BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

UNA GRÁFICA DE LA TEORÍA DEL DESARROLLO. DEL CRECIMIENTO AL DESARROLLO HUMANO SOSTENIBLE

Mario González Arencibia

 

 

 

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Fallas del Informe

El informe carece de precisión en cuanto a la existencia de sujetos transformadores de la realidad al no identificarse los mismos. La exposición de la Comisión sugirió la existencia de un colectivo que se presenta como “humanity”, creando una colisión que no es claramente identificada, por lo que el desarrollo sostenible queda en el vacío al no depender de nadie, empleándose de manera pasiva el término, reforzando una impresión que provoca dificultades para describir el desafío que plantea.

El informe asume como verdad lo que tiene que ser demostrado, ello se hace evidente en como hay variados caminos que colocan puntos que imposibilitan su demostración, por ejemplo, el reporte reclama que el “presente” “necesita” prevenir las nuevas generaciones. Sin embargo, el punto de discusión está en como podrían ser identificadas las necesidades de las generaciones futuras fuera del espacio de estas; ¿quiénes decidirán que un bien o servicio pertenezca a las “necesidades básicas” de estas?

Otra contradicción está en como actualmente es prácticamente imposible satisfacer y definir las necesidades de la inmensa mayoría de la humanidad, entonces la pregunta continua latente, ¿cómo poder conocer y planificar las necesidades de las generaciones futuras, si la tendencia es a la perpetuación de mecanismos de poder transmisores de desigualdades sociales?.

En el Informe está presente la idea de que el crecimiento y el progreso tecnológico no entren en conflicto y para ello propone una política de ingresos para las naciones subdesarrolladas, suponiendo en su modelo un país de bajos ingresos donde: a) 50% de la población vive por debajo del límite de la pobreza absoluta; b) la mitad de la renta nacional se queda en el 20% de los hogares más acomodados, y c) con una estrategia de desarrollo sustentable, 25% del incremento de los ingresos de los ricos se distribuye por igual entre las 4/5 partes restantes de la población. El tiempo necesario para que la población que vive por debajo del límite de pobreza disminuye de 50% a 10% sería de 18 a 24 años si los ingresos per cápita crecieran 3%; 26 a 36 años, si aumentan 2%, y 51 a 70 años si lo hicieran 1%.[1]

Tales premisas no liberan las desigualdades garantizan una mejor distribución a favor de los ricos y de otra parte, mantiene presente el umbral de la pobreza, dado que no toma en cuenta los mecanismos de esparcimiento de la pobreza al considerar esta como algo inevitable.

El informe trasmite una esperanza sin fundamento empírico, al exagerar la importancia del crecimiento económico, suponiendo un incremento anual mínimo en los países desarrollados de 3% o 4% y de 5% y 6% en los países pobres. Para ello toma como hipótesis el lugar que podría desempeñar el progreso tecnológico vinculado a medios que no dañen el medio ambiente, sin embargo, la carencia de datos factibles sobre la posibilidad de la transformación productiva y social en el “sur” hecha por tierra tal esperanza en la práctica.

La otra debilidad fundamental del informe radica en que no distingue entre una integración tradicional pasiva y una activa y selectiva de los países subdesarrollados en el mercado mundial. Con ello no considera que las estrategias ISI aplicadas en América. Latina, aisladas del contexto mundial, promovieron una inserción pasiva en la economía mundial, ya que sólo se aprovecharon las ventajas comparativas estáticas, quedando marginadas en la economía mundial.

Por consiguiente, el informe no trasciende los modelos tradicionales de desarrollo, dando la impresión de que asume los parámetros del modelo de crecimiento exportador de materias primas, lo cual contribuye a la degradación ecológica.

En suma, el informe define las relaciones entre medio ambiente y desarrollo y propone un programa global para el cambio, pero no toma en cuenta las tareas para su implementación práctica, y que realmente le podrían colocar en una posición realmente transformadora entre ellas se podrían indicar: a) comprender como la gente y las sociedades se interrelacionan con su medio ambiente. b) desafiar los modelos simplistas que la ideología dominante reclama para ser la única manera de interpretación de los fenómenos económicos, c) localizar el concepto de crecimiento, que sea distinguible histórica y culturalmente, y que ello identifique los mecanismos adecuados para hacerle frente al enriquecimiento y la exclusión.[2] c) aplicar mecanismos de integración activa y sostenida en el mercado mundial mediante productos y servicios de creciente calidad con un grado cada vez mayor de valor agregado por la industria y el agro nacional, ello permitiría reducir el uso de recursos naturales y crearía las condiciones para introducir tecnologías no contaminantes y de bajo consumo energético. De esta manera, se desvincularía el crecimiento productivo de las exportaciones de consumo de recursos naturales, reduciéndose en términos absolutos la contaminación ambiental.


[1] Leopordo Mármora op. cit. p. 210.

[2] Gilbert Rist op. cit. p. 187.

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