AMERICA LATINA ENTRE SOMBRAS Y LUCES

 

 

En América del Norte

La exitosa campaña del candidato Richard Nixon por captar la presidencia de los Estados Unidos en 1968, se había basado en la clásica promesa de lograr una aceptable tasa de crecimiento controlando al mismo tiempo la tasa de inflación. Sin embargo, una vez electo, descubrió que un muy antiguo déficit comercial conspiraba contra su promesa.

Ese déficit se había generado por el hecho de que algunos países de Europa y Asia –en especial Alemania, Italia y Japón que, prohibidos de producir armamentos, se concentraron en la manufactura civil- habían ensamblado industrias más eficientes y con menores costos que las norteamericanas. La diferencia en los precios, como es obvio, incentivaba al mundo a comprar barato en Alemania, Japón e Italia, para vender caro en Estados Unidos. Así, Norteamérica compraba más pero vendía menos. Es decir, adolecía de un déficit comercial.

Un déficit comercial puede ser fácilmente curado devaluando la moneda. Pero Estados Unidos estaba moralmente prohibido de devaluar desde fines de la II Guerra Mundial, cuando los países victoriosos declararon que el dólar era ‘la divisa internacional’.

Si es que un país no puede o no quiere devaluar para curar el déficit comercial, la alternativa es reducir la capacidad de gasto de la población, para lo cual se pueden elevar los impuestos, las tarifas y los intereses. Así, los mayores precios reducirán en la gente su capacidad de consumo y, por tanto, el déficit. Pero esta alternativa chocaba frontalmente con la publicitada promesa electoral de Nixon de crecer sin inflación.

A pesar del conflicto entre promesa y realidad, en su primera declaración de prensa -el 27 de enero de 1969- el flamante presidente Nixon aseguró que su gobierno lograría que la economía crezca sin inflación y sin déficit, ejecutando una ‘entonación técnica’ entre la política fiscal y la política monetaria.

La expresión textual que utilizó fue la de ‘fine tuning’, que podría traducirse de varias formas. Por ejemplo, combinando los conceptos de fino, delicado o sutil, con los de armónico, melódico o modulado. Pero la expresión ‘entonación técnica’ resulta más apropiada para describir la intención de combinar, de manera técnica y precisa, lo fiscal con lo monetario.[1]

Al principio, la expresión ‘fine tuning’ fue tratada por los medios académicos y políticos como si fuese un ridículo cliché. Sin embargo, es de suponer, algún economista del equipo de Nixon debe haberse percatado que la expresión presidencial podría ganar seriedad, si se lograba asimilarla a la promesa de balancear inflación con desempleo que se encontraba inmersa en la ‘Curva de Phillips’.

Así, en The Economic Report of The President de 1969, el primer año del gobierno de Nixon, se escribió lo siguiente: [2]

‘Las estadísticas revelan la existencia de una relación bastante estrecha entre las subidas más rápidas de los precios y las tasas de desempleo mas bajas... Es probable que se agudicen las presiones alcistas sobre  precios y salarios cuando la economía opere en un nivel de elevada utilización de la mano de obra y el capital’.

De esta manera, la ‘Curva de Phillips’ y la supuesta relación bastante estrecha entre una inflación alta y un bajo desempleo, fue elevada a la categoría de dogma oficial. Y haciendo honor a esa categoría, la Curva esta dibujada en casi todos los textos de economía editados entre 1970 y mediados de los años 80.

La Curva, como tesis oficial y como axioma económico, sobrevivió la presidencia de Nixon y continuó prevaleciendo a través de los gobiernos de Gerald Ford y Jimmy Carter, hasta los inicios del gobierno de Ronald Reagan.

‘Los políticos y los hombres de negocios son, sin conocerlo, esclavos de las ideas de algún economista muerto’, es una de las frases que se atribuyen a John Maynard Keynes, quien es el economista que más influencia tuvo en el Siglo XX y cuyos proverbios generalmente fueron acertados.

No obstante, con las ideas del economista Phillips más bien sucedió el fenómeno inverso: fueron revividas cuando convenía a Nixon y sepultadas cuando convenía a Reagan.

Un trato tan diverso a una misma idea, se justificaría si es que los dos políticos hubieran profesado ideologías opuestas o, por lo menos, diferentes filosofías. Pero Richard Nixon y Ronald Reagan coincidían en casi todo: los dos pertenecían a las filas del partido republicano; ambos habían nacido de familias de clase media, en pueblo chico y con apenas dos años de diferencia; la adolescencia y juventud de ambos transcurrieron en los tiempos de incertidumbre prevalecientes entre el fin de la primera gran guerra e inicios de la segunda; ambos habían logrado frustrar la reelección de gobiernos demócratas; y ambos tenían suficiente imaginación para autodefinirse como liberales-conservadores. Con similares características físicas, ambos en su tiempo fueron los personajes preferidos de los caricaturistas del mundo político.

También se dice que ‘el político es él y sus circunstancias’. Las circunstancias que rodearon a los dos políticos, en efecto, fueron muy diferentes. Las circunstancias en las que Nixon llegó al poder requerían que el Estado intervenga, aunque sea a través del ‘fine tuning’. Pero las circunstancias que rodeaban a Reagan permitían que el Estado se limite a ‘reducir impuestos’.

Así, en 1982, el primer año de gobierno de Ronald Reagan,  The Economic Report of The President, afirma lo siguiente: [3]

     ‘Hay algunos que sostienen que una reducción permanente de la tasa de inflación provoca también un incremento permanente de la tasa de desempleo. Sin embargo no hay razones para esperar que exista una asociación sistemática entre la tasa de desempleo y la tasa de variación del nivel de precios..... El hecho de que los poderes públicos anteriores no aceptaran esta conclusión es una de las principales razones por la que hemos tenido una década de estancamiento.’

Con esas palabras, oficialmente concluía la política iniciada en 1969 por Nixon y se desterraba de Norteamérica al profesor Phillips y a su curva. Sus ideas, sin embargo, permanecerían algunos años más vagando por Latinoamérica.

[1] La conferencia original se resume en: ‘The New Yok Times’ del 28 de enero de 1969. 

[2] Tomado de: ECONOMIA, Samuelson-Nodhaus, Ed. McGraw-Hill; 1986, pag. 298.

[3] Tomado de: ECONOMIA, Samuelson-Nodhaus, Ed. McGraw-Hill; 1986, pag. 300.

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