¿Buscas otro libro?
Buscalo aquí:
Amazon Logo





 

 

Pulse aquí para acceder al índice general del libro.

Esta página carece de formato, gráficos, tablas y de las notas al pie. Pulsando aquí puede acceder al texto completo del libro en formato DOC (106 páginas, 1 Mb)

Capital humano, complementariedades factoriales y crecimiento económico en Colombia
 

Mario Alberto Gaviria Ríos




1. LA LITERATURA SOBRE CAPITAL HUMANO Y CRECIMIENTO ECONÓMICO


Durante los últimos años los economistas han dedicado buena parte de su energía a estudiar, a nivel teórico y empírico, los determinantes del crecimiento económico de los países; dinámica que ha influido en los intereses académicos de los investigadores colombianos. En gran parte de los trabajos que se han realizado se ha considerado la acumulación de capital humano como un determinante clave del crecimiento económico, tanto en países desarrollados como en aquellos en vía de desarrollo. Algunos estudios recientes en el ámbito internacional (Sacerdoti et. al, 1998; Kim y Kim, 1999; Fernández y Mauro, 2000) recogen evidencia de esta relación estableciendo claras diferencias sobre los factores que intervienen en ella.

Sacerdoti et. al (1998) analizan el impacto de la acumulación de capital humano en el crecimiento económico de África Occidental a través del enfoque de la contabilidad del crecimiento. Los autores consideran que la correlación positiva entre tasas de escolaridad y crecimiento, reportada por los estudios recientes, no puede ser interpretada como una evidencia de la contribución positiva del capital humano a dicho crecimiento, teniendo en cuenta que esa escolaridad ha estado pobremente correlacionada con la acumulación de capital humano.

Por lo anterior, consideran dos medidas alternativas de capital humano: el promedio de años de escolaridad de la fuerza de trabajo y el peso del salario como medida de la productividad laboral que resulta de una mayor educación. Encuentran un impacto poco significativo del capital humano así medido sobre el crecimiento, lo cual atribuyen a la inexistencia en esos países de lo que llaman “un ambiente favorable” para la aplicación productiva del talento desarrollado a través de la educación formal; es decir, en dichos países algunas actividades complementarias a la acumulación de capital humano no se han desarrollado en forma suficiente.

Por su parte Kim y Kim (1999) muestran que la educación, combinada con el comercio internacional, puede afectar positivamente y a largo plazo el crecimiento económico. La educación incrementa la habilidad de los trabajadores para adaptarse a nuevos trabajos; lo cual, sumado al comercio internacional, contribuye para que los trabajadores y la economía se especialicen en sectores con altas tasas de progreso tecnológico. Al respecto se cita como ejemplo el proceso vivido por las economías del Sudeste Asiático, las cuales experimentaron una orientación hacía afuera acompañada de fuertes aumentos de la escolaridad de su población, alta movilidad de la población trabajadora y un rápido crecimiento económico.

Para evaluar ese papel de la educación, Kim y Kim definen dos tipos de capital humano. Uno específico, que puede ser acumulado a través de la experiencia en el trabajo y con la ayuda de la educación escolar y sólo puede ser usado en una industria específica. El otro es general, puede ser acumulado a través de la educación escolar y es la base para la formación específica; es decir; es aquel que facilita la movilidad factorial.

Además de encontrar evidencia favorable a su hipótesis, Kim y Kim observan la posibilidad de equilibrios múltiples, incluyendo una situación de trampa de pobreza con baja educación y bajo crecimiento económico; especialmente cuando la liberalización del comercio se da en un contexto donde el capital humano general es sustancialmente bajo.

De otro lado, Fernández y Mauro (2000) estiman el impacto de la acumulación de capital humano en el crecimiento económico de España. Para ello recurren a una forma ampliada del modelo Solow-Swan alternativa a la propuesta por Mankiw, Romer y Weil (1992), en tanto el índice de capital humano utilizado en el estudio aparece como un factor multiplicado al número de trabajadores y, en consecuencia, la tasa de crecimiento de este capital es ponderada por la participación del trabajo en el producto de la economía española. De esta forma, a través de un análisis de contabilidad del crecimiento, se encuentra que entre 1978 y 1997 cerca de una tercera parte del crecimiento de esa economía puede ser atribuido a la acumulación de capital humano.

Entre los trabajos realizados en Colombia y orientados a la evaluación del capital humano como determinante del crecimiento económico se destaca el de Uribe (1993a), que profundiza en el análisis de la relación entre educación y crecimiento a partir de estudios de corte transversal para países. De manera específica, trata de encontrar explicaciones a los resultados de un estudio anterior (1993b) en el que observó, como hecho sorprendente, que la inversión en capital humano representada por los años de educación de la fuerza laboral observa un efecto directo sobre el crecimiento de países con niveles de desarrollo superior o inferior al colombiano, pero estadísticamente nulo para el grupo de países que en 1960 tenían un nivel de desarrollo similar al nuestro .

Basado en la idea de complementariedades productivas, Uribe evalúa dos de las que parecen relevantes para entender el mecanismo a través del cuál la inversión en recursos humanos puede afectar al crecimiento. La primera es la complementariedad entre capital físico y capital humano; y la segunda es aquella existente entre la educación y el llamado cambio técnico, para el que se utiliza como una de las variables proxy a las exportaciones. El modelo estimado ofrece evidencia a favor de una sustituibilidad productiva entre la inversión en capital físico y la acumulación de capital humano.

De otro lado, los resultados econométricos sugieren que, efectivamente, la acumulación de capital humano interactúa con el cambio técnico y, en consecuencia, su contribución al crecimiento depende de un avance paralelo en la incorporación de tecnología. En concreto, esos resultados favorecen la hipótesis según la cuál, cuando los países alcanzan niveles de desarrollo similares al de Colombia, el sector exportador (que se supone es el mayor incorporador de cambio técnico) no puede ser más productivo que el resto de la economía sin utilizar trabajadores relativamente más educados.

Otros trabajos son los de Posada (1993), Cárdenas (1994) y González, Guzmán y Pachón (1999). En Posada (1993) se parte de un modelo con rendimientos crecientes y capital humano que considera la existencia de externalidades positivas de la acumulación de capital físico y humano, para estimar los determinantes del crecimiento económico colombiano con base en un modelo ARIMA (1,1,3) . Según el mismo, el producto colombiano siguió durante 1944-1988 una evolución parcialmente determinada por su historia reciente y por los “shocks” exógenos aleatorios, donde la cantidad y calidad de su fuerza de trabajo tuvieron alguna incidencia.

Al estimar el impacto directo del capital humano sobre el crecimiento, Posada encuentra un efecto pequeño pero no despreciable de su tasa de aumento, medido a través de la población matriculada en secundaria y universidad, sobre el ritmo de crecimiento del producto colombiano. Dada una elasticidad del producto al capital humano estimada de 0.2 y una tasa promedio de aumento de este capital del 7.8% entre 1944 y 1988, se concluye que el aporte del capital humano al crecimiento del producto en ese período fue aproximadamente 1.6% por año.

Sin embargo, como lo advierte Posada (1993), el coeficiente estimado de la tasa de crecimiento del capital humano presenta una oscilación entre 0.12 y 0.2, según el subperíodo muestral escogido, aunque siempre se muestra significativo; lo cual evidencia estimaciones poco robustas de la correlación parcial entre estas variables. Dichos resultados los relacionó en su momento con el hecho mencionado por Uribe, según lo cual la influencia de la educación en el crecimiento podría ser sensible a la presencia de otros factores de desarrollo que le son complementarios.

Por su parte Cárdenas (1994) realiza un trabajo econométrico con datos que comparan los departamentos del país (y no países, como en el caso de Uribe), con lo cual se reduce la incidencia que en los resultados de las estimaciones pueden tener la diversidad de factores culturales, étnicos y políticos, entre otros; prestando especial atención a la influencia del capital humano, la orientación del mercado y las condiciones políticas y sociales sobre el crecimiento.

Aunque incorpora en su análisis diferentes medidas de educación y acumulación de capital humano (analfabetismo, cobertura de educación primaria y secundaria, número promedio de años de escolaridad de la población mayor de 5 años), Cárdenas orienta su trabajo a la estimación del impacto directo del capital humano sobre el crecimiento y encuentra una clara relación positiva entre las variables de educación de la población y la dinámica del producto colombiano.

No obstante, esos resultados se muestran sensibles a pequeñas variaciones en la selección de los indicadores incluidos en las distintas ecuaciones estimadas. Para probar la sensibilidad de sus resultados, Cárdenas utiliza una variante del análisis de límite extremo de Leamer y encuentra que si bien la razón de analfabetismo ofrece unos resultados sólidos, no ocurre lo mismo con las demás variables de capital humano, las cuales arrojan estimaciones no consistentes en las distintas corridas econométricas.

González, Guzmán y Pachón (1999) realizan una medición para el caso colombiano de los retornos sociales del capital humano, entendidos como el “efecto externo” de que habla Lucas (1988). Los autores utilizan diferentes grados de calificación (capital humano) de la fuerza de trabajo y, en todos los casos, encuentran evidencia sobre la existencia de externalidades generadas por la acumulación de este capital, las cuales resultan mayores mientras más alto es el nivel de calificación considerado en la estimación.

En lo que tiene que ver con la relación entre el parámetro A de la función de producción y las variables de comercio exterior, el estudio reciente de GRECO (2002) ofrece evidencia empírica según la cual, utilizando pruebas de causalidad de Granger, se puede concluir que pudo haber causalidad tanto desde las exportaciones hacía el producto, explicada por sus efectos positivos sobre el parámetro A, como desde el producto hacía las exportaciones, en la medida en que eleva la oferta disponible o produce cambios en las ofertas relativas de factores que modifiquen las ventajas comparativas.

Por su parte Hallward-Driemeier et. al (2002), usando datos a nivel de firmas para cinco países del Este de Asia, encuentran que las firmas que exportan son más productivas. Los autores arguyen que los mercados de exportación conducen a las firmas a tomar decisiones orientadas al aumento de la productividad (inversión, entrenamiento, tecnología y selección de insumos) y no simplemente que las firmas más productivas son las que pueden exportar.

Sin embargo, un grupo importante de trabajos llega a conclusiones contrarias. Clerides et. al. (1996) evalúan el vínculo existente entre exportaciones y productividad recurriendo a análisis de panel a nivel de firmas para las economías de Colombia, México y Marruecos. Encuentran que las firmas más eficientes son las que se inician en el proceso exportador y que sus costos unitarios no resultan afectados por su participación en los mercados externos; es decir, la evidencia no favorece la hipótesis del “aprendizaje exportador” .

Lo que si se observa es la presencia de un tipo especial de externalidades de las exportaciones. Los autores encuentran que la penetración de un mercado por parte de exportadores puede hacer más fácil que otras firmas de esa economía, antes orientadas al mercado doméstico, ingresen a ese mercado foráneo; esto vía un mejor conocimiento del mismo o la apertura hacía una política de promoción de exportaciones mejor orientada, más no a través de supuestas mejoras en la eficiencia.

Un ejercicio similar al anterior es desarrollado por Echavarría (2003) para Colombia. Inicialmente, en un análisis descriptivo que se realiza a partir de las tasas de crecimiento de las variables, se evalúa para los años ochenta y noventa si las firmas que exportaron al final del período fueron más dinámicas en los años anteriores, encontrándose evidencia de que aquellas que terminaron exportando en los ochenta innovaron más en el pasado, pero los resultados no fueron tan sólidos para el decenio de los noventa.

De igual formal, a través de ese análisis descriptivo se evaluó si existían diferencias en la dinámica de crecimiento entre las firmas que exportaban y las que no exportaban al comienzo del período. En este caso no se encontró evidencia de que las firmas innovaron más luego de exportar, ni en los ochenta ni en los noventa.

Posteriormente Echavarría recurre a un ejercicio más formal, similar al propuesto por Clerides et. al, en el que se plantea una firma exportadora que maximiza utilidades en un escenario de competencia monopolística y enfrenta costos hundidos en la actividad. El modelo propuesto argumenta que la probabilidad de exportar (variable dicótoma dependiente) es mayor cuando el exportador lo ha hecho en el pasado, esto dependiendo de ciertas variables de demanda (tasa de cambio real) y características específicas de la planta (tamaño, costos variables como proporción del producto).

A partir de este último tipo de análisis se encuentra evidencia según la cual las firmas exportaron porque innovaron en el pasado, y la innovación se dio tanto a nivel de los costos variables totales (materias primas y salarios) como de los costos de las materias primas consideradas aisladamente. De otro lado, al estimar una ecuación para evaluar los determinantes de la innovación, medida a través del comportamiento de los costos variables como proporción del producto, se concluye que no ha habido un proceso de aprendizaje a partir de las exportaciones, excepto para el caso de los sectores de químicos, los textiles y las confecciones.

De todos modos, en gran parte los trabajos orientados a explorar las relaciones entre la dinámica exportadora y el crecimiento económico (Clavijo, 1991 y 2003; Mesa, 1994) encuentran evidencia que favorece ésta relación. Entre estos se destaca el estudio de Mesa (1994) cuyo propósito central es confrontar, para la economía colombiana, la hipótesis que sugiere que el crecimiento de las exportaciones genera rendimientos crecientes de escala en los sectores relacionados y externalidades en los sectores no exportables. En este sentido Mesa aporta evidencia que favorece la hipótesis mencionada, encontrando que en su contribución al crecimiento económico los sectores exportables generan externalidad sobre los no exportables de 1.68%.

Finalmente, en lo que tiene que ver con el significado de la apertura para el crecimiento económico de los países, si bien Ades y Glaeser (1999) aportan evidencia según la cual esa liberalización solo ha aumentado la especialización de las economías en desarrollo en sectores de productos básicos, donde es limitado el aprendizaje, otros trabajos (Edwards, 1997; Weinhold y Rauch, 1997; Wacziarg y Welch, 2003; Berg y Krueger, 2003) llegan a conclusiones contrarias al encontrar que esa apertura ha favorecido la productividad y el crecimiento, tanto en países desarrollados como en desarrollo.

Berg y Krueger (2003) advierten que la literatura ha sido ambigua en el tema y consideran que “la importancia de la apertura para el crecimiento es por tanto una cuestión empírica” . La evidencia que ofrecen los estudios de datos cruzados para países señala que la apertura tiene efectos positivos sobre el crecimiento económico; sin embargo, la misma es vulnerable a la crítica que plantea que esos efectos no han sido aislados de los impactos que puedan estar generando otras reformas que se implementan en forma paralela (estabilidad macroeconómica, liberación de precios internos, flexibilización de la tasa de cambio, liberación de la cuenta de capitales). Pero como señalan estos autores, la apertura comercial es un componente clave de ese instrumental de reformas y contribuye al desarrollo de ese ambiente institucional favorable.


Google
 
Web eumed.net

 

Volver al índice de
Capital humano, complementariedades factoriales y crecimiento económico en Colombia

Volver a "Libros Gratis de Economía"

Volver a la "Enciclopedia y Biblioteca de Economía EMVI"