acuerdo expreso de superar las discrepancias mediante la identificación de reglas comunes para compartirlo.

La ciudad constituye el escenario en donde se cruzan y convergen miríadas de existencias y lecturas, de encuentros y desencuentros y, aún, de diferencias y contradicciones. Cruce de historias personales y colectivas de quienes en ella habitan; se trata de un espacio alternativo y simultáneamente atravesado por el orden y el conflicto. Sin embargo, al fin y al cabo, la ciudad es predominantemente nuestro entorno y referente obligado; mundo de nuestra cotidianidad, de la familia, del amigo, del vecino, del colega, de la autoridad y de la violencia, de nuestras más inmediatas relaciones sociales. Como bien lo explica Hannah Arendt, donde se construye el bien común y lo ilustra de la siguiente manera:

"El concepto medieval de bien común, lejos de señalar la existencia de una esfera política, sólo reconoce que los individuos particulares tienen intereses en común, tanto materiales como espirituales y que sólo pueden conservar su identidad y atender a su propio negocio si uno de ellos toma sobre sí la tarea de cuidar el interés común".(1)

Por su parte, el orden social, es la resultante de acciones muy diversas, que tienen en centro la satisfacción de las necesidades sentidas de los ciudadanos. Este orden social no establece un divorcio sino, por el contrario, una unidad con la calidad espacial. Así la ciudad se nos manifiesta como un hecho social, colectivo y contradictorio, en donde señales, símbolos y usos de los espacios provocan el sentido de identidad y pertenencia o desarraigo. No se es ciudadano por participar en la vida colectiva, por interactuar en tiempos y espacios en común, sino por asumir con responsabilidad la vida de la ciudad y de lo público.

A partir de las anteriores ideas, es posible señalar que los ámbitos de lo público y lo privado, si bien es cierto, son diferentes y ocupan distintos espacios, no por ello deben ser opuestos ni pueden constituir esferas distintas y extrañas, sino que tienen umbrales que cada vez tienden a ser más tenues entre sí, pues la defensa del mundo común es el blindaje de la vida particular e individual. Aquí comienza a emerger lo que se llama civilidad.

Así que para llenar plenamente de contenido esta categoría, se debe tener presente que los espacios se llenan de afectos y desencantos en la medida en que están colmados de representaciones; Se considera asimismo que los tiempos y los ritmos de la ciudad están objetivados por las historias personales y comunitarias, de allí que sea apropiado finalmente establecer que la sociedad, a través del tejido social -el de las instituciones- encadena la vida comunitaria y la vida cotidiana. Todos éstos son elementos constitutivos de la civilidad.

Como defiende Alexis de Tocqueville, en su texto magistral y clásico La democracia en América:

"... puede ocurrir en efecto, que los individuos, absorbidos por sus asuntos particulares, debido al exceso del deseo de bienestar, descuiden lo público. Llegará el momento entonces en que, con tal de que se les deje ocuparse de sus pequeños asuntos cotidianos se desentiendan de todos los demás. Abrase realizado aparentemente el ideal de corte: orden y progreso. Pero la libertad habrá desaparecido, puesto que la libertad privada no es tal. La libertad es indivisible y no puede hablarse de libertad privada sin libertad pública."(2) Ciudadanía y civilidad no son simplemente un status legal definido por un conjunto de derechos y responsabilidades. Estas comprenden además una identidad y la expresión de pertenencia a una comunidad política; que son, en términos de Habermas, las instituciones de la libertad puestas al servicio de la civilidad.(3)

 


1. ARENDT, Hannah. La condición humana. Paidós. Barcelona. 1996. p.46

2. TOCQUEVILLE DE, Alexis. La democracia en América. México. p 40.

3. KYMLICKA, Will. El retorno del ciudadano. Una revisión de la producción reciente en teoría de la ciudadanía. En: Ciudadanía. El debate contemporáneo. Rev. La política. Paidós. Madrid. p 6 y ss. Citando a Habermans.


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