Descentralización: Sí o Sí

 

Pulse aquí para acceder al índice general del libro.

En esta página web no están incluidos los gráficos, tablas, mapas, imágenes y notas de la edición completa.

Pulsando aquí puede acceder al texto completo del libro en formato PDF (109 páginas, 527 Kb)

Alfonso Klauer

¡Países desarrollados:países descentralizados!

Mas dejemos por un instante el pasado y concentremos nuestra atención en el presente. Como los grandes países desarrollados que ya hemos citado, Suiza, Israel y Japón tienen también índices de centralismo poblacional muy bajos: 5, 6 y 7 %, respectivamente. Como una de las escasísimas excepciones a esa regla, Australia es uno de los países desarrollados con mayor índice de concentración poblacional: 20 %. Pero hay sólidas y contundentes razones que lo explican. En efecto, debe recordarse que, en términos históricos, es una isla recientemente ocupada que, por añadidura, cuenta con hasta tres gigantescas áreas desérticas.

Pues bien, en su conjunto, alcanza a 7 % el promedio ponderado de concentración poblacional en las capitales o más grandes conglomerados urbanos de los países desarrollados de hoy en día. Es decir, a este gravitante respecto, los pueblos desarrollados del planeta muestran el mismo sensato y eficiente patrón de ocupación poblacional del territorio que durante miles de años han puesto de manifiesto todos los pueblos “primitivos” en el orbe y que, como se ha dicho, se pone en evidencia hoy en muchos pueblos de África, pero por cierto también en Asia. La excepción –como se ha visto– está constituida por el conjunto de los pueblos subdesarrollados de América. Pero también por pueblos que habiendo sido en otro tiempo grandes pueblos desarrollados, protagonistas de grandes civilizaciones, llevan centurias sometidos a las más recientes y vigentes hegemonías. Es, por ejemplo, el caso de Egipto, donde en El Cairo habitan el 25 % de los compatriotas de Ramsés, pero también de Nasser. Mientras el centralismo sólo se da en los pueblos subdesarrollados, entre los pueblos desarrollados de ayer y hoy sólo se da el descentralismo.

Ello nos permite descartar, definitivamente y del todo, la presunción más de una vez erróneamente insinuada por algunos intelectuales, de que el descentralismo debe ser considerado como un logro del progreso y la modernidad. La descentralización es –dice pues acertadamente Barrenechea Lercari– “una condición fundamental del desarrollo”. Pero derrapando sólo dos líneas después, agrega: “Así lo están entendiendo [los] países desarrollados...” .

¿Hay acaso siquiera un indicio para tan errónea afirmación? ¿Uno, aunque sólo fuera uno? ¿Alguna vez han presionado los organismos> multilaterales para que nuestros países se descentralicen? ¿Figura acaso esa exigencia en las Cartas de Intención que obliga a suscribir el Fondo Monetario Internacional a los países subdesarrollados y absolutamente centralizados como los nuestros? Por lo demás, ¿cómo puede sostener dicho autor que hay “una megatendencia descentralista mundial”, cuando se observa nítida y ostensiblemente que viene ocurriendo nada menos que todo lo contrario? ¿Acaso no se está concentrando la mayor parte de la riqueza del planeta en el Norte? ¿Y no es verdad que, a consecuencia de ello, más de cien millones de hombres y mujeres del Sur, han abandonado desesperada y precipitadamente sus territorios, que nada pueden ofrecerles, para instalarse llenos de expectativas en el Norte? Para terminar este acápite, sólo nos resta poner de relieve un aspecto en esta cuestión: los pueblos desarrollados de hoy –como Alemania, Japón o Estados Unidos, por ejemplo– no fueron nunca colonias salvajemente sojuzgadas, o –como en el caso de Francia, Inglaterra o España, que durante siglos estu- vieron bajo la feroz hegemonía del Imperio Romano–, de ello han transcurrido ya nada menos que dos mil años.

En ese larguísimo plazo –en el contexto de sus propios Proyectos Nacionales– no sólo pudieron remontar los graves estragos materiales y humanos que les causó el imperialismo y colonialismo romano; sino que –aupados en sendos Proyectos Imperiales–, conquistaron, colonizaron, subdesarrollaron y centralizaron a otros pueblos del globo. Mas también puede y debe decirse que los pueblos desarrollados de hoy tampoco fueron nunca pueblos subdesarrollados. Y, si alguna vez lo fueron –tal y como eventualmente podría decirse, entre otros, de los galos y helvéticos que a sangre y fuego conquistó Julio César–, de ello han transcurrido pues también dos mil años. En cambio, categóricamente, y sin el más mínimo asomo de duda, sí puede afirmarse que los pueblos desarrollados de hoy nunca estuvieron poblacionalmente centralizados. Nunca pues –contra lo que de algún modo insinúa Barrenechea Lercari–, tuvieron que “descentralizarse”. En definitiva, no puede disociarse “autonomía” e “independencia” o, si se prefiere, “Proyecto Nacional”, de “desarrollo” y “descentralismo”. Y tampoco puede disociarse “sojuzgamiento” y “dependencia” o, si se prefiere “colonialismo”, de “subdesarrollo” y “centralismo”. Así –insistimos–, ¿cómo puede dejarse de admitir que el centralismo es una evidente secuela histórica del colonialismo?

Las viejas y poderosas causas del centralismo de hoy

En el caso de los pueblos de América Meridional, siendo que el colonialismo –militar y económico, primero, y económico y cultural, ahora– lleva ya quinientos años de vigencia continua, no podemos desconocer entonces que el acusado centralismo de hoy tiene muy antiguas y poderosas causas, y muy hondas y gruesas raíces. No es pues el resultado de las ineficiencias y egoísmos de las élites gobernantes de las últimas décadas. Pero no sólo eso. Si bien está claro que el centralismo económico ostensiblemente se había puesto de manifiesto desde los primeros días de la Colonia. Debe quedar claro asimismo que el centralismo poblacional también había empezado a mostrar índices de gravedad durante el propio período colonial. ¿Acaso no hemos visto antes que entre 1700 y 1830 la población de Lima había pasado del 3 al 5 % de la población del territorio del Perú? El Gráfico N° 1 (en la página siguiente) muestra la evolución de la concentración de la población peruana en Lima, a partir de los porcentajes que hemos presentado antes. Resulta evidente –como lo muestra el gráfico– que durante la República el crecimiento urbano en Lima ha sido realmente explosivo. Y, desde la perspectiva de nuestros días, el crecimiento durante la Colonia, habría sido irrelevante. Mas –como lo evidencia el gráfico en el recuadro inferior–, desde la perspectiva de los contemporáneos de Bolívar y San Martín, el crecimiento poblacional que se había experimentado en la Lima virreynal resultaba muy digno de tomarse en serio y, en proyección al futuro, con razonable y responsable preocupación.

No obstante, en el tráfago de las guerras de independencia, y en los conflictos en que luego fue envuelta la República, el asunto pasó desapercibido. ¡Pero si hoy mismo sigue pasando desapercibido! Más aún por aquellos que siguen creyendo que nuestros actuales problemas se incubaron recién en estos últimos 40 años. ¡Vaya ceguera! ¡Subjetivismo del más puro estilo antihistórico y anticientífico!, que, sin embargo, a fuerza de machacarse con vehemencia e insistencia digna de mejores causas, ha logrado imponerse entre nosotros como muchas tantas otras mentiras y falacias. Sin embargo –y como sentencia un viejísimo adagio popular– “con esos bueyes tenemos que seguir arando”. En el tema que enfrentamos –centralismo y descentralización–, la historia ofrece muchas lecciones, muy importantes y dignas de ser tomadas en cuenta, tanto hoy como de cara al futuro. Sin embargo, habremos de presentarlas muy escuetamente

Grupo EUMEDNET de la Universidad de Málaga Mensajes cristianos

Venta, Reparación y Liberación de Teléfonos Móviles
Enciclopedia Virtual
Economistas Diccionarios Presentaciones multimedia y vídeos Manual Economía
Biblioteca Virtual
Libros Gratis Tesis Doctorales Textos de autores clásicos y grandes economistas
Revistas
Contribuciones a la Economía, Revista Académica Virtual
Contribuciones a las Ciencias Sociales
Observatorio de la Economía Latinoamericana
Revista Caribeña de las Ciencias Sociales
Revista Atlante. Cuadernos de Educación
Otras revistas

Servicios
Publicar sus textos Tienda virtual del grupo Eumednet Congresos Académicos - Inscripción - Solicitar Actas - Organizar un Simposio Crear una revista Novedades - Suscribirse al Boletín de Novedades