Del nombre de los españoles
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Alfonso Klauer
Los conquistadores
Del nombre de los españoles
Los españoles no son ni el primero ni el único grupo humano que ha terminado denominándose no como él mismo se reconocía y llamaba sino como lo reconocieron y denominaron otros pueblos.
Entre los primeros extranjeros que llegaron a la península ibérica debe contarse a los fenicios. Éstos, peyorativamente o no, lo cierto es que bautizaron a los pobladores de la península ibérica como keltoi, que en hebreo significa conejos.
Pero, ¿por qué conejos? ¿Quizá por el hecho de que el conejo es un animal muy abundante en España, al extremo de que como lo recuerda Engel es un animal típico del folklore español.
Sin embargo, concurrentemente, también podría haberse debido a otra razón: los fenicios, que se sabían un pueblo poco numeroso, debieron sorprenderse con la numerosa población ibérica con la que se encontraron, principalmente en el sur de la península, en torno a Cádiz, donde se asentaron mayoritariamente.
Al fin y al cabo, la España de entonces debió ser una de las naciones más numerosas de Europa.
Quizá pues para los fenicios habían estado reproduciéndose como conejos. Como fuera, los fenicios, en sus incesantes correrías comerciales, divulgaron por todo el Mediterráneo el nombre que habían dado a los pobladores de la parte sur del extremo occidental de Europa: keltoi.
Y, aunque los bautizados como keltoi cuya autodenominación se desconoce sólo eran uno de entre muchos pueblos de la península, terminaron dando genéricamente ese nombre, durante mucho tiempo, a todos los pobladores de Iberia.
Como otros, los griegos asimilaron el nombre. Así, Engel nos recuerda que Herodoto denominaba Keltica a la Península Ibérica. De keltoi y keltica se derivó la palabra celta, y efectivamente como celtas se identifico durante mucho tiempo a los habitantes de España.
Pues bien, en la lengua de los celtas, span significa llave o entrada. Es verdad anota Engel que Iberia es la puerta de entrada a Europa. Y el historiador español Américo Castro nos recuerda que los romanos llamaban Hispania a la Península Ibérica.
Es decir, el span de los celtas, quedó convertido en Hispania, e Hispania finalmente en España. Así las cosas, los invasores celtas terminaron dando el nombre a los españoles.
Castro, sin embargo, sorprende cuando recoge de Antonio Tovar la afirmación de que no [se] conoce [aparte del español] otro caso de aceptación por un pueblo de una denominación no originada en su propio suelo. E ilustra la tesis con el caso de los fenicios que no aceptaron ese nombre extranjero y se daban otro suyo.
¿Pero qué nombre se daban a sí mismo los fenicios? No nos lo dicen. En los textos, sin embargo, se sigue denominando fenicios a los fenicios. Es decir, a despecho de lo que opinan Castro y Tovar, también los fenicios quedaron finalmente bautizados por otros, que en este caso como nos lo recuerda Asimov, fueron los griegos, que a su vez fueron bautizados como tales (graikoi) por los romanos.
Otro tanto estaba ocurriendo casi simultáneamente en Francia. En efecto, los habitantes de la península itálica venían denominando galli, es decir, gallos, a los celtas que ocupaban Francia. De allí vino la palabra Galia y de ésta se derivó galos, como hasta hoy se reconoce también a los franceses.
En realidad, hay más casos de los que erróneamente suponen Castro y Tovar. El historiador español Claudio Sánchez Albornoz, por ejemplo, nos recuerda que el nombre a los vascos parece haberles sido impuesto por los celtas y significa los orgullosos....