Del nombre de los españoles
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Alfonso Klauer
Visigodos y árabes en la historia de España
Se estima que 250 000 visigodos fueron
los que llegaron a Cataluña y otras áreas del
norte de España. Lentamente fueron conquistando
para sí tierras agrícolas y, avanzando
hacia el sur, llegaron a las riberas del Ebro.
Más tarde llegaron a la meseta central de
España, en los nacientes del Tajo. Y años
después, ya en el sur de la península, la avanzada
llegó a Andalucía. Mal podemos asombrarnos
de tales progresos y victorias: habían
llegado premunidos y envalentonados por la
inmensa gloria y prestigio de haber derrotado
a las poderosas y temidas legiones romanas;
y, además, de la enorme riqueza saqueada en
Roma, que les permitía financiar sus empresas
guerreras.
En Andalucía se encontraron con los
avaros o alanos, a quienes, según puede
creerse, tenían que cobrarles una deuda. Tal
parece en efecto que los visigodos habrían
considerado imperdonable que los avaros o
alanos no hubieran arriesgado con ellos el
pellejo en la batalla de Adrianópolis, ni que
hubieran estado con ellos en la venganza
contra Roma.
Por lo demás, debe tenerse en cuenta la
posibilidad de que los visigodos griegocatalanes
no sólo se considerasen auténticos
peninsulares o más españoles que los avaros
de vieja extirpe fenicia, sino que considerasen
finalmente extranjeros y usurpadores
de su territorio a los avaros. Lo cierto,
sin embargo, es que por esas u otras razones,
los visigodos arrojaron de España, hacia África,
a los avaros o alanos.
Ningún pueblo en la historia de la humanidad
ha sido tan identificado con la avaricia
como los fenicios.
Así, no debería extrañarnos en lo más mínimo
que los españoles no fenicios esto
es, los visigodos que el Imperio Romano expulsó
al este de Europa, para diferenciarse
de los españolesfenicios, hubiesen sido
quienes les atribuyeron el nombre que al cabo
del tiempo terminó convirtiéndose en gentilicio:
avaros o alanos, dependiendo de
quién y en qué idioma repitiera la palabra.
Entre tanto, y a partir del 554 dC, tropas
del superviviente Imperio Romano de Oriente
ocuparon durante cerca de cien años
gran parte de Andalucía, hasta que a comienzos
del siglo VII fueron expulsados por los
visigodos.
Éstos, durante más de un siglo de vida independiente,
mantuvieron, no obstante, la
misma desigualdad social que se dio en la
época de los romanos. Además de la nobleza,
y de grupos de pequeños propietarios e industriales,
una enorme masa de pobres poblaba
el campo y las ciudades.
Quien carecía (...) de fuerza propia para
hacerse respetar, buscaba un protector (patrono),
comprometiéndose a servirle. (...) existía
una clase de labradores (colonos) que
no podían nunca abandonar las tierras ajenas
cultivadas por ellos y en razón de las cuales
daban al dueño una renta. (...) La esclavitud
era, por otra parte, una institución (...) general
que, como se ha dicho, practicaban también
iglesias y monasterios, como nos lo
indica Rafael Altamira.
Los judíos de extirpe fenicia fueron objeto
de represión y de leyes persecutorias, algunas
de las cuales incluso fueron dictadas
por la misma Iglesia Católica en el Concilio
celebrado en la ciudad española de Toledo.
Esas persecusiones se hicieron aún más graves
a fines del siglo VII.
Hasta que llegaron [nuevos] tiempos de
devastación (...), una nueva civilización, que
fagocita desde África (...) penetra en la Península
Ibérica. (...) son tiempos de devastación
musulmana.
En efecto, con el desembarco de 7 000
musulmanes en el año 711, se iniciaría la
dominación árabe. Siete años después eran
duenos de toda España.
Es oportuno recordar que en un episodio
que dramáticamente se repetiría más tarde
durante la conquista española del Perú, los
visigodos españoles, que consideraban a Roderico
o Rodrigo como un usurpador, apoyaron
a los bereberes musulmanes a deshacerse
de él. No se dieron cuenta del peligro;
la desunión fue fatal dice Engel.
¿Cuáles fueron los antecedentes de esa
invasión? Según Claudio Sánchez Albornoz:
a) las ciudades españolas habían entrado en
franca decadencia política, económica y demográfica;
b) la Iglesia (...) sufría una crisis
moral grave y se mezclaba gustosa en las
querellas de las facciones;
c) el ejército (...)
había visto decaer su antigua eficacia tres
guerras contra los francos habían sido sucesivamente
perdidas; y,
d) la población hebraica,
cruelmente perseguida (...). conspiraba
con los [árabes del otro lado del Mediterráneo].
El despecho de un sector de los españoles,
que habían sido derrotados por Rodrigo,
abrió las puertas de la Península a
unas gentes (...) de un apetito insaciable de
conquista (...) ebrios aún de triunfos y nunca
ahitos de botín. La conquista árabe produjo
estupor anota Sánchez Albornoz.
Bien haremos en recordar todas estas
mismas palabras para cuando, siglos después,
sean los españoles en América, los
que jueguen el papel de los cartaginases, los
romanos y los musulmanes que saquearon y
sojuzgaron España.
Muchos cristianos sin duda más por oportunismo
o por miedo que por convicción
abrazaron la nueva religión musulmana,
constituyendo la clase social de los renegados.
Los judíos también ganaron con el cambio
de dominación, pues los musulmanes derogaron
las leyes restrictivas de los visigodos
y de la Iglesia Católica.
A partir de entonces una gran riqueza fue
controlada y administrada en España por los
musulmanes.
El califato de Córdoba tenía más dinero
a su disposición del que se podía enviar a Roma
cuando España era provincia [del imperio].
Se calcula que con su riqueza, el califato
podía sostener a un ejército permanente de
20 mil hombres....
Con gran parte de esa riqueza los miembros
del poder político musulmán se rodearon
de todas las formas de lujo y derroche.
Sólo en Córdoba se construyeron 600 mezquitas. Los palacios del califa, de los nobles
y de los grandes propietarios eran suntuosos.
En el norte de España, donde la dominación
musulmana era casi nula, los califas,
no obstante, buscados muchas veces por los
propios cristianos, intervinieron en repetidas
ocasiones para arbitrar las luchas internas
de Asturias, León, Castilla, etc., motivadas
por pugnas de sucesión o por pugnas entre
los reyes y la nobleza.
Cristianos y musulmanes se visitaban de
continuo, comerciaban entre sí y se unían en
matrimonio (...) De ello dieron ejemplo las
clases altas y los mismos reyes. Entre los
pobres, en cambio, y como se dio en todas las
conquistas militares de la historia, muchas
mujeres españolas fueron obligadas a casarse
con caudillos musulmanes, y miles de niños
nacieron fruto de brutales e impunes violaciones.
España, pues, fue víctima de sucesivas y
diversas formas de conquista e imperialismo
y de sus más nefastas consecuencias: saqueo
y expoliación, muertes y humillación.
Deberá tenerse presente, sin embargo,
que las víctimas aprenden la lección y, cuando
pueden, se comportan exactamente igual
como lo hicieron sus más detestados conquistadores.
Siglos después, como indica Sánchez
Albornoz, Asturias habría de ser el lugar
donde había de comenzar la Reconquista,
y donde habría de engendrarse el reino de
León y Castilla, que, en unión de la Corona
Aragonesa, asumirían la gesta de expulsión
de los moros.
Y dice también Sánchez Albornoz: ...el
reino de Asturias se constituyó en rodela de
la sociedad, la cultura, el estilo de vida que
iba a madurar en el solar de la Europa creadora
de valores universales y moldeadora del
gran proceso: de liberación del hombre y de
liberación de los pueblos....
También habremos de recordar esas palabras
cuando hablemos de la forma cómo
los conquistadores españoles liberaron al
hombre y a los pueblos del Nuevo Mundo.