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EL PALIMPSESTO DE LA CIUDAD: CIUDAD EDUCADORA

Jahir Rodríguez Rodríguez

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1.2.4.1 Valores.

La ciudad y el ser social a lo largo de la historia han construido lo que se podría denominar los valores y anti valores, Verbigracia la libertad, la sociabilidad, la comunicación, la participación, entre otros muchos.

El contacto del hombre con la ciudad, genera en él un espíritu de libertad mayor que el que le produce la vida campesina y los espacios rurales. No en vano desde la antigüedad se ha dicho que los hombres libres viven en la ciudad, por la apertura del pensamiento y por la apertura de los espacios que se dan en la vida citadina.

El principio de libertad en un ordenamiento político democrático, está asociado al principio de igualdad, el cual involucra en la propia norma constitutiva la democracia. La democracia, pues, no sólo es un método capaz de servir a valores, sino que ella misma responde a un valor tan fundamental como la libertad, sin dejar de valer en sí misma como procedimiento(1) La libertad es lo que hace preferible la democracia. Construir la libertad es un propósito, como lo informa Camps, "porque ser libre no es fácil, hay que aprender a serlo. Aprender -y, por lo tanto, enseñar- a distinguir el para qué de la libertad, el hasta dónde de la libertad, el sentido de la libertad."(2)

La libertad es un valor moderno. Aparece junto a la toma de conciencia de que el individuo es alguien autónomo con respecto a la naturaleza y a la comunidad social.(3) La libertad no es un recurso de la imaginación que cubre así los huecos del desconocimiento. La auténtica libertad no consiste en una supuesta capacidad de elegir y tomar decisiones, sino que debería consistir en el conocimiento de la necesidad.

Libertad e igualdad como principios nos deben conducir a potenciar y a profundizar en la autonomía. El ser humano que vive en la urbe es más autónomo que el campesino; en el sentido de poder trascender ciertas ataduras mitológicas, conceptuales, patriarcales, patronales, climáticas y topográficas. Una de las características del ciudadano y de la llamada mayoría de edad, es justamente la autonomía, la decisión y la actuación con base en las determinaciones personales, es decir, con independencia. Ciudad Educadora debe proponerse educar en la libertad, que significa educar respetando las diferencias de cada uno, su carácter, sus propensiones y debilidades, respetando, en fin, la pluralidad de opiniones y maneras de ser.

Al decir de Adela Cortina, la libertad es el primero de los valores que defendió la Revolución Francesa y, sin duda, uno de los más preciados para la humanidad. La primera idea de libertad que se gesta en la política y en la filosofía occidental es la que Benjamín Constant denominó "libertad de los antiguos"; refiriéndose a la libertad política de la que gozaban los ciudadanos en la Atenas de Pericles, es decir, en el tiempo en que se instauró la democracia en Atenas.(4)

Unidos a los conceptos anteriores uno de los mayores valores que se da en la ciudad lo constituye la sociabilidad conjuntamente con la comunicación. Cuando el ser humano deja de hacer aldeano y patriarcal, ingresa a vivir en otra dimensión social que lo va a hacer esencialmente diferente en su forma de ser y de pensar. Ahí, el esfuerzo personal y la ciudad le otorgan ventajas significativas al ciudadano, al tiempo que le generan otras exigencias de visión y actuación profesional y cotidiana.

Finalmente, la síntesis de los valores está asociada a la participación social y política. Ya se ha afirmado que la ciudad es el lugar de la política por excelencia. Ella exige y permite la participación social y política en los asuntos de interés público, creando cualidades, movimientos, partidos y mecanismos de participación.

Hannah Arendt acostumbraba decir que la libertad "es de hecho la única razón de que los hombres vivan juntos en una organización política". No basta con la posibilidad de que una educación democrática nos enseñe a afirmar la libertad; además, es necesario aprender a reafirmarla en público.(5)

La libertad no es la ausencia original de condicionamientos (cuanto más pequeños somos, más esclavizados estamos por aquello sin lo que no podríamos sobrevivir), sino la conquista de una autonomía simbólica por medio del aprendizaje que nos aclimata a innovaciones y elecciones sólo posibles dentro de la comunidad, según lo afirma Fernando Savater; hasta tal punto que la educación en libertad consiste en hacernos conscientes de la realidad y de nuestros semejantes. Como diría Graham Greene: "ser humano es también un deber".

Acceder a la modernidad significa de este modo dominar el saber y tener la pasión de luchar por la libertad. Esta pasión constituye un deber moral, anota Gramsci, y no un deber de moral política, sino de ética.

En este orden de ideas, "sólo es patriota el que ama a sus conciudadanos, los educa, los alienta, los dignifica, los honra, los invita a luchar por la libertad y por el bienestar de su pueblo, sacrificándose por emanciparlo de todos los yugos. El que cree que la patria no es la celda del esclavo, sino el solar del hombre libre"(6)

La libertad no es una filosofía ni siquiera una idea; es un impulso de la conciencia que nos lleva, en ciertos momentos a pronunciar dos monosílabos: Sí o No, en su brevedad instantánea, como a la luz del relámpago, se dibuja el signo contradictorio de la naturaleza humana, destaca Octavio Paz en su texto La otra voz.

La única libertad que merece ese hombre es la de buscar nuestro propio bien... la humanidad sale más gananciosa consintiendo a cada cual vivir a su manera que obligándole a vivir a la manera de los demás, dice Mill, en su bello texto sobre La Libertad.

Fernando Savater, en Política para Amador, citando a M. I. Finley, Democracia antigua y democracia moderna, insiste que "el concepto griego de libertad no se extendía más allá de la comunidad misma: la libertad para sus propios miembros no implicaba, ni la libertad legal (civil) para los otros residentes en la comunidad, ni la libertad política para los miembros de otras comunidades sobre las cuales se tenía poder"(7)


1. BILBENY, op. cit. p 136 y ss.

2. CAMPS, Victoria. Los valores de la educación. Anaya. Madrid. 1998. p. 59.

3. Victoria Camps contribuye a este debate planteando que existe libertad negativa y libertad positiva, y que por lo tanto la libertad debe ser entendida en esas dos direcciones. Libertad negativa es una libertad pobre de horizontes y que, sobre todo, tiene poco que ver con la ética. La libertad negativa coincide con las libertades civiles y políticas declaradas y defendidas en las constituciones políticas: libertad para decir lo que uno piensa, para asociarse con quien uno quiera, para votar o dejar de hacerlo.

Libertad positiva es el ejercicio positivo de ejercitar la libertad, es donde podremos decidir si de verdad nos dejamos gobernar o nos autogobernamos, si decidimos por nosotros mismos o alguien o algo decide en realidad, por nosotros, op. cit. p. 65 ss

4. Cfr. CORTINA, Adela. El mundo de los valores. Ética mínima y educación. El búho. Santa fé de Bogotá. 1999.

5. BARCENA, Fernando. El oficio de la ciudadanía. Paidós. Madrid, 1997. p. 71

6. INGENIEROS, José. Las fuerzas morales. Siglo XX. Buenos aires. 1925 p.116

7. SAVATER, Fernando. Política para Amador. Ariel. Barcelona. 1992. p 99.


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