Del nombre de los españoles
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Alfonso Klauer
La iberia fenicia, griega y romana
Aparte otros que se presumen con cierta
verosimilitud (asiriocaldeos, egipcios, libios,
etc.), los más antiguos colonizadores de España
de que hay noticia segura son los fenicios
(...), especialmente dedicados a la navegación
y al comercio.
Navegando por las proximidades de las
costas del norte de África, dominaron casi
íntegramente el comercio desde su originaria
Asia Menor, en el este del Mediterráneo, hasta
el borde del Atlántico, en el oeste. Cruzando
el estrecho de Gibraltar, en el siglo XI
aC, se asentaron en la península ibérica,
fundamentalmente en el suroeste de Andalucía,
en Gades (hoy Cádiz), dando singular
movimiento a un puerto que siglos más tarde
adquiriría gran notoriedad: Palos.
Se cree que poco después, en el siglo IX
aC, fundaron Cartago (Túnez de hoy), la
más grande colonia fenicia en el norte de África,
realizando entre ambos puertos un intenso
tráfico comercial. Introdujeron en la
península su idioma y escritura, así como la
moneda. Y explotaron en ella yacimientos de
cobre, plata, plomo y hierro. En Cádiz, al
decir de autores antiguos, [los fenicios] construyeron
(...) un templo suntuoso (...) con
columnas de oro y plata o revestidas de estos
metales...
La incursión de los fenicios dio origen a
guerras muy duras con las poblaciones
nativas de la península. Para contrarrestar
los alzamientos independentistas de los nativos,
los fenicios buscaron constantemente el
auxilio de sus connacionales cartagineses.
Rivales de los fenicios en el comercio en
el Mediterráneo, los griegos llegaron a la península,
probablemente, hacia el año 630 aC
La colonización griega se estableció, compitiendo
con la fenicia y no sin choques sangrientos. Piteas, un viajero griego del siglo
V aC, dio por mar vuelta a la península.
Los griegos habrían sido los primeros en acuñar
monedas en territorio ibérico. Difundieron
la agricultura, propagando el cultivo
de la vid y el olivo.
Durante siglos fueron importantes las
colonias griegas de Afrodisia, Emporia,
Tarragona y Sagunto, en el área de Cataluña;
Hemoroscopio, en las proximidades de Valencia;
y Mainaca, que más tarde daría nombre
a Málaga, en el sur.
Los que serían denominados íberos, aparentemente
procedieron de Mesopotamia o
del norte de África, pareciendo posible afirmar
que hacia el siglo VI aC habitaban ya
una parte de la península. Y probablemente
hacia el siglo V aC, ingresando por los
Pirineos y desde el centro de Europa, llegaron
los celtas. Hallaron (...) gran resistencia
por parte de las tribus que desde fecha
remota vivían en España. A pueblos mixtos
que así resultaron dieron los autores antiguos
el nombre de celtíberos.
De los pueblos de la península, se sabe
que los lusitanos sacrificaban en sus altares
animales y hombres (prisioneros de guerra),
cuyas entrañas examinaban para sacar augurios.... En distintos pueblos de la España
de esta época han sido encontradas armas
defensivas (escudos, corazas de lino y malla,
cascos de cuero) y armas ofensivas (lanzas y
puñales).
Según Astrabón, un griego del siglo I aC,
los peninsulares ibéricos, por su arrojo y excelentes
condiciones militares, eran los mercenarios
preferidos en aquellos tiempos (...)
en guerras en Sicilia, África, Grecia y, más
tarde, Italia.
A partir del 236 aC, los feniciocartagineses,
o simplemente cartagineses también
denominados púnicos iniciaron una nueva
pero esta vez masiva incursión en la peníncula
ibérica, dominándola prácticamente hasta
el río Ebro, donde presumiblemente, entre
otros, encontraron la fuerte resistencia de los
griegocatalanes. Sus objetivos más importantes
fueron: ampliar su mercado, reclutar
hombres para su ejército y obtener riquezas,
dinero para su hacienda.
Explotaron activamente las minas de plata
de Murcia y Andalucía, fomentando la
construcción de carreteras muy probablemente
para facilitar el traslado de esas riquezas
hasta los puertos de donde las llevarían
al norte de África. La capital feniciocartaginesa
en la península fue establecida
en Cartagena (Nueva Cartago o Cartago Nova),
estableciendo otros centros importantes
en Murcia, Málaga e Ibiza, y reforzando su
ya muy antigua presencia en Cádiz (Gades o
Agadir).
Amílcar, Asdrúbal y Aníbal los nombres
feniciocartagineses que más ha recogido la
historiografía tradicional, encontraron una
furiosa resistencia por parte de los españoles.
Hacia el 218 aC, en el contexto de las
Guerras Púnicas que se habían iniciado 50
años antes, los romanos, con la finalidad de
combatir a los cartagineses, desembarcaron
por primera vez en España.
Así, algunas de las antiguas colonias
griegas y fenicias ya para entonces griegocatalanas,
aquéllas y fenicioespañolas, éstas
ayudaron a los romanos a expulsar a los
feniciocartagineses, mientras que las tribus
españolas se dividían, peleando unas a
favor de los romanos y otras en favor de los
feniciocartagineses.
Así, en el 216 aC, Aníbal contó con el apoyo
de los celtíberos cuando regresó a la península
dando inicio a su espectacular viaje
con elefantes hacia los Alpes y Roma.
Diez años más tarde, en el 206 aC, los
cartagineses fueron total y definitivamente
expulsados de España por los romanos. Éstos,
victoriosos, empezaron a conquistar a los
íberos y celtas. Las tribus del este y el sur
dice Rafael Altamira se sometieron con
bastante facilidad; pero las del centro, norte y
oeste opusieron, por el contrario, gran resistencia,
que duró mucho tiempo. Hasta comienzos
del siglo I dC no pudieron decir los
romanos que eran dueños militarmente de la
Península...
Basta mirar el Gráfico Nº 1 para darse
cuenta que las áreas de las tribus del este y
el sur que, por lo menos al principio, menor
resistencia ofrecieron a la dominación de
los romanos fueron precisamente las que durante
siglos habían sido objeto de colonización
y dominación extranjera: fenicia y griega.
En casi todos esos casos, su actividad
predominante era el comercio.
Por el contrario, quienes más resistencia
opusieron a los romanos, en el centro, norte y
oeste de la península antiguos extremeños,
castellanos, leoneses, gallegos, asturianos,
vascos, etc., no sólo eran predominantemente
agricultores y ganaderos, sino que llevaban
siglos de vida absolutamente autónoma
e independiente.
Los romanos también dice Altamira
cuando hallaban gran resistencia [entre las
poblaciones de la península] aplicaban procedimientos
duros y crueles, desterrando a
puntos lejanos grupos enteros de población,
destruyendo ciudades, exterminando a los
habitantes, mutilando a los jóvenes aptos para
la guerra o vendiéndolos como esclavos.
En la antigüedad, desterrar a los vencidos
era una práctica habitual entre los conquistadores.
No la habían inventado los romanos.
Siglos antes que éstos, los griegos y los persas
ya lo hacían, conforme da cuenta de ello
el propio Herodoto.