INSERCIÓN PRECARIA Y ECONOMÍA POPULAR
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POBREZA, INSERCIÓN PRECARIA Y ECONOMÍA POPULAR EN RISARALDA

Mario Alberto Gaviria Ríos
Hedmann Alberto Sierra Sierra

 

 

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PARTE IV: INSERCIÓN PRECARIA Y ECONOMÍA POPULAR

CAPITULO VII. EXCLUSIÓN SOCIAL, INSERCIÓN PRECARIA Y ECONOMÍA POPULAR EN RISARALDA. El caso de las viviendas de uso mixto en las zonas urbanas

Mario Alberto Gaviria Ríos

En el 2004 el Departamento Nacional de Estadísticas (DANE) realizó en le Área Metropolitana de Centro Occidente (AMCO) un ejercicio de recuento de los hogares, las viviendas y las unidades económicas de ésta entidad territorial. Entre los resultados de esa actividad, en ésta parte del trabajo se destaca el hallazgo de una situación que viene ganando importancia en la realidad socioeconómica colombiana y Latinoamericana.

En concreto, el recuento realizado por el DANE permitió constatar la presencia de un número importante de unidades económicas emplazadas en las viviendas, las mismas que de manera paralela eran habitadas por uno o más hogares. Es decir, se observó que una proporción significativa de las viviendas del AMCO tenían un uso de doble propósito: como habitación y como activo productivo.

Ante la falta de estudios de base, tanto en el orden regional como nacional y latinoamericano, a través de un esfuerzo interinstitucional (Colciencias, UTP, UCPR, Vida y Futuro, 2005) se emprendió un trabajo de análisis sobre las características y los impactos socioeconómicos y ambientales de éstas viviendas de doble propósito en el AMCO.

Para complementar la información recopilada en el recuento de hogares, viviendas y unidades económicas, el estudio mencionado consideró la realización de una encuesta dirigida a los hogares que habitan las viviendas de doble propósito ubicadas en los estratos socioeconómicos 1, 2, y 3, los mismos en los que se centró el estudio.

Ahora, en el campo de las definiciones, en el estudio se llamó a esas unidades de doble propósito “Viviendas de Uso Mixto” (VUM), definidas por el DANE como el “espacio independiente y separado, habitado o destinado a ser habitado por una o mas personas, donde simultáneamente se combinan los usos de vivienda y de actividad económica, sin tener independencia ninguno de los dos”; por lo que se consideró como tales a aquellas cuya puerta de ingreso fuera la misma para el uso productivo y para el uso habitacional. De otro lado, se acogió la definición de hogar del DANE .

En lo que sigue se presenta una síntesis de las características económicas de las VUM en el Área Metropolitana de Centro Occidente. El propósito es mostrar que este tipo de unidades económicas operan con una racionalidad distinta a la de la empresa tradicional capitalista. Se argumenta que dichas unidades son parte de una estrategia de sobrevivencia de los sectores populares frente a la exclusión que enfrentan por la lógica del mercado; siendo posible pensar en una política pública integral que las fortalezca y las ayude a ser más eficientes, respetando su lógica de funcionamiento.

Inserción precaria y economía popular

Una pregunta fundamental para las ciencias sociales es cómo garantizar que la población sea participe de los procesos de desarrollo, por lo que una tarea esencial es evitar que la lógica del mercado lleve a que algunos grupos de la población sean “excluidos” permanentemente de los beneficios de dicho fenómeno, lo cual es de primordial importancia desde un punto de vista moral y puede servir como criterio de eficiencia social.

En los enfoques tradicionales tiene fuerza la idea dualista que ve en la exclusión social un fenómeno asociado a la heterogeneidad estructural que caracteriza a las economías en desarrollo e identifica a los excluidos como aquellos que no han logrado insertarse en el proceso económico capitalista (Corredor, 1999 y 2004).

Según este enfoque la economía de los países en desarrollo (y en especial la urbana) puede descomponerse en dos partes. Por un lado está el sector "moderno" donde las firmas capitalistas dan a sus empleados ingresos relativamente altos y regulares, gracias a una organización eficiente y a una tecnología avanzada. Por otro lado, existe un sector residual (informal) donde las personas apenas sobreviven, al estar vinculadas a actividades tradicionales y de baja productividad.

Obedeciendo a esa perspectiva dualista, el "sector informal" suele delimitarse conceptualmente como un conglomerado espontáneo, que no responde a ninguna "macro-lógica" específica y que se caracteriza por: 1) la exigüidad de los obstáculos al ingreso, en lo que se refiere a las aptitudes, el capital y la organización; 2) la propiedad familiar de las empresas; 3) lo reducido de la escala de operaciones; 4) el empleo de métodos de producción de gran densidad de mano de obra y de tecnologías anticuadas; y 5) la existencia de mercados no regulados y competitivos.

En una visión alternativa las actividades informales se consideran un signo de dinamismo empresario popular, descrito por Hart "como una instancia en que la gente retoma en sus propias manos parte del poder económico que trataron de negarle los agentes centralizados". Además, no es claro que el sector informal sea independiente del resto de la economía y, al contrario, en economías como la colombiana existe evidencia de un alto grado de complementariedad entre los sectores formal e informal .

En esa línea Corredor (1999) resalta la existencia de complejas relaciones, lazos e intercomunicación en los más diversos circuitos que atraviesan la sociedad, de manera que los grupos en desventaja procuran con sus estrategias cubrir las falencias de la sociedad y el Estado en garantizarles condiciones adecuadas de inserción.

Aunque las personas si están integradas al sistema capitalista y aportan de manera importante a la dinámica económica, lo pueden estar de manera precaria dada su carencia de dotaciones iniciales . Una precariedad que es expresión de un escaso desarrollo de capacidades humanas y tiene su origen en la ineficacia de la sociedad y del Estado para propiciar a todas las personas un igual acceso a las oportunidades y ofrecer condiciones adecuadas para aprovecharlas.

Esta perspectiva de comprensión del fenómeno social tiene algunas ventajas. En primer lugar, a diferencia del enfoque estático dualista, la noción de inserción precaria incorpora una visión dinámica del desarrollo social. En el gráfico No 1 el estado 0 representa una situación hipotética inicial y la línea horizontal doble marca la frontera entre una condición de inserción precaria (IR) de la población y una situación de inserción adecuada (IA).

Las flechas ascendentes indican una dinámica de inserción virtuosa y las descendentes una dinámica viciosa. La sociedad siempre se encuentra en movimiento, de esta forma ella puede avanzar hacia un estado ideal como A, donde toda la población se inserta de manera adecuada a los procesos económicos y sociopolíticos, o hacia un estado degradado como P, en el que aumenta el número de personas con inserción precaria.

Gráfico No 1: la dinámica de inserción social.

En segundo lugar, y en clara relación con el primer punto, plantea la inserción precaria como un problema de elección colectiva, expresado en la política pública que puede favorecer un continuo virtuoso, en tanto si bien es una situación que se expresa en forma individual, sus efectos van más allá de la persona que la sufre. Es causa de menor bienestar y crecimiento para la sociedad y representa un enorme costo social que tiende a perpetuarse (conforma un equilibrio estable).

Ahora, la consideración de la informalidad como un subsistema de la economía global lleva a concebirlo como una alternativa de desarrollo, que demanda una política para favorecer un continuo de inserción adecuada en las dinámicas económicas y sociopolíticas, más que una idealización de sus valores y prácticas populares actuales o la superación de las mismas teniendo como meta alcanzar la modernidad capitalista.

En esa perspectiva, a nivel latinoamericano se argumenta sobre la existencia y la pertinencia de una economía popular (Coraggio, 1999), entendida como unidades domésticas elementales de producción-reproducción (individuales, familiares, cooperativas, comunitarias, etc.) orientadas primordialmente hacia la reproducción de sus miembros y que para tal fin dependen fundamentalmente del ejercicio continuado de la capacidad de trabajo de éstos (en relación de dependencia o por cuenta propia).

Contrario a la economía del capital, cuyo sentido está dado por la acumulación, el sentido de la economía popular está dado por la reproducción ampliada -mediante el trabajo- de la vida biológica y cultural de sus miembros. Sus especificidades se expresan sólo de manera parcial en la baja productividad, medida con los criterios del sector moderno (economía del capital); más bien, su diferencia cualitativa es la alta proporción de insumos de energía humana física respecto a los insumos de conocimiento que requieren sus procesos de producción y circulación y, dentro de los insumos de conocimiento, el mayor peso relativo del conocimiento común, basado en la práctica, respecto al teórico-científico.

Tampoco caracteriza a la economía popular el carácter no mercantil de sus actividades (Coraggio, 1993). Por otra parte, la atomización, la baja generación de excedente económico, una alta competitividad y un bajo umbral de entrada, son características que impiden una concentración y centralización en grandes unidades dentro del sector, tendencias propias en cambio del desarrollo económico capitalista. Esto no impide que se den procesos de solidaridad mecánica, con comportamientos cuasi-monopólicos, como puede ser el caso de ciertas redes de comercialización de productos.

Según (Coraggio, 1999), en la perspectiva de la economía popular el capital humano no es visto como recurso externo que se puede explotar, subordinándolo a una lógica de acumulación, sino como un acervo inseparable de la persona, de la unidad doméstica y, por extensión, de la comunidad y la sociedad, cuyo desarrollo eficaz incluye inmediatamente la mejoría en la calidad de vida de sus miembros.

Los recursos de la economía doméstica incluyen no sólo el posible despliegue de energía de trabajo y sus elementos intangibles (destrezas, habilidades, conocimientos técnicos y organizativos), sino también activos fijos (tierras, vivienda/local de habitación, producción o venta; instrumentos e instalaciones; artefactos de consumo) que han ido acumulándose en función del objetivo de la reproducción de la vida .

En esa economía las relaciones de parentesco (de afinidad y consanguinidad), de vecindad u otras constitutivas de la comunidad doméstica, organizan las relaciones de producción . Esos vínculos interpersonales son determinantes, de tal modo que las relaciones de producción no se han objetivado en una burocracia y ellas están organizadas como una sobre-conformación de las relaciones de parentesco, étnicas, afectivas, de vecindad u otras (Coraggio, 1993).

Cuando algunas de estas unidades son tratadas por los agentes externos como "microempresas" atrasadas , se ocultan las diferencias cualitativas respecto a esa forma de organización denominada "empresa": el predominio de las relaciones interpersonales y la existencia de propósitos distintos a la acumulación ilimitada, entre otras.

En conclusión, bajo la perspectiva de los teóricos de la economía popular, la visión de la economía se modifica y se convierte en un sistema abierto, formado a su vez por tres subsistemas o economías con lógicas y agentes organizadores diversos (Tabla 1) y la dinámica de esa economía será la resultante de la relación entre estos tres subsistemas.

Tabla No 1. Subsistemas económicos según los teóricos de la economía popular.

Sub-sistema lógica agentes

economía empresarial moderna (capitalista) acumulación de capital empresas, sus redes de intercambio, auto regulación, cooperación y sus organizaciones corporativas

economía pública al servicio de la acumulación y legitimación del poder político organizaciones administrativas y de política de diversos niveles del estado, partidos y redes de acción política clientelista, lobbies, etc.

economía popular reproducción ampliada de la vida unidades domésticas, sus redes y organizaciones económicas

Fuente: Con base en Coraggio (1997).

De esa forma es posible entender a la economía popular como un subsistema integrado e integrador de la economía global, con su propia lógica pero abierto, con intereses colectivos que pueden diferenciarse de los intereses del capital, si bien estableciendo relaciones de mutuo beneficio con ese sector. Y la célula de ese subsistema es la unidad económica doméstica (Coraggio, 1998) que, para efectos del estudio, hace presencia en la vivienda de uso mixto.

Vista desde la economía popular la unidad económica doméstica es un conjunto de individuos vinculados de manera sostenida, que son – de hecho o de derecho- solidaria y cotidianamente responsables de la obtención (mediante su trabajo o el acceso a transferencias) y distribución de las condiciones materiales necesarias para la reproducción inmediata de todos sus miembros. Esa unidad económica puede abarcar o articular uno o más hogares, co-residentes o no, basados en la familia o no.

El fondo de trabajo de una unidad economía doméstica es definido como el conjunto de capacidades de trabajo que pueden ejercer en condiciones normales los miembros hábiles de la misma para resolver solidariamente la reproducción del grupo familiar. Su realización se puede dar a través de las formas siguientes:

Trabajo mercantil:

• trabajo por cuenta propia -individual o colectivo (por su pequeña escala, usualmente denominado microemprendimiento mercantil )- productor de bienes y servicios para su venta en el mercado;

• trabajo asalariado, vendido a empresas “modernas”, al sector público u a otras organizaciones o unidades económicas emplazadas en las viviendas;

Trabajo de reproducción propiamente dicha:

• trabajo de producción de bienes y servicios para el autoconsumo en la VUM;

• trabajo de producción solidaria de bienes y servicios para el consumo conjunto de una comunidad;

• trabajo de formación y capacitación.

El “locus” del microemprendimiento puede ser parte de la vivienda o un local externo a ella. En el primer caso se trata del fenómeno social bajo estudio, la vivienda de uso mixto, y constituye una realidad que hace que la vivienda popular sea, y tienda a serlo cada vez más, un objeto de doble propósito: "consumo" y producción; y plantea como posibilidad la necesidad de asegurar la unidad y articulación inmediata entre "consumo" y producción, dotando a la unidad doméstica de la maleabilidad que requiere una economía popular en continuo desplazamiento de una actividad a otra.

En igual sentido, las condiciones generales para la producción popular: las vías, las redes de agua, de energía y alcantarillado, los centros de educación y entretenimiento, etc., tienden a ser también de doble propósito. Otro tanto ocurre con los espacios públicos, a los cuales se plantea la exigencia de combinar la circulación con su uso comercial, alternado con su uso para la reproducción cultural. Esto tendrá necesarias consecuencias sobre el diseño y regulación del hábitat.

De otro lado, la solidaridad que se considera predomina en la unidad económica doméstica no implica necesariamente igualdad, ni siquiera equidad, sino reglas aceptadas de distribución y arreglos de reciprocidad de algún tipo. De esta forma, la calidad de vida que se alcance depende no solo de las capacidades y recursos materiales disponibles, sino también de la percepción de lo justo y lo posible.

Mercado laboral del AMCO: exclusión e inserción precaria de la población

Desempleo y exclusión social

Las tasas de desempleo en el AMCO se han incrementado de manera significativa desde principios del decenio de los noventa, acercándose al 24% en 1999, y han mantenido niveles elevados en forma persistente durante los últimos años. De manera concreta, desde 1996 estas tienden a conservar un nivel superior al 15% (Gráfico 1).

Cabe destacar igualmente que desde finales de 1994 la tasa de desempleo del AMCO ha estado por encima del promedio de dicha tasa en las 7 principales Áreas Metropolitanas del país. No cabe duda entonces que, en el caso del AMCO, los procesos de apertura y transformación del modelo económico han estado acompañados por una ampliación de los desequilibrios en el mercado de trabajo, en especial durante la recesión económica de fines del decenio de los noventa cuando la tasa de desempleo casi se duplicó y la población desocupada se elevó en un 56%.

Gráfico No 1. Tasas de desempleo en el AMCO y las 7 principales Áreas Metropolitanas del país (%)

Fuente: DANE, Cálculos CIR y DNP. A partir del 2002

se hace referencia a las 13 áreas metropolitanas.

La participación de la población masculina en edad de trabajar en el mercado de trabajo, medida a través de la tasa global de participación -TGP, sigue siendo muy superior a su similar femenina. No obstante, ese indicador ha presentado una evolución creciente en las mujeres, incrementándose en 10 puntos porcentuales entre junio de 1992 y el mismo mes de 2003, momento en el cual alcanzó un nivel del 51%. En el caso de los hombres, ese indicador disminuyó en 1.7 puntos porcentuales en el mismo período y en junio de 2003 su nivel es del 74% (Gráfico 2).

Sin embargo, la mayor participación femenina en el mercado laboral no ha estado acompañada de una expansión similar en las posibilidades de empleo. Esto pues son las mujeres las que siguen soportando las mayores tasas de desempleo y ello quizás incide para que desistan de participar con mayor fuerza en el mercado laboral.

En junio de 1992 las mujeres enfrentaron una tasa de desempleo del 13.2%, mientras que esa tasa para los hombres sólo fue del 4.8%. En junio de 1998 el desempleo femenino era del 21.2% y el masculino del 12%. En el período reciente la brecha se ha reducido, dado que en el mismo mes del 2003 el desempleo en las mujeres es del 22.4% y en los hombres del 15.3%, pero sigue siendo considerablemente más amplio el desempleo femenino.

Gráfico No 2. AMCO, indicadores del mercado laboral según género.

Fuente: DANE, encuesta de hogares, cálculos CIR. Junio de cada año.

Los desequilibrios en este sentido son evidentes y resultan inexplicables si se acude a razones estructurales distintas a la inequidad de género en el acceso al mercado de trabajo: en términos relativos la población económicamente activa femenina posee mayores niveles de educación que su similar masculina y sus tasas de participación, aunque en franco crecimiento, son mucho menores.

De otro lado, durante los noventa el departamento de Risaralda y el AMCO observaron un proceso en el que, cada vez con mayor premura, los jóvenes se estaban viendo obligados a incorporarse al mercado laboral, abandonando su formación académica o, en el mejor de los casos, acudiendo a la alternativa que les ofrece la educación nocturna. Como un hecho positivo desde el punto de vista social y de calidad de vida, en el período reciente esa participación ha disminuido, especialmente en el grupo de 12 a 17 años. Sin embargo, la población joven sigue registrando las mayores tasas de desempleo en el Área Metropolitana Centro Occidente (Gráfico 3).

Gráfico No 3. AMCO, Tasas de desempleo por grupos de edad (%)

Fuente: DANE, encuesta de hogares, cálculos CIR. Junio de cada año .

Subempleo e inserción precaria

Finalmente, en lo que tiene que ver con la calidad del empleo, en el Área Metropolitana las tasas de subempleo se multiplicaron por 4 entre 1992 y el 2002, pasando de un nivel del 8% en el primer año al 35% en el segundo (gráfico 4). Según la encuesta de hogares de enero - marzo de 2002, el 27.4% de las personas empleadas presentaba problemas relacionados con condiciones marginales de remuneración, el 17% consideraba insuficiente su jornada de trabajo y 1.6% manifestó subutilización en su puesto de trabajo.

Es claro entonces que la principal característica del subempleo en el Área Metropolitana está relacionada con los bajos niveles de remuneración salarial. Al respecto, en el primer semestre del 2000 el 76.6% de la población empleada obtenía como remuneración a su trabajo menos de dos (2) salarios mínimos, proporción que fue ampliamente superior a los promedios nacionales en la última década.

Gráfico No 4. AMCO, tasas de subempleo

Fuente: DANE, encuestas de hogares.

Las VUM en el AMCO, una expresión de la economía popular

La economía en las VUM

Según el recuento de hogares, viviendas y unidades económicas, en el AMCO se visitaron 28.745 establecimientos, de los cuales el 30% (en número, 7.123) se encontraba emplazado en las viviendas de AMCO. A su vez, el 78% de esas unidades económicas que funcionan en las viviendas se ubican en zonas de estratos 1 a 3. En el municipio de Pereira el 25% de las unidades económicas se ubicaban en las viviendas, en Dosquebradas el 46% y en la Virginia el 37%. Además, en esas VUM se generó, según el recuento, el 12% del empleo total de la entidad territorial metropolitana.

El predominio de las actividades terciarias resultó un fenómeno característico en las VUM. Según el recuento, el 64% de las unidades económicas emplazadas en las viviendas del AMCO desarrollaba actividades comerciales, el 21% se dedicaba a la prestación de servicios y el 15% a actividades de tipo industrial. En los municipios esa composición fue muy similar, con una profundización del fenómeno en La Virginia, donde se observó una mayor proporción de locales comerciales (69%) en detrimento de la participación de aquellos industriales (11%).

En el marco del estudio sobre los impactos ambientales, socio económicos y territoriales de la vivienda de uso mixto en el AMCO (Colciencias, UCPR, UTP, Vida y Futuro, 2005) aplicó una encuesta a las VUM de los estratos 1, 2 y 3, la misma que arrojó resultados que guardan diferencias significativas con la composición por actividad económica anteriormente descrita. Según la encuesta, aunque se mantiene el predominio de las actividades terciarias, el 52% de las unidades económicas en las VUM se dedican a actividades comerciales, el 33.8% a actividades industriales y el 14% a la prestación de servicios (cuadro 1).

Cuadro No 1 AMCO, Viviendas de uso mixto por principal actividad económica que desarrolla, según tiempo total de funcionamiento

De esta forma, en las VUM predominan actividades terciarias entre las que sobresalen el comercio y los servicios personales, que en general poseen barreras de entrada relativamente bajas y en ellas se facilita la autogeneración de empleo para segmentos importantes de la población que son excluidos por la lógica del mercado de las dinámicas productivas modernas. Esto último se ve reflejado en el hecho que el 39% de los propietarios de las unidades económicas en las VUM ven en ello una alternativa para complementar los ingresos familiares y el 32% se han visto forzados ante la falta de oportunidades de empleo y fuentes de ingreso. Tan solo el 3% de esos propietarios revela un claro espíritu emprendedor.

En el recuento de unidades económicas se observó una inestabilidad bastante pronunciada de las unidades económicas que se instalan en las viviendas del AMCO. Según el mismo, el 70% de estas unidades económicas tenía tres años o menos de funcionamiento y el 46% menos de un año. Además, esa condición de inestabilidad resultó muy similar para las diferentes actividades económicas presentes en las VUM, al igual que en los municipios que componen el AMCO.

La encuesta aplicada a las VUM de estratos 1 a 3 (Colciencias, UCPR, UTP, Vida y Futuro, 2005) arrojó resultados que se conjugan en alguna medida con la caracterización anterior. A partir de la misma se encontró que el 56.2% de las unidades económicas tenía tres años o menos de funcionamiento y el 33.3% menos de un año de antigüedad. Esas proporciones son bastante similares para las distintas actividades económicas, y solo se destaca el menor porcentaje (44%) de las unidades económicas de servicios con tres años o menos de antigüedad (cuadro 1). En general, ello es una característica que se corresponde con el predominio de actividades con escasas barreras de entrada y, por consiguiente, de salida.

En el recuento de unidades económicas del DANE se encontró un alto componente de informalidad en las unidades económicas cuyo emplazamiento es la vivienda. En el AMCO solo el 26% de las mismas poseía registro mercantil al momento del recuento, y en Pereira, Dosquebradas y la Virginia esa proporción era el 27%, 26% y 28% en forma respectiva. Además, según la encuesta realizada a las VUM en desarrollo del proyecto sobre vivienda mixta (Colciencias, UCPR, UTP, Vida y Futuro, 2005), el 85.4% de las unidades económicas establecidas en las viviendas de estratos 1 a 3 no poseía registro mercantil (cuadro 2).

Cuadro No 2 Viviendas de uso mixto, por Tenencia de registro mercantil y renovación en el año 2004, según tipo de contabilidad que lleva

Esa mayor informalidad que comienza a evidenciarse en la actividad económica que se desarrolla en las VUM obedece, en parte, a que es una forma de hacer sostenible el negocio, pero también a que la legislación vigente no reconoce las características específicas de desempeño de esa actividad.

En cuanto a la condición jurídica, el recuento reveló que el 82% de las unidades económicas del AMCO son de propiedad individual, constatándose con ello un escaso desarrollo del capital social en lo que tiene que ver con la presencia de asociatividad y alianzas para el emprendimiento y el fortalecimiento del capital de riesgo. El predominio de la propiedad individual es aún mayor en Dosquebradas y La Virginia, donde el 85% de las unidades económicas tiene esa naturaleza jurídica.

Este resultado coincide con los hallazgos del estudio de desarrollo humano para el Eje Cafetero (PNUD; 2005), según los cuales la formación de capital social en la región, medida a través de la participación comunitaria, es reducida pues solo en el 14.3% de los hogares consultados al menos uno de sus miembros integraba alguna organización comunal, nivel bastante reducido respecto a la proporción de asociación observada para el país (43%).

En el caso de las unidades económicas emplazadas en las VUM, la presencia de la propiedad individual es especialmente notable en tanto es ya el 92% de ellas que observa esa condición jurídica, careciendo de interés para el análisis las demás formas jurídicas. Esa situación se observa igualmente a través de la encuesta realizada a las VUM, según la cual el 94.4% de las unidades económicas emplazadas en las viviendas de estratos 1, 2 y 3 posee la figura jurídica de persona natural o propiedad individual (cuadro 3).

Cuadro 3 AMCO, % Viviendas de uso mixto por tipo de empresa, según tenencia de registro mercantil

Según la encuesta aplicada a las VUM, el 82% de las unidades económicas utilizó recursos propios para el montaje del negocio, el 10% utilizó el ahorro de los familiares de los propietarios como apalancamiento financiero, el 5% recurrió al ahorro de otras personas naturales, el 3.4% contó con el apoyo financiero del sistema bancario, el 4.3% obtuvo recursos de entidades gubernamentales y no gubernamentales y solo el 0.3% utilizó las remesas que recibe de sus familiares en el exterior (cuadro 4).

Cuadro 5: Viviendas de uso mixto por actividad económica, sgùn modalidad de compra y tipo de financiación

Cuadro 6: Establecimientos en las viviendas de uso mixto, por tenencia del negocio, según fuente de financiación para el montaje del establecimiento

De manera similar, el 95% de las unidades económicas emplazadas en las viviendas de estratos 1, 2 y 3 realiza sus compras de insumos y /o productos para la comercialización a través de pagos en efectivo, recurriendo de manera marginal al crédito de personas naturales (4%) o de sus proveedores (1.2%). Por otra parte, la modalidad de compra y financiamiento según actividad económica predominante en la VUM no ofrece nueva información para el análisis, observándose una situación bastante similar a la descripción anterior (cuadro 5).

La situación observada resulta inesperada en tanto se ha pensado (coraggio, 2000) que el principal recurso de estas unidades económicas es el fondo de trabajo de los miembros del hogar.

Si se tiene en cuenta la alta proporción de negocios que fueron establecidos para complementar los ingresos familiares (39%), y aún aquellos que se conciben como una forma de entretenimiento (5.9%), es posible explicar en parte la situación anterior por el acceso que se tiene a ingresos de otras fuentes, en especial los que se generan por venta de fuerza de trabajo, recibo de remesas del exterior y/o pensiones.

Otra explicación a la situación revelada en el cuadro tiene que ver con la rotación de los productos y la venta al contado, lo cual permitiría a los propietarios de los negocios mantener un buen nivel de liquidez y realizar sus compras en efectivo. Sin embargo, sigue siendo sorpresivo el resultado anterior; porque se esperaría un mayor apalancamiento financiero de estas unidades económicas, recurriendo en especial para ello al mercado extrabancario (al crédito de usura), aún más si se considera que en actividades como las tiendas de barrio lo que predomina es el sistema de “fiado”.

No obstante, en general, en los estudios de caso realizados en desarrollo de la investigación se evidencia que el escaso apalancamiento financiero con que cuentan estas unidades económicas en las viviendas obedece, en buena medida, a la racionalidad con que actúan sus propietarios. Ya sea porque deciden trabajar un tiempo como asalariados y ahorrar para montar el negocio o porque sienten aversión al riesgo (Colciencias, UCPR, UTP, Vida y Futuro, 2005).

De otro lado, según la encuesta aplicada a las VUM de estratos 1 a 3 en el AMCO, las unidades económicas allí establecidas tienen como proveedores principales a los distribuidores mayoristas (38%), los almacenes (24%) y las tiendas de barrio (24%), como se observa en el cuadro 7.

Cuadro 7: AMCO, Establecimientos en las viviendas de uso mixto, por tipo de proveedor, según tipo de consumidor final.

Al respecto cabe resaltar algunos hechos. En primer lugar, se evidencia que las VUM conforman un mercado importante para el sector “moderno” de la economía, representado en almacenes, distribuidores mayoristas, supermercados y fabricas, que proveen en el 71% de los casos las necesidades de insumos de las VUM. En segundo lugar, no se observa una clara conexión de estas unidades económicas emplazadas en las viviendas y la industria local, de manera que no es posible concluir sobre la participación de estas unidades en procesos de maquila.

De otro lado, en el mismo cuadro 7 se tiene información sobre el mercado en el que se realiza la producción de las unidades económicas ubicadas en las viviendas de estratos 1 a 3. Es claro que, según los resultados de la encuesta, los hogares son el principal mercado para estas unidades, dado que a ellos se dirigen las ventas en el 93% de los casos.

Es decir, los encadenamientos hacía adelante de las VUM con el resto de la economía parecen bastante discretos. De igual manera, se reafirma la débil relación de las VUM con la industria, en tanto solo en un 3.2% de los casos este sector aparece como proveedor y a él van orientadas las ventas en 0.5% de las unidades consultadas.

De esta forma, la comprensión de las VUM como un subsistema económico vinculado a la economía global, fundamentalmente a través de encadenamientos hacía atrás, resulta una hipótesis plausible en el AMCO; una situación ya evidenciada para América Latina (Coraggio, 1999).

Finalmente, en las VUM se produce el 5% del ingreso del AMCO. En el caso de los municipios, las VUM existentes en Pereira generan el 3% del ingreso total de las unidades económicas allí establecidas, en Dosquebradas ese porcentaje es del 23% y en la Virginia del 14%.

De esta forma se evidencia que la importancia de la actividad económica desarrollada en las viviendas del AMCO se relaciona más con la generación de empleo (12% del total) y con la constitución de un mercado importante para el resto de la economía, que con la generación de ingresos. Sin embargo, ello no es del todo cierto para los municipios de Dosquebradas y La Virginia, donde es bastante significativa la proporción del ingreso que tiene origen en las VUM.

De igual forma, las VUM del municipio de Pereira ubicadas en los estratos 1 a 3 generan el 60% del total de ingreso de las unidades económicas emplazadas en las viviendas; en Dosquebradas las VUM de esos estratos generan el 92% del ingreso total de esas economías domésticas, De esta forma, resulta plausible afirmar que la vivienda de doble propósito es una opción que predomina en lo fundamental en los sectores populares del AMCO y sus municipios.

La encuesta consultó a las unidades económicas de las viviendas de estratos 1 a 3 sobre la ganancia promedio mensual del negocio (cuadro 8). Al respecto encontró que el 66% de las unidades consultadas obtiene una ganancia inferior a un salario mínimo mensual legal vigente, el 26% alcanza una ganancia entre 1 y 2 salarios mínimos y el 8% obtiene ganancias superiores a 2 salarios mínimos.

Cuadro 8: AMCO, Vivienda de uso mixto, por actividad económica, según rango de ganancia neta promedio mensual del negocio

Según la actividad económica, el panorama anterior sigue siendo válido en tanto independientemente del tipo de actividad las unidades económicas se concentran en los rangos de ganancia mensual inferior a 1.5% salarios mínimos. Sin embargo, la mayor proporción de unidades económicas que obtienen ganancias superiores a 2 salarios mínimos (5.4%) desarrollan actividades comerciales.

La fuerza de trabajo en las VUM

Según los datos expandidos de la encuesta aplicada a las VUM de estratos 1 a 3, el 81% de la población de estas viviendas está en edad de trabajar, en tanto que la encuesta de hogares del DANE de enero-marzo del 2005 revela que en el AMCO esa proporción es del 78% (cuadro 9).

En esa misma línea, la tasa global de participación de la población en edad de trabajar de las VUM es superior en 18 puntos porcentuales a su similar para el AMCO, lo cual comienza a evidenciar aspectos que se supone le son característicos a este tipo de economía: alta presencia de trabajo familiar juvenil, mayor participación del trabajo femenino y, en general, uso extensivo del fondo de trabajo de los miembros del hogar, el cual constituye el principal recurso para estas unidades económicas.

A pesar de que en las VUM se observa una mayor proporción de población en edad de trabajar, la misma que participa con más intensidad que su similar en el mercado laboral del AMCO, no obstante la tasa de desempleo que enfrenta es inferior en 12.6 puntos porcentuales al promedio metropolitano. Este resultado respalda algunas hipótesis planteadas sobre las características y la lógica predominante en este tipo de economías de carácter popular.

Cuadro 9 AMCO, Distribución población y tasas en viviendas de uso mixto, Total Area Metropolitana y Nacional

De un lado, se evidencia que en los hogares vinculados a las VUM el problema laboral no es tanto de orden cuantitativo (desempleo), sino más bien de tipo cualitativo (subempleo). En segundo lugar, y relacionado con lo anterior, la racionalidad que orienta las unidades económicas emplazadas en las VUM está, en alguna medida, movida por propósitos solidarios entre los cuales lo fundamental es ampliar las oportunidades de trabajo para el grupo familiar.

El recuento permite establecer la importancia del empleo generado en las VUM. En el AMCO las VUM generaron en el 2004 el 12% del empleo total, en Pereira dieron origen al 10% de ese empleo, en Dosquebradas al 14% del mismo y en la Virginia al 18.5%.

En todos los casos la proporción de empleo femenino fue mayor en las VUM, con respecto al promedio global. Mientras en las distintas unidades económicas del Área Metropolitana el 46% de los trabajadores eran mujeres, en las VUM ese porcentaje era del 58%. En Pereira las proporciones respectivas eran del 45% y 59%. En Dosquebradas del 48% y 56% y en La Virginia del 42% y 54%. Es decir, se constata la mayor presencia de la mano de obra femenina en las actividades económicas que tienen lugar en las VUM.

Otro aspecto que se señaló antes y que puede verificarse en alguna medida con los datos del recuento, es la presencia de trabajo infantil y juvenil en las VUM. En las VUM la población con edad entre 6 y 24 años era el 36% del total y el 33.6% de ella trabajaba; a su vez solo once niños menores de 12 años desarrollaban alguna actividad laboral. En Pereira, Dosquebradas y la Virginia la situación era bastante similar.

Según la encuesta aplicada a las VUM de estratos 1 a 3, el 63.5% de la población trabajadora perteneciente a los hogares que habitan esas viviendas desempeña su labor al interior de las mismas y el resto lo hace por fuera de la vivienda (cuadro 10). Solo el 4.6% de los trabajadores desempeña labores tanto dentro como fuera de la vivienda.

Cuadro 10 AMCO, Población ocupada, que realiza su trabajo en la vivienda, según condición de empleo principal o secundario

Ahora, del personal ocupado en las VUM el 93.7% corresponde a socios propietarios y familiares (cuadro 11), lo cual coincide con la idea de que la racionalidad de este tipo de economías esta orientada más a la reproducción de oportunidades de trabajo para el grupo familiar, que a la acumulación de capital. Esto no significa que lo último no pueda ocurrir, sino más bien que lo predominante es el primer propósito .

De otro lado, y en coherencia con el tipo de actividad económica que predomina en las VUM del Área Metropolitana, el 48.5% de los trabajadores se desempeña en actividades comerciales, el 36.4% en actividades de carácter industrial o de transformación y el 15% en servicios.

Cuadro 11 AMCO, Personal ocupado en viviendas de uso mixto, por tipo de personal, según actividad económica

En cuanto a las ocupaciones que predominan en las unidades económicas de las viviendas, la encuesta revela que el 45.7% de sus trabajadores desempeña oficios de venta y alquiler de videos, el 20% se dedica a la preparación de alimentos, el 7% realiza oficios de sastrería, modistería y/o tapicería y el resto desempeña un buen número de ocupaciones con una importancia menor.

Como se puede observar, en lo fundamental son oficios que no demandan un alto nivel de capacitación en las personas que lo desempeñan, y lo que requieren es una alta proporción de insumos de energía humana física. El conocimiento que puedan demandar este tipo de ocupaciones es aquel basado en la práctica, y el sentido común (Coraggio, 1993).

Resulta interesante observar las razones que mueven a estas personas a vincularse a las actividades productivas que tienen lugar en las viviendas de uso mixto del AMCO. Según la encuesta aplicada a las VUM de estratos 1 a 3, el 36% de las personas está motivada por el deseo de complementar los ingresos familiares, el 27% encuentra en ello la única opción de trabajo, el 25% lo hace con propósitos de colaboración y sólo el 10% manifiesta que le gusta lo que hace (cuadro 12).

A partir de esas respuestas se constata igualmente que la VUM es, en gran medida, la expresión de los esfuerzos de estos grupos poblacionales por insertarse en la vida económica de AMCO. Frente a la exclusión que sufren por la lógica del mercado y al no encontrar oportunidades de trabajo en los sectores “modernos” de la economía local, ese excedente relativo de fuerza de trabajo genera sus propias formas de ocupación, recurriendo para ello a sus principales activos: su capacidad de trabajo, su experiencia y, en el mejor de los casos, su vivienda.

De otro lado, el 36.5% de la población trabajadora perteneciente a los hogares que están vinculados a las viviendas de uso mixto se emplea en actividades por fuera de la unidad económica emplazada en la vivienda. Adicionalmente, se debe considerar que un 4.6% de la población de estos hogares combina el empleo dentro y fuera de la vivienda (cuadro 10).

De esta población que trabaja por fuera de la vivienda, el 55.4% realiza sus labores en un oficina o punto fijo, el 17.1% lo hace en otras viviendas y el 12.4% desarrolla su actividad laboral en un sitio descubierto en la calle (Cuadro 13). En ello se evidencian nuevas conexiones entre las unidades económicas que funcionan en las viviendas, al observarse un intercambio importante de fuerza de trabajo (17% del trabajo que se realiza por fuera de la vivienda) entre dichas unidades económicas.

Cuadro 12: AMCO, Porcentaje de población residente en viviendas de uso mixto, que desarrollan actividades económicas al interior, razón que motiva el trabajo, según rama de actividad económica

En cuanto a la posición ocupacional de los trabajadores por fuera de la vivienda, el 59% se desempeña como obrero o empleado y el 32.3% como trabajador por cuenta propia. Es decir, un tercio de estas personas ha emprendido algún tipo de negocio por fuera de la vivienda que habita, de las cuales el 35% desarrolla su actividad emprendedora en otras viviendas, el 20% en una oficina o local fijo y el 23% en la calle.

Cuadro 13: AMCO, Porcentaje de población ocupada de la vivienda de uso mixto, por sitio donde realiza el trabajo, según posición ocupacional.

Las ocupaciones que revelan en la encuesta las personas implicadas son en lo fundamental de carácter terciario, para cuyo desempeño son menores las exigencias en términos de calificación y conocimientos distintos a los adquiridos a través de la experiencia. En concreto se observó que predominaban oficios relacionados con ventas, construcción, conducción de carros, recolección de café y cuidado de animales, seguridad privada, modistería, secretaría, empleo doméstico y mensajería, entre otros.

Como se señaló antes, la tasa de desempleo de la población de las VUM de estratos 1 a 3, según la encuesta aplicada en desarrollo del proyecto, es del 5.9%, inferior en 12.6% puntos porcentuales a la registrada para el AMCO en el primer trimestre del 2005. Ello a pesar de que la tasa global de participación de la población en edad de trabajar de las VUM es superior al promedio metropolitano en 18 puntos porcentuales (cuadro 9).

En general, se puede afirmar que el problema laboral en las VUM es fundamentalmente cualitativo, dada la presencia de subempleo visible e invisible. En cuanto al subempleo visible que revelan los trabajadores de las VUM en la encuesta, el 43.7% de ellos afirma que quiere trabajar más horas de las que actualmente labora (cuadro 14). A su vez, el 69% de las personas que quieren ampliar su jornada laboral está motivada por la necesidad que siente de aumentar su ingreso.

Es decir, en esa cifra global de subempleo visible (43.7%) está oculto un componente invisible relacionado con el bajo nivel de ingresos; el mismo que impulsa a estas personas a querer ampliar su jornada laboral a pesar que ella sea ya extensa. Ahora, en lo que tiene que ver con el subempleo propiamente invisible, la encuesta reveló una tasa del 13% (cuadro 14). Así mismo, el 98% de este subempleo se relaciona con el bajo nivel de ingresos.

De manera agregada, el 43% de la población trabajadora en las VUM revela que sus ingresos son insuficientes, y el 70% de la misma esta dispuesta a ampliar su jornada laboral como una forma de mejorar sus ingresos. La información disponible no permite mayor claridad sobre el carácter del subempleo en este cruce entre el deseo de trabajar más horas y la necesidad de mejorar los ingresos; pero dadas las extensas jornadas de trabajo que realiza la población trabajadora de las VUM es posible pensar que el problema central es el bajo nivel de ingresos.

Cuadro 14 AMCO, Población ocupada residente en viviendas de uso mixto, que desea trabajar mas horas, según motivos por los que quiere cambiar de empleo

Lo que es posible establecer es el agregado de subempleo, cuya tasa asciende al 56.7% (población que quiere trabajar más horas y población que está satisfecha con su jornada laboral, pero considera que sus ingresos son insuficientes y/o no se utilizan plenamente sus capacidades). Un nivel de subempleo que supera en 21 puntos porcentuales a los promedios registrados para el AMCO en el período reciente.

En cuanto a las fricciones observadas en la población trabajadora de las VUM, la encuesta registró que el 50.3% de la misma desea cambiar el trabajo que tiene en la actualidad (cuadro 15). Es decir, tiende a observarse una movilidad importante de esta fuerza de trabajo entre puestos de trabajo, al interior y por fuera de las VUM, lo que constituye sin duda la principal fuente de desempleo para esta población.

El bajo nivel de ingresos que se registra en la actividad económica desarrollada en las VUM, sigue siendo el problema central y, en este caso, explica el 85% de las situaciones de fricción observadas en el mercado de trabajo de las VUM del AMCO. El otro factor de fricción que resulta importante (7% de los casos) es el trabajo extenuante.

En lo que hace referencia a la jornada laboral de la población trabajadora, la encuesta aplicada a las VUM de estratos 1 a 3 del AMCO, permite observar que el 62% de los trabajadores de estos hogares que realizan la actividad al interior de la vivienda visitada tienen jornadas laborales que superan las 48 horas a la semana (cuadro 16). A su vez, el 55% de las personas que tienen estas jornadas laborales extendidas están vinculadas a actividades comerciales y el 33% a actividades relacionadas con la industria.

Cuadro 15 AMCO, Población ocupada residente en viviendas de uso mixto, por razones que desean cambiar el actual empleo

Este es un resultado esperado y que se corresponde con el tipo de economía que predomina en las unidades productivas emplazadas en las viviendas. Ante los discretos niveles de productividad y las condiciones desventajosas de adquisición de insumos y de realización de la producción, una estrategia de estas economías para sobrevivir es la prolongación de la jornada de trabajo, especialmente de los miembros de la familia que están vinculados laboralmente a la unidad.

En el cuadro 16 se observa, de igual manera, que el 23% de la población que trabaja en las VUM tiene una jornada laboral inferior a 32 horas semanales, lo cual es un indicio de subempleo visible en las VUM. No obstante, como se observó antes, la población trabajadora de las VUM reveló una condición de subempleo visible del 43.7%. Esto último puede obedecer a que, aunque muchas de esas personas tienen una jornada laboral adecuada (32 horas o más a la semana), desean trabajar más tiempo para completar su ingreso, lo cual tiene que ver más con una situación de subempleo invisible.

Cuadro 16 AMCO, % Población residente en viviendas de uso mixto, que desarrollan actividad económica al interior, por rango de horas efectivas trabajadas en la semana de referencia, según rama de actividad económica

En el caso de las personas de los hogares cuya vivienda es de uso mixto y que trabajan por fuera de la misma, el 58% de ellas realiza jornadas superiores a las 48 horas semanales y el 8.6% trabaja menos de 32 horas (cuadro 17). Así mismo, el 58% de las personas que realizan estas jornadas extendidas son obreros o empleados particulares y el 37% trabajadores por cuenta propia.

De lo anterior es claro que los trabajadores de las VUM, tanto los que se desempeñan al interior de las viviendas como los que lo hacen por fuera de ellas, desarrollan jornadas laborales en promedio extensas; lo cual está relacionado con el bajo nivel de ingreso percibido y con la consecuente necesidad de ampliar el aporte del recurso básico de estos hogares, su capacidad de trabajo.

Cuadro 17: AMCO.% de población ocupada fuera de la vivienda de uso mixto, por posición ocupacional, según número de horas

Si se tiene en cuenta la alta proporción de estas personas (43.7%) que desea ampliar su jornada laboral, es probable que esta condición tienda a profundizarse en los hogares que habitan las VUM, en detrimento de su calidad de vida.

En relación con los ingresos laborales, la encuesta aplicada a las VUM permite constatar que los ingresos generados en estas actividades son por lo general bajos. A partir de la misma se observa que el 28.6% de las personas que trabajan al interior de las viviendas con actividad económica no reciben ningún ingreso por ello, es decir, constituyen en lo fundamental trabajo familiar que aporta a la sostenibilidad de la unidad económica (cuadro 18).

De igual modo, se observa que el 79% de esa población trabajadora gana menos de un salario mínimo legal mensual vigente, el 15% gana entre 1 y 2 salarios mínimos y solo el 5.6% gana más de 2 de esos salarios.

El 53% del trabajo familiar sin remuneración existente en las VUM es generado en las actividades comerciales y el 38% en actividades industriales o de transformación. De igual modo, el 50% de la población que gana menos de un salario mínimo trabaja en actividades comerciales dentro de la vivienda y el 37% en actividades relacionadas con la industria.

En cuanto a las personas que trabajan por fuera de la vivienda, solo el 1.7% no obtiene ingresos . El 43% de esas personas obtiene ingresos inferiores a un salario mínimo, el 50% gana entre uno y dos salarios mínimos y el 5% gana más de dos salarios (cuadro 19). Es decir, en promedio se obtienen mejores remuneraciones en los trabajos por fuera de la vivienda.

Cuadro 18: AMCO.% de población residentes en vivienda de uso mixto, ocupados, por actividad económica según ingresos (ganancia neta) en salarios mínimos

Cuadro 19: AMCO. Población ocupada fuera de la vivienda de uso mixto, por posición ocupacional, según ingresos (salarios mínimos)

Esta es una constatación más que la actividad realizada en las VUM es en gran medida una estrategia de la población para insertarse a la dinámica económica, la misma de la cual han sido excluidos en su momento de manera total o parcial por la lógica imperante del mercado. Como se observó en la sección de análisis de la unidad económica, las motivaciones para la instalación del negocio son fundamentalmente la necesidad de complementar ingresos y falta de oportunidades de empleo, con escasa importancia de un verdadero deseo de emprendimiento.

Comentarios finales

La interpretación tradicional dualista del sector informal ha sido la de un conglomerado espontáneo, que no responde a ninguna "macro-lógica" específica. Esta visión caótica se complementa con la idea de que los agentes vinculados a este sector actúan en los intersticios, fuera de la lógica de la economía "formal" -privada o pública-, y que se expanden o contraen para compensar el movimiento de ésta; lo que desemboca en tres propuestas básicas respecto al qué hacer con ella.

De un lado, la corriente neoliberal propone acelerar el proceso de modernización y el crecimiento económico para que estos agentes sean absorbidos por la dinámica capitalista y salgan de la informalidad (que para esta corriente se identifica con "ilegalidad").

Por otro lado, la corriente empresarial-modernizante presente en los más diversos programas de gobierno, agencias internacionales y ONGs dedicadas a este sector, asume una concepción evolucionista de la empresa. Según ésta, a partir de millares de emprendimientos individuales o familiares se generarían -mediante la selección por la competencia-, cientos de empresas medianas y decenas de empresas grandes, todas ellas modernas. Esta corriente se propone acelerar esa evolución, y para ello evalúa con parámetros de la empresa tipo-ideal (alta capitalización, legalidad, acceso al crédito, alta productividad del trabajo, organización burocrática, etc.) la situación actual y el sentido de los cambios deseados a partir de los precarios gérmenes pre-empresariales.

Incrementar la eficiencia (medida según estándares modernos) es la motivación que debe orientar las inyecciones de recursos para esa modernización. Esta no resultaría ya del libre juego del mercado (en esto se diferencia de la corriente anterior), sino de programas de desarrollo de las actividades informales, concebidos e implementados desde "arriba": desde el Estado y con la mediación operativa de las ONG. Esta corriente admite dos variantes: i) la variante individualista, que ve al empresario y la microempresa como germen del autodesarrollo, y ii) la variante asociacionista, que ve como condición del desarrollo la aglomeración de fuerzas productivas como cooperativas o formas similares.

Finalmente, la corriente solidarista, asociada principalmente a grupos de cristianos católicos, ve las estrategias familiares y comunitarias de sobrevivencia como suelo social y cultural para extender horizontalmente (desde "abajo", desde lo local, desde las comunidades primarias, con el apoyo de las ONG) valores de reciprocidad y solidaridad.

Pero hay una cuarta propuesta desde la economía popular (Coraggio, 1993), que se distingue por su sentido de las anteriores, aunque puede tomar elementos de ellas, y se concibe como una alternativa para favorecer un continuo de inserción adecuada en las dinámicas económicas y sociopolíticas. En ella lo que se promueve es el fortalecimiento de estas economías populares, a partir de la matriz de actividades económicas cuyos agentes son los trabajadores, dependientes o independientes, precarios o modernos, propietarios o no propietarios, manuales o intelectuales.

Esta propuesta no idealiza los valores ni las prácticas populares actuales, ni tampoco propone superarlas teniendo como meta alcanzar la modernidad capitalista. No supone la desconexión del mercado capitalista ni plantea su proyecto como fase para integrarse a él en forma plena. Es una propuesta abierta, en tanto no prefigura de manera definitiva qué actividades, qué relaciones, qué valores, constituirán esa economía popular.

Como se evidenció en el análisis anterior, las unidades económicas emplazadas en las viviendas del AMCO pueden concebirse como un subsistema económico vinculado a la economía global. Además de sus relaciones con el resto de la economía, fundamentalmente como mercado para sus productos, la economía de las VUM tiene dos niveles de intercambio internos: la compraventa de bienes y servicios y la contratación del fondo de trabajo de los hogares que habitan esas viviendas. Sin embargo, enfrenta problemas de estabilidad, informalidad, escasa asociatividad, capacidad de gestión y productividad, entre otras.

El fortalecimiento futuro de estas unidades económicas requiere de un esfuerzo coordinado orientado a consolidar unas relaciones de intercambio, para insumos y productos, más equitativas con el resto de la economía la economía y a lograr una adición substancial de aquellos recursos productivos externos (es decir, no reproducibles actualmente en su interior) que limitan su desarrollo; entre otros: crédito, tecnologías de producción y gestión, capacitación para el trabajo.

Los sistemas jurídicos, que condenan a este tipo de economía a la ilegalidad, deben seguir siendo revisados a la luz del proyecto de consolidar a esta economía como una opción de desarrollo para los sectores populares que, al ser excluidos de la economía “moderna” por la lógica imperante en el mercado, encuentran en ella una opción válida de inserción en la dinámica económica global y de reproducción ampliada del grupo familiar.

La “ilegalidad” de las actividades económicas de las VUM es el resultado y no la causa de su forma de operación . Por ende, las acciones que se adopten en este campo no solucionan los problemas más profundos que determinan los bajos ingresos prevalecientes en estas actividades. No obstante, hay medidas que se pueden adoptar y que en conjunto con la consideración de los paquetes anteriores deberían contribuir al logro del objetivo buscado.

Hay tres aspectos de la “legalidad”, que conviene distinguir: el reconocimiento de existencia legal, la legalidad impositiva y la laboral. Cada una de ellas debe analizarse por separado pues presentan problemas y opciones diferentes; aunque se encuentren, sin embargo, interrelacionadas ya que por ejemplo el reconocimiento legal constituye un prerrequisito para regularizar la situación en los campos impositivo y laboral, siendo esto además importante para la aplicación del paquete de apoyo productivo en sus diversas dimensiones.

En los aspectos relacionados con el reconocimiento legal deben distinguirse dos situaciones. La primera se encuentra en aquellos casos donde la “ilegalidad” es el resultado de la larga tramitación burocrática para el cumplimiento de los múltiples requerimientos legales. Ello involucra un costo tal, en términos de recursos y tiempo, que constituye de hecho lo que se ha denominado “un muro de papel” que equivale a la prohibición de operar legalmente. En esta situación es necesario revisar y simplificar tanto las normas como los procedimientos, a fin de facilitar y no impedir que las actividades informales puedan llegar a ser legales.

La segunda situación se presenta en aquellos casos donde existe regulación por parte del Estado motivada por la necesidad de proteger los intereses generales de la comunidad. Las entidades territoriales deben velar, entre otros intereses, porque la ciudad sea transitable, estéticamente armónica y porque la población tenga acceso a un sistema de transporte seguro y eficiente. Por ello regula los permisos de construcción, los de establecerse para ejercer el comercio, los de prestación de servicios de transportes colectivos. Al regular genera beneficios en favor de algunos grupos protegidos o altera las reglas de competencia, pero el cálculo económico debe también incorporar la protección del bien común. El mismo puede desprotegerse mediante la eliminación de la regulación, por lo que tal decisión no constituye una solución.

Tampoco parece ser efectiva la regulación que no se respeta o que por el contrario, es sobrepasada por la realidad. Sin embargo, las causas de no cumplimiento son diferentes. En casos como los de vivienda habrá que distinguir entre aquellos que evaden la legislación vigente por razones reales como las de poblaciones marginales, o por razones de conveniencia como lo es en zonas residenciales de ingresos medios y altos.

El segundo aspecto de la legalidad hace referencia a lo impositivo. Dentro del mismo habría que distinguir lo referido a impuestos directos, que dados los niveles de ingresos y utilidades en los que operan las unidades económicas emplazadas en las viviendas del AMCO no son importantes, de los indirectos. Sobre este tema se pueden señalar dos puntos que deben tenerse en cuenta en el diseño de la política fiscal. De un lado, se plantea la necesidad de incorporar exenciones al IVA para las pequeñas transacciones comerciales. De otro lado, y relacionado con el carácter de este impuesto, se considera la necesidad de asesorar a los productores de las VUM en la mecánica impositiva que admite descuentos por pagos efectuados en etapas anteriores. Debidamente calculado, el monto neto del impuesto a pagar tiende a reducirse considerablemente.

El tercer aspecto de la legalidad se relaciona con las normas laborales. Los costos que implicaría cumplir con los reglamentos vigentes en este campo representan casi la totalidad de los recursos de la legalización y absorberían el escaso margen de utilidades generado por las actividades que tienen lugar en las VUM del AMCO. Se requiere entonces conciliar el objetivo de proteger a los trabajadores y sus familias con la necesidad de mantener esta fuente de empleo que, aunque en muchos casos precaria, es preferible a la desocupación abierta.

Las propuestas anteriores pueden crear a primera vista la imagen de que se trata de un programa múltiple de intervención por parte del Estado. Sin embargo, el análisis detallado de la misma permite observar que lo que se propone es mejorar su intervención, lo que implica racionalizarla en algunos casos, disminuirla o eliminarla en otros y aumentarla en determinadas situaciones. Como regla general, no se propone generar nuevas instituciones, lo que conlleva a más burocracia y se presta para la manipulación política del gobernante en ejercicio. Existe un alto número de organismos públicos y privados que debidamente influenciados, puede redefinir sus actividades incorporando estos objetivos. Ello asegurará además que las acciones sean permanentes.

Adicional a lo anterior, debe tenerse en cuenta que, dada la realidad social predominante en el país y el AMCO, la vivienda popular es, y tenderá a serlo cada vez más, un objeto de doble propósito: consumo y producción. De manera correspondiente, es necesario trabajar para propiciar la unidad y articulación inmediata entre esos dos usos (habitacional y productivo), dotando a la vivienda futura de la maleabilidad que requiere una economía popular en continuo desplazamiento de una actividad a otra.

Así mismo, las condiciones generales para la producción popular: las vías, las redes de agua, de energía y alcantarillado, los centros de educación y entretenimiento, etc., tienden a ser también de doble propósito. Otro tanto ocurre con los espacios públicos, que deberían pensarse para combinar la circulación con su uso comercial y como escenarios de reproducción cultural. Esto debe tener consecuencias sobre el diseño y regulación del habitat.

En consecuencia, las políticas de vivienda y ordenamiento urbano deben revisar los criterios y normas que tienden a incentivar una división territorial de funciones, lo cual no se corresponde con la realidad acá evidenciada, e incorporar otros que contribuyan a optimizar el hábitat popular en relación a sus reales funciones.

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