EL ECUADOR DEL MAÑANA.Desde una visión critica al neoliberalismo

LAS POLÍTICAS CULTURALES EN EL ECUADOR

Para hablar de la cultura en el Ecuador partamos señalando algunas de las disposiciones constitucionales vigentes y que fueron aprobadas por la Asamblea Nacional Constituyente en 1998 y que se encuentran en plena vigencia.

 

El Art. 62 de la Carta Magna establece que “La cultura es patrimonio del pueblo y constituye elemento esencial de su identidad. El Estado promoverá estimulará la cultura, la formación artística y la investigación científica. Establecerá políticas permanentes para la conservación, restauración, protección y respeto del patrimonio cultural tangible e intangible, de la riqueza artística, histórica, lingüística y arqueológica de la nación, así como del conjunto de valores y manifestaciones diversas que configuran la identidad nacional, pluricultural y multiétnica. El Estado fomentará la interculturalidad, inspirará sus políticas e integrará sus instituciones según los principios de equidad e igualdad de las culturas”. De otro lado, el Art. 63 prevé que “El Estado garantizará el ejercicio y participación de las personas, en igualdad de condiciones y oportunidades, en los bienes, servicios y manifestaciones de la cultura, y adoptarán las medidas para que la sociedad, el sistema educativo, la empresa privada y los medios de comunicación contribuyan a incentivar la creatividad y las actividades culturales en sus diversas manifestaciones”.

 

Ciertamente, éstas como otras disposiciones que constan en la Carta Fundamental alientan y estimulan el fomento del capital cultural. Empero, en la práctica la norma constitucional se reduce, en buena parte, a letra muerta, limitándose simplemente a buenas intenciones. Lo cierto es que la cultura en el Ecuador no recibe la atención y prioridad que merece. Asimismo, el gobierno central no destina los recursos presupuestarios necesarios para fomentarla. Por el contrario, la desatención y el olvido son la norma imperante.

 

El grado de desorganización y desorientación del gobierno en este aspecto es preocupante, el mismo que se refleja en la falta de apoyo a las instituciones encargadas de impulsar y promover la cultura en el país, como por ejemplo, la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE).  Además, el trabajo que desarrollan los gobiernos seccionales (Municipios y Consejos Provinciales) en esta área resulta por demás insuficiente.

 

Así por ejemplo, a mediados del año 2001, el Maestro Alvaro Manzano, Director de la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador, en entrevistas concedidas a las principales cadenas de televisión del país, deplora el virtual cierre de la Sinfónica Nacional debido a la falta de apoyo económico del Gobierno Nacional. De su parte, Manzano anuncia su salida del Ecuador para dirigir una Orquesta Sinfónica en el exterior, al tiempo que muchos de los músicos integrantes de la afamada Orquesta declaran la imposibilidad de subsistir con los ingresos que genera la actividad artística por lo que deben dedicarse a otro tipo de trabajos ajenos a la cultura, como es el comercio o incluso la transportación de servicio público.

 

Como resultado de la desatención gubernamental, de los puntuales problemas internos que muestra la Casa de la Cultura Ecuatoriana, del pobre trabajo que desarrollan los Concejos Cantonales y Consejos Provinciales y de la elitización de ciertas manifestaciones y prácticas culturales, tenemos a una sociedad alejada, indiferente e incapaz de interpretar y entender en su más amplio sentido ciertas expresiones de la cultura lo que ha introducido adicionalmente un elemento de diferenciación social (la puntualización a la que se hace mención va más allá de las manifestaciones culturales tradicionales reflejadas en costumbres y tradiciones de la población). Para poder cuantificar este hecho, podríamos interrogarnos sobre lo siguiente: ¿los ecuatorianos asisten en un número importante a los museos y a las presentaciones de música clásica?. ¿qué segmento de ecuatorianos conocen o están vinculados con la producción literaria que se genera a través de la Casa de la Cultura?. ¿el teatro y las muestras de pintura y escultura son actividades que generan expectativa en los ecuatorianos?. De ser afirmativas estas interrogantes, cuántos y, sobretodo, de qué clases sociales provienen las personas que se sienten motivadas a asistir y que aprecian estas actividades?.

 

Cuadro Nro. 7

 

ENCUESTA SOBRE PREFERENCIAS DE LOS ECUATORIANOS POR ACTIVIDADES CULTURALES

ACTIVIDAD CULTURAL

% POBLACION

Asiste a teatros, museos, galerías

21

Lee libros

47

                                   Fuente: Revista Latinoamericana de Comunicación ‘Chasqui’

                                          Diseño: Giovanni Carrión Cevallos

 

 

Las respuestas a estas interrogantes, en buena medida, las encontramos en los resultados que ofrece una encuesta realizada en Ecuador por la revista latinoamericana de comunicación Chasqui y presentadas por Orlando Gómez: “El 79% de los consultados no van a teatros, museos ni a galerías y el 43% de la población asegura no leer nunca” (Gómez, página internet). Estas cifras resultan preocupantes, dado que de acuerdo con esos números se infiere que alrededor del 80% de la población no se halla interesada por actividades culturales cuya práctica permiten diferenciar socialmente a las personas y, prácticamente, un 50% se declara analfabeta funcional. De otro lado, los programas culturales que se transmiten por la televisión nacional resultan muy escasos; pues, “En Ecuador solamente ‘Telerama’ transmite programas de tipo cultural pero en su mayoría filmados en el exterior o tomados de estaciones extranjeras (casi, siempre). En el Ecuador no hay quien apoye la cultura y mucho menos en la televisión y no lo hacen porque sencillamente no es un negocio rentable. Un alto ejecutivo de un canal - que por razones lógicas prefiere no ser identificado- defiende este punto de vista abiertamente:  Cómo vamos a invertir cien mil dólares, pongamos el caso, realizando un programa cultural, cuando podemos ganar lo mismo transmitiendo un partido de fútbol, sin esforzarnos demasiado y sin gastar nuestro dinero. Todavía no estamos locos” (Gómez, página internet). Esta afirmación más que dejarnos desconcertados, más bien denuncia la ‘lógica’ con que se mueve el capitalismo en la región. Y es que en el esquema con que se manejan los países en vías de desarrollo, asfixiados por las recetas que le impone el modelo neoliberal, no les permite vislumbrar o entender a la cultura en un sentido mucho más amplio como si lo hacen las naciones de mayor desarrollo. En ese sentido, por ejemplo, García Canclini sostiene que “en varios países europeos el arte y la cultura alcanzan el 3 por ciento del PIB (UNESCO, 1998), y en Estados Unidos el sector cultural, sobre todo, por la producción y exportación audiovisual, representa el 6% del producto interno bruto y emplea 1.3 millones de personas, más que la minería, la policía y la forestación. Además, las industrias culturales crecen a mayor velocidad que otras áreas de la economía y generan más puestos de trabajo año tras año” (García Canclini, 1999:38). En esos términos vemos como la cultura en unos casos es percibida como una ‘carga’ que el Estado debe soportar en sus hombres y, en otros, como una ‘industria’ que genera beneficios.

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