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Goteras
La Trickle Down Economics -que puede ser traducida como economía del goteo o economía del chorreo, de acuerdo al nivel de optimismo del traductor- se fundamenta en un dogma generosamente patrocinado, el cual asevera que el dinero que se coloque en el segmento superior de la pirámide económica, tarde o temprano fluirá hacia los niveles inferiores. [1]
La lectura de ese dogma induce a concluir que el método más eficiente para estimular el desarrollo y reactivar el crecimiento, es a través del dinero que el gobierno pueda transferir a los sectores empresariales. El gobierno, a su vez, puede transferir dinero a esos grupos a través de dos canales: reduciéndoles los impuestos o entregándoles subsidios. Pero desde la perspectiva política, el canal menos visible es el de subsidiar a empresas y a empresarios reduciendo el nivel de sus impuestos.
Sin embargo, el reducir el nivel de impuestos podría fecundar un déficit fiscal. Pero la posibilidad de procrear un déficit fiscal quedaba teóricamente descartada en virtud de que la Curva de Laffer garantizaba que la disminución de impuestos lograría inyectar en los empresarios un mayor deseo de trabajar, invertir y producir más.
El incremento del producto o de la oferta, a su vez, generaría más demanda y, en consecuencia, el gobierno podría recolectar una mayor cantidad de impuestos al consumo. Por lo tanto -así dice la teoría- los impuestos más bajos hasta podrían forjar un superávit fiscal. En la servilleta del Two Continents podría dibujarse un pastel menos alto, pero mucho más ancho.
Pero para que el pastel pudiese ser consumido todavía faltaba un pequeño detalle por resolver: el desfase de tiempo existente entre siembra y cosecha.
En otras palabras, la reducción de impuestos podía ser legalizada en un par de días, pero hasta que los impuestos liberados logren recorrer todo el camino necesario para que el incentivo sembrado evolucione a producto cosechado, pasarían algunos meses o años. En el ínterin, los impuestos liberados presionarían para ampliar la demanda y, por tanto, para aumentar la inflación. Una mayor tasa de inflación, a su vez, podría mermar o incluso diluir el incentivo ya otorgado por el Estado a las empresas y a los empresarios.
Afortunadamente, el gobierno también tenía una herramienta para detener la inflación: aumentar las tasas de interés. El mecanismo para que esa herramienta funcione adecuadamente se encuentra incorporado en los estatutos del Banco Federal de la Reserva de los Estados Unidos conocido bajo el diminutivo de Fed por la mayoría de economistas- que tiene la atribución de prestar dinero a los bancos privados que así lo soliciten.
Para conceder esos préstamos, el Fed tiene 12 entidades bancarias que están distribuidas a lo largo de Norteamérica, pero todas ellas operan globalmente bajo una tasa de interés única, la cual es popularmente denominada tasa de descuento.
Si el Fed cree que en la economía esta circulando demasiado dinero por ejemplo, si se han devuelto o reducido impuestos- simplemente eleva la tasa de descuento, con lo cual recoge el dinero sobrante en razón de que la gente y los bancos privados se abstendrán de solicitar nuevos préstamos y, además, tratarán de precancelar los préstamos que se encuentren vigentes. La recolección del dinero sobrante -así se supone- anula la presión inflacionaria.
[1] Cuando a un estudiante de Matemáticas que estaba preparando su tesis de Master sobre Isaac Newton, le explique el mecanismo de la trickle down economics, se puso loco de contento y exclamó: Podrán criticar a Newton como Físico, pero no podrán hacerlo como Economista.