Fundamentos de valoración de empresas

 

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Una revisión de la Economía dominante

Alfonso Galindo Lucas

Capítulo II

EL PAPEL DE LA CIENCIA ECONOMICA

El método científico en Economía

En las dos últimas décadas, tal vez para potenciar el surgimiento de iniciativas empresariales nuevas, se ha adoptado en los ámbitos académicos y divulgativos relacionados con la Economía, un enfoque de investigación denominado interpretativo o hermenéutico. Se ha optado por utilizar, a falta de explicaciones mejores, el estudio de caso y ciertas formas de investigación participativa y se ha denominado “ejemplo paradigmático” a aquellas empresas que precisamente se caracterizaban por ser la excepción: Empresas que aparentemente habían surgido de la nada y habían devenido imperios multinacionales, expulsando a los malvados Goliat de tecnología obsoleta.

Bill Gates o Mario Conde, ahora un tanto maltratados por los medios, eran El Cristo, la encarnación del selfmade- man, en la mitología del mercado.

En él se habla de la Sociedad como una tercera persona, más que como una confrontación de intereses. La contrastación está bastante limitada y se considera como máximo ejercicio de objetividad describir los comportamientos observados, sin hacer indagación de las intenciones, presuponiendo que éstas son necesariamente el reflejo de los dogmas asumidos por cada uno.

Por múltiples motivos, la Economía sigue buscando un método que realmente sea útil a los propósitos que se arroga. El propio 'método científico' (Feyerabend, 1974) es considerado una deidad por aquellos que investigan de forma apasionada, es decir, movidos por el reconocimiento más que por el mero conocimiento. Puede admitirse que el enfoque interpretativo aspira a ser el denominado ‘empírico-analítico’, aunque es menos riguroso, menos científico. El enfoque empirista es el que se utilizaba comúnmente en Física, hasta que la Teoría de Einstein abarcó ámbitos en los que no se podía experimentar.

Es cierto que, en el enfoque 'empírico-analítico', una teoría o conjunto de leyes está continuamente sometida a revisión, pero, mientras está reinando, no puede coexistir con otras teorías y, si es errónea, se cometerán bajo su dominio infinidad de barbaridades, entre las que pueden incluirse el tiempo y el esfuerzo desperdiciados. El caso más reciente de este inconveniente lo tenemos en la convivencia, durante un siglo, de la Teoría de la Relatividad con la Teoría cuántica y su mutua incompatibilidad. Esto ha apremiado a científicos reconocidos como Stephen Hawking a buscar una .Teoría de la Unificación., inexistente, de momento, como la piedra filosofal, pero augurada por todos, como en otro tiempo lo fue el éter luminífero.

No podían coexistir dos marcos distintos.

Los hallazgos de Albert Einstein le han consagrado como el 'hombre del S. XX' y probablemente lo sea en muchos sentidos. Realmente, su construcción analítica era perfecta y su trabajo, agotador, aparte de alabado por las opiniones más célebres11, le permitió un receso para cartearse con líderes soviéticos y hacer crítica sociológica.

Pero recientemente se han encontrado fallos en su Teoría: En primer lugar, se partía de una hipótesis que no había sido suficientemente demostrada y que se consideró un principio fundamental: El carácter absoluto de la velocidad de la luz12, cuya universalidad fue 'descubierta' por primera vez por Michelson y Morley (1988). Estos científicos daban por sentado que algo no medible (el ‘éter luminífero’) servía de soporte a la luz. Con un rudimentario artefacto, midieron la velocidad de la luz y no apreciaron diferencia en los cálculos tomados para distintas velocidades de emisión13. Einstein se limitó a asumir que .Si la velocidad de la luz era constante, entonces podemos afirmar...” El propio Einstein reconoció que la realidad puede estudiarse bajo distintos puntos de vista, pero .ese fue su segundo error. eligió el menos entendible, el más inhumano14.

A pesar de estos dos despropósitos que hemos podido recopilar, el gran mérito de Albert Einstein fue la revolución que introdujo en la metodología. Acortó camino, más allá de las probetas y los cronómetros. Hizo elucubraciones que a posteriori consiguieron explicar fenómenos que parecían transgredir las leyes de la naturaleza.

Mientras, los economistas siguieron intentando parecerse a Newton y hubo uno, John Maynard Keynes, que casi lo consiguió. La estanflación representó al keynesianismo lo que el fenómeno cuántico a las teorías de Newotn; se trataba de algo que no caía fuera del paradigma, pero que obligaba a replantear las fórmulas y reclamaba resucitar al genio. Ahora, la globalización puede representar a la Economía lo que la fórmula de Einstein a la Física. En un ámbito global, la política económica del Estado ya no funciona del mismo modo; esta es la explicación de que la política económica usual no lograse combatir los efectos de la estanflación, ni de las crisis financieras de los ‘90.

Además de los peligros propios del método en las Ciencias Naturales, existe un inconveniente de gran magnitud cuando se trata de trasladar el método científico a las Ciencias Económicas y Empresariales15. El problema del enfoque metodológico empirista es que conlleva un proceso muy lento. Tal vez no sea grave que tardemos cien años en descifrar las características de los quásares o de los agujeros negros o en obtener energía nuclear mediante fusión, pero en Economía, el bienestar de los seres humanos (y en muchos casos, sus vidas) está en juego continuamente. Ya hemos dicho que en determinados ámbitos de la Astronomía, no es posible experimentar y es preciso formular hipótesis deductivas, del modo en que lo hizo Einstein. Pues bien, en Economía, también se dice que no es posible experimentar.

Sin embargo, se experimenta. Con esta acusación, me refiero, lógicamente, a la implantación de prácticas neoliberales en Sudamérica y en el Sudeste asiático, mediante las “recomendaciones” del FMI y a la difusión, mediante la prensa y la enseñanza, de previsiones inconsistentes.

Los experimentos en Economía, no sólo han resultado fallidos, sino que han demostrado por qué se dice que no cabe la experimentación en las Ciencias Sociales.

En 2002, la crisis de Argentina se convirtió en tragedia, cuando la desnutrición infantil se volvió irreversible y mortífera.

Ahora bien, si a Einstein no le hizo falta la experimentación, a sus teorías sí las consagró cierta dosis de comprobación.

Si un marco teórico parece razonable, es necesario contar con los recursos para que los economistas puedan contrastar su veracidad. El modelo formulado en 1958 y revisado en 1963 por Modigliani y Miller sobre la estructura financiera de las empresas era matemáticamente perfecto; lo explicaba todo de forma inapelable, pero partía de un principio que se batía rabiosamente contra la realidad: Presuponían que los mercados de capitales eran de una sustancia tan filosofal como el éter luminífero: Eran mercados perfectos. Esta hipótesis, denominada ‘de la irrelevancia’ convivió con una serie de estudios que no alcanzaban la perfección metodológica, pero que partían de la empiria. Pasados unos años, con la formulación del Capital Asset Pricing Model se llegó a dar forma analítica a lo que era sencillamente evidente: Que en la estructura financiera de las empresas existía una zona o un punto de endeudamiento óptimo, debido a que el mercado descontaba el riesgo inherente a dicha estructura.

El tiempo que se tardó en formular un modelo que superase al de M&M fue el reinado del dios mercado de capitales.

 

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