EL NIÑO-LA NIÑA. EL FENOMENO ACÉANO-ATMOSFERICO DEL PACIFICO SUR, UN RETO PARA LA CIENCIA Y LA HISTORIA

 

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Alfonso Klauer

El fenómeno en la historia moderna del Perú

Pues bien, aunque reconociendo razonablemente una menor confiabilidad a los datos más antiguos, Quinn ofrece además el recuento de los fenómenos océano–atmosféricos del Pacífico Sur, de aquellos que tradicionalmente se viene reconociendo como “El Niño”, ocurridos entre 1535 y 1992 62. Mas como viene ocurriendo con los estudios que se realizan en el valle del Nilo, también en Sudamérica las riberas de la costa, e incluso los casquetes de nieve de la cordillera de los Andes, a medida que más se estudien, con métodos cada vez más certeros, terminarán entregando evidencias de muchos otros eventos –incluso mucho más antiguos que los que ya se ha referido– y permitirán afinar incluso la información que se tiene de los ya conocidos.

Entre tanto, por inferencia, y complementariamente, la información que se obtiene en las márgenes del Nilo –pero también en Etiopía e incluso la India– pueden ayudar a completar la información sobre la historia remota del fenómeno y por cierto de los pueblos de los Andes.

De acuerdo a la información hoy disponible, entre 1535 y la actualidad, y con diversas magnitudes, han ocurrido 122 fenómenos océano–atmosféricos del Pacífico Sur (del tipo hoy conocido como “El Niño”):

Magnitud Eventos Moderada 67

Fuerte 45

Muy fuerte 10

 

Por distintos tipos de evidencias (paleontológicas, arqueológicas y escritas) hoy por fin reunidas, se ha logrado concluir que los diez que más graves consecuencias produjeron en Ecuador y Perú fueron los de 1578–79, 1720, 1728, 1791, 1828, 1877–78, 1891, 1925 –26, 1982–83 63 y 1997–98.

Es decir, sólo en los siglos XVIII y XX se han presentado eventos muy fuertes con 15 o menos años de diferencia.

Debe hacerse presente, no obstante, y una vez más, que la información de que dispone todavía la ciencia impide que los recuentos que se viene haciendo logren ser suficientemente precisos y consistentes.

Así, queda un gran margen de estudio para explicar, por ejemplo:

a) porqué en 1932–33 hubo grandes precipitaciones, sin anomalías térmicas notables en el mar; b) a la inversa, porque en los años 1948 y 1969, presentándose elevadas temperaturas en el mar, no hubo precipitaciones fuera de lo común 64; c) por qué un evento “fuerte” como el que ocurrió en 1578 tuvo en cambio impactos “muy fuertes” en las costas centrales de Sudamérica; y d) cómo eventos “moderados” como los de 1720, 1728 y 1891, tuvieron igualmente impactos “muy fuertes” en Ecuador y Perú 65.

Así, a consecuencia del fenómeno océano–atmosférico de 1578, la población de Piura se vio obligada a trasladarse a Paita, viéndose además afectada por el “diluvio” 66 la ciudad de Lambayeque.

En 1720 las copiosísimas lluvias y el desborde del río inundaron el entonces importante poblado de Zaña 67, a 30 kilómetros al sureste de Lambayeque, llegando las aguas en la ciudad a más de 3 metros de altura, de lo que dan testimonio los restos de tres grandes iglesias construidas por los conquistadores, que tuvieron que ser abandonadas conjuntamente con el bello balneario que allí había sido erigido desde las primeras décadas de la Colonia.

En 1728, Sechura, en la costa de Piura, se vio sucesivamente siniestrada por un maremoto y copiosísimas lluvias. Pero éstas afectaron también otra vez a Zaña. En 1791 el río Piura volvió a destruir parte de la ciudad y nuevamente en Lambayeque los desbordes del río arrasaron sembríos.

El fenómeno de 1828, además de afectar Piura, produjo inundaciones en Motupe (70 kilómetros al noreste de Lambayeque) e incluso el valle del río Santa 68 (185 kilómetros al sur de Trujillo). Tuvo pues un singularmente grande radio de impacto.

Y tanto o mayor fue el de 1891: se desbordaron los ríos Tumbes y Chira; las lluvias en Piura se prolongaron por 60 días, alcanzando a tener el río Piura 150 metros de ancho y hasta 7 de profundidad (cuando la mayor parte del año no pasa de 30 y un metro, respectivamente); Trujillo y la zona del río Santa fueron una vez más afectados; y el 20 de marzo se registró también el desborde del río Rímac, en Lima.

El fenómeno de 1925 debe ser recordado por ser el primero sobre el que se tiene información meteorológica precisa: en Piura se registró 1 200 mm de lluvias, con un récord de 375 mm el 16 de febrero en el pueblo costeño de Zorritos (30 kilómetros al suroeste de Tumbes).

Aquel día, pues, se precipitó en Zorritos el equivalente de 3 a 5 grandes lluvias, o, si se prefiere, el equivalente a todas las lluvias de 8 años “normales” en la zona, y, por último, casi el equivalente a las lluvias de un siglo en Lima.

A fin de que tengamos un mejor conocimiento del fenómeno, veamos pues un resumen de sus manifestaciones más obvias.

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