BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

GLOBALIZACIÓN CULTURAL INTERACCIONES SOCIO-ECONÓMICAS Y POLÍTICAS RETOS PARA EL DESARROLLO SOCIAL

Mario González Arencibia

 

 

 

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Dialéctica del contexto internacional actual

Resulta pertinente a los efectos del material que hoy presentamos al lector interesado comenzar planteando algunas ideas que son centrales en  el desarrollo de este ensayo, y que por su connotación y denotación, ayudan a situar  el marco de referencia de lo que está caracterizando el mundo actual, mediante un conjunto de tendencias que son trascendentes cuando se explica el fenómeno de la globalización como proceso:

Primero, los retos que plantea la globalización involucran la intersección de lo global  con lo local implicando nuevas circunstancias manifestadas en rupturas y  continuidades de las distintas facetas de la sociedad. Esto pasa por  reconocer que el análisis de la dimensión cultural de la globalización, está entrelazada con aspectos de naturaleza filosófica,  política, tecnológica, étnica y económica, es decir social.

Segundo, el mundo cultural está fuertemente influenciado por mercados que responden a acuerdos económicos, políticos y culturales de orden supranacional. El resultado de esto es la imposición de signos "universales", y de sistemas de comunicación instantáneos que llevan al interior de cada espacio habitacional las más diversas modalidades de consumo, provocando toda una multiplicidad de lenguajes con una visión del tiempo, el espacio y del universo mucho más diversa.

Tercero, en este ámbito el rasgo fundamental que distingue la época contemporánea es la implantación de una nueva cultura, de formas de pensar y actuar en el tiempo, dando como sumatoria, novedosas maneras de concebir los espacios culturales y los valores que los acompañan.

El efecto es que el desenvolvimiento del III  milenio está siendo fraguado por un cúmulo de tecnologías asociadas a la comunicación y la información,[2]  y por ello es importante tratar de entender  sus interrelaciones con la vida personal, profesional y espiritual.

Cuarto, el punto central de las diferencias con respecto a otras épocas es cómo y con qué instrumentos se producen cualitativamente y cuantitativamente los cambios culturales, lo que es conmensurable a partir de la inmediatez de los mensajes culturales que se producen ligados a su velocidad y alcance. Ello es trascendente en medio de los actuales canales de la información y la televisión por satélites.

El resultado es la producción de formas inéditas de difusión y distribución de componentes de las relaciones sociales que están ligados a la comunicación (nos referimos a Internet)[3] que aceleran la renovación de las culturas tradicionales en el plano tecnológico, y que contienen una profunda transformación social, e impactan los valores que orientan la conducta humana.

En esto es relevante la ruptura que producen los cambios tecnológicos. Ello repercute incluso en las diferencias horarias locales, las que se ven sometidas a un nuevo paso del tiempo, al crearse actividades que funcionan las 24 horas del día, y cuyo alcance global desdibuja las fronteras continentales.

A nivel fenoménico tal proceso no sólo conduce a la interdependencia, sino también a la dependencia y a la exclusión, al tener en su base todo un conjunto de factores que reproducen la integración de partes de la cultura mundial de manera fragmentada, imprimiéndole un carácter de globalización sementada al proceso.

Entre este conjunto de factores es posible distinguir la disparidad del dinamismo de los cambios tecnológicos, los cuales se concentran fundamentalmente en los países desarrollados; aparición de un liderazgo compartido que muchos advierten de inestable o de transición; predominio de las empresas transnacionales en los principales flujos que mueven las relaciones internacionales.

Todo en condiciones de un único sistema de relaciones  internacionales en que predominan las relaciones capitalistas de producción, con las consecuencias implícitas de este hecho. Estas tendencias están determinadas fundamentalmente por las transformaciones que han sufrido los principales países capitalistas desarrollados.[4]

En este contexto los desajustes de unos países son compensados o aprovechados por otros, de manera que ello se convierte en una condicionante de la necesidad de coordinar políticas nacionales, no sólo a nivel de los países capitalistas desarrollados, sino de los subdesarrollados. Se puede situar como ejemplo, la coordinación que se está dando actualmente entre los países más desarrollados, lo cual no sólo es expresión del grado de intervinculación alcanzada sino también de la incapacidad y vulnerabilidad de las políticas nacionales.

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