Del nombre de los españoles
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Alfonso Klauer
Marchas y contramarchas en la política industrial
Durante todo el primer período de la escuela
de caciques de Lima, e incluso desde
los inicios mismos de la Colonia, se alentó la
libertad de empresa.
Esto es, y en la práctica, la instalación de
obrajes en las colonias para como advirtió
oportunamente el cronista Juan de Matienzo
incrementar la oferta y coadyuvar a detener
la descomunal inflación en España.
Así, se fundaron muchísimos obrajes tanto
en México como en el Perú. Se buscaba
que tanto una como la otra colonia, no sólo se
autoabastecieran sino que incluso proveyeran
de tela y ropa a España. Obviamente sólo
teniendo en cuenta los fletes eran más competitivos
los precios de los productos que llegaban
a la península desde México.
Ello a su vez habría alentado un significativo
mayor desarrollo y eficiencia industrial
textil en México que en Perú. Al extremo
que, con lo que se verá poco después,
puede presumirse que también desde allá llegaban
telas y ropas al Perú, viniendo entonces
a menos los obrajes textiles de exportación
que se habían instalado en el territorio
andino.
Muy significativamente, el inicio del segundo
período de la política educativa en Lima,
coincide exactamente con la disposición
dictada en España, en 1631, prohibiendo que
las colonias comercien entre sí.
Evidentemente, entonces, se habían creado
otra vez las condiciones para la reinstalación
de obrajes textiles en los Andes. Y, en
consecuencia, para que a su vez entren en crisis
los de México, pues perdían abruptamente
un gran mercado. Ese momento ha sido claramente
destacado (flecha roja) en nuestro
Gráfico N° 32.
Mal podría considerarse entonces una simple
casualidad que en Puebla de 22 obrajes,
cerraran 20; y que en Tlaxcala, de 10 talleres
tuvieran que cerrar cinco. En tanto que en
Texcoco desaparecieron todos.
¿Simple coincidencia entonces que crezcan
notoriamente las matrículas de caciques
en Lima al propio tiempo que se precipita la
crisis de los obrajes en México? No hemos
encontrado datos de la evolución del número
de obrajes en el Perú, pero obviamente la hipótesis
es, pues, que debió crecer su cantidad
a expensas de los que cerraban en México.
¿Qué precipita hacia 1661 (también destacado
en el gráfico) la repentina y brusca
caída en las matrículas del colegio de caciques
de Lima? ¿Quizá el hecho de que ya
se había alcanzado el número de obrajes textiles
suficientes para garantizar el autoabastecimiento
del virreinato del Perú? Es probable.
He ahí pues otra hipótesis. Y un buen
indicio de su pertinencia lo ofrece el hecho
de que el número de licencias concedidas para
obrajes textiles en Quito que pertenecía al
virreinato del Perú había crecido significativamente.
Más tarde, a mediados del siglo XVIII,
los obrajes en todas las colonias entrarían en
colapso. Bien vale la pena entonces recordar
las razones presentadas en el Tomo I.
En efecto, un texto anónimo de 1758, descubierto
por Josep M. Delgado, pide que
se pongan trabas al crecimiento de las manufacturas
autóctonas:
...porque lo que interesa a España es que
los naturales de las Indias no se acostumbren
a vivir independientes de esta
monarquía...
Y Pedro Rodríguez, conde de Campomanes
fundador de las Sociedades Económicas
de Amigos del País, autor de Reflexiones
sobre el Comercio Español a Indias, dirá en
1762:
no se debe permitir a los americanos producir
artículos que puedan competir con
los de España, con el fin de mantener la
dependencia mercantil, que es la útil para
la metrópoli.
Finalmente como registra Josep Fontana, Juan Francisco de Güemes y Horcasitas,
conde de Revillagigedo, virrey de México
entre 1746 y 1755, irá aún más lejos.
Dijo:
La fábricas, ni pueden subsistir, ni conviene
en buena política que las haya, ni
aun en aquellos géneros que no se fabrican
o traen de España (...) No debe perderse
de vista que esto es una colonia que
debe depender de su matriz, la España...
¿Se concretaron los consejos del conde de
Revillagigedo, haciéndose así prevalecer los
intereses de la aristocracia española de la península,
y específicamente los de los comerciantes;
en contra de los de la aristocracia industrial
criolla de las colonias?
¿Se afectó el funcionamiento de los obrajes,
acicateando así el fermento independentista
que cada vez más insistentemente tocaba
las puertas de las colonias?