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Alfonso Klauer
El Fenómeno océanoatmosférico del Pacífico Sur, un reto gigantesco
Pronto habría de caer en cuenta el
hombre en los Andes de que, más allá de su voluntad, otro gran fenómeno
natural actuaba también interviniendo decisivamente sobre su mundo: el
fenómeno océanoatmosférico del Pacífico Sur. Éste, con el tiempo, habría de
recibir el nombre de El Niño. Con el tiempo, y a medida que más se estudia
y conoce el fenómeno y sus causas, han aparecido nuevas denominaciones:
El Niño Oscilación Sur (ENOS),
El Niño ,
ENOS fase caliente.
Y en torno y como derivación del nombre
original han surgido aún más:
La Niña,
NoNiño,
AntiNiño,
ENOS fase fría.
Y la Administración Nacional del Aire y del Espacio NASA de los Estados Unidos acaba de acuñar incluso una nueva derivación para un aparentemente nuevo y relacionado fenómeno:
La Mamá 10.
Como bien está haciendo ver la Cruz Roja Colombiana 11, la significación de
Niño difiere sustantiva y diametralmente con las amenazantes y altamente
destructivas manifestaciones del fenónemo. Igualmente fallido resulta entonces
el otro nombre importante que de aquél se ha derivado: La Niña. La sigla
ENOS tampoco es muy afortunada. No sólo porque incluye El Niño, sino
porque su complemento (Oscilación del Sur) resulta un nombre impreciso
(¿oscila acaso el sur?). Y como se verá más adelante, también resultan
equívocas las denominaciones Fase Caliente (El Niño) y Fase Fría (La
Niña). Considerando que ninguna de las denominaciones que actualmente se viene
utilizando nos parece adecuada, en adelante, en la medida de lo posible y a
fin de no contribuir más a la profusión de nombres, nos referiremos al
fenómeno océanoatmosférico del Pacífico Sur.
La tradición atribuye a los pescadores de la costa del desierto de Sechura
(Piura, Perú) haber dado en este siglo la denominación original, en razón de
la recurrente aparición del fenómeno en las proximidades de Navidad.
En la perspectiva de los antiguos pobladores de los Andes, el fenómeno habría
de manifestarse muy dinámicamente, apareciendo y desapareciendo
misteriosamente, como si actuara en función a la voluntad y estado de ánimo
de gigantescas fuerzas sobrenaturales. El fenómeno es quizá tan viejo como la
formación misma de los Andes. O incluso quizá tanto como la Tierra misma. En
todo caso, un indicio de su remota existencia nos la ofrece el hecho señalado
por el científico australiano Neville Nicholls, de que muchos de los animales
nativos de Australia parecen haberse adaptado a las grandes fluctuaciones del
clima y en especial a las significativas variaciones de las precipitaciones
causadas por el fenómeno. Es el caso del herbívoro más grande de Australia, el
canguro rojo, pero también de los roedores, y muchas aves australianas 12. El
nomadismo (que también ha sido detectado en muchas especies sudamericanas), la
reproducción dependiente de las precipitaciones y la reproducción precoz
parecen ser elocuentes manifestaciones de ese proceso de adaptación que, como
se sabe, sólo habría podido concretarse
en la evolución a través de milenios. Contra lo que se creyó durante muchas
décadas de este siglo, hoy se sabe que el fenómeno no es una corriente marina
caliente.
Se trata, más bien, de un complejo fenónemo océanoatmosférico con versiones
de irregular recurrencia en el tiempo, de también irregular intensidad y área
de impacto, más o menos variable fecha de inicio y además de muy distinta
duración.
Así como se presenta en dos años continuos, puede volver a manifestarse tras varios años de ausencia. Los hay de baja, mediana, alta y muy severa intensidad. Pueden iniciarse en febrero, mayo o setiembre, y durar meses y hasta varios semestres continuos. Y así como en sus versiones más leves pueden afectar con inundaciones exclusivamente a Ecuador y Perú, y simultáneamente con sequías a Australia, Nueva Zelanda e Indonesia; en sus versiones más graves pueden afectar al mundo entero, como a todos consta de lo ocurrido en los últimos eventos. En todo caso, bien puede decirse con el oceanógrafo Klaus Wyrtki, los El Niño son diferentes. Son diferentes como las personas.
Llegan en una gran variedad de tamaños, formas...
Un fenómeno planetario
El último gran fenómeno océano atmosférico del Pacífico Sur manifestado hasta la fecha, el de 1997, trajo como consecuencia, en un sentido, fuertes inundaciones en el norte de Perú, sur de Ecuador, el sureste de Brasil y Argentina, África oriental y en el oeste de Canadá y de Estados Unidos; y en otro, sequías en Australia, Indonesia, Filipinas, el Altiplano de Perú y Bolivia, el noreste de Brasil, Centroamérica y África central. Pero además innumerables especies marinas migraron de sus hábitas naturales como consecuencia del cambio de temperaturas y de salinidad de las aguas. Asimismo aumentaron los huracanes en el océano Pacífico, disminuyendo en cambio en el Caribe y en general en el Atlántico.
En uno y otro extremo del planeta, pues, fue sinónimo de destrucción cuando no
de muerte, con daños gigantescos, virtualmente incalculables.
Cómo no habría de serlo si su manifestación más ostensible, el anormal
calentamiento de las aguas del Pacífico ecuatorialoriental, frente a las
costas de Ecuador y Perú, abarcó una longitud de casi 11 000 Km, entre los
meridianos 180° y 80° Oeste, desde el norte de Samoa hasta las costas de
Sudamérica, esto es, la cuarta parte del perímetro terrestre (como muestra el
Gráfico N° 7).
Relaciones que se vienen haciendo en la actualidad, con más y mejor
información, están permitiendo saber que existe pues una gran conexión entre
el fenónemo océano atmosférico del Pacífico Sur y manifestaciones hidroatmosféricas
en partes muy diversas y distantes del mundo.
Así como registra Michele Betsill, el también grave fenómeno de los años
1991-92 habría dado origen a la peor sequía en 80 años en África del Sur: la
producción de cereales apenas alcanzó el 49 % de lo normal, afectando directa
y drásticamente a 100 millones de personas .
De otro lado de acuerdo a información que provee Tsegay Wolde Georgis, 17 de
las 19 grandes sequías registradas desde 1539 en Etiopía (África nororiental)
coinciden en el tiempo con manifestaciones de otros tantos
fenómenos océano atmosféricos del Pacífico Sur.
Naciendo en Etiopía, y contribuyendo nada menos que con el 85 % de las aguas
del Nilo, es obvio que las sequías en el valles del Nilo Azul son una muy
buena explicación de muchas de las significativas caídas del flujo de agua de
que ha adolecido el Nilo, y en consecuencia Egipto por lo menos hasta antes
de la inauguración de la represa de Assuán. William H. Quinn parece haber
sido el primer científico en establecer que habría relación entre las
descargas del Nilo y el fenómeno océanoatmosférico del Pacífico Sur .
En otro extremo del planeta según muestra Linda Mearns, los estudios sobre
el fenónemo océanoatmosférico del Pacífico Sur muestran también una gran
asociación entre éste y el comportamiento del monzón de la India, explicando
muchas de las graves sequías y consecuente disminución en la producción de
granos en esa alejadísima zona .
No obstante, a contrapelo de esas invariablemente destructivas
manifestaciones, en algunas zonas del planeta se ha reportado resultados
distintos y hasta benéficos.
En los Estados Unidos, por ejemplo, Handler (1984) encontró altas producciones
de granos asociadas con los eventos de El Niño y bajas producciones con los
eventos de "La Niña.
Y Philipps y otros (1996) extendieron el trabajo en el área de granos de los
Estados Unidos a años más recientes y formularon un análisis económico del uso
de los pronósticos de ENOS para incrementar los márgenes de ganancia y
disminuir el riesgo para los agricultores de maíz .
La escueta y breve recopilación presentada confirma el acerto del científico
David B. Enfield cuando dice: Si consideramos, en un sentido más amplio al
planeta Tierra visto desde un lugar tan lejos como el planeta Marte, podríamos
ver a ENOS como un importante componente de un largo y más complejo Sistema
Climático, en el cual ENOS interactúa con otros componentes... .
Mal haríamos, sin embargo, en dejar de considerar que todo lo que se conoce
del fenómeno océanoatmosférico del Pacífico Sur no sólo es todavía poco, sino
también históricamente muy reciente.
Tanto que como afirma el científico Michael H. Glantz, del Centro Nacional de
Investigaciones
Atmosféricas de EE.UU.: ...la aparición del evento ENOS de 1982- 83 en el
Océano Pacífico ecuatorial se consideró que llegó como una sorpresa total;
tanto que su ocurrencia recién fue confirmada en setiembre de 1982 20.
¿Qué y cuánto se conoce del fenómeno? Más, ¿cómo se define exactamente al gran
fenómeno océanoatmosférico del Pacífico Sur? O, en su defecto, ¿qué es y en
qué consiste? Por extraño que parezca, y a pesar de la gran bibliografía
acumulada, no existe todavía una definición cabal del fenómeno, menos aún se
tiene idea exacta de las causas que lo originan.
Bastante claros a este respecto son los científicos Pierre Pourrut y Gustavo
Gómez cuando explicitan : no cabe duda de que El Niño del año presente [1997]
no hace más que confirmar la incertidumbre en relación con las leyes que rigen
el nacimiento y la evolución de este fenómeno en general, quedando en gran
parte desconocidos el por qué de su nacimiento...
Revisemos entonces lo que parece más relevante y accesible de la información
que últimamente se está divulgando, pero también nuestras propias
consideraciones. 1) Los estudios más recientes sugieren la existencia de una
gran y profunda piscina de aguas calientes en el Pacífico Occidental
Subtropical 22, con temperaturas casi permanentes de 2930 ºC, a la que podría
definírsele ubicada al norte de Samoa, pero debajo de la línea ecuatorial,
aproximadamente entre 170° Este 170° Oeste, y entre 5° y 10° Sur. Sus
dimensiones, pues, serían más grandes que las de la mayor parte de los países
del planeta. 2) El calentamiento del Pacífico Sur durante el verano austral
(normalmente desde setiembre), da origen al incremento de las temperaturas
superficiales de dicha porción del océano, y en consecuencia también a las de
la gran y profunda piscina
que, de ese modo, aumentaría además en dimensiones (a mayor temperatura mayor
volumen).
3) Diferencias de presión atmosférica en el Pacífico Occidental Subtropical (y
la correspondiente diferencia de anomalías que de ellas se calcula), que
actualmente se miden y comparan en Darwin, en el norte central de Australia
(130° Este) y Tahití (150 ° Oeste), estarían estrechamente vinculadas tanto
con el desplazamiento de las grandes masas de aguas calientes de la piscina,
como con la fuerza de los vientos en el océano Pacífico.
Con fundadas razones y explicable cautela los científicos hablan de
asociación y no de relación causaefecto entre el fenómeno atmosférico
(diferencia de presiones entre Darwin y Tahití), y el fenómeno oceanográfico
propiamente dicho (masivo incremento anómalo de la temperatura superficial del
mar frente a las costas sudamericanas).
4) La disminución de la fuerza de los vientos alisios del Pacífico Sur se
manifiesta hasta de dos maneras. En la costa sudamericana, al cesar el empuje
de sur a norte que forma la Corriente de Humboldt, permite el avance hacia el
sur de aguas cálidas tropicales, que de otra forma no rebasan las costas de
Tumbes. Y al cesar su fuerza en el Pacífico Ecuatorial, permite la incursión
de oeste a este de aguas cálidas que llegan desde el extremo occidental del
océano hasta la costa norte y central del Perú.
5) La diferencia de las anomalías de presión atmosférica entre Darwin y Tahití
ha sido sintetizada, según parece, desde 1958 23, en un ratio al que se conoce
como Índice de Oscilación Sur (IOS, o, en inglés, SOI). Un IOS positivo
indica mayor anomalía de presión en Tahiti que en Darwin, y uno
negativo lo contrario.
Parece más adecuado hablar de Índice de Oscilación Sur que de Índice de
Oscilación del Sur (forma ésta última que utiliza la mayor parte de los
autores). Y es que, aunque parezca una exquisitez académica, es pertinente
aclarar como se ha insinuado adelante que el citado parámetro en ningún modo
indica que el Sur oscila. Oscilan las presiones atmosféricas en el Pacífico
Sur, pero eso, sin duda, es otra cosa.
6) Se constata una gran coincidencia entre los períodos en que se registra IOS
negativos y la ocurrencia del masivo calentamiento de las aguas frente a las
costas sudamericanas 24 (fenómeno al que tradicionalmente se viene denominando
El Niño), y, ciertamente, con el simultáneo enfriamiento de las aguas
costeras en Australia e Indonesia.
Así, pues, según parece y con cargo a los definiciones que finalmente haga la
ciencia, cuando se dan mayores anomalías de presión atmosférica en Darwin, la
gran piscina caliente se desplaza en dirección a Sudamérica (El Niño),
enfriándose las costas de Oceanía.
7) Del examen de las curvas de anomalías de presión en Darwin y Tahití 25 y la
correspondiente del IOS, y su relación con los últimos grandes fenómenos
océano atmosféricos del Pacífico Sur, salta a la vista que cuanto más
pronunciada es la diferencia de anomalías tanto más grave es el fenómeno y
tanto más extensas sus repercusiones en el planeta.