Conferencia internacional por la paz
 

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INTRODUCCIÓN

Alfredo Jalife-Rahme*

* Profesor de Post-Grado de Geopolítica y Negocios Internacionales de la UNAM. Presidente interino de la filial mexicana de la Federación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, Premio Nobel de la Paz 1985.

No constituyó ninguna hipérbole, haber asentado antes de la invasión anglosajona a Iraq, que en la antigua Mesopotamia se jugaba el destino de la humanidad, como ulteriormente lo demostraron los hechos. En Iraq, se fracturó el caduco orden mundial, que ya había sido severamente sacudido por los atentados del 11 de septiembre, que llevaron a la guerra de Afganistán tres meses después.

Durante la Guerra de Afganistán, el equipo Bush, que derrocó al régimen medieval talibán, aliado de Usama Bin Laden (ambos aliados del mismo Estados Unidos, desde la década de los ochentas del siglo pasado, cuando los "mujahiedines", los guerreros sagrados del Islam, expulsaron a la ex URSS), gozó en gran medida con la comprensión de las principales potencias mundiales: Rusia, China e India.

Tres potencias euroasiáticas cercanas al teatro bélico de operaciones en Afganistán, con importantes poblaciones mahometanas proclives a ser infectadas por el virus fundamentalista. Tres potencias, que llegaron a compartir el mismo denominador común contra el integrismo islámico de la alianza Talibán-Usama Bin Laden, que derrocó el equipo Bush. Incluso, Rusia y Estados Unidos, no solamente colaboraron, sino que, ingresaron al mismo tiempo a la capital Kabul. Aunque, cada quien por su lado, después de haber apoyado a la heteróclita Alianza del Norte, enemiga del régimen Talibán. En paralelo, Alemania y Gran Bretaña, enviaron tropas para apuntalar la guerra contra el terrorismo global del equipo Bush.  

Tres meses después de los atentados terroristas del 11 de septiembre, con la guerra de Afganistán, nadie hubiera prefigurado que la invasión anglosajona a Iraq, dieciséis meses después, hubiera podido fracturar al mundo en tal magnitud abismal. Lo que se reflejó, en la postura de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, sede del viejo orden mundial resquebrajado proveniente de la segunda guerra mundial, con poder inequívoco de veto. De sus cinco miembros permanentes, dos son invasores (EU y Gran Bretaña), frente a la resuelta oposición de la tríada de Francia, Rusia y China. En ese momento, sucumbía el viejo orden mundial. Así las cosas, el mundo se fracturó en Iraq y, sus heridas, no serán fáciles de cicatrizar.

Pero, previamente, el viejo orden mundial ya estaba seriamente averiado por otros eventos mayúsculos: la quiebra de la correduría LCTM en 1998, la crisis de la globalización financiera, la crisis de los mercados emergentes, el desplome del índice tecnológico Nasdaq en marzo del 2000, la quiebra de la gasera texana ENRON el 7 de diciembre del 2000, la moratoria argentina trece días después, el surgimiento asombroso de la sociedad civil global y, la crisis de los organismos internacionales como el FMI, el BM y la OMC, etcétera. Eventos previos, que a nuestro juicio, motivaron la verdadera matriz operativa de las guerras e invasiones posteriores al 11 de septiembre, tales como "la guerra multidimensional" de la pseudo doctrina Bush y su "guerra preventiva permanente". Para dar lugar al desorden mundial imperante que James Woolsey, anterior director de la CIA y ahora segundo a bordo de la consultoría Booz Allen, ha prometido durará entre siete y treinta años bajo la encomienda de la "guerra contra el terrorismo global", que, recientemente, el hasta ahora vicepresidente Dick Cheney, ha alargado al horizonte de cuarenta y cinco años.

La fractura iraquí abrió al planeta en dos frentes, por un lado tenemos el eje EU-Gran Bretaña-Israel y, por otro, el "eje de la paz", como lo denominó el periódico británico The Guardian, constituido por Francia-Alemania-Rusia-China-El Vaticano. Queda en duda, la postura que asumirá la nueva potencia emergente que es la India. Que, por un lado, forma parte del "triángulo estratégico" con Rusia y China (como lo denominó el ex primer ministro ruso Evgeny Primakov) y, por otro lado, es motivo de la seducción tecnológica y mercantil del eje EU-Gran Bretaña-Israel. Sea lo que fuere, a nuestro muy humilde juicio, nos encontramos ante una dicotomia decisiva, a partir de la fractura iraquí entre el "unilateralismo neo-imperial" promovido por el equipo Bush y el "multilateralismo", que pudiéramos subdividir entre "maligno" y "benigno", para estar a tono con los adjetivos de moda arriba del río Bravo.

El "multilateralismo maligno", profundizaría el desorden mundial por medio del tóxico "Choque de las Civilizaciones" abogado por el racista Samuel Huntington y, perpetuaría la "doctrina Bush" y su "guerra preventiva permanente", que en un descuido pudiera desembocar en una guerra mundial entre los principales actores planetarios. Como tercera alternativa, susceptible de desembocar en un nuevo orden mundial creativo, figura el "multilateralismo benigno", que de cierta manera habían aceptado los grandes actores planetarios a partir del derrumbe del muro de Berlín y a la disolución posterior de la URSS. Cuando Estados Unidos, se había posicionado como el "primum inter pares" o "the first among equals"1 en una "suma positiva" planetaria donde todos los actores ganan en forma sinergética y aceptan el liderazgo de uno entre ellos. La gran pregunta sería, en caso de asentar sus reales el "multilateralismo benigno", si los otros actores estarían todavía dispuestos a volver a aceptar el liderazgo mancillado de Estados Unidos. Es evidente que, a México le conviene, por sus intereses nacionales superiores y no mercantiles efímeros, el modelo del "multilateralismo benigno".

En este magnífico libro, una genuina reseña histórica, se recopilan las mejores aportaciones del movimiento pacifista mexicano, consubstancial a los "Sentimientos de la nación", donde coincidió la crema y nata de los opositores plurales a la invasión a Iraq, quienes manifestaron gallardamente su repudio, pese al mercantilismo imperante de comentaristas pro-Texas y pro-Florida bien instalados (y lubricados) en los multimedia. Acompañados por los ideólogos del neoliberalismo decadente y depredador, quienes bajo el agua gozaban de apoyos subrepticios, de ciertos segmentos bélicos dentro del régimen foxiano. Como por ejemplo, del ex canciller Jorge Castañeda Gutman y su medio-hermano el venezolano y kissingeriano Andrés Rozental Gutman, "embajador especial", quien llegó a declarar a El Financiero, en una inolvidable entrevista, que el presidente Fox había prometido a Estados Unidos su voto a favor de la invasión. Lo cual, nunca fue desmentido.

Sea lo que fuere hay que reconocer que, debido al aplastante repudio a la invasión a Iraq de parte de la población mexicana, cuya epopeya se narra en este libro, a unos meses de las elecciones legislativas (que, por cierto, no le favorecieron al régimen), el gobierno de Fox se opuso públicamente a la invasión. Desconocemos cual hubiera sido la verdadera votación en la ONU (tratándose de un régimen acostumbrado al doble discurso), que nunca se realizó porque primordialmente Francia (apuntalada por Rusia y China) declaró que se disponía a vetar la resolución apadrinada por España que decretaba la invasión anglosajona a Iraq.

Pero, más allá de las máscaras y la hipocresía de un segmento mercantilista de la naturaleza humana, los participantes en la narrativa de este libro épico (pensadores de primer nivel, académicos, políticos de todo el mundo, la mayoría de los partidos políticos, trabajadores, pacifistas por vocación), se pronunciaron sin equívocos desde México contra la invasión. Demostrando, porqué nuestro país sigue siendo, al unísono de la masiva cuan maravillosa movilización de la sociedad civil universal, una potencia pacifista. Pacifismo enmarcado oficialmente por el pensamiento de nuestro único premio Nobel de la Paz: don Alfonso García Robles. Pensamiento que, ahora tanto molesta a los mercantilistas adscritos a la nueva "cancillería económica" de Tlatelolco, quienes deseaban vender el voto de México en la ONU al peor postor y al mejor impostor. A don Alfonso García Robles, el género humano le debe el Tratado del Tlalelolco, es decir, la primera zona urbana libre de armas nucleares y el desarme nuclear desde su apostolado en Ginebra. Los participantes en el libro, rememoraron sus proezas, como expresión sublime de los "Sentimientos de nuestra nación", fusionados imperecederamente con el sufrimiento del pueblo iraquí.  

México se encuentra geográficamente lejos de Iraq, pero la generosidad del repudio a la invasión anglosajona, nos acercó intensa y humanamente con el pueblo iraquí, a grado tal que, el Congreso de la Unión, se volvió una extensión de la mayoría silenciosa del pueblo iraquí y de la sociedad civil global amante de la paz universal. Este libro épico es su viviente testimonio. La HISTORIA le dio la razón a la portentosa sociedad civil universal y al gallardo movimiento opositor a la invasión a Iraq en México. Visto en retrospectiva, !que triste papel hubiera sido, el de cualquier gobierno mexicano, que hubiera avalado la invasión barbárica de Estados Unidos y Gran Bretaña a Iraq!

Son lamentables, la barbárica destrucción de las joyas de la humanidad, el saqueo devastador del Museo de Bagdad por los chacales hambrientos de riqueza ajena, la captura de los pletóricos yacimientos petroleros de Iraq, la devastación abominable por malhechores desalmados sedientos de petróleo y sangre, su deliberada contaminación con "uranio empobrecido" a la cuna de la civilización universal. Sobretodo, son lamentables los sufrimientos inenarrables de la población iraquí, a la que, con broche de "oro negro", los invasores buscan enfrentar en una guerra civil para apoderarse de sus recursos energéticos e hidráulicos. Tuvimos la razón histórica, pero no es suficiente, porque ahora debemos estimular la rectificación de una ignominia ultrajante e indeleble, para obligar a que salgan los invasores anglosajones y sus secuaces trasnacionales. Para que el pueblo iraquí, decida su propio destino y pueda reflejar una vez más su grandeza milenaria, mancillada por la invasión anglosajona. ¡Sea enaltecida la sociedad civil universal y los gallardos patriotas mexicanos!, quienes legaron su sello a este libro histórico, propedéutico, pacifista y civilizado para las generaciones por venir.

 

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