Revalorizando la interpretación teológica en la praxis evangelizadora
BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

LOS SISTEMAS SOCIO-RELIGIOSOS Y SUS IMPLICACIONES POLÍTICAS PARA EL QUEHACER EVANGÉLICO
 

Edgar Durini Cárdenas

 

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Revalorizando la interpretación teológica en la praxis evangelizadora

Las experiencias históricas de la liga tribal y de las primeras comunidades cristianas aportan valiosos elementos para las acciones de los cristianos en el mundo actual, vinculados entre otras cosas a la posibilidad de construcción de una organización económico-política comunitaria y de una sociedad sin clases sociales. Las tribus de Yahvé y los seguidores de Jesús estaban unidos por un pacto religioso y por un sueño común, que ahora se concebiría como un proyecto democrático-participativo contra la injusticia social y a favor de los pobres de todas las naciones. Y es en función de ello que deben asimilarse las lecciones históricas para los creyentes en la actualidad.

La adecuada interpretación (o reinterpretación) de las escrituras bíblicas, del mismo modo que la interpretación de la historia escrita, debe aportar importantes insumos en cualquier proceso de transformación social que implique a la evangelización en el quehacer político. En ese sentido resulta clave la hermenéutica, como forma de llegar a interpretar correctamente el sentido de las escrituras y servir como vehículo de mediación.

La revalorización de la hermenéutica a la vez va a significar y a implicar la posibilidad de llegar a Dios, de interpretar aspectos básicos de su proyecto y de poder describirlos y explicarlos ante las personas, para luego aplicarlos a su realidad y resolver sus problemas prácticos. Y aunque la hermenéutica tiende a responder a la perspectiva, visión y enfoque que le da la persona de acuerdo a su cosmovisión y su posición sociopolítica concreta, debe también tender a proporcionar los instrumentos facilitadotes con la máxima imparcialidad y neutralidad posibles.

Durante las últimas décadas ha habido diversos cambios vinculados a la interpretación de la Biblia, a la explicación de los procesos socio-religiosos y a la orientación y contenido de las propuestas sobre la naturaleza y las características del proyecto de Dios para la humanidad. Ello en sí mismo constituye un avance, pues hasta hace poco no se permitía -y menos aún se promovía- la libre interpretación de las sagradas escrituras, ya que éstas eran asumidas en forma dogmática y tradicional, desprovistas de la función liberadora del ser humano que es inherente al sentido profundo revelado por Dios a su pueblo.

No obstante diversos fundamentalismos siguen presentes, y han tratado de renovar algunos de los aspectos formales de su teología y de su discurso socio-religioso esencialmente conservador, han debido ceder en algunos aspectos y modificar ciertos elementos e instrumentos para adecuarse a las realidades del mundo actual en un contexto de globalización económica y sociocultural.  

El denominador común ya no es exclusivamente la Biblia, al margen de que sea o no “la Palabra de Dios”; ello deriva, por un lado, de la investigación social traducida en el acercamiento entre la ciencia y la fe; y por otro, de que hay diversas construcciones ideológicas que por lo general incluyen deformaciones en la concepción de Dios y de su proyecto de vida, en el discurso religioso y, sobre todo, en la orientación y práctica de la fe. Más bien se tiende a enfatizar en la experiencia o práctica social de las personas, tratando a partir de allí de promover una cosmovisión a los creyentes.

Lo que sigue siendo común es que Dios se va a encontrar con la persona, concebida ésta ante todo en un sentido individual; aunque ello también se hace extensivo hacia el plano colectivo (en los grupos de discipulado, las congregaciones y las denominaciones). Es decir, el Espíritu de Dios se hace presente y se va a manifestar en cada creyente y en el sujeto colectivo en su conjunto, orientando su acción.

Por tanto, se trata de tomar en cuenta las experiencias humanas en la relación con Dios, para en base a ellas plantear y orientar la transformación individual y social. En ello radica un elemento trascendental de la teología actual y un desafío para su renovación y reinvención. La construcción de que Jesús es hijo de Dios es posterior a su vida; para la ciencia, es una posibilidad de investigación; para la fe no, porque hay que mantener el mito, propio éste de la fe tradicional, a la que habría que anteponer la fe racional.

En suma, los caminos recorridos por nuestros antepasados y sus experiencias contra los sistemas de exclusión y opresión, sus luchas y sufrimientos al alto precio de sacrificio y derramamiento de sangre, y en general el legado histórico de quienes han entregado su vida en el proceso de construcción del Reino de Dios, nos deben servir para reflexionar sobre nuestra realidad presente, para reinterpretar la función evangelizadora y para redefinir la misión general y los roles específicos que corresponden a la Iglesia de Jesucristo en el momento histórico actual, así como para la búsqueda de nuevos mecanismos y mejores formas de convivencia social, fraternidad y solidaridad.

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