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Alfonso Klauer
El PERÚ
la más compleja geografía del planeta 20
000 años de azarosa y asombrosa historia ha acumulado el hombre en los Andes.
20 000 años de una de las experiencias humanas más complejas en el planeta, ya
por su geografía, ya por su historia. Si, por analogía, la antigüedad de la
Tierra fuera sólo de un año, la historia del Homo sapiens sólo formaría parte
de lo ocurrido en la última hora. Y la del hombre andino sólo sería la de los
últimos dos minutos. No obstante, concita el mayor interés. Y hoy, en apenas
los últimos segundos de esa historia, miles de científicos de todo el mundo,
provistos de la más sofisticada tecnología, tienen puestos permanentemente sus
ojos en lo que ocurre en las costas del territorio andino y en las adyacentes
aguas del océano. Y la razón no es otra que el reciente descubrimiento de
las implicancias planetarias del Fenómeno océanoatmosférico del Pacífico Sur:
El Niño y La Niña.
Conocidos en cierne y en sus manifestaciones más obvias desde hace miles de
años por los antiguos peruanos, desde tan antiguo como el Imperio Chavín, y al
otro lado del Pacífico por los tasmanios, melanesios y polinesios), El Niño
y La Niña deben contarse entre los últimos y grandes redescubrimientos de
la ciencia moderna. Así, durante las últimas centurias, todos los habitantes
de la Tierra, aunque evidentemente unos más que otros, estamos pagando
el altísimo precio del oscurantismo científico y de la indiferencia política
que, a este respecto, se inició con el descubrimiento y conquista de
América. La absoluta indiferencia puesta de manifiesto en los últimos cinco
siglos, y su históricamente reciente descubrimiento, contribuyen a explicar
porqué ahora el mundo y en particular el mundo desarrollado se ha volcado a
conocer y estudiar detenida y concienzudamente del Fenómeno océanoatmosférico
del Pacífico Sur.
El Perú y sus gobiernos de los últimos doscientos años no pueden escapar a su
enorme responsabilidad en el desconocimiento que se tiene todavía sobre el
fenómeno y sus concecuencias. Habida cuenta del desprecio con que a ese
respecto actuaron las autoridades coloniales, los gobiernos republicanos del
Perú pero también los de Ecuador, Bolivia, Chile y los gobiernos de los
países de Oceanía tenían más obligación que ningún otro en recuperar el
tiempo perdido e invertir en el estudio del fenómeno que tanto impacto tiene
en nuestras vidas. No lo hicieron: habían heredado el desprecio imperial por
los asuntos que atañen a las grandes mayorías de sus poblaciones.
Hoy mismo, patéticamente, en el Perú se invierte
proporcionalmente mucho más en estudios sobre la lejana Antártida, que lo que
se destina a conocer el cercano mar que baña sus costas, y que lo que se
destina a conocer
las enormes implicancias del fenómeno en su territorio.
Es urgente e impostergable revertir esa tendencia. Y es que nadie puede negar
que el gigantesco fenómeno océanoatmosférico del Pacífico Sur contribuye muy
significativamente a terminar de perfilar la asombrosa complejidad de la
geografía peruana y, en consecuencia, de su historia. El territorio andino. En
términos generales el territorio andino es el vasto espacio americano cuya
vida e historia ha estado y está dominada por la cordillera de los Andes.
Con casi 10 000 kilómetros de longitud, es la franja occidental de Sudamérica
que se extiende desde las costas del mar Caribe hasta la Patagonia. Incluye
una larga y muy estrecha faja costera bañada por el océano Pacífico, el
territorio cordillerano propiamente dicho, y una franja de ancho variable que
se interna en el bosque amazónico hasta 100 y 200 kilómetros al este de las
cumbres de las montañas. Corresponde, pues, a gran parte de los territorios
actuales de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, pero también
la faja occidental del territorio de Argentina.
Comprensiblemente, sin embargo, nos ocuparemos aquí básicamente del Perú. Por
su ubicación latitudinal, entre la línea ecuatorial y poco más del paralelo
18° Sur, esto es, en un área típicamente subtropical del planeta, el
territorio peruano bien podría haber tenido las mismas características del
plano e intensamente verde bosque húmedo de la Amazonía. En otros términos:
virtualmente sólo un gran clima, aunque con temperaturas cada vez menores a
medida que se alargan las distancias desde la línea ecuatorial; y virtualmente
también sólo un gran ecosistema en toda su extensión. La realidad geográfica
peruana, sin embargo, es absolutamente distinta. Su extensión no es
precisamente insignificante, aun cuando representa apenas el 1 % de las
tierras del planeta. A pesar de ello, como ningún otro territorio de las
mismas proporciones, es quizás la mejor síntesis de toda la geografía del
globo terráqueo.
Cuenta el territorio peruano con montañas y valles, como los de Mesopotamia.
Con desiertos, como los de Egipto. Pero también con extensas costas como las
que dominaron Grecia y Roma. Con cumbres como las del Himalaya. Nevados y
lagunas como las de los Alpes. Lagos y profundos cañones, como los de
Norteamérica. Selvas como las de África. Y enormes cursos de agua, como los de
Asia. A todas luces, es uno de los rincones más singulares del planeta. Como
no podía ser de otra manera, a su riquísima variedad geográfica, topográfica y
edafológica, suma una variabilidad climática única, y una amplísima variedad
de flora y fauna, con especies únicas en el planeta.
Todo ello es, sin embargo, el resultado de la fortuita convergencia de dos
grandes y muy impactantes factores naturales: la presencia de la Cordillera
de los Andes, así como;
la presencia de un complejo fenómeno
hidroatmosférico del que la Corriente de Humboldt es uno de sus componentes.
Pero no puede soslayarse que su ubicación subtropical en el globo, y su poco
frecuente 1 gran amplitud latitudinal, que de norte a sur abarca 18 grados de
la esfera terrestre, juegan un rol decisivo en el diseño de la complejidad del
territorio peruano.
La cordillera de los Andes es, sin duda, su signo distintivo, su peculiaridad
más obvia y saltante. Su formación es geológicamente muy reciente: data apenas
de 20 millones de años, a consecuencia de un abrupto levantamiento del terreno
a finales del período Terciario. Las cumbres de los Andes peruanos, aun cuando
se elevan a una altitud media de 4 500 metros sobre el nivel del mar, alcanzan
su cima en la Cordillera Blanca, en las cumbres del Huascarán, a casi 7 000
metros por sobre las aguas del océano, dando forma en conjunto a un perfil
altitudinal significativamente elevado y abrupto, muy distinto al que se da en
la mayor parte de los países de la Tierra. Bástenos compararlo por ejemplo
como muestra el Gráfico N° 1, en la página siguiente, con el de España.
Tomando en consideración las distintas alturas sobre el nivel del mar a que da
lugar la cordillera, el científico peruano Javier Pulgar Vidal ha definido la
existencia de hasta ocho grandes regiones naturales con características
climáticas sustancialmente diferentes, a las que ha denominado en idiomas
nativos (quechua y aymara). Sin duda es la Cordillera de los Andes el factor
preponderante en la definición de las diferencias climáticas y ecológicas del
flanco
oriental del territorio peruano. En él las temperaturas ambientales oscilan
entre 10 °C, en las cumbres de la cordillera, y 41 °C, en la selva. Y los
pluviómetros registran grandes lluvias con precipitaciones anuales de 700 1
000 mm en la zona cordillerana, 3 000 4 000 mm en la Montaña, y hasta 8 000
mm en la Selva.