|
Temor
Teniendo como telón de fondo ese temor y utilizando como plataforma los preparativos de la reunión anual del FMI y del Banco Mundial a efectuarse en Toronto un par de semanas después del anuncio de México- se designó un pesado equipo de trabajo integrado por los gerentes y los abogados de los bancos más grandes, así como por funcionarios del Banco Federal de la Reserva, del Banco Mundial, del FMI y de la Oficina del Tesoro de los Estados Unidos, entre otros.
La conformación de ese embrionario cartel de acreedores tenia dos objetivos, ambos igual de urgentes. El primer objetivo era el de agrupar los principales bancos y entidades acreedoras bajo un solo paraguas, comité o club, ante el cual tendrían que comparecer los deudores mexicanos. El segundo objetivo era el de lograr que el gobierno mexicano garantice los pagos de la totalidad de la deuda mexicana, tanto la del sector público como la del sector privado.
El obtener que el gobierno mexicano incluya bajo la garantía del Estado la deuda del sector privado tenia una importancia vital para los acreedores. Por un lado, la deuda privada constituía la tercera parte del total de la deuda mexicana y, por otro lado, era casi imposible recuperar los préstamos otorgados a los bancos privados si estos como en efecto sucedió- también decidían declararse insolventes.
Esos problemas, felizmente, podrían ser fácilmente resueltos si el gobierno se comprometía a garantizar el pago total de la deuda privada, con lo cual esta quedaría solidamente respaldada por los ingresos de las solventes empresas estatales, por el oportuno incremento de los impuestos, aranceles y tarifas, así como por la explotación más acelerada de las enormes reservas de petróleo del subsuelo mexicano.