Del nombre de los españoles
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Alfonso Klauer
Cortoplacismo imperialista
¿Fue tan ciega o torpe la administración imperial? ¿Fueron tan miopes los
reyes y los 61 virreyes que hubo en México? ¿Y los 39 que llegaron al Perú? ¿Es
que puede sostenerse que los 8 virreyes que estuvieron primero en México, y que
de allí pasaron a administrar el virreinato del Perú, fueron incapaces de
percibir tan monstruoso error aquí y allá?
Pocas veces, en efecto, se ha mostrado
esto último, esto es, que hubo un conjunto
virreyes que primero estuvieron en México y
luego en el Perú. Es decir, que venían a
aplicar aquí su valiosa experiencia. Y que de
vuelta a la metrópoli regresaron con aún mayor
bagaje.
Según se ve, de 1705 en adelante ninguno
de los virreyes que llegó al Perú había gobernado
antes en México. ¿Por qué ese cambio
de política? ¿No resulta sumamente significativo
que sólo se trasladara virreyes de
México al Perú precisamente durante la fase
del genocidio. ¿Cumplido el objetivo ya no
era necesario traer al Perú hombres con experiencia
de gobierno?
Una vez más debemos entonces preguntarnos,
¿fue tan ciega la administración imperial
en la metrópoli en los primeros dos siglos
de la conquista?
A su turno, dos virreyes del Perú (Manuel
Guirior y Francisco Gil y Lemos) pasarían
después a ocupar el mismo cargo en el virreinato
de Nueva Granada; y uno (Gabriel
de Avilés y del Fierro) a ocupar el cargo en el
virreinato del Río de la Plata.
Pérdidas económicas del genocidio
Coherentemente con lo que venimos sosteniendo,
el Gráfico Nº 21 y las cifras correspondientes
ponen en evidencia que el virreinato
del Perú dio catastróficos resultados respecto
de lo que bien pudo obtenerse.
No sólo nunca logró recuperar los ingresos
que se registraron en la década de 1680 a
1689, sino que el genocidio impidió que la
metrópoli, que tanto los demandaba, tuviera
ingresos muchísimo mayores de los que obtuvo.
En el virreinato del Perú, en relación con
los ingresos del período 1680 a 1689, sólo
considerando los 90 años siguientes, dejó de
percibirse ni más ni menos que el equivalente
al 205 % de lo que efectivamente se recaudó.
En el virreinato de México, en cambio,
los resultados se presentaron de manera muy
diferente. En efecto, en menos de 50 años logró
alcanzarse otra vez los ingresos de la década
168089. Representando la pérdida, a
la postre, sólo el equivalente del 5 % de los
ingresos percibidos.
En términos comparativos, bien puede decirse
que en el territorio andino el daño ocasionado
por el genocidio fue 41 veces mayor
que en México (205 / 5).
Como extensamente veremos en adelante,
a más de todo lo que se ha señalado hasta
aquí, se puede argumentar varias razones históricas
para explicar tan significativa diferencia
de resultados.