EXPERIENCIAS Y LECCIONES DE DESARROLLO RURAL

Dr. Iván Ureta Vaquero

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Distanciamiento entre gobernantes, autoridades y la ciudadanía.

Puede resultar interesante, tomando como hipótesis las ideas comentadas anteriormente, descubrir el coeficiente de ciudadanía que está presente en una comunidad y que nos permitiría realizar un análisis ponderado del estado de las instituciones públicas y privadas de una comunidad, o de una ciudad para comprobar el grado de integración ciudadana y las posibilidades de potenciar los recursos interinstitucionales, puesto que de no haber un coeficiente alto de ciudadanía es más difícil establecer un programa de potenciación de recursos internos. En palabras de Aristóteles, “no se es ciudadano por residir en un lugar (…) ni tampoco se es cuando la comunidad de derecho no se extiende a más de poder ser actor o demandado (…)Pues bien, el ciudadano en sentido absoluto por ningún otro rasgo puede definirse mejor que por participación en la judicatura y en el poder.”31 Aristóteles ya reconoce que una de las partes más importantes a la hora de evaluar el grado de eficacia institucional y en suma, al grado de desarrollo sostenible integral que puede alcanzar una ciudad, municipio, es precisamente ese coeficiente de ciudadanía que se desarrolla y perfecciona gracias al ejercicio comprometido del comunitarismo de acuerdo con Etzioni.32

Cuando hablamos del coeficiente de ciudadanía así como de los conceptos múltiples de clase social, es importante el nivel de implicación de los agentes económicos y sociales con la región y más allá con el país y esto se evidencia con las manifestaciones de identidad nacional. En países como Perú, existe una auténtica campaña gubernamental por incentivar la exaltación de los valores nacionales y patrióticos. Semanalmente en las plazas de armas desfilan solemnemente los alumnos de alguna institución educativa, además de cantar el himno nacional y ejercer un ritualismo encaminado a la potenciación del patriotismo. De igual manera a un nivel interno, las campañas publicitarias hacen referencia a la calidad de los productos peruanos, ya que el consumidor, desprecia al producto nacional – incluso llamado producto naciomal -, teóricamente por su baja calidad, prefieriendo el producto importado que se libra a un precio más alto que el de producción nacional. ¿Por qué ocurre esto?.

Como ha sucedido a lo largo de la historia, el desequilibrio y desconexión entre el gobierno y la población, genera un sentimiento de inquilinismo que desemboca en una deserción de las lealtades ciudadanas. No se puede pedir un grado de implicación fuerte en un proyecto político, si un porcentaje alto de la población vive al margen de la ley, en la informalidad y con dificultades para integrarse en la ciudadanía activa, que permita al elector sentirse representado por los equipos de gobierno “elegidos”. Siendo esto así, se explica porqué el gobierno obliga a votar a todos los censados mayores de edad, aplicando multas y sanciones en el caso de no hacerlo. De no ejercer estas medidas punitivas, posiblemente el porcentaje sería muy bajo y es posible que se restringiría a aquellas personas integrantes del subsector económico formal.

Otra de las cuestiones preocupantes y que inciden sobre la profundización de los problemas estructurales que caracterizan las economías más contraídas es el del populismo político. Efectivamente, hay partidos políticos que de forma irresponsable anuncian la ampliación de puestos de trabajo en alto número. Sin embargo, este populismo choca frontalmente contra las posibilidades reales de creación de empleo, y sobre todo hablando de una economía deprimida. Hay que tener en cuenta que para generar un empleo es necesaria una inversión de entre 25.000 y 30.000 US$ según la OIT. Por lo tanto, un gobierno que promete un aumento del empleo en 1.000.000 de puestos estaría asumiendo que es capaz de movilizar los recursos de inversión equivalentes 30.000.000 millones de dólares, no teniendo en cuenta que la inestabilidad política es uno de los principales elementos disuasores de la inversión extranjera. Otra de las cuestiones ligadas al populismo político es el propio impulso del político a hacerse con el poder independientemente de las posibilidades reales que este tenga, para efectuar las reformas que promete. En este sentido, y como comentábamos más arriba, el político utiliza un lenguaje que fácilmente llama la atención de las clases sociales más desfavorecidas, sobre todo, porque sabe que palabras claves como: generación de empleo, seguridad, inversión, justicia, etc…son vitales para la consecución del fin, ya no de poder político sino de poder real y consecuentemente de enriquecimiento grupal. Por lo tanto, los políticos abocados a desarrollar programas políticos excesivamente populistas -in crescendo- utilizan un lenguaje que Minkowski ó Raimond Arón, catalogan como esquizofrénico.33

El verdadero peligro lo constituye el distanciamiento cada vez más acusado entre la población y la clase política. Un claro ejemplo de esto es el número de denuncias elevadas a la JNE (Jurado Nacional de Elecciones), para revocar los cargos de 66 alcaldes distritales de todo el país. Pero quizá el dato más llamativo es que de ese total, 22 corresponden a Lima (hay que observar que Lima metropolitana tiene 45 distritos). Desde una perspectiva más dramática no pueden dejar de mencionarse los acontecimientos producidos en Ilave (municipio de mayoría étnica Aymara) donde los habitantes ajusticiaron y dieron muerte a su alcalde y a un regidor, por unas supuestas acusaciones de malversación de caudales públicos.34 Pero este hecho no es aislado, sino que en la misma región de Puno, se están produciendo levantamientos que pueden alcanzar el mismo rango de agresividad que el de Ilave. Estas protestas y levantamientos están descentralizados a lo largo y ancho de la geografía peruana: tal es el caso de los levantamientos de 10 asentamientos humanos en Pucallpa, la huelga indefinida de la salud pública o la marcha a Lima de los campesinos cocaleros. Todo ello en el lapso de abril-mayo de 2.004.

Además hay que comentar con preocupación el uso que los medios de comunicación están haciendo de estos acontecimientos. Existen dos perspectivas complementarias desde las cuales se pueden hacer diversas valoraciones: Por un lado, el tratamiento de estas informaciones se están realizando de forma sensacionalista, lo que de otra manera, no dista del procedimiento habitual que caracteriza a los mass-media. Sin embargo hay que observar que el actual gobierno Toledo está en su recta final y todo se está disponiendo para las elecciones generales del 2.006. Podría decirse, que el tratamiento morboso de los acontecimientos representarían el apoyo a una campaña de desprestigio hacia el actual gobierno. Pero desde un segundo enfoque, podría elucubrarse una organización popular en contra de estos sistemas de gobierno y en función a estos descontentos podría llegarse a reactivar el nunca resuelto problema del terrorismo.35

Sin estar disociada de estos planteamientos tendríamos que hablar de un fenómeno que azota la estabilidad socioeconómica del país; la corrupción.¿Cuál puede ser la causa de una corrupción tan generalizada entre la clase política?. Estamos observando que Perú, es un país como una cantidad ingente de recursos naturales, pero es incapaz de desarrollarse autotélicamente, sino que su desarrollo depende en muy primera instancia del tipo de gobierno que desarrollan sus gobernantes, de la asunción de pueblo como ciudadanía activa y de la coyuntura del libre mercado internacional.36 En este sentido, Stein y Monge (1988), hablan de del desprecio que los peruanos manifiestan contra los órganos institucionales, los cuales son incapaces de canalizar y de resolver problemas de índole social y económica. Además, esta situación de descontento generalizado, de centralismo, de divorcio entre Lima y provincias, pudo provocar en un principio el arraigo de las clases menos favorecidas en los movimientos terroristas como Sendero Luminoso, cuya tesis apoyaba la destrucción del sistema político y social. Igualmente se produce un proceso de polarización entre las diferentes masas populares, en el cual se quiebra la confianza, la cohesión social y las relaciones patrimoniales que formaron los cimientos de la cohesión social del país.37

A pesar de que la idea de la corrupción está relacionada con la debilidad socioeconómica, nuestro análisis debe ser un tanto reservado al respecto. No podemos olvidar que Japón, uno de los países más prósperos industrialmente del mundo, desde la era Tokugawa y durante todo el siglo XX ha padecido gobiernos con unas tasas de corrupción muy elevadas, manteniendo altos estándares de crecimiento sostenido. Este análisis sería necesario tratarlo en otra obra con carácter exclusivo.

Como sea, la situación de crisis económica puede darnos algunas explicaciones. Desde un punto de vista psicológico, quizá sería interesante retomar la frase de Hobbes que hablaba del homo fame futura famelicus,38 o sea, que en este caso que tomamos, el político, o sea, hombre al fin y al cabo, no puede sustraerse de eludir la anticipación de sus futuras limitaciones y privaciones. Es decir, el político intuye que quizá en el futuro pueda carecer de lo que puede conseguir como político corrupto y eso favorece un tipo de comportamiento bien definido y desleal. Continuaría funcionando en este caso la cultura del corto plazo y del enriquecimiento rápido y oportunista.39 Uno de los principales problemas a los que se enfrentan las políticas locales es el relacionado con la escasa profesionalidad de los representantes públicos. Políticos localistas que observan la política como una vía de enriquecimiento rápido y alejados de una visión de servicio social que es pertinente en una sociedad con grandes necesidades.40

Retomando el coeficiente de ciudadanía, este concepto se valoraría como el grado de implicación de un individuo dentro de la comunidad asociado al grado de comunicación transversal con todos los integrantes de la misma. Una característica que hace a especial al caso peruano es el gran clasismo existente y que se manifiesta, ya no tanto en la cuestión de la liquidez, como en la exhibición de unos rasgos físicos o raciales determinados. Una de las muestras más palpables se representa diariamente y a todas horas en los anuncios publicitarios, sustentadores por excelencia del sistema capitalista, y que incluyen en su práctica mayoría modelos netamente europeos, algo que se aleja mucho de los rasgos de la mayor parte de los consumidores. Este ejemplo es una anécdota que no puede pasar desapercibida, como tampoco lo pueden hacer las constantes evidencias de racismo que en cualquier momento, de forma tácita o explícita, se producen en las calles. Esta diferencia de “clase social” que se despega del factor económico y se entronca con el racial, es fomentado debido a las necesidades de perpetuar la exclusividad conseguida en épocas pasadas y cuyo desprendimiento resulta doloroso. Tan doloroso como despegarse de una herencia no tanto monetaria, sino de prestigio social. Y ello coadyuva a profundizar la brecha social existente por los motivos expuestos y que dificulta todavía más la implementación de un programa que lejos de estas diferencias, coopere a favor del desenvolvimiento democrático colectivo, no parcelado. En definitiva, el proyecto social de un país. Este espíritu de incomunicación social que podría representarse como la campana de cristal que sugirió Fernand Braudel, lo describió a la perfección Bryce Echenique en este fragmento:

“Le molestaban 2 o 3 huelgas que se anunciaban. Pero en fin, eso era Lima. El secreto está en transportar cualquier problema, cualquier disgusto a un campo de Golf; ahí alcanza su verdadera dimensión. Hay que ver como cambia la perspectiva”.41

Los comentarios anteriores sirven para ilustrar los problemas que se solapan en la actualidad. Y para aclarar estas ideas puede ser útil comentar un caso real. Esta reflexión sería lo más cercano al concepto de servicio social por política y no al de política por servicio social, ya que una sociedad necesita satisfacer determinadas necesidades básicas y no necesidades básicas artificiales o generadas en virtud a los potenciales réditos políticos.

Sumadas a estas políticas populistas que poco o nada tienen de vocación de servicio a la sociedad, habría que añadir los efectos de la corrupción que ya han sido parcialmente comentados con anterioridad. Hasta de alguna manera se ha dicho que se ha institucionalizado y reconociendo esto, se justifica argumentando que estamos atravesando una crisis de valores que es la que, actualmente, está incidiendo sobre las formas de gobierno y de las relaciones sociales. Sin embargo, desde otra perspectiva, hablar de crisis de valores no resulta satisfactorio para explicar de forma global los problemas de la corrupción.42Por lo tanto, observamos que los cambios políticos, sociales, institucionales deben ser pilotados por los propios protagonistas, quienes atendiendo a su naturaleza de integrantes de una comunidad, adquieran un compromiso colectivo para superar los niveles de subdesarrollo o corrupción, pues uno de los principales ingredientes que fomentan estas actitudes es la incomunicación que existe entre los integrantes de una colectividad. La comunicación o la concertación podría interpretarse como la liberación de tensiones en el corto plazo, para eliminar en la medida de lo posible la liberación, en forma violenta, de tensiones en el largo plazo. Y este lineamiento es tarea de los propios actores.

Como dijo Galbraith en sus notas biográficas: “En esta era prosaica y excesivamente intelectualizada hay hombres y mujeres que no creen en los milagros”.43Pero la elección de esta cita tiene una doble intención. Por un lado, quisiéramos criticar que el nivel actual de “intelectualismo” ha favorecido la separación del hombre de los aspectos básicos y esenciales de su existencia, pero no solo en las sociedades desarrolladas, sino que también lo está haciendo en las menos desarrolladas económicamente. Por ello, en las economías menos dinámicas las personas que creen en los “milagros”, piensan que dichos “milagros” proceden o pasan casi exclusivamente por la intervención de la ayuda externa, dificultando así la aparición de iniciativas locales que puedan paliar, sino en su totalidad, si una buena parte de sus problemas. Lo que se ha perdido en muchas de estas economías es la idea de que el “milagro” está en sus propias manos, no en la idea peregrina de que en algún momento puedan recibir algún tipo de ayuda técnica o económica.


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