LOS LENGUAJES DE LA ECONOMÍA

Un recorrido por los marcos conceptuales de la Economía.

CAPÍTULO 4.- LAS CIENCIAS SOCIALES: INTERESES Y MODOS DE EXPLICACIÓN.

La teoría de los intereses cognoscitivos

Conocimiento e interés

Las representaciones o descripciones no son nunca independientes de normas. Así por ejemplo, más arriba hablamos de criterios formales a la hora de preferir unas teorías frente a otras. Estos criterios son parte de los sistemas normativos. Y la elección de esas normas se basa en actitudes que necesitan de la evaluación crítica mediante argumentos porque no pueden ser deducidas lógicamente ni probadas empíricamente. Decisiones metódicas básicas, distinciones tan fundamentales acaso como la que hay entre ser categorial y el no categorial, entre enunciados analíticos y sintéticos, entre contenido descriptivo y emotivo, tienen la peculiar característica de no ser ni arbitrarias ni obligatorias. Se manifiestan como acertadas o equivocadas. Pues, se miden por la necesidad metalógica de intereses, que nosotros no podemos fijar ni representar, sino con los que nos tenemos que encontrar. Por ello los procesos de conocimiento, que están inextricablemente vinculados a la formación de la sociedad, no pueden funcionar sólo como medio de reproducción de la vida: en la misma medida determinan ellos las definiciones de esta vida (Habermas, 1968b).

Los puntos de vista específicos desde los cuales concebimos necesaria y trascendentalmente la realidad establece tres categorías de posible saber: informaciones, que amplían nuestra potencia de dominio técnico; interpretaciones, que hacen posible una orientación de la acción bajo tradiciones comunes; y análisis, que emancipan a la conciencia respecto de fuerzas hipostasiadas. Estos puntos de vista dimanan del nexo de intereses de una especie que está por naturaleza vinculada a determinados medios de socialización: al trabajo, al lenguaje y a la dominación.

En definitiva, la radicalización habermasiana de la teoría del conocimiento quiere hacer efectiva la exigencia de una reflexión sobre la función que cumple el conocimiento en la reproducción de la vida social y sobre las condiciones objetivas bajo las que históricamente se forma el sujeto del conocimiento. Habermas trata, con ello, de alumbrar y cartografiar un terreno situado entre los ámbitos de lo empírico y de lo transcendental. Por un lado, la teoría de los intereses cognitivos trata de dar una solución al problema de las condiciones a priori del conocimiento posible. Pero, por otro lado, no se ocupa de los atributos de una conciencia transcendental, sino de estructuras lógicas que se materializan bajo condiciones empíricas; no es el suyo un yo transcendental, sino un «sujeto generado por la naturaleza y formado socialmente», una «comunidad de investigadores que tratan de realizar comunicativamente su tarea común». “Consideradas desde el punto de vista de la organización de la investigación, las «orientaciones básicas» (o «intereses») que este tipo de análisis saca a la luz «tienen una función transcendental»; pero están enraizadas en «estructuras fácticas de la vida humana», en las condiciones fundamentales específicas de la posible reproducción y autoconstitución de la especie humana, es decir, en el trabajo y en la interacción».” (McCarthy, 1978, p 115).

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