TAHUANTINSUYO: El cóndor herido de muerte  

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Alfonso Klauer

Las conquistas

Sorteando y superando barreras geográficas e idiomáticas, los ejércitos imperialistas inkas emprendieron sus campañas de conquista.

El Imperio Inka –como expresan Del Busto y Espinoza –fue el prototipo del estado imperialista, militar y guerrero.

Es indudable que tras las primeras victorias la mala nueva corrió como reguero de pólvora por los caminos andinos (porque para eso también servían, y desde tiempos inmemoriales).

• “Los inkas han derrotado y conquistado a los chankas” –debió ser el primer mensaje que circuló de frontera a frontera por todos los pueblos–.

A más de 1 500 kilómetros de distancia, los chimú, cajamarcas, chachapoyas, huancavilcas y otros, seguramente no se sintieron amenazados. En la vecindad del área de los acontecimientos, debió en cambio cundir alarma entre kollas, y entre los chinchas y huancas, vecinos de los chankas.

• “Los inkas han conquistado ya a chankas, lucanas, nazcas, chinchas y cañetes, y avanzan hacia el norte” –debió ser un dramático mensaje posterior–.

Quizá entonces hubo zozobra en Pachacámac y asomó preocupación entre la élite chimú. Los pueblos ecuatoriales, sin embargo, aún se sentían seguros a la distancia.

Así, aunque unos con mayor anticipación que otros, todos los pueblos amenazados tuvieron algún tiempo para preparar su respuesta ante la inminente o siguiente acometida inka. A ninguno pues debió cogerlo totalmente por sorpresa. Y dependiendo de la autoevaluación de sus fuerzas, y de la información que tenían de las del creciente imperio, definieron su respuesta como diplomática y/o militar.

A su turno, los estrategas inkas nunca actuaron con precipitación e improvisadamente.

Un magnífico ejemplo de ello es lo que se conoce de su posterior pero primera expedición a Chile. En efecto, guerreando en Tucumán, en el norte de Argentina, Túpac Yupanqui obtuvo –“seductores informes” sobre aquél territorio y decidió emprender su conquista. Pues bien, desde ese momento hasta la consecusión del objetivo, medió una preparación acuciosa y costosísima.

Así, tras el reconocimiento del extenso desierto de Atacama –y seguramente tras la captura de hombres que sirvieron de informantes, guías y posteriormente de intérpretes –, los ingenieros y geógrafos inkas señalaron con estacas el rumbo que debía seguir el ejército invasor. Asimismo, a distancias adecuadas, instalaron grandes depósitos de agua y provisiones para que las tropas pudieran avanzar sin sufrir hambre ni sed.

Todo ello debió demandar meses de preparación.

Y, sin duda, representó a su vez una temprana advertencia a los pueblos del norte de Chile. En definitiva, ni el hostil desierto ni la escasa resistencia fueron una sorpresa para los invasores. Ni la presencia de éstos lo fue para los pueblos que cayeron conquistados hasta el río Maule.

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