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Alfonso Klauer
De engaño y traición
No obstante, en torno a la manipulación y proclamación del discurso explícito, y el sistemático ocultamiento del discurso implícito, debe quedar claro entre nosotros cuándo podemos y debemos hablar de engaño, y cuándo de traición.
Reconozcamos antes, meridiana y taxativamente, que cada persona (y cada grupo social) tiene el legítimo derecho de defender sus intereses, y de trabajar y luchar por alcanzar tanto sus objetivos personales como los del grupo al que pertenece
Permítasenos aquí entonces reforzar la idea apelando una vez más al lenguaje algebraico: Dado el conjunto X = {A, B, C}, donde el grupo A (gamonales, por ejemplo), es distinto del grupo B (campesinos, por ejemplo), distintos a su vez uno y otro del grupo C (pequeños comerciantes, por ejemplo); Donde a (un gamonal cualquiera), tiene el derecho a actuar en nombre de sí mismo y, además, el de representar al grupo al que pertenece: A; y otro tanto ocurre con b (un campesino cualquiera), y con c (un pequeño comerciante cualquiera), respecto de sus propios grupos: B y C
A la luz de ello, y porque la historia de la humanidad lo demuestra hasta el hartazgo, y la peruana por cierto, nadie tiene derecho, ni como persona ni como grupo, a decir a los miembros de otro u otros grupos que los representará cabalmente; y que, en consecuencia, luchará por alcanzar sus objetivos (los de ellos), cuando, en verdad, y según corresponde, se limitará a luchar por alcanzar los que le son propios
Nadie ha tenido ni tiene el derecho de actuar políticamente como un impostor, sustituyendo por la razón de la fuerza (política, económica, etc.) a quienes debían y deben ser los legítimos representantes de las mayorías nacionales
En tales casos, repetidos hasta la saciedad en nuestra historia, sin margen de duda, hubo y hay engaño y, a la postre, se consumó y se consuma una estafa. Pero en tales circunstancias no puede hablarse de traición, o por lo menos de traición al grupo engañado
Nunca ningún gamonal tuvo el derecho de engañar a campesinos, pequeños comerciantes y otros grupos, postulando en campaña que los representaría, que trabajaría en defensa sus intereses y lucharía en procura de sus objetivos
Sin embargo, con el sustento del poder y los recursos, tanto individuales como del grupo, tal engaño se ha consumado estructural y sistemáticamente a lo largo de toda nuestra historia republicana
Mas, reiteramos, el vil engaño del que invariablemente han sido protagonistas aristócratas y oligarcas, y en nuestros días muchos tecnócratas, no implica traición a los múltiples grupos que resultaron sus víctimas: campesinos, obreros, pequeños y medianos comerciantes, pequeños y medianos empresarios, jubilados, maestros, etc
Pero claro, también ha habido traición a lo largo de nuestra historia. Y de dos tipos: traición al grupo representado, y traición a la patria
El primero, aunque menos frecuente e históricamente más reciente, cuando algún miembro de un grupo, dándole la espalda, ambicionando poder y riqueza, asumió como propios los objetivos de otro grupo al que aspiraba a incorporarse, o con el que, a cambio de prebendas, buscaba congraciarse
En mérito a ese transfuguismo que contra lo que machacona e interesada y encubridoramente se sostiene en estos días, no es nuevo, unos pocos, recibieron como gratificación sólo publicidad y renombre. Otros el privilegio de enriquecimiento ilícito e impune. Y los más, una y otra prebenda
Así, infinidad de veces se ha visto a miembros de las clases medias (por ejemplo militares y profesionales liberales), tanto en el poder Ejecutivo como en el Parlamento, dejar de lado los intereses y objetivos propios del grupo social al que representaban y pasar a defender, como duchos paladines, de los mejores, los de la aristocracia, la oligarquía o los grandes intereses transnacionales. Sin embargo, la forma más frecuente de felonía ha sido la de traición a la Patria. Sus protagonistas han sido, en primer lugar, todos aquellos que, traicionando a los grupos que representaban, sólo buscaron acceder a alguna cuota de poder para enriquecerse a costa de riquezas que correspondían a todos los peruanos
Pero el contingente más nutrido de quienes han incurrido en traición a la Patria está conformado por todos aquellos que actuaron como impostores. Está constituido por todos aquellos que, mediando subterfugios y engaños, se hicieron de la falsa representación de las grandes mayorías nacionales, no precisamente para servir a la Patria, como cínicamente declararon siempre, sino con el único propósito de incrementar el poder y la riqueza de que ya disponían
Durante todo lo que va de la República, puede contarse por cientos y miles los aristócratas, oligarcas y tecnócratas que deben ser incluidos en tan repudiable círculo. Aunque de variopinta extracción y actuación, sus miembros han pertenecido siempre, de una u otra forma, a las clases históricamente dominantes del país. Ellos, y no otros, siempre en alianza con los imperialismos hegemónicos de turno, son los principales responsables de la pobreza y el subdesarrollo del país. Han medrado, enriqueciéndose, al propio tiempo que empobrecían a la inmensa mayoría del país.